Todas las señales nos lo decían. Había que tomar el camino de la diversión. ¿Pero cuál era el destino de esa
diversión prometida?
Ese destino era Londres. En honor a elegantes platos como ese que veis a continuación, de indudable belleza y estilo, que suene el God save the queen, y que así sea, que la salve por muchos años para que muchas vajillas con motivos como estos puedan seguir siendo comercializadas.
Ah, Londres. Cuna del
punk, donde hasta alguna de sus cámaras de vigilancia llevan estética
punki.
Haciendo caso a la llamada a la diversión, pillamos un par de vuelos de bajo coste y nos dirigimos a Londres, a vivir la cita anual de la NFL con Europa. Ahora, recién llegado de Londres, os cuento qué tal ha ido el fin de semana. Os vais a hartar de fotos. Y menos mal que no me dejaron hacer fotos del partido (cabronazos...), que si no el artículo sería interminable. Para que os hagáis una idea, he tardado más de dos horas en subir todas las fotos que aquí veis. Sí, podría haber reducido su tamaño (están con la calidad original), pero no me apetecía. Un poco vago que es uno.
Vamos por partes, como diría el ilustre londinense Jack, el destripador. Primero el sábado, luego el domingo, y finalmente un poquito de lunes.
El sábado
Menos ambiente que los dos años anteriores. Bastante menos. La llegada a la estación de Victoria, como siempre, caótica. Aglomeraciones, colas, máquinas estropeadas, líneas cerradas y muchas obras. Lo habitual, pero esta vez sin ambiente de NFL. No vi a nadie con atuendos
footballísticos. Por primera vez, al llegar a Londres no te dabas cuenta de que ese fin de semana había un partido de
football.
Típica estampa del metro de Londres: algo que no funciona.
El sábado me salté esta prohibición. Por desgracia,
me la devolvieron el domingo.
Mi sugerencia (tampoco muy insistente, la verdad) de pasarnos por el
NFL fan rally de Trafalgar Square cayó en saco roto. La mañana del sábado la pasamos en Portobello Road, en el barrio de Notting Hill, donde cada sábado se desarrolla un mercadillo en el que puedes encontrar de todo. Incluso escaparates decorados con tan buen gusto como este.
En el mercadillo se encuentra de todo, pero, sobre todo, gente. Gente, gente y más gente. Muchos españoles. Sin embargo, me sorprendió mucho el
silencio que reinaba en el ambiente. A pesar de que las calles estaban petadas, el bullicio era casi inexistente. Curioso, al menos.
No sé si me quedo con
gay parking only o con
bitch parking only.
No sé qué tal estarán las tiendas por dentro (por suerte no entramos ni a una de ellas), pero por fuera tienen un
look bastante curioso.
Una de las cosas típicas de la zona son las antigüedades. Aunque esa tetera muy antigua no parece.
También había lugar para el deporte. No me digáis que esto no mola:
Tras el paseo por Notting Hill, toca comer. Os recomiendo
El gaucho. No es, ni mucho menos, barato, pero se come de puta madre. Y hasta puedes ahorrarte la cena con lo cebado que te quedas. No soy muy de vino (
soy un animal), pero este vino argentino estaba de puta madre. Recomendado:
Tras la debida siesta, la zozobra nos azuzaba: el Estu palmaba con estrépito ante el GBC en el tercer cuarto, y tras el cabreo y preocupación iniciales, comenzó a remontar. El paseo por Picadilly Circus y aledaños se convirtió en un constante
actualizar en las Blackberrys. Al final, ganamos. El Dépor, más diligente, no me hizo sufrir tanto en Córdoba.
Algunos indicios ya auguraban la victoria de Chicago:
El Foot Locker de
no tengo muy claro dónde contaba con abundante
merchandise de la NFL, incluido este Ronde Barber a escala casi natural.
Tras la cena y las copas de rigor, a sobar, que el día siguiente prometía emociones fuertes.
El domingo
El domingo hay que madrugar. Madrugar es estar listo a las 10 de la mañana para salir a la calle y ver el ambientillo. Este año, por desgracia, muy poco. Los dos años anteriores, las inmediaciones del metro en el que íbamos a Wembley estaban plagadas de aficionados con
jerseys footballeros. Este año, apenas ninguno. Pero hay que aprovechar para pegarse un buen desayuno.
A pesar de que Londres no tiene demasiada fama de
buen comer, no cabe duda de que es un sitio de
buen desayunar. Imprescindible un buen
English breakfast para empezar el día. En Garfunkel's 2 por 10 libras.
A las 12:15 cogimos el metro rumbo a Wembley. Es verdad que en la
Picadilly, Jubilee y
Metropolitan lines sí que se veía a mucha gente con
jerseys footballeros. La gran mayoría, de los Chicago Bears, en particular de Brian Urlacher. Aunque en estos eventos impera el buen rollo, mi atuendo (
jersey de Rodgers, chaqueta de Green Bay y gorra de los Packers) me convertía en posible objetivo de amables comentarios de seguidores de los Bears. Eso no sucedió en la ida, pero sí en la vuelta, como comento más adelante, cuando la euforia y el alcohol corría por las venas de los
fans de Chicago.
Dos de los miembros de la expedición eran seguidores de los Tampa Bay Buccaneers. Esta foto refleja la ideología deportiva de uno de ellos.
A eso de la 1 de la tarde llegamos a la estación de Wembley Park. A cinco horas del partido, hordas de locos de la NFL acudían a la llamada de la diversión:
Esta es la pinta que tenía el
Olimpic Way, la avenida que lleva a Wembley desde el metro, desde la salida de la estación de Wembley Park:
Como os decía el otro día, en el partido de Wembley se congregan aficionados de todos los equipos, que lucen con más o menos orgullo sus colores. A partir de este momento, veréis una larga sucesión de fotos de los que pagan este negocio, los aficionados. Comenzamos por esta pareja: una leyenda de la liga, Lawrence Taylor, junto con un corredor venido a menos, Clinton Portis. Sorprendentemente, había bastantes
jerseys de Portis por Wembley.
Un padre (supongo) que sabe educar a su hijo. No sabemos qué les habrá parecido el partido del jugador cuya camiseta portan. Uno de mis compañeros de grada, que se compró la camiseta del
quarterback antes del partido, resumió su opinión sobre el partido de Freeman en "
me cago en su puta madre".
Hasta los equipos menos
glamurosos estaban representados. A ver si creíais que no iba a haber nadie de los Seahawks.
Un dúo de amantes de los
defensive linemen:
Nos sorprendió ver a tanto aficionado de los Dolphins. Muchos. Una (posible) explicación es que el equipo de Miami jugó en Wembley (una mierda de partido, por cierto), hace cinco años. Pero esta camiseta es de Brandon Marshall, que no llegó a los Dolphins hasta la temporada pasada:
A cuatro horas y media del
kickoff, una marabunta de personas ocupaba el Olympic Way:
Las colas para entrar a la
Tailgate Party no eran nada largas. Por desgracia, para compensar, las que nos esperaban dentro de la propia
Tailgate Party para acceder a las "atracciones" sí lo eran.
Conozco a la que lleva el
jersey de Roethlisberger. No es la única chica que llevaba la camiseta de este jugador. Se ve que la fama de golfo, borracho, mujeriego y
vivalavirgen no afecta a su popularidad entre las mujeres:
Ahí tenéis el campo de entrenamiento. Aunque la idea de hacer el ridículo en público nos parecía atractiva, tener que esperar esa cola nos echó un poco para atrás.
Un tipo con pinta de aficionado genuino de los 49ers:
Pareja de los Bucs
de toda la vida. Uno con la cazadora
throwback, otra con la conmemorativa de su Super Bowl:
El grupillo de amigos más
frecuente era el formado por aficionados de todos los equipos. Ahí tenéis un batiburrillo de gente de la NFC:
Como decía antes, la
Tailgate Party hacía honor a su nombre: era la fiesta de las colas, y no lo digo porque la presencia masculina fuese mayoritaria:
Si no jugaban en casa, ¿qué pinta ese hinchable ahí? Mucha
permisividad con los Bears pese a ser el equipo teóricamente visitante. Los dos años anteriores, la parafernalia de Patriots y Broncos fue mucho menor. Ya puestos, podrían haber puesto el himno cada vez que anotaban (eso sí que me habría gustado), y no este osito:
Los Bucs llevaron un barquito bastante triste. Vaya mierda:
El
throwback de Williams no me convence. Su color es sospechosamente amarillento. ¿Imitación fallida?
Hester era duda antes de comenzar el partido, y viendo cómo andaba en las horas previas, es muy sorprendente que pudiese llegar a jugar:
Ooooh, el aaarco:
En las tiendas de
merchandise solo había un
jersey por equipo (salvo los que jugaban el partido, de los que había más). ¿Del mejor jugador de cada franquicia? No:
Muy forzado lo de
buccaneerhead:
Qué me decís de esto, una camiseta de baloncesto de los Buccaneers con el nombre de Gruden a la espalda:
Ah, el arco, qué grande es:
Una de las tiendas de
merchandise del anillo exterior al estadio. Estas tiendas estaban casi vacías. La que estaba en la
Tailgate Party, petada a más no poder. Ya os dije que había que ir a comprar a las de arriba.
Seguidor escocés (supongo) de Walter Payton:
¿Qué
quarterback está menos de moda, Peyton Manning, Joe Flacco o Brett Favre?
La camiseta más repetida, la de Brian Urlacher. Este podría ser el propio Urlacher de espaldas y sin casco:
Que no, que yo no era el único seguidor de los Packers en Wembley. Éramos bastantes.
¡Colas para todo!
Dentro de la
Tailgate Party montaron un pequeño estadio donde hacían entrevistas y actuaciones variopintas. Como no podía ser de otro modo, la grada se llenaba para ver mierdas insulsas:
En esta cola sí que caímos. Algo había que hacer, ¿no? En esa carpa se guardaban trofeos Vince Lombardi de ambas franquicias:
Sopresa del día: la presencia de
fans del receptor (ahora mismo sin equipo) T.J. Houshmandzadeh. Ojo que este no es el único:
Lo dicho, muchos aficionados de los Dolphins. ¿Por qué?
Mirad qué trío más peculiar: un tío con una camiseta de la Pro Bowl (yo que creía que nadie se interesaría en algo así), otra mujer con camiseta de Roethlisberger en la que casi ni cabe el nombre, y el mejor de todos, el chaval de los Bears. No le falta nada: el balóncasco, la mochila y, lo que más me gusta, la garra del oso. Eso es, así hay que ir vestido a este tipo de eventos.
Aunque nos tomen por bobos o ignorantes a los aficionados europeos,
algo sabemos de NFL. Solo un aficionado verdaderamente interesado puede conseguir la camiseta del novato de los Cardinals Patrick Peterson.
Los adoradores de Tebow también estaban presentes en Wembley. Cuando hice esta foto no me di cuenta de la cara que me estaba poniendo el aficionado de Tampa. Joder, qué miedo.
Peyton Manning sigue tirando mucho. Ahí tenemos un par de
Peytons, en dos colores:
El campo de prácticas, oportunidad para lucirte o hacer un poquito el ridículo. Más probable lo segundo. En cualquier caso, si vas con colegas, acabarán riéndose de ti.
Ahí están los colegas, riéndose del amigo "en acción":
Exótico: una aficionada de los Jaguars (el equipo con menos afición en los Estados Unidos):
Los rivales divisionales de los Bucs también estaban representados. Ahí vemos un
fan de Matt Ryan.
De repente se montó un revuelo importante. ¿Qué pasaba? Más bien
quiénes pasaban. Las
cheerleaders de los Buccaneers. De cerca no impresionan mucho, la verdad. Ahí las tenéis, seguidas de la mascota.
Justo cuando comentaba que este era el año en que menos disfraces peculiares se veían, apareció este grupo tan peculiar de ositos:
Eso sí, del grupillo me quedo con Deuce
Platanito McAllister:
Un cornudo vikingo seguidor de Jared Allen:
Familia que adora a Roethlisberger unida, permanece unida:
Cam Newton, otro novato representado en los aledaños de Wembley:
Las azafatas ligeras de ropa de Best Buy, captando la atención del personal:
Me sorprendió ver tanto aficionado de los Bengals, la verdad. Porque había muchos:
No intentéis lanzar un pase al lado de estos tipos. Os lo interceptan seguro. Si con un Revis es suficiente para anular al receptor estrella del equipo contrario, no me quiero imaginar qué sucedería con dos:
Más aficionados de rivales de división de los Bucs. Una con Steve Smith a la cintura:
Parece que este aficionado de los Bills sigue teniendo fe en C.J. Spiller.
Un par de
running backs que llevan el 27: Ray Rice y Brandon Jacobs:
Dos de las estrellas del partido. En primer plano, el
raider (cruzado) de los Raiders. En segundo plano, el Mark Sánchez más mexicano:
El mejor atuendo de todos, para mí, el de ese Mark Sánchez. ¡Sí señor!
Este hombre está a punto de cambiarse de una
throwback de Joe Namath a otra de Steve Young. Anda que no molan ambas camisetas:
Ni espada ni armadura le faltaban al Raider más Raider. Eso sí, guardaba la cola muy educadamente:
Todo el mundo quería una foto con el Raider. Hasta la aficionada del recientemente fallecido Lee Roy Selmon:
Que sí, que había muchos aficionados de los Bengals. Y muy actualizados, además:
Joe Namath, ya transformado en Steve Young:
Los aficionados
neutrales tomaban partido. El de los Packers se pinta el logo de los Bucs; el de los Cardinals, el de los Bears:
Otro que se va a hacer la foto con el Raider. También bastante currado el
look del aficionado de los Jets:
Podían currarse un poco más los lemas promocionales. Que no somos tontos. ¿Que los Buccaneers son un equipo que no puedes perder de vista ni un segundo? ¡Venga ya! ¿Pero quién coño se inventó esta frase, el pesado de la Fórmula 1 que decía que
si parpadean, se lo van a perder? Tan apropiada esa estúpida referencia como esta:
Esta es la única camiseta de los Titans que vi en Wembley. La del bueno de Steve McNair:
El orgulloso padre (supongo) posa encantado con sus sonrientes hijos junto al Lombardi de los Bucs. Así se educa a unos hijos, claro que sí:
Mientras esperábamos para hacernos la foto con Vince, contemplábamos uniformes históricos de los Bucs. Mi conclusión: van a peor. Me quedo con lo clásico.
Así, adiós a los anuncios de H & S:
En algún momento del partido, parecía que el partido de Wembley iba a terminar como este:
Ahí está Vince, reluciente, esperando nuestra llegada:
Poquita envidia de los que esperaban fuera la cola, la verdad:
El Raider, siempre sonriente:
En este tipo de eventos, el raro es el que va vestido así:
El trofeo de la American Bowl que los Bears ganaron a los Cowboys en Wembley en el 86. Y yo haciéndole la foto:
Programa sesentero del partido más repetido de la historia de la NFL:
Así eran antes las protecciones:
Y los uniformes. Los de los Bears siempre han sido cojonudos:
Incomprensiblemente, a este Lombardi de los Bears (de 1986) no le hacía caso nadie:
Fijaos qué curioso: algunos asientos del Soldier Field llevaban impreso: "
Old Soldier Field stadium seats". Si es que ya sabrían que se quedaba viejo:
El último
Halas Trophy de los Chicago Bears. Es decir, la última vez que llegaron a la Super Bowl, en 2007:
Como veis, yo no era el único
cheesehead en Wembley. Este, además, de verdad, con un
cheese en la
head:
Otro
fan de Houshmandzadeh. Solo faltó uno con su camiseta en los Ravens:
Creo que no había puesto a nadie de los Rams. Ahí veis a un
fan de Bradford junto a otro de Donald Driver. Jugadores en horas bajas (relativamente):
Bobby Moore observa altivamente a las masas que se arremolinan a sus pies, mientras un Urlacher recibe un pase:
No sabemos si este hombre es un aficionado de los Jets al que no ha quedado más remedio que comprarse el
jersey de Mark Sanchez o, realmente, un
fan de Mark Sánchez:
Anda que para lo que os ha valido todo el tinglao de la
drama queen...
Aficionada Bear con bufanda del evento:
Estoy bastante orgulloso de esta foto, la verdad:
El registro era tan intenso que a Bulger casi le dejan sin el número:
Los zancudos, siempre presentes en cualquier evento. ¿Aportan algo?
El personal de Wembley, mucho más desagradable este año que los dos anteriores. Unos gilipollas. Esta foto la tuve que sacar desde la puerta:
Una panorámica más amplia. Podéis ver las cartulinas del mosaico de los himnos ya preparadas:
Pues nada, que tras haber entrado sin problemas con la cámara réflex en el estadio, con el mismo objetivo que usamos en los dos años anteriores (nada estridente, muy lejos de los
telescopios que usa un fotógrafo profesional), el gilipollas que me mira desde detrás de la puerta me dice que eso es una
professional camera y que no la puedo utilizar.
Al principio me hice un poco el loco. Me dio tiempo a sacar este par de fotos, una de cada
end zone. El muy hijoputa me viene y me dice que no puedo sacar fotos. Entonces le digo ¿por qué me dejáis entrar entonces con la cámara? Y me responde que se puede entrar con la cámara, pero no sacar fotos con ella. Qué gente más maja.
La verdad es que fue un poco culpa mía. Debería haber llevado guardada la cámara al entrar por el vomitorio para evitar sorpresas. Pero quién va a pensar que si no te dicen nada en las puertas de entrada al estadio, y si llevas la misma cámara que los dos años anteriores, en los que no hubo ningún problema, te van a decir algo. Así que ya sabéis. Consejo para próximas ocasiones: no llevéis vuestra cámara reflex en sitio visible cuando entréis a Wembley. De ese modo evitaréis que algún gilipollas os deje sin fotos. Vamos, no me jodas. ¿Qué se piensan, que pretendo competir con
profesionales? Na, unos gilipollas con todas las letras. Esto no es culpa de la NFL, que permite que en sus estadios la gente entre con las cámaras que quiera. Coño, que todo dios tiene una reflex, no jodamos. Es culpa de los responsables de Wembley, que incluye en su política la prohibición de hacer fotos con cámaras con "lentes intercambiables" porque las consideran
profesionales. ¿Cómo va a ser eso
profesional? El tema te da más rabia cuando ves que por tu zona hay gente con cámaras similares e incluso con objetivos más voluminosos.
La cámara del movil daba para lo que daba. Para poco. Eso sí, no quiero dejar de mostraros las lonas que cubrían algunos sectores del estadio en los que no se vendieron entradas. Por primera vez en unas International Series, no se agotaba todo el papel que se ponía a la venta.
El partido
Bueno, supongo que algo habrá que hablar del partido, ¿no? El equipo de casa, en teoría, era Tampa. En la práctica, eran los Bears. Mayoría abrumadora de Chicago. Por nuestra zona, los únicos aficionados de los Bucs que había era el par de amigos que venían con nosotros. Todo lo demás, seguidores de los Bears. Se notaba mucho, aunque no creo que haya resultado decisivo para el devenir del partido.
El partido fue la clásica victoria fea de los Chicago Bears. Lo que solían hacer la temporada pasada y lo que les estaba costando tanto conseguir esta. Parece que vuelven a la senda de
desquiciar al contrario, que tan buenos resultados les dio en 2010.
Contra la defensa de los Bears hay que tener mucho cuidado y paciencia. No hay que abusar de los intentos de
big play, porque te funden. Hay que evitar dar oportunidades de oportunismo a esa defensa tan oportunista. Claro que resulta complicado cumplir con este plan cuando te quedas sin juego de carrera y vas por debajo en el marcador.
El primer gran palo para los Bucs llegó nada más comenzar el partido con la lesión de su segundo
running back, Earnest Graham. La solución de compromiso ante la baja de LeGarrete Blount se esfumaba. Y sin carrera, tu ataque aéreo tiene que ser muy, muy bueno para no sucumbir ante la defensa de los Bears. Demasiado peso sobre los hombros de un Josh Freeman muy inseguro, que tampoco podía confiar en unos receptores a los que se les caía frecuentemente el balón o no lo atrapaban con la suficiente firmeza como para que los defensores de los Bears se lo arrebataran.
Tras un par de
drives infructuosos de cada equipo, Matt Forté decidió tomar cartas en el asunto. Esa sería otra de las perdiciones de Tampa: su incapacidad para contener el juego de carrera de los Chicago Bears en general y de Matt Forté en particular.
Tras ese
touchdown, una sucesión de despropósitos lamentables por parte de cada equipo. El ataque de los Bucs era un flan. Constantes penalizaciones que iban y venían. Hubo un segundo
down que tuvo que repetirse cinco o seis veces por las constantes penalizaciones que anulaban la jugada. Y tras ese nuevo
drive sin éxito de Tampa, Cutler lanza una intercepción. Muy decepcionante el
quarterback de los Bears. En un día en el que tuvo un grado de protección razonable, lanzó unos cuantos melones que pudieron costar muy caro a su equipo. Más reprochable aún cuando tu juego de carrera está destrozando al rival y desahogando el pase. El caso es que inmediatamente después de la primera intercepción a Cutler, Freeman lanzó otra intercepción. En la
red zone. La mayor cuota de culpa, para el receptor, Mike Williams. Macho, cuando atrapas un pase no te lo pueden quitar de las manos. Eso hizo el novato Chris Conte. Balón recuperado por los Bears en su propia 1, cuando parecía que los Bucs iban a empatar el partido.
Sin embargo, en la jugada inmediatamente siguiente, los Buccaneers consiguen un
safety tras impedir a Matt Forté salir de su propia
end zone. Tres pérdidas de balón consecutivas.
Pese al
safety, el dominio de los Bears continuó. Un nuevo
touchdown puso a Chicago 14-2 arriba. El ataque de Tampa solamente funcionó en el último
drive del segundo cuarto, anotando un
field goal que permitió contener la escapada con la que amenazaba Chicago. 14-5 con dos cuartos por jugarse.
A mear rápido, que empieza el tercer cuarto. Enseñanza para primerizos: aunque parezca que el descanso de un partido de NFL es largo, no lo es. Es muy corto. No da tiempo a más que ir al baño, pillar una cerveza y volver. A nada más. Por tercer año consecutivo, al inicio del tercer cuarto, la mayor parte del público de Wembley estaba en los pasillos del estadio.
El caso es que el tercer cuarto comenzó otra vez mal para los Buccaneers. Su primera posesión,
tres y fuera. Y en la siguiente posesión,
touchdown de carrera de Marion Barber, en una jugada en la que absolutamente todo el estadio sabía que los Bears iban a correr (por mucho que Martz estuviese en la cabina marcando las jugadas). 21-5, grave peligro de que el partido se vaya de las manos.
Y la cosa fue a peor. Nuevo error grave de Josh Freeman con el que parecía que se terminaba el partido. Intercepción retornada para
touchdown (o casi) de Lance Briggs. Menos mal, para los Bucs y para el propio partido, que el retorno quedó invalidado por un bloqueo ilegal por la espalda.
A partir de ahí cambió todo. Los Bears comenzaron a fallar y los chicos de Freeman entraron en
modo remontada (aunque no libre de errores). Sin embargo, lo más destacable del resto del tercer cuarto fue la carrera del espontáneo semidesnudo. Mira que me hacen poca gracia los tipos que saltan a los campos a hacer el imbécil (al Jimmy Jump de los cojones había que darle un par de guantazos a ver si se le pasa la tontería), pero reconozco que este tuvo gracia. Sobre todo por la indiferencia de los jugadores y la actuación del personal que lo rodea.
Urlacher hizo las delicias de la multitud de fieles que portaban su camiseta en las gradas con una intercepción en la
red zone. En el retorno, parece que Urlacher comete un
fumble, posteriormente recuperado por Tampa. Sin embargo, la repetición muestra que estaba
down by contact cuando se le escapa el balón. En el marcador de Wembley, en vez de repetir la jugada (MANDA HUEVOS), se mostraba la leyenda "VISA COACH'S CHALLENGE". ¡¡¡Por favor!!! ¡¡Una puta repetición de la jugada!! ¿¿Es que nos toman por imbéciles?? Joder, con lo que mola ver repetida la jugada dudosa mientras los árbitros la evalúan. Muy mal el
realizador del marcador de Wembley.
El cuarto cuarto comenzó con 13 puntos consecutivos de Tampa Bay. No fueron 14 porque con más de 12 minutos para el fin del partido y 21-11 en el marcador, los Buccaneers fueron a por la conversión de 2 puntos (que no consiguieron). Los puse a parir. Con tanto tiempo por delante, me parece absurdo intentar esa jugada. Su fundamento es claro: ponerse a 8 puntos en vez de a 9 y estar "a tiro de
touchdown" más nueva conversión de 2. Pero quedando un mundo, eso es mucho decir.
Tampa se puso a 3 puntos a falta de más de 7 minutos. Pero los Bears se comieron los 5 minutos siguientes con su ataque y consiguieron 3 puntos más. Otra vez, clave Matt Forté. Con 24-18, a falta de dos minutos y (eso sí) los Bucs sin tiempos muertos, gran parte el estadio comenzó a desfilar a sus casas. ¿Pero qué coño estaban pensando? Que sí, que era complicada la remontada, pero si hay alguien que ha demostrado que puede hacerlo, son los Bucs de Josh Freeman. Tampa consiguió pasar del centro del campo, pero la cuarta intercepción de Freeman mató el partido. Macho, si lanzas al centro, que sea porque el pase está claro, que lo suyo es lanzar a las bandas para que el receptor pueda salir del campo y parar el reloj. Un pase al medio a triple cobertura, mala idea:
Conclusión: victoria fea de Chicago, en un partido que parece confirmar que Martz se ha dado cuenta de que utilizando la carrera se vive mejor. 33 intentos de carrera por 32 de pase.
What the Martz!
Tras remolonear un ratillo por el estadio y tomarnos la última, comenzamos el camino de vuelta al hotel. Y justo cuando
posaba para este blog, un autobús se carga unas señales de tráfico, giro la cabeza y no sale mi jeta. Hay que ver qué mala suerte.
En el camino de vuelta empecé a notar el cariño de los aficionados de Chicago hacia los Packers. Mientras sacaba esta foto, uno con escasa gracia me grita,
Green Bay sucks, man! mientras apresura el paso hasta el metro. Ese fue bastante imbécil, los que vinieron después fueron más graciosos.
¡Hasta la vista, Wembley!
Mientras caminaba por el metro, en uno de los transbordos de línea que tenía que tomar para volver al hotel, un amable grupo de seguidores de Chicago se agruparon detrás de mí para gritarme unas cuantas veces
blow Pack blow!! (a mamarla Packers, a mamarla, en vez de
go Pack go!!, uno de los gritos de guerra de Lambeau Field). Como mi novia iba de los Steelers, me decían también que ella tenía mejor gusto que yo. Tras darme la brasa durante un rato, pero sin faltar más de lo estrictamente necesario, les pregunté
do you know that the Steelers and the Packers played last year? (¿sabéis que los Packers y los Steelers jugaron el año pasado?) Mi novia se enfadó por esto, porque creía que me estaba metiendo con ella, al hilo de la referencia de los amables
fans de Chicago a que su gusto
footballístico era mejor que el mío, pero realmente yo lo decía a propósito de lo que les iba a decir después:
And do you know which team did the Packers beat to get to that game? (¿y sabéis a qué equipo ganaron los Packers para llegar a ese partido?).
Ahí se callaron, se rieron un rato, y dijeron que tenían memoria selectiva, que no lo recordaban. Todo quedó en un
fist pump y en un
well played, man. Anda que están los seguidores de los Bears como para reírse de los Packers. En el año 2011, 3 victorias de Green Bay, 0 de Chicago. Y queda un partido en Lambeau Field
Metro de Londres por la noche, hogar de ratas. Aquí tenéis una:
Y ahí otra:
Así terminó la jornada
footballera del año. Merece ABSOLUTAMENTE la pena. Quien tenga la oportunidad, que no lo dude. No se arrepentirá.
Por último, una sugerencia. Si vais a Gatwick, este es vuestro restaurante. Hamburguesas cojonudas.
* * *
Y esto es todo. Esta semana no tocaba hablar del desastroso debut de Carson Palmer, del partido que perdieron los Broncos, pero que ganó Tebow (sí, habéis leído bien, esto aleja a Denver del ansiado Andrew Luck y afianza a Tebow en su puesto), de la nueva exhibición de Aaron Rodgers, del sorprendente desastre ofensivo de los Ravens o de la estelar aparición de DeMarco Murray. De eso habríamos hablado si el
plácido domingo hubiese sido el habitual. De esas cosas volveremos a hablar la semana que viene. Eso sí, no sé si habréis consultado el calendario de partidos de la primera sesión del próximo domingo (a las 6 de la tarde, hora peninsular española, por cierto), pero es deprimente.