Antes del inicio de la temporada, durante la temporada y antes y durante la postemporada, abundan los pronósticos sobre el resultado de la competición. Un no parar de quinielas. Algunas predicciones se limitan a señalar qué equipos ganarán cada división, otras señalan también qué cuatro equipos (dos por conferencia) conseguirán plaza de wild card, unas llegan a pronosticar qué equipos disputarán la Super Bowl y otras aún más detalladas ordenan a los 32 equipos de mejor a peor clasificado. Incluso algunos medios, a día de hoy, llegan a estimar el número de victorias y de derrotas que obtendrá cada equipo en la temporada regular, lo que requiere predecir el resultado de todos y cada uno de los partidos (porque si no los resultados no cuadran). Es decir, que en mayo se han puesto a predecir cómo quedará un partido que se juega en diciembre. He pillado la guía de Pro Football Weekly (que podéis comprar aquí, eligiendo jugadores de portada) y en esa previa, además de ordenar a los 32 equipos de la NFL en el típico Power Raking, predicen la posición que ocupará cada equipo dentro de su división y el número de victorias y derrotas que obtendrá. De risa, vamos, como el joven Rappel.
¿Por qué de risa? Porque cualquier predicción con pretensiones de ser algo precisa a estas alturas de (no-)temporada resulta menos fiable que el Marca adelantando un fichaje del equipo-que-no-debe-ser-nombrado al día siguiente de su eliminación de alguna competición. Vale que los pronósticos responden a una demanda del mercado: a todo el mundo le gusta conocer qué creen los expertos que va a pasar. Y más aún en la offseason, cuando los yonkis de la NFL necesitan este tipo de mandanga para aplacar su mono. Y vale que en estos momentos, cuando la confección de las plantillas ya está casi finalizada, puede analizarse a priori cuáles son las virtudes y defectos principales de cada equipo.
Vale. Pero a la hora de hacer y leer cualquier pronóstico, existen ciertas limitaciones, más allá de que (generalmente) el ser humano no puede predecir el futuro, que debemos tener en cuenta. Fundamentalmente, tres: el factor tiempo, el factor lesiones y el factor suerte.
Factor tiempo, o de cómo la distancia temporal a un evento es inversamente proporcional a la fiabilidad de las predicciones que se hagan sobre él
No, no me refiero a las condiciones meteorológicas, sino al tiempo como magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro (gracias, RAE). Se hacen predicciones a día de hoy. Cuando ninguno de los equipos ha jugado ni un partido para ver cómo funciona su plantilla actual. Podréis decirme que hay equipos cuya "alineación titular" o, al menos, "núcleo duro", apenas varía en relación con el año pasado, pero ni siquiera en esos casos se puede predecir qué va a pasar con ellos porque, lamentablemente para los adivinos, juegan contra otros equipos cuyo rendimiento ignoramos.
Es más, ni siquiera los mismos 53 jugadores rinden igual un año que el siguiente: el hambre de victorias y el egoísmo no es el mismo cada año. Así, por ejemplo, Drew Brees seguramente no tendrá la misma hambre de victorias este año que el anterior ni, como ejemplo de lo segundo, un jugador de segundo año (sophomore, que les llaman) estará conforme con el mismo número de minutos/protagonismo que en su año de rookie, lo que le puede hacer actuar en su propio interés y no en el del equipo. En este sentido, la estadística es enemiga del bien común, porque algunos anteponen sus números individuales al balance victorias/derrotas (y ya con la creciente importancia del fantasy football ni te cuento)
Si las quinielas que se hacen durante los playoffs fallan más que el profesor de lengua de Yoda [coña inspirada en esta genial viñeta publicada en el Willybitorium] (¿cuántos daban a los Saints ganadores de la Super Bowl antes de comenzar los playoffs? que yo recuerde, pocos ¿y cuántos apostaban por que los Cardinals llegasen a la Super Bowl hace un par de años? pues nadie, si hasta se decía que era de los peores equipos en llegar a playoffs de toda la historia), cuando todos sabemos cómo juega cada uno de los equipos, ¿qué fiabilidad puede tener un pronóstico sin haber visto siquiera jugar a un solo equipo? Pues eso.
Factor lesiones, o de cómo los resultados de un equipo dependen de la salud de sus jugadores clave
La importancia de este segundo factor, como la del primero, es evidente. Sin embargo, parece que todas las predicciones lo obvian. Si acaso, algunos analistas hablan de que el rendimiento de un equipo dependerá de que X [póngase el nombre de un jugador proclive a las lesiones] esté sano. Pero no solo se lesionan los sospechosos habituales. ¿Y si a los Colts les pasa lo que a los Patriots del 2008 (véase foto que encabeza este párrafo) y se les lesiona su quarterback titular para toda la temporada? Pues adiós temporada, y a pensar en la siguiente.
Es una obviedad, pero es así. Unos equipos son más dependientes que otros de algunos jugadores, pero, en general, todos tienen sus piezas clave cuya ausencia hace bajar el rendimiento del equipo. Y es un factor impredecible, porque en la NFL los jugadores no se lesionan (solamente) por ser proclives a ello. En otras palabras, no se lesionan solos. Se lesionan porque les dan unas hostias de puta madre, porque hay jugadores que viven para golpear, y entre tanto golpe, precisamente, lo extraño es que no haya lesiones.
Como de las lesiones solo sabemos que las va a haber, pero no quiénes las van a sufrir, el grado de incertidumbre es mayor. Se podrá decir que las virtudes de un equipo se concentran en un jugador, que el grado de dependencia del equipo sobre unos pocos jugadores es mayor, y por eso su éxito estará condicionada a que los jugadores clave conserven su salud, pero poco más.
Factor suerte, o de cómo todos los campeones están siempre en algún momento contra las cuerdas, y necesitan algo de inspiración o fortuna para superarlo
Estoy empezando a leer un libro que recomiendo a todo aficionado al baloncesto y, en particular, al norteamericano: The Book of Basketball de Bill Simmons. Un libro espectacular. Todo aquel al que le guste el baloncesto (y sepa inglés) debe comprárselo. En este libro, Simmons hace una serie de reflexiones sobre los factores clave para lograr un campeonato, que creo cabe aplicarlos no solo a la NBA, sino también a otros deportes, y la NFL es sin duda uno de ellos. En las primeras páginas del libro Simmons habla del secreto, The Secret, para conseguir un campeonato, que le revela Isiah Thomas en una piscina plagada de mujeres en topless en Las Vegas: the secret of basketball is that it's not about basketball. ¿Qué quiere decir esta enigmática frase? Que la clave de un equipo ganador está fuera de la cancha, está en lo bien o mal que se lleven los jugadores fuera del campo de juego y en los sacrificios individuales que estén dispuestos a hacer a favor de su equipo. Lo que se viene a llamar la química de un equipo. En baloncesto no cabe el método de valoración que los banqueros de inversión denominan sum of the parts, la suma de las partes. En su libro, Simmons dice que Bill Russell conocía The Secret, mientras que Wilt Chamberlain no. El primero hacía mejores a sus compañeros, el segundo no. A escala nacional, es claro que el presidente del equipo-que-no-debe-ser-nombrado no conoce The Secret. En cuanto a la NFL, parece claro que Bill Belichick conoce The Secret. Como me dijo un aficionado de los Patriots (un poco pesado, eso sí) el año pasado en Wembley, Bellichick puede hacer de mí un quarterback titular de la NFL y de él una cheerleader. Pues eso. Seguro que muchos equipazos a priori luego no funcionan lo bien que indicaría la suma de sus individualidades, y al revés.
Pero bueno, The Secret no tiene que ver con la suerte, aunque me apetecía contar la historia, que me ha gustado. Aparte de este secreto, Simmons habla de que todo equipo ganador necesita una dosis de suerte, porque raro es que no se vea contra las cuerdas en algún momento de la temporada. Como diría Arsenio Iglesias, qué duda cabe.
Hay ejemplos a patadas de esto, y en todos los deportes. En fútbol, qué sería del Barça del triplete si Iniesta no mete ese gol en Stanford Bridge en el último minuto (o si el árbitro hubiese pitado alguno de los penaltis cometidos por el Barça ese partido, y el Chelsea lo hubiese metido --esta última parte se les olvida a muchos cuando se habla de los partidos robados porque no se pitan penaltis: los penaltis a veces se fallan, que nos lo digan a los del Dépor--); el mismo Barça gana tres ligas consecutivas en la última jornada gracias a que el líder no gana (las dos ligas de Tenerife y la del famoso penalti). La selección española gana la Eurocopa gracias a que Casillas está más inspirado que Buffon en una tanda de penaltis (la lotería futbolística por antonomasia). Coño, que Grecia ganó una Eurocopa, y ese era un equipo infame, cómo iba a ganarla sino de suerte. En baloncesto, la selección española es campeona del mundo gracias a que Andrés Nocioni falla un triple absolutamente solo desde una esquina.
Y en football, pues lo mismo, ejemplos a patadas. El vídeo de Youtube que aparece incrustado al principio de este apartado recoge una de las más afortunadas (y polémicas) jugadas de la historia de la NFL, la inmaculada recepción. ¿Recordáis el partido de la Tuck Rule? Tampoco hay que remontarse a tiempos tan pasados. Los últimos tres campeones de la Super Bowl, Saints, Steelers y Giants, han estado alguna vez más fuera que dentro; tanto, que su derrota era casi segura en algún momento de la postemporada. Los Giants ganan la Super Bowl gracias a que David Tyree consigue una increíble recepción apoyándose su casco en una jugada en la que Eli Manning se libra del sack milagrosamente (estos Giants también tuvieron su dosis de suerte en la final de la NFC, donde el amigo Brett lanzó una intercepción en la prórroga que permitió a los de East Rutherford recuperar el balón y chutar el field goal ganador); los Steelers tenían la Super Bowl perdida después del touchdown de Larry Fitzgerald en los últimos minutos del 4.º cuarto de la Super Bowl, y la posición de campo desde la que empiezan el drive ganador era pésima, pegada a su propia end zone. Incluso cometieron un holding que les retrasó 10 yardas en uno de los downs. Los últimos campeones, los Saints, tenían el partido perdido: con empate en el marcador, los Vikings estaban en field goal range, y sucede lo increíble: saltan 12 jugadores al huddle, por lo que se les penaliza con 5 yardas, lo que les saca de field goal range y les obliga a arriesgar algo más en la elección de la jugada. Entonces, Brett hace lo mismo que en su último pase con los Packers y con los Jets: lanza una intercepción más que unir a su récord histórico de la NFL. El partido va a la prórroga, los Saints ganan el cara o cruz y consiguen el field goal ganador. Tres golpes de suerte seguidos.
Suerte, suerte, suerte. Siempre necesitas algo de suerte, porque por bueno que seas, en algún momento te verás jodido. Los grandes campeones tienen que estar aliados con la fortuna. ¿Cómo vas a predecir eso? Joder, mi predicción era buena, pero es que ese equipo tuvo una suerte que te cagas. Pues sí, como suele ser habitual. Lo que pasa es que la suerte es difícil de predecir, sea buena o mala. Queda poco científico decirlo, pero es así, si la suerte no está de tu lado, no serás campeón.
* * *
Dicho todo lo anterior, no me voy a privar de hacer mis absurdas predicciones. Porque, admitámoslo, a todos nos gusta leer los Power Rankings y las previas de los equipos en las que se pronostica qué van a hacer. Por mucho que sepamos que los augurios tienen menos base que las selecciones de Scariolo (nótese la ironía), siempre mola ver por qué resultados apuesta el personal.
Pero no será en este artículo donde las haga. Había empezado a redactarlas, pero he pensado que quizá la entrada queda demasiado extensa (incluso para lo que suele ser habitual) y, además, la justificación de cada una de las predicciones sería demasiado corta (contradictorio, eh).
En cuanto a cómo hacer los pronósticos, en principio había pensado hacer mis absurdas predicciones para esta temporada siguiendo la misma estructura que las de Pat Kirwan, de NFL.com, que con muy buen criterio (a mi juicio) se abstiene de hacer el típico ranking de los 32 equipos y, en cambio, los clasifica en 5 niveles. Una predicción, cuanto más vaga e imprecisa, más realista. Desde luego, más realista que las estimaciones que llegan a predecir el balance de victorias-derrotas (nadie contempla los empates, y alguna vez se dan, y si no que se lo digan a McNabb hace un par de años, que ni sabía que podía haber un empate en un partido de NFL). Los cinco niveles en los que encuadramos a los 32 equipos son los siguientes: en el nivel 1, los equipos cuya clasificación para playoffs es segura; en el segundo nivel, los que deberían estar en playoffs; los equipos del nivel 3 son los que podrían luchar por una plaza de playoffs; en cuarto lugar, los equipos cuya clasificación para playoffs se ve tan lejana que sería una sorpresa; y en último lugar, el nivel 5 estaría integrado por los equipos en etapa reconstrucción.
Sin embargo, pensándolo mejor, voy a optar por aproximación, porque si se dice que dos equipos van a jugar playoffs sin lugar a dudas, esto no implica que ambos formen parte de la élite de la liga. Al contrario, uno de los equipos del nivel 1 puede ser claramente peor que uno del nivel 2, y no por ello deja de estar en el nivel 1. Y al revés, si se hace una clasificación de los 32 equipos, puede que el autor considere que el 10.º clasificado va a estar en playoffs seguro pero que el 8.º no lo tiene tan claro. ¿Por qué? Por culpa del sistema de clasificación para playoffs, que no se hace en función de qué equipos son los mejores de la liga, ni siquiera de cada conferencia, sino de cada de división. El mejor de cuatro equipos va a playoffs pase lo que pase, aunque el peor de otros cuatro se quede fuera. Vamos, que los Chargers con un record de 8-8 fueron a los playoffs el mismo año que los Patriots se quedaron fuera con un balance de 11-5. Nadie dudaría en poner a los Patriots por encima de los Chargers en un Power Ranking, y probablemente deberían estar en un nivel superior (¿2-3?) que los de San Diego (¿3-4?). Pero da lugar a equívocos.
Para evitar este tipo de dudas interpretativas, y ya que predecir quién va a conseguir una plaza en postemporada resulta esencial en toda predicción (porque es el objetivo de todo equipo al empezar la temporada, ¿no?), voy a ir analizando cada una de las divisiones en varios artículos que iré publicando los próximos días. Seguramente no diga nada excepcional, porque pronosticar las sorpresas es difícil (no voy a decir que los Bills van a ganar la AFC Este), pero bueno, salvo que dejéis unos cuantos comentarios pidiéndome que me deje de esas mierdas y me dedique a escribir de otros temas, lo haré.
Nada más. Enhorabuena a los aficionados del Baskonia, qué final.
CIERRE: Blogger acaba de lanzar un nuevo editor de plantillas que me permite cambiar la apariencia del blog. Estoy pensando utilizarlo para ampliar el ancho del texto, y así tenéis que darle menos a la ruedita hacia abajo para leer cada artículo. Además, estaba pensando crear una versión para móviles de la página, para que los que se metan aquí por iPhone, Blackberry y demás smartphones (así les llaman) lo vean con más facilidad y tarde menos en cargar. En estos momentos no puedo por el hecho de que las letritas son blancas y la versión de móvil se vería con las letras blancas sobre fondo blanco, y si se puede cambiar el color de fondo o de las letras en la versión móvil, no sé cómo. Eso sí, si os gusta la apariencia del blog tal y como está, no lo cambio. Abro encuesta para escuchar la opinión del ciberpueblo.
Muy buena entrada, como siempre. La verdad es que a pesar de los tochazos de articulos que escribes, son bastante amenos de leer. Hasta me voy a copiar algun parrafo y lo voy a pegar en la pared a la vista (el que empieza "Suerte, suerte, suerte")
ResponderEliminarEsperando la siguiente entrada como un oasis en el desierto de la offseason
Mil gracias, Alberto.
ResponderEliminarSe agradece mucho ver que hay gente que tiene la paciencia de leerse estos tochazos y si encima te gustan, mejor que mejor.