And now they're gone.
(Sid Lowe, The Guardian, 23 de mayo de 2011)
Joder, qué mierda.
Ya, ya sé que esto no tiene que ver con la NFL, y que en el blog últimamente se habla más de otros temas que de lo que se supone que es su objeto. Ya. Y ya sé que este fin de semana han pasado cosas mucho más importantes. No para mí.
I got knocked down, but I'll get up.
Nunca había visto tanto ambiente en Riazor como el pasado sábado. Jamás, ni el día en que ganamos la liga, ni el día en el que la perdimos. Fue acojonante. No creo que seamos la mejor afición de España, no creo que estemos entre las mejores, ni creo que seamos un ejemplo. Riazor llevaba tres años semivacío, un domingo tras otro. Eso sí, los pocos que iban animaban sin cesar, de manera ejemplar. Y en cuanto los precios de las entradas se ajustaron a su valor (a ver cuándo los clubes de Primera se dan cuenta de que las entradas no valen lo que ellos dicen que cuestan, que por algo están los estadios vacíos), la respuesta no pudo ser mejor. Nunca había visto que se animase desde todas las gradas del estadio, desde Maratón a Pabellón, de Tribuna a Preferencia, todo dios empujando lo que buenamente podía. Pero el empuje de la grada no fue suficiente.
En estos momentos, en los que estamos sumidos en la mierda, creo que deberíamos hacer balance de lo que hemos vivido en los últimos veinte años. Mejor dicho, en los últimos veintiún años, que es de lo que puedo hablar.
Conviene recordarlo. Porque seguimos siendo ese equipo. Aquí no ha llegado ningún jeque, no ha llegado ningún multimillonario dispuesto a tirar su fortuna en el capricho del fútbol. Sigue mandando el mismo que entonces. Un tipo que en 1990 era el más listo de la clase, pero que parece anclado en esa época. Dicen que Lendoiro no tiene teléfono móvil, que él tiene que negociar en persona, mediante emisario, o hablando por el teléfono fijo de su despacho. Como se hacía en los noventa. Quizá ya sea el momento de que otros tomen la alternativa. De que la tecnología analógica deje su paso a la digital, aunque sin olvidarnos de la primera. El problema es que esos otros no existen. La crítica a Lendoiro, dejando aparte a un grupo de comunicación que se la tiene jurada (en una guerra muy sucia en la que los dos bandos me parecen igual de equivocados), es escasa. El aficionado del Dépor no lo critica. Con lo que hizo por nosotros, que nos cogió en Segunda y nos hizo ganar una Liga. Ya. Eso fue ayer. Pero qué ayer, es verdad.
El 2 de septiembre de 1990 fui a mi primer partido en Riazor. Es uno de esos recuerdos que nunca se olvidan. Primera jornada de la temporada 90-91 de la Segunda División. Deportivo-Elche. Ganamos por 2-0, goles de Peio Uralde y Jon Aspiazu. Empezaba la decimo octava temporada consecutiva del Dépor lejos de la Primera División. Uno de tantos equipos del montón, aunque para mí era "mi equipo". Fue una temporada muy divertida. Entonces yo tenía 7 años. Pero recuerdo perfectamente los partidos contra el Orihuela, la remontada contra el Sabadell, el derbi contra el Celta (que tuve que ver por la tele porque a mis padres les daba miedo que pudiese haber incidentes), o el debut de Djukic, en la recta final de la temporada, en el partido en el que goleamos al Lleida. Estuvimos "haciendo la goma" con los puestos de ascenso directo durante toda la temporada, y llegamos a la última jornada con él en la mano. Jugábamos contra el Murcia, que había sido líder de Segunda durante casi toda la temporada. Éramos terceros, a 1 punto del segundo, el Albacete, y a dos del primero, el Murcia. La victoria aseguraba el ascenso.
Ese día no me querían dejar entrar a Preferencia Superior con mi carnet de la grada de niños, después de toda la temporada haciéndolo. Pero entré. Y cuando no había transcurrido ni un minuto de partido la cubierta de la grada en la que estaba empezó a arder. Yo estaba pendiente del partido, recuerdo que el lateral derecho del Dépor centraba largo al segundo palo, que no había nadie para rematar, pero la gente no hacía caso a la jugada. Gritos, caos, unos saltaban al campo y otros salían a la calle. Yo me fui a la casa de mis abuelos, donde la familia veía el partido. Estaba a 15 minutos escasos del estadio. Me quedé ahí a verlo. Empate a cero al descanso. No nos valía el resultado. A los 10 minutos de la segunda parte marcó Stojadinovic, "Stoja", el 1-0 para el Dépor. No pude seguir viendo el partido. Me ponía demasiado nervioso. Me metí en la cama y cerré la puerta. Ni con el segundo gol de Stoja salí de la habitación. Hasta que terminó el partido, nada. Anda que no me puteó la familia por eso. Menudo valiente. Ya, qué le voy a hacer. Este vídeo resume lo sucedido aquel inolvidable día:
No hace tanto de aquello. No hace tanto, fuimos a festejar el ascenso a la plaza de María Pita. Y cantamos algo que sonaba a broma, que de hecho se decía de broma, pero que tan solo año y medio después cobraba sentido, y se convertía en una amenaza real:
"¡Barça, Madrid, ya estamos aquí!"
Joder, es que en ese momento, no es que no nos creyésemos lo del Barça y el Madrid, es que si nos dicen que vamos a estar veinte años en Primera quemamos la ciudad (bueno, yo era todavía demasiado pequeño para eso). Durante la última semana he leído varios artículos brillantes en el mejor diario deportivo de España (con mucha diferencia), El País. Cito lo que escribía hoy lunes Xosé Hermida en un excelente artículo: "Cierto que los aficionados de mayor edad también tienen la perspectiva suficiente para pensar que cuando su equipo logró el último ascenso, tras 18 años en Segunda y Tercera, ni un solo deportivista podía siquiera soñar que tardaría dos décadas en volver a caer. Y ni en la más delirante de las alucinaciones a nadie se le habría ocurrido pensar que en ese tiempo el Deportivo ganaría una Liga y dos Copas o tumbaría a grandes de Europa como el Manchester United y el Milan".
El primer año en primera fue un calvario. No lo recuerdo con especial cariño, nos salvamos de milagro, y sufrimos mucho más de lo que disfrutamos. Jugamos la promoción contra el Betis, al que ganamos por 3-2 la ida en casa. Aún recuerdo escuchar en casa el partido de vuelta por la radio. Sufriendo como cabrones, 0-0 en el Villamarín.
Al año siguiente cambió todo. Llegaron ellos: Bebeto y Mauro Silva. Junto a ellos, otros fichajes importantes, que contribuyeron a construir un equipo de elite: Claudio Barragán, Nando, Aldana, Voro, Manjarín, y más tarde Donato y Alfredo. Un equipo de la hostia. Una alineación inolvidable, que todos recitábamos de memoria.
Entonces llegó lo que todo el mundo ya conoce. La primera temporada del Súper Dépor fuimos terceros. Ganamos los cinco primeros partidos de liga, algunos de ellos auténticas exhibiciones, coronadas con la remontada frente al Madrid. Del 0-2 al 3-2, con gol final en propia puerta de Ricardo Rocha. Un día inolvidable (de tantos).
La siguiente temporada fue la que perdimos la liga. Los rivales tocaron a tres millones de pesetas por cabeza. No hace falta que cuente demasiado, todos conocéis la historia. De película. De tragedia. Decía antes del partido del sábado, y lo mantengo hoy, que aquello fue peor que esto. La decepción de esa liga perdida fue mayor que la de este descenso. Parecía que perdíamos algo que nunca jamás tendríamos la oportunidad de volver a conseguir. Teniéndolo tan tan cerca.
El final de aquel partido fue parecido al de este sábado: la afición aplaudiendo al equipo, consolando a los jugadores. Todavía no lo entiendo. No, los consolados deberíamos ser nosotros, no ellos. Ellos se irán a otro lugar, lo harán mejor o peor, se ganarán la vida, y esto se quedará en un triste recuerdo. Incluso puede que se vayan al rival que nos hizo caer, como en el caso de Djukic. Es lo que tiene el deporte profesional, tan desapegado de los colores, donde la lealtad a la afición es excepción. Las lágrimas de cocodrilo de los jugadores se evaporarán en poco más de un mes, cuando inicien un nuevo proyecto profesional, que siempre será "ilusionante" y por el que jurarán amor eterno. Y nosotros seguiremos tan jodidos.
Al año siguiente nos quitamos parte de la espinita. Esa Copa del Rey fue increíble. Todo un acontecimiento. Coruña (otra vez) se movilizó. Después de un ilusionado viaje en autobús, llegamos a un Madrid soleado. Mi madre, con toda la buena intención del mundo, nos había conseguido entradas en la fila 1 de la grada lateral, a pie de campo. No se veía una mierda, o por lo menos yo, que todavía era un mocoso, no me enteraba de nada. Tan cerca del campo era imposible. Pero el partido empezó bien, con el gol de Manjarín que nos ponía 1-0. Y ese día soleado, en el que mucha gente iba en pantalones cortos, se nubló, y cayó la de dios. La mayor tormenta que recuerdo. Antes de que se suspendiese el partido, antes de que Mijatovic lo empatase, ya habíamos subido a la puerta del vomitorio. No había quien aguantase ante tal tormenta. Y antes de que se suspendiese, ya corríamos por la Castellana, con el agua por las rodillas (por mis rodillas, que tenía 11 años). La idea era ver el partido en la casa de mi tío, que vivía cerca, pero cuando llegamos, con los calzoncillos empapados, ya se había suspendido. Al día siguiente volvimos a Coruña.
Quedaban 7 minutos para el final del partido. La prórroga era más que probable. No nos atrevimos a volver a Madrid. Aunque de la entrada quedaban poco más que los despojos (el agua había arrasado con todo), dejaban entrar en el Bernabéu a todo el que presentase un mínimo de acreditación de haber asistido al primer acto. Y al que no, también le dejaban pasar. A los 50 segundos de la reanudación llegó un momento que nadie en Coruña olvida. El gol de Alfredo. Es difícil describir el estallido de alegría que provocó ese gol. No era una liga, era un título menor, pero por lo menos para mí, ese día fue más feliz que cuando ganamos la liga.
Tras unos años insulsos, llegó Irureta. De la primera etapa de gloria quedaba poco, pero muy bueno: Fran, Mauro Silva y Donato. Hasta el estadio era diferente. Ya no había pistas de atletismo, y teníamos gradas detrás de las dos porterías.
El Dépor de Irureta era más rácano que el primer Súper Dépor. Tampoco es que este fuese el colmo de la alegría, ya que se basaba más en la solidez defensiva, con un sistema de cinco defensas, que en el ataque. Arsenio era de 5-3-2, Irureta de 4-2-3-1, con dos mediocentros defensivos rocosos, dos extremos abiertos a las bandas, un mediapunta y un delantero.
Durante esos años, del "segundo Súper Dépor" se fragua la deuda que nos lleva ahora al hoyo. Fichábamos como ricos, pero no lo éramos. El boom de la televisión de pago, que abonaba a los clubes cantidades astronómicas por unos derechos que no lo valían, hizo crecer el gasto de todos a niveles inasumibles. La tele prometía pagar X, el club pedía un crédito al banco por bastante más que X, el banco se lo daba con la confianza de que los activos adquiridos valían lo que se pagaba por ellos. Y se gastaba más aún, se aplazaban las deudas, con la esperanza de que el maná de las televisiones nunca cesase. No era verdad. El gasto era muy superior al ritmo de generación de ingresos.
Eran años en los que nos comportábamos como grandes, también en los despachos. Fichábamos a golpe de talonario: 1000 millones de pesetas por Rivaldo (que solamente duró una temporada), 1500 millones por Djalminha, 1100 millones por el Turu Flores y Manuel Pablo, 2000 millones por Duscher, más de 800 por Flavio Conceição (revendido por 4000 a Florentino, qué operación), 1000 por Pauleta, 1300 por Makaay, 2400 por Tristán, 3000 millones por Albert Luque... Un sindiós. El Dépor se gastaba lo que no tenía. Como casi todos, por otra parte, pero con mejor resultado.
Los importes asustan, pero la filosofía funcionaba. Básicamente consistía en fichar a los mejores jugadores de los equipos que descendían a Segunda: Pauleta del Salamanca; Makaay y Jokanovic del Tenerife; Turu Flores y Manuel Pablo de Las Palmas; Molina, Capdevila y Valerón del Atlético.
El resultado fue, de nuevo, un equipo poderoso que luchaba por la liga un año tras otro y que participó durante cinco temporadas consecutivas en la Champions League.
Volvieron las jornadas inolvidables. Nacieron nuevos ídolos. Los míos eran Djalminha y el Turu Flores. Dos jugadores diferentes, cada uno en su estilo. Eran la hostia. Djalminha, en algunos partidos (sobre todo los televisados) parecía Dios. Hacía lo que le salía de los huevos. Puteaba a los rivales sin piedad. Acojonante aquel partido contra el Celta que ganamos por 1-0 con golazo suyo. Se meó a todo rival que le salía al paso. Regates, pases de rabona con caño incluido, y esto. Pa correrse.
Ganamos una liga. ¡Joder, ganamos una puta liga!
Pero más que con la liga me quedo con algunos partidos. Eso es lo que más vale de aquellos días. Con los derbis contra el Celta, partidos cargados de tensión, de odio y de emoción en los que dos equipos gallegos nos jugábamos la cabeza de la liga (qué pronto y cuánto cambia el panorama). Ahí el Turu y Djalminha se crecían, y a los portugueses les caían collejas, tanto reales como figuradas, que son las que más duelen. Dicho esto, no le deseo mal al Celta en su salida del hoyo.
Me quedo con las hondanadas de hostias que le caían al equipo-que-no-debe-ser-nombrado cada vez que pasaba por Riazor. Curiosamente la mayor paliza llegó un día en el que empatamos. El partido terminó 2-2. Perdíamos por 0-2 al descanso. Al final, 29 tiros a puerta del Dépor. 6 al palo. Solo 2 goles. Y al salir del estadio, un cabreo de mil pares de pelotas. Éramos, inexplicablemente, su campo maldito.
Esta es mi crónica deportiva favorita. Escrita por el mejor periodista deportivo, en el más feliz de los partidos. Una victoria para la eternidad. No me resisto a transcribir el primero de sus párrafos.
El Deportivo tomó conciencia en Chamartín de que el edificio de la historia se construye a costa de la historia de los demás. Y no encontró mejor ocasión de demostrarlo que en la fecha del centenario del Madrid, en la casa de Di Stéfano y Puskas, frente al equipo de Raúl, Zidane y Figo. Su victoria tiene el carácter de los momentos inolvidables en el fútbol, por su sentido de la precisión simbólica y por la grandeza del desafío. Esta final de Copa no fue una cualquiera, sino una que se recordará por el impacto del resultado, del que no se sabe las consecuencias para el Madrid. Para el Deportivo supone la atronadora confirmación del lugar privilegiado que ha alcanzado en el fútbol europeo, éxito conseguido en el momento exacto, en el sitio justo. Desde ahora, este equipo tendrá un puesto en la memoria del fútbol, pues las consecuencias de la victoria trascienden el aquí y el ahora: es una Copa para la eternidad.
Me quedo con las inolvidables noches europeas. Lo repito siempre que tengo ocasión: el Dépor es el único equipo español que ha ganado en el Olímpico de Múnich y en Highbury. Para siempre quedará ese honor. Ganamos en San Siro, en Delle Alpi, en Old Trafford, en el Parque de los Príncipes...
No solo ganamos, cómo ganamos. The Guardian hizo hace un par de años un ránking de los diez mejores partidos de la historia de la Champions League. El Dépor era protagonista en dos de ellos. Una barbaridad.
En el décimo lugar, la remontada contra el Paris St. Germain. Perdíamos 0-3 al cuarto de hora de la segunda parte. Recuerdo que cuando Tristán metió el 2-3, se produjo tal explosión en el estadio que no cabía duda de que nos llevábamos el partido.
En tercer lugar del ránking de The Guardian está la hazaña final del Dépor. El último gran partido del Dépor. Y probablemente el mejor de todos. Contra el vigente campeón de Europa. La mayor remontada de la historia de la Champions en una eliminatoria a doble vuelta hasta la fecha.
Luego la cagamos. Es muy nuestro cagarla en un partido en casa en el que necesitas una victoria para conseguir algo importante. Valencia, Oporto, y de nuevo Valencia. Somos así. Las putas imágenes de la peña llorando en la grada, la euforia desatada que se convierte en decepción, el partido esperado en el que no somos ni capaces de meter un gol. Eso también es el Dépor.
Desde aquella eliminatoria contra el Oporto, todo fue cuesta abajo. Y se sabía que iba a ser así. Recuerdo que un amigo me comentaba que Lendoiro había dado una conferencia en su colegio mayor de Santiago, después del partido de ida de los cuartos de final de la Champions, en el que habíamos perdido 4-1 contra el Milan. Unos días antes de la remontada, Lendoiro ya anunciaba a los universitarios que el cuento se había terminado, que no había ni dinero ni crédito para seguir financiando la Utopía. Tocaba malvender lo bueno y fichar barato (ya fuera bueno o malo). Terminaron las maduras, llegan las duras.
Cada engendro fue peor que el anterior. Todas las temporadas se nos iba lo poco bueno que teníamos. Mejor dicho, lo que "parecía bueno" (o decente). Lafita, Coloccini, Arizmendi, Wilhelmsson, Verdú, Filipe Luis... Ninguna maravilla, pero jugadores decentes para la Primera División. A base de deshacernos de ellos nos quedamos con lo que nos lleva al hoyo: un equipo con una defensa blanda, sin un lateral izquierdo, con el peor centro del campo de la Primera División, y sin un delantero que sea capaz de meter un puto gol. Panorama desolador. Solo tres futbolistas. Aranzubía (el portero), Valerón (que se pasó dos tercios de la temporada en el banquillo, y merece un monumento) y Adrián (un delantero con calidad pero con poco gol). El resto, escoria. El resultado es el normal con estos mimbres.
Comentaba que hacía tiempo que no esperaba un partido del Dépor con tanta ilusión. Es así. Durante los últimos cinco años el Dépor ha jugado de asco. Con Caparrós y con Lotina. Ver un partido del Dépor era un auténtico suplicio. La deuda había acabado con la diversión. Hasta estas últimas semanas.
Durante estas últimas semanas volvió la ilusión por el Dépor. Es un amigo que te ha dado tanto, que nadie puede negarle un apoyo cuando está enfermo. Decía Vince Lombardi mientras su familia le preguntaba dónde estaba ese nuevo sitio al que se iban a vivir, Green Bay, que después de que él entrenase en esa ciudad, Green Bay saldría en el mapa. Coruña apareció en el mapa gracias al Dépor. Y a muchos nos hizo pasar algunos de los mejores momentos de nuestra vida. En su agonía, volvimos a vivir el equipo que puso nuestra ciudad en el mapa.
La situación después del partido de Gijón era crítica. Nos quedaban tres partidos, los tres contra rivales superiores. Tuvimos la inmensa suerte de que esos rivales se jugaban poco o nada. Si Athletic, Barça y Valencia se juegan algo importante en esos partidos, no sumamos un punto. Contra el Athletic cogimos aire, el Barça B nos regaló un punto, y el Valencia, casi sin querer y pidiendo perdón, nos remató. No fue el Valencia del 94. Salvo el portero. César, el portero de la noche del Centenariazo, y el mal hacer de los delanteros del Dépor, nos mandaron a Segunda. Un descenso merecido, porque no jugamos a nada ni le ponemos los cojones que suplan la falta de calidad. Los primeros cinco minutos del pasado sábado son de juzgado de guardia. En fin, mejor olvidarlo.
Lo que no podemos olvidar es al último gran héroe del Dépor. Juan Carlos Valerón. Cualquier elogio es insuficiente. Los últimos partidos que se ha marcado son para verlos. De verdad. Espectaculares. Físicamente está mal. 36 años y un currículum de lesiones devastador. Pero el que más ha dado la cara, el que más ha hecho por evitar el final. Gracias por todo. Por estar a las maduras, y quedarte con nosotros en las duras.
El caso es que la agonía terminó. Adelante, Deportivo. Liga Adelante, digo.
¿Volveremos? Más nos vale. Más nos vale volver pronto a Primera. Si no, el Dépor desaparecerá. No se pueden afrontar 50 millones de euros de deuda en Segunda División. Y no será nada fácil. Nada. No me digáis que el año que viene subimos seguro, porque no es así de fácil. La historia reciente nos lo demuestra. En los últimos cinco años, solo un equipo consiguió volver a Primera el año siguiente a su descenso a Segunda. Fue el Zaragoza. Sin embargo, cuatro equipos desdendidos de Primera cayeron a Segunda B. El último, este año, el Tenerife. La Segunda es muy jodida. Ni el Atlético de Madrid consiguió subir a la primera. Y era el equipo con mejor plantilla y más fuerte económicamente que jamás pasó por la Segunda División.
Se avecinan tiempos muy jodidos. Hoy todo son declaraciones de amor, de yo me haré socio en Segunda, de ahora más que nunca, pero ya veremos cuántos van a Riazor el año que viene y, lo que puede ser peor, el siguiente. Con el cuerpo del muerto todavía caliente todos lo queremos mucho, pero a ver qué pasa cuando, frío y putrefacto, los gusanos se lo intenten comer. Yo no puedo dar lecciones de nada, porque vivo y trabajo en Madrid y no podré ir al estadio. Salvo que los precios sean prohibitivos, volveré a hacerme socio por colaborar con la causa. Pero los que tienen que dar el callo los fines de semana (aparte de los jugadores) son los aficionados. Espero que los precios sean asequibles y vaya bastante más gente de la que frecuentaba Riazor las últimas tres temporadas. Tomemos ejemplo de las aficiones del Oviedo o del Cádiz, que merecen estar un par de categorías por encima de la que ocupan.
Y los años que vienen serán jodidos, porque cada vez menos chavales serán del Dépor. Yo tuve la suerte de que en mi primer año con conciencia deportiva el Dépor subió a Primera y luego vino el caviar. El panorama actual es muy diferente. Ya se percibía en los últimos años cuando los grandes venían a Riazor. No era extraño ver al padre con la bufanda del Dépor y al niño con la del equipo grande. El duopolio cada vez será más acusado, porque los demás equipos no existen, y las diferencias, lejos de estrecharse, seguirán creciendo. Oscuro es el tiempo que nos toca ahora vivir.
El Dépor no es un grande, a pesar de que durante unos cuantos años les dimos bien por el culo.
Nos vamos, como tantos otros. Es lo bueno del sistema "abierto" de las ligas europeas. Sí, es bueno. Económicamente compromete la viabilidad de los equipos, porque no se puede realizar una planificación a medio-largo plazo, pero es lo suyo. Nos vamos como se fueron otros con tanta o más historia que nosotros. Como en su día se fueron la Real, el Atleti, el Celta, el Oviedo, el Betis o el Sevilla. Como ahora mismo se van históricos como el West Ham, la Sampdoria, el Eintracht de Frankfurt o, si no lo remedia en la última jornada, el Mónaco. Es curioso: varios de nuestros verdugos europeos pasan por lo mismo que nosotros. El Eintracht, el Leeds United, el Mónaco. Disfrutad los que tenéis a vuestro equipo arriba, porque la hostia llegará. Salvo que juguéis con reglas distintas al resto, y creo que sabéis de qué dos equipos hablo.
Gracias a todos los que me habéis dado ánimos por el descenso. Han sido muchos los que se han acordado de nosotros en estos momentos de auténtica mierda, y la verdad es que no somos más que unos pringados más. Uno de los tres peores equipos de Primera, al hoyo por méritos propios.
Dépor. Como dicen por ahí, thanks for the memories. Ha sido la auténtica hostia.
Pero qué mierda, joder.
Animo de nuevo! Nunca he vivido un descenso, y espero que no me toque, pero supongo ue es MUUUUUUUUUUUUY duro...
ResponderEliminarHablando con un colega pasadas las doce de la noche, me preguntó: "Darías un descenso, por dos copas del rey... Y UNA LIGA!?" Una liga, nada más ni nada menos... La verdad es que no supe que contestar...
A reestructurarse, que de lo malo malo, es el mejor momento! ;)
Ánimo! Cuando la Real cayó a segunda esta última vez era el equipo que más tiempo lleveba seguido en 1ª (sin contar los que no han bajado, claro).
ResponderEliminarEs muy duro. Cuesta mucho, se marchan los jugadores, es complicado jugar en esos campos de dios, viajar en autobús, leyes concursales... el fútbol es distinto en segunda.
No te lo tomes a mal pero con Lotina de entrenador es cuestión de tiempo bajar. Imagino que es cuestión de psicología. Ese hombre tiene algo que se contagia y que hunde por fín a los equipos.
Lo dicho, despacito y buena letra y mucho ánimo. Sin prisas volvereis. Mientras tanto siempre nos quedará el football. O no...
Muchos ánimos de parte de un aficionado del Valencia que queria a toda costa que el Depor ganara la última jornada... Si, yo del Valencia, mi hermano del Depor, los mejores partidos que he vivido? Los clásicos Valencia-Depor en Mestalla (porque eso si que eran clásicos), no hay nada como ir al estadio y pelearte (amistosamente) con los de tu familia porque eres de otros colores...
ResponderEliminarYo no he vivido el descenso, pero mi hermano si, y le he prometido que iremos a ver los partidos del Depor que caigan cerca de Valencia, como por ejemplo el Hércules (porque ahi si que iré a muerte con el Dépor!).
Asi que... Por raro que parezca, muchos ánimos de parte de un valencianista que quiere volver a ver un Valencia-Depor en Mestalla en la temporada 2012-2013.
vamos p'alante. Mi Betis ha tardado dos años con Lopera y ley concursal incluídos. Tenemos experiencia en descensos, un campeonato de liga y dos copas...y merece la pena. Ser de los dos de arriba es jugar con las cartas marcadas.
ResponderEliminarÁnimo, nos vemos pronto en el Villamarín con dos CRUZCAMPOOOOOO. Sois el último mohicano de los chiquititos que le arrimaron candela a los grandes.Qué grandes Djalma y Fran y Donato. Sois de primera. Vamos Dépor!!!
Mucho animo 555 es muy muy jodido. Te lo dice un sportinguista. Volvereis fijo, posiblemente no el año que viene pero volvereis y lo hareis mas fuertes como club. Tocan tiempos muy duros pero todo pasa. Que no os dure mucho la estancia por abajo. De verdad, quien no haya visto a su equipo ahi no se puede imaginar lo que es. Desapareces para todo el mundo y de repente toda esa gente de lealtades faciles desaparece, es muy jodido.
ResponderEliminarA apretar los dientes y mucha suerte. Se os seguira con cariño, por lo menos yo.
Por cierto Sid Lowe la mejor columna sobre la liga española de largo incluyendo los peridicos nacionales por supuesto.
thank you man i cried while reading this man thank you so much for sharing something so personal, i live in LA,CA but ill be there this year to see every single depor home game.
ResponderEliminarFORZA DEPOR!!!!!!!
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. En particular:
ResponderEliminarNuere, parte de la grandeza del Athletic es que a pesar de no haber renunciado nunca a jugar solamente con jugadores de la tierra, siempre ha estado en Primera. Yo no cambiaría un descenso por una liga en vuestro caso. En cualquier otro, probablemente sí.
Carlos, a mí Lotina tampoco me convencía (nada), pero esperaba que se fuese del Dépor como del Espanyol, salvándonos en la última jornada. Tiene su cuota de culpa, por supuesto, pero con no haber recibido un gol frente al Valencia o haber aprovechado alguna de las clamorosas ocasiones que tuvimos habría sido suficiente. Y esos errores no son culpa de Lotina.
Jordi, agradezco mucho tus palabras. Anima a tu hermano, y que nunca deje la senda del Bien. Ojalá tengamos ocasión de que nos volváis a joder (o no) en Primera.
Steelers68, muy cabroncete con la Cruzcampo. Me alegro del ascenso del Betis, también desde un punto de vista egoísta, porque sería un rival muy duro para el posible ascenso el año que viene. Aunque ya veremos por qué peleamos la próxima temporada.
Geloas, precisamente cuando pienso en lo jodida que es la Segunda, pienso en el Sporting. El otro día un colega me animaba diciéndome que aunque no lo hagan a la primera, en un par de años o tres los equipos históricos suelen volver a Primera. Y yo le recordaba el caso del Sporting, que se tiró un porrón de años en Segunda, a pesar de estar a punto de ascender unas cuantas veces. Siempre me impresionó su afición. Cuando jugaba el Sporting en Ferrol no era raro ver a mucha gente con camisetas del Sporting por Coruña.
Finally, thanks to the Californian guy. I am really impressed to see that there are Depor fans so far away from Coruña. I wish you could celebrate the promotion there. If that happens, it will be a party for the ages.
Para terminar, un par de vídeos del pasado sábado que me impresionaron. El primero, de El día después:
http://youtu.be/tlYb0gqTeis
El segundo, las imágenes televisivas de lo sucedido al final del partido. No lo comenté, pero fue realmente impresionante. El ruido, durante casi todo el partido, fue ensordecedor. Pues bien, en cuanto el Valencia marcó el segundo gol y el árbitro pitó el final (casi simultáneamente) se hizo un silencio sepulcral. Parecía un entierro. Bueno, en cierto modo, lo era. Este vídeo no capta el sonido, pero sí las caras de los que estábamos ahí, hundidos por lo que acabábamos de ver.
http://youtu.be/-ie-JWvj9-Y
Saludos y gracias de nuevo.
Ánimo, tío. Hace tiempo que sigo tu blog (lo tengo en marcadores) y me encanta tu forma de escribir.
ResponderEliminarA mi también me ha apenado que haya bajado el Depor, y eso que soy del Barça. Lo bueno es que con el Sabadell ahora estamos a punto de subir a segunda, con un poco de suerte, iré a ver a tu Depor, y ten por seguro que me acordaré de ti.
Es lo que hay. Nosotros también sufrimos hasta la ultima jornada, pero al final nos salvamos ganando al Villareal. Valor y fuerza amigo.
ResponderEliminarMás ánimo desde Elche. Aquí muchos simpatizamos con el Dépor desde que Claudio se fue para allá. Y Héctor, qué gran futbolista, aún recuerdo el partido en Old Trafford, se me pone la carne de gallina.
ResponderEliminarNada de lo que te digamos servirá, pero, bueno... Piensa que yo sólo conozco los años buenos de mi equipo por recortes de periódico y por historias mil veces contadas. Cuando éramos líderes en Primera, cuando quedamos cuartos, cuando jugamos una final de Copa, cuando tuvimos a un pichichi... Tú has tenido la suerte de vivirlo en directo, y no conocerlo por lo que te cuenten.
Preguntaban por ahí si cambiaban un descenso por una liga, dos copas. Yo cambiaba, gustosamente, hasta un dedo de la mano.
Con esa deuda, va a ser muy jodido. La segunda es una especie de limbo muy difícil de soportar para equipos con estructura de grandes. O se vuelve rápidamente a Primera, o se corre el riesgo serio de que la deuda te ahogue. Pero, para los que no vivimos del dinero que nos regalan, sólo hay una posibilidad: fichar barato y vender caro cada año -lo que, a largo plazo, esa imposible, no se puede acertar siempre-; o tener una cantera sólida que te asegure buenos futbolistas baratos, para luego venderlos caro -lo que, dado que, aquí, hasta el Villarreal se lleva a chavales de 9 años a su cantera, y sus padres pierden el culo por mandarlos allí a vivir a esa edad, también es imposible-.
Con lo que sólo nos queda cruzar los dedos y esperar esa temporada milagrosa, enlazada a esas otras tres o cuatro portentosas, que te permita una sonrisa cada vez que lo recuerdas. Cuando más jodido estés, tú tienes recuerdos de sobra para permitirte esa sonrisa. Yo todavía los estoy buscando.
Animo! Siento lo del Depor y ya se ke esto no lo
ResponderEliminarcompensa, pero lo sucedido en Miribilla con el inombrable
te habrá alegrao un poco, ¿no?
Sabia que te iba a sacar una sonrisa.
Un saludo desde Bilbo
Tabike
Querido 555. No me he pasado en un buen tiempo por aqui...pero, leer esto (junto a los ya 15000 socios que somos...y eso q yo aun no he renovado), me ha animado definitivamente!!! Espectacular toda tu entrada acerca del Dépor (si, lo se, no soy objetivo). Y ahora, a volver lo antes posible...y sino, que nos quiten lo bailado. En esta ciudad de la Galia...o sea, Galicia, hemos sido irreductibles por mucho tiempo (para algunos, 18 años, xDDD), y eso, no se paga con dinero!!!
ResponderEliminarNosotros, somos del Dépor.
Gracias por recordar todo lo que hemos vivido en estos años (y es q además, tenemos más o menos la misma edad, por lo q veo), y refrescar esos recuerdos.
Gracias, de verdad. Yo no estuve en el Centenariazo, pero todo lo demás, lo recuerdo igual q tú.
Un saludo.
P.D. Grande Djalma...y grande Valerón. Por cierto, yo añadiría a los 3 q rescatas de este año, a Lassad (no le han dejado jugar los últimos partidos, cuando estaba en racha...pq tenía q jugar Riki...en fin), y a Colotto (lo único salvable de la defensa).