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Quién no ha estado alguna vez enmarronado. Es más, quién no está siempre más enmarronado de lo que querría. El marrón es una constante en nuestras vidas. ¿Qué es un marrón? (¿y tú me lo preguntas? un marrón eres tú). Pues un marrón, según el diccionario de la RAE, es un contratiempo o situación ingrata. Una mierda de situación, vamos (quizá ese es el orígen etimológico de marrón, sinécdoque de mierda: el color --marrón-- por el todo --la mierda--).Al hilo de los marrones, y aunque ya decía en otra entrada que la traducción (literal o figurada) no resulta nada adecuada, ya que no se refiere a un nombre común sino a un nombre propio (intraducible), si uno piensa en marrones en la NFL, si hubiese que elegir una franquicia enmarronada hasta las cejas, nos tendríamos que quedar con los Cleveland Browns. Y encima llevan el marrón en su nombre. Nada de cafés. Si se pudiese traducir el nombre de esta franquicia, habría que traducirlo por los marrones de Cleveland. Porque anda que no han tenido que apechugar con marrones. Y siguen.
Tanto es así, que han recibido varios reconocimientos en este sentido. Entre ellos, destacamos los siguientes:
- En otro de los divertidos y formativos Top Ten de NFL Network, los Browns figuran en el primer lugar de las franquicias con peor suerte de la historia ("Top Ten Snakebit Franchises of All Time", literalmente, mordidas por serpiente, pero para entendernos se refieren a las más desafortunadas). Por desgracia, este Top Ten no está a la libre disposición del público en NFL.com, aunque buscando un poquito por Google no es difícil conseguirlo (pero como no sé si las fuentes son del todo lícitas, os dejo que os busquéis la vida por vuestra cuenta si estáis interesados en verlo).
- Bill Simmons, conocido periodista de la ESPN, los considera la cuarta franquicia más torturada de la historia del deporte profesional norteamericano. Para Simmons, en la NFL los Vikings y los Bills habrían sufrido todavía más. De todos modos, esta clasificación puede estar distorsionada por el hecho de que se hizo justo después de que los Vikings perdiesen contra los Saints en la prórroga de la final de Conferencia de la temporada pasada, tras la última, hasta el momento, intercepción del líder histórico de la NFL en este apartado, Brett Favre.
- También según la ESPN, Cleveland es la ciudad más torturada de Norteamérica desde el punto de vista deportivo. Y eso que todavía no había pasado lo que comento en el párrafo de cierre de este artículo.
- Se han editado libros como "Curses! Why Cleveland Sports Fans Deserve to Be Miserable: A Lifetime of Tough Breaks, Bad Luck, Dumb Moves, Goofs, Gaffes, And Blunders" (traducción: ¡Maldiciones! Por qué los aficionados al deporte en Cleveland merecen ser desgraciados: una vida de desgracias, mala suerte, actuaciones estúpidas, pifias, meteduras de pata y disparates"). Creo que con echar un vistazo al título es suficiente.
La historia de los Cleveland Browns, desde unos prósperos orígenes, es una sucesión de desafortunadas desdichas. Deportivas y extradeportivas. Destacan dos marrones extradeportivos, que podríamos denominar el Primer Gran Marrón y el Segundo Gran Marrón (¡qué nombres más originales, eh!). Glosémoslos.
Desde los orígenes hasta el Primer Gran Marrón
Los inicios de los Cleveland Browns fueron triunfales. La franquicia, de la mano del entrenador de quien toma su nombre, Paul Brown, lo ganó todo en la primera competición en la que participó, la All-American Football Conference, cuyas cuatro ediciones ganaron, una de ellas invictos. Desapareció esta competición y se unieron a la NFL, donde también cosecharon éxitos: seis finales y tres campeonatos.
Gran parte de la culpa de que los primeros Browns arrasasen la tenía Paul Brown. Como ya comentábamos en la entrada sobre cambios importantes, Paul Brown fue la persona que por sí sola más cambió la NFL. El tío más listo, que revolucionó la estrategia y la preparación de las franquicias. Como dicen en el vídeo que os enlazo más adelante, Paul Brown era los Cleveland Browns.
Y entonces sucedió el Primer Gran Marrón. ¿Qué pasó? Los Browns ficharon, vía draft, a un excelente running back, cuyo nombre además era más que adecuado para el equipo: Jim Brown. Sí, lo habéis adivinado, tanto Brown va a ser demasiado, ¿no? Pues sí, de los Browns sólo podía quedar uno.
Los primeros años de Jim Brown fueron excelentes. Bueno, qué digo primeros, si Jim Brown fue el líder en yardas de carrera de la NFL en ocho de las nueve temporadas en las que estuvo en la NFL (además de dos veces MVP). Ahí tenéis una fotico de la criatura en acción:
Sí, no todos los años fue el mejor running back de la liga. Hubo uno en el que no lo fue. ¿Y quién tuvo la culpa? Jim creía que su entrenador. No se llevaban bien. El nuevo dueño, Art Modell (del que volveremos a hablar, y veréis que es un tío queridísimo por Cleveland), estaba con Jim. Y despidió a Paul Brown. A la calle. Ese fue el Primer Gran Marrón. La marcha de Brown de sus Browns. Una decisión de Art Modell, igual que el Segundo Gran Marrón.
El despido de Brown generó uno de los mayores odios de la NFL: el de Paul Brown contra el equipo que llevaba su nombre. Pinchad aquí para ver el vídeo de NFL Network en el que hablan de este odio visceral como la octava mayor rivalidad (en inglés, feud) de la historia de la NFL. Pinchad, pero luego volvéis atrás y seguís leyendo.
Como habréis visto, Brown no se quedó de brazos cruzados. Pocos años después de ser despedido de los Browns, vendió su participación en la franquicia de Cleveland y se fue cerquita, a Cincinnati, en el mismo estado que Cleveland (Ohio) para fundar una nueva franquicia, los Bengals, a la que moldeó a su gusto. Y como lo que le gustaba era lo que hizo en los Browns, pues copió hasta los colores del equipo e incluso ambos equipos tenían las mismas iniciales: Cleveland Browns y Cincinnati Bengals. Aquí tenéis la comparación de las equipaciones, primero los uniformes de los Browns, luego los de los Bengals (encuentre las 7 diferencias):
Brown no consiguió ganar ninguna Super Bowl para los Bengals (nadie lo ha hecho). Clasificó a los Bengals a los playoffs en tres de las ocho temporadas que los dirigió. Luego dejó las labores de entrenador y ocupó la presidencia de la franquicia. En cualquier caso, en Cincinnati le guardan cariño. Tanto, que el estadio de los Bengals lleva su nombre. Algo influirá que el hijo de Paul Brown sea el actual dueño de los Bengals, me diréis; sí, pero el estadio es propiedad municipal y la ciudad decidió no vender sus naming rights (en otras palabras, venderle el nombre a una empresa), así que un poquito sí que le quieren por Cincinnati.
Igual que la franquicia implicada en el otro Gran Marrón, actualmente Bengals y Browns compiten en la misma división, lo que contribuye a que la rivalidad no se olvide.
Volvamos a los Browns. Los primeros años sin Brown de entrenador (que, eso sí, seguía siendo accionista) no fueron demasiado duros. Tanto es así que en 1964 ganaron la NFL. Su último campeonato. Sin embargo, desde que Brown se fue definitivamente de Cleveland a Cincinnati en 1966, los Browns no levantan cabeza.
Marrón tras marrón, hasta el Segundo Gran Marrón
Tras el éxito de 1964, que ya os adelanto que fue la última victoria de un equipo de Cleveland en las Grandes Ligas norteamericanas, la historia de los Browns es, como diría el que tradujo en España A Series of Unfortunate Events de Lemony Snicket, una serie de catastróficas desdichas. A continuación os cuento las más importantes, porque ir año a año diciendo lo que pasó haría (si cabe) más insufrible la lectura de este blog.
Red Right 88. La década de los '70 fue más bien insulsa para los Cleveland Browns, con un rendimiento bastante gris o, mejor dicho, marrón. En la década de los '80 llegan las emociones fuertes, todas con desastroso resultado. Empezamos por la primera. 1980. Playoffs divisionales. Frío que te cagas, el partido con la sensación térmica más baja en 50 años, -37,8º C. Los Browns juegan en casa contra los Oakland Raiders. Los Raiders ganan por 2 puntos, 14-12. Quedan solo 49 segundos para que termine el partido y los Browns están en la yarda 13 de Oakland. Situación inmejorable. Chutan un field goal bastante facilillo, tres puntos y partido para los Browns. No. Nadie se enmarrona como los Browns.
Sipe, quarterback de Cleveland, quería una jugada de carrera para mejorar la posición de campo y chutar el field goal. Nah, el entrenador tuvo una idea mejor.
El entrenador de los Browns, Sam Rutigliano, ordenó una jugada de pase. Eso sí, había un porqué. El kicker estaba muy mal en ese partido. Ya había fallado cuatro patadas: dos field goals y dos extra points; además, su rodilla no estaba bien. Oye, que razón no le faltaba al entrenador de los Browns para temer por el éxito del field goal.
"Red Right 88". Ese es el nombre de la jugada que ordenó el head coach de los Browns. Sipe retrocede para pasar, los Raiders le hacen un blitz y el quarterback lanza hacia la end zone... ¡interceptado! Anda que no se te tiene que quedar cara de tonto.
Por lo menos, la derrota no fue en vano. Los Raiders terminaron ganando la Super Bowl.
The Drive, by John Elway. A pesar de lo que pueda sugerir la frase anterior, no estamos ante el nombre de una colonia. No. Situémonos. Final de la AFC. Antesala de la Super Bowl. Los Browns jugaban de nuevo en casa. Ganan 20-13 a los Denver Broncos al final del cuarto cuarto. Los Broncos empiezan a atacar desde su propia yarda 2. Entonces, John Elway lidera una de las secuencias ofensivas (drives) más recordadas de la historia de la NFL. Tanto, que a ese drive con el que los Broncos consiguen el empate se le denomina The Drive. Los Broncos avanzan 98 yardas hasta la end zone de los Browns en 15 jugadas, incluida la conversión de un tercer down muy largo, de 18 yardas. A falta de 38 segundos Denver empataba el partido. Aquí podéis ver las jugadas finales de The Drive:
Conseguido el empate, los Broncos ganarían en la prórroga con un field goal, para llegar a la Super Bowl.
The Fumble, by Ernest Byner. Al año siguiente, Broncos y Browns volvieron a coincidir en la final de la AFC. Esta vez jugaban en Denver. Esta vez los que ganaban por 7 puntos al final del último cuarto eran los Broncos, tras una épica remontada de los Browns, que habían anotado 30 puntos en la segunda parte. Y en el drive final del partido, también se produciría una jugada para la historia. Eso sí, no es recordada por un acierto del ataque, sino por una cagada. Qué marrón, Ernest Byner.
A falta de un minuto, el running back Ernest Byner, que había anotado dos touchdowns, se dirigía hacia la end zone para empatar el partido. Parecía que el empate era un hecho, pero pero en una brillante jugada defensiva, Jeremiah Castille asesta un zarpazo al balón, cae, y los Broncos lo recuperan. En la yarda 3. Los Browns consiguieron un safety, pero no fue suficiente.
El Segundo Gran Marrón. Los analistas no se ponen de acuerdo en cuanto al lugar que ocupa este marrón en la historia deportiva de la ciudad de Cleveland en general y de los Browns en particular. A mí me parece el peor marrón. A la Fox, también. De lo que no cabe duda es que fue un lamentable punto y aparte en la historia de los Browns.
El equipo deportivamente iba bien y tenía un futuro prometedor: la temporara anterior a este Gran Marrón había terminado con un balance de 11-5 y para la temporada del Segundo Gran Marrón Sports Illustrated predecía que llegarían a la Super Bowl. Demasiado bonito para ser cierto. Cuando las cosas van bien en los Browns deberían activarse los mecanismos de alerta, porque significa que algo va a ir mal.
Económicamente, la franquicia iba regular. El dueño de la franquicia, Art Modell, reclamaba al ayuntamiento que construyese un nuevo estadio que permitiese incrementar los ingresos y mejorar las maltrechas arcas de los Browns. El ayuntamiento le daba largas y le decía que no. Modell estaba celoso. ¿Por qué a los equipos de baloncesto y béisbol sí y a él no?
Bueno, habría que puntualizar que parte de los problemas vienen de una decisión equivocada de Modell. Los Browns compartían estadio con los Cleveland Indians, el equipo de béisbol. Modell era propietario de la compañía que gestionaba el estadio y no quería compartir los ingresos con los Indians, a pesar de que buena parte de los ingresos se generaban en los partidos de béisbol. Los Indians convencieron al ayuntamiento, que les construyó un estadio para ellos solitos.
A Modell le ofrecieron una participación en la sociedad que gestionaría el nuevo estadio de los Indians y el nuevo pabellón de los Cavaliers, pero la rechazó. Error. Cuando se fueron los Indians en 1994, los ingresos procedentes del estadio de los Browns cayeron.
Entonces, Modell exigió un nuevo estadio para sus Browns. se hartó y, para sorpresa de todos, anunció el 6 de noviembre de 1995 que la franquicia se marchaba a Baltimore. Toma ya. El marrón que faltaba. Al equipo no le fue ni mucho menos indiferente. Iba 3-4 cuando se anuncia la mudanza y los Browns terminan 5-11.
En Cleveland no se lo tomaron muy bien. De hecho, la liaron como nunca se había liado en Estados Unidos. Antes de esta mudanza se habían producido otras muchas. Todas más o menos traumáticas, pero si el dueño decidía que se iba, la franquicia y todos sus activos, se iban a donde él dijese. En Cleveland no.
Al día siguiente al anuncio de mudanza de Modell, los ciudadanos de Cleveland aprobaron una subida de impuestos para remodelar el estadio de los Browns. Llovieron las denuncias de los aficionados y de la propia ciudad de Cleveland contra Modell (realmente, contra los Browns).
A continuación, la previa de la NBC al último partido de los Browns antes de la mudanza. Duras, rebobinadas y sabias palabras del comentarista y ex-jugador de los Bears Mike Ditka:
La oposición popular a la mudanza de los Browns fue un hito sin precedentes en el deporte profesional norteamericano. El fervor popular fue tal que Modell pudo irse (bueno, tuvo que irse cagando leches, porque lo linchaban), pero no pudo llevarse el nombre ni la historia de los Browns con él. Sí a los jugadores, pero los Browns se quedaban en Cleveland. Suspendidos temporalmente, pero eran los Browns. La historia se quedaba con ellos. Éxitos y marrones. Sobre todo los marrones.
Como ya decía, nunca un nombre de un equipo fue más apropiado: Baltimore Ravens. Los cuervos de Baltimore. Las aves carroñeras que se hicieron con los despojos que pudieron arrancar de los Browns. Pues no les fue mal a los Ravens. En Cleveland, como decíamos, no sólo se quedó el nombre y el palmarés, sino también la maldición. En su primer draft los Ravens eligen al legendario Ray Lewis. Y en 2000 se proclaman campeones de la Super Bowl, tras aplastar a los Giants.
Un nuevo marrón, esta vez indirecto, para los Browns.
Hay que apuntar también que si una afición sabe qué es sufrir que tu equipo te deje por otra (ciudad) es la de Baltimore, cuyos Colts emigraron a Indianápolis en 1984. De hecho, a los Colts y a sus aficionados se les recibe con especial cariño por Baltimore, como podemos ver en este vídeo:
Y cuando los de Baltimore recriminan a los de Indianápolis que les robaron a su equipo, pues estos les responden, qué nos vais a contar, si vosotros luego robasteis a los Cleveland Browns:
Otra ciudad que últimamente ha sufrido la mudanza de su equipo es Houston (Oilers, hoy Titans a Tennessee). Pero los equipos de Houston y Baltimore no guardan su nombre e historia originales, sino que se han visto obligadas a crear nuevas franquicias. Pues no me parece bien. Todas las ciudades deberían haber hecho como Cleveland y reservarse el nombre del equipo. Y, del mismo modo, y como el aficionado de los neo-Colts defiende en el anterior vídeo, las franquicias reubicadas deberían cambiar su nombre (los Titans lo han hecho). Mi reconocimiento a los enmarronados aficionados de Cleveland por haber conseguido preservar su nombre e historia.
Ah, ¿en qué división metieron a los Ravens? Pues en la misma que los Browns, cómo no. Igual que los Bengals, para restregarles bien el marrón. Eso sí, habría que puntualizar que el odio de los aficionados de Cleveland no se dirige tanto a los Ravens como a su dueño, Art Modell.
Los marrones actuales
Hablemos de Cleveland en la actualidad. Hoy en día, la imagen se le viene a uno a la cabeza al hablar de Cleveland es esta:
Hecho el chiste malo y fácil, hablemos de cómo les va a los Browns últimamente. No demasiado bien. Desde la refundación de 1999 tuvieron un par de temporadas buenas: llegaron a clasificarse para la wild card en 2002 (y perdieron), y en 2007 casi lo consiguen, con un regitstro de 10-6.
El año pasado ganaron solo 5 partidos. Los 4 últimos de manera consecutiva, cuando ya tenían poco que hacer, más allá de empeorar su lugar de elección en el draft. En su plantilla destaca Joshua Cribbs (wide receiver y retornador), que después de un final de temporada magnífico amagó con irse, porque el contrato que le ofrecían le parecía de risa (1,4 millones de dólares por temporada). Al final los Browns subieron considerablemente su oferta y Cribbs firmó un nuevo contrato de 3 años por un total de 20 millones de dólares. Menos mal.
En enero llegó Mike Holmgren para dirigir las operaciones de los Browns. El entrenador que guió a los Packers a su última Super Bowl es un tipo con criterio, a ver si a los Browns les va mejor con él. En el draft, consiguieron a quien se dice que es un proyecto de quarterback excepcional, Colt McCoy, que parece que gusta a algunos entendidos de por aquí. También ficharon a Jake Delhomme, que supongo que en principio será el quarterback titular, aunque a poco que repita el rendimiento de la temporada pasada tendrá que ceder su sitio a McCoy. Esperemos que la cosa mejore para los Browns, aunque la división en la que están encuadrados, junto a Steelers, Ravens y Bengals, casi nada, es durísima.
En vista de cuanto antecede, creo que los Browns, son la franquicia más enmarronada de la historia. Sí, los Vikings y los Bills habrán perdido cuatro Super Bowls, pero soy de los que piensa que es mejor perder una final que no llegar a ella. Que también soy del Dépor y prefiero haber perdido la liga del penalti de Đukić que haber quedado tercero. Sin duda. A quien pierde una final, que le quiten lo bailao. Los Browns ni eso, sumidos en un panorama de mediocridad, a poco que asoman la cabeza, se dan el batacazo. Además, ni los Vikings ni los Bills han vivido marrones extradeportivos comparables al Primer y al Segundo Gran Marron. Y encima, cuando los cuervos despojan de sus jugadores a los Browns, ganan la Super Bowl.
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CIERRE: Empecé a escribir esta entrada hace algún tiempo. De hecho la iba a publicar la semana pasada, pero el tema de Carrusel hizo que la fuese dejando. Entretanto, ha habido una noticia que acentúa si cabe un poquito más la maldición deportiva que pesa sobre la ciudad de Cleveland: la eliminación de los Cleveland Cavaliers de los playoffs de la NBA. Mala noticia a corto plazo, porque era el mejor equipo de la regular season de la NBA y a pesar de ello no van a poder conseguir su primer título (gran oportunidad desaprovechada). Pero posiblemente la noticia sea peor a largo plazo, porque el MVP de la NBA y jugador-franquicia de los Cavs, LeBron James, termina contrato este verano y puede decir adiós a Cleveland. Esta pronta eliminación hace que aumente la probabilidad de que LeBron no renueve, que se haya hartado de perder en los Cavs y decida probar suerte por otros lares (¿Chicago, Miami, Nueva York?). Lo que le faltaba a la ciudad. Otro marrón.
La verdad es que este artículo también te ha salido un poco tocho jejeje, pero se hace ameno. Muy bueno.
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