2. m. Der. Voluntad deliberada de cometer un delito a sabiendas de su ilicitud.
3. m. Der. En los actos jurídicos, voluntad maliciosa de engañar a alguien, de causar un daño o de incumplir una obligación contraída.
La diferencia entre error y dolo está muy clara en la teoría, no tanto en la práctica. La diferencia está, básicamente, en la intención del sujeto. Y como es imposible penetrar en las mentes ajenas, siempre nos quedamos con alguna duda. Nos tenemos que guiar por lo que dicen los implicados y por los indicios de cada caso.
Error y dolo tienen consecuencias muy diferentes: mientras el error en ocasiones sirve para atenuar o incluso eximir de responsabilidad, el dolo la agrava. Hacer el mal aposta es reprochable, equivocarse sin querer, menos. Hay veces que el fallo no tiene perdón que valga, entonces hablamos de error inexcusable, pero en otras ni un comportamiento diligente podría evitarlo, en cuyo caso hablamos de error invencible.
¿A qué viene tanta mierda? Bueno, estaréis al tanto del pollo que se ha montado con la infografía que publicó la edición impresa del As el pasado lunes con el posible y probable fuera de juego de Dani Alves en la jugada del primer gol del Barça contra el Athletic. En el montaje infográfico se había eliminado al jugador más retrasado del Athletic (en sentido físico) en la jugada, Koikili Lertxundi, el tipo con el nombre más cojonudo del fútbol mundial. Vamos, que se borra al jugador que puede generar alguna duda sobre la (i)legalidad de la posición de Alves. Aquí tenéis la imagen, sacada de La libreta de Van Gaal. Koikili debería estar en el lugar del círculo amarillo.
La verdad es que ese no era el único error, ya que el jugador al que señalan como Villa a la izquierda de la línea amarilla es realmente Messi. Bueno, ¿tiene esto algo que ver con la NFL? Sí, la relación es algo rebuscada, pero la hay. El responsable de infografía del diario As es Mariano Tovar, el autor del mejor blog que puede uno leer por el ciberespacio, Zona Roja, lo que en términos soeces se entiende como la hostia puta. A todos nos encanta.
Gracias a este incidente, hemos podido escuchar a Mariano en radio y televisión explicando cómo se gestó el error, pidiendo las oportunas disculpas y aclarando que, como por otra parte resultaba bastante obvio, se trataba de error y no de dolo. Mucho ánimo desde aquí para Mariano si me lee. Todos cometemos errores.
Yo creo que estaba bastante claro que era error y no dolo. Aunque de la prensa deportiva patria casi ninguna bajeza puede sorprender, esa nunca colaría. Sería demasiado burda. No digo que el concepto de villarato no lo sea, que lo es, pero en este caso se trataba de la supresión de una persona en una fotografía en una escena que todo el país conocía. Era evidente que se trataba de un error y no de un intento de manipulación. Puntualizo: la foto no intentaba manipular, pero no dudo que el que tuvo la idea de meter esa imagen en el As lo hacía con intenciones villaratistas, de enmierdar con la habitual basura que leemos a Relaño y su ralea.
Por eso no deja de ser curioso que Relaño salga a pedir disculpas públicas por un error y no por sus actos dolosos. Debería pedir perdón por dar la brasa con el puto villarato de los cojones, que jamás se creyó ni él, porque no es tan bobo como el director del principal diario de la competencia (lo que, como ya escribí, hace sus actos más reprochables), que constituye un lamentable intento de engaño masivo.
Y, también, el error no deja de encerrar cierta justicia: Relaño se ve obligado a desmentir a los que le acusan de intento de manipulación, que es justamente lo que él hace cuando un árbitro comete un error a favor del Barça o en contra del innombrable. Cuánto se lo merece Alfredo Relaño. Qué justo que él pruebe un poco de su propia medicina.
Más que pedir perdón por los errores, Relaño debería pedir perdón por sus actos dolosos. Solo entonces, y una vez limpiado el diario de demás vertedores de mierda como Tomás Roncero o Frédéric Hermel, que cada día a día cavan un poquito más para que el periodismo deportivo español caiga más bajo, podríamos considerar el diario As como un medio de información serio. Porque hay otra parte del diario que realmente merece la pena, y el hedor que desprende la basura nos impide paladearla.
Ah, que me olvidaba: se les tenía que caer la cara de vergüenza a las otras putas que hablan de la Tacones. Que los responsables de la prensa deportiva (es un decir) de Barcelona critiquen al As por el montaje es de juzgado de guardia. Que no se fijen en sus errores, sino en sus intentos de estafa. Dígase lo mismo sobre el diario más vendido de España, que debía de tener envidia de fotomontajes, como muestra la publicación de una imagen en la que se ve a Cristiano Ronaldo con la cara partida, dando coba a las lamentables declaraciones de un tipo tan cabal como Walter Pandiani.
Como esto está quedando demasiado ajeno a la temática del blog, vamos a meter unas dosis de NFL en el asunto. De todos modos, acostumbraos los pocos valientes que quedáis después del fin de la temporada (el tráfico del blog ha caído más de la mitad, así que estamos en familia): en la offseason me temo que abundarán temas tangentes a la NFL.
A lo que iba. Es indudable que todos nos reímos del error ajeno. Resulta tan inevitable como divertido. Muy divertido. Así de poco empáticos somos. Es algo natural. Pero nunca debemos olvidarnos de que también nos puede pasar a nosotros. Como lo siguiente no recoge las equivocaciones de ninguno de nosotros, riámonos a gusto. Os sirvo una abundante ración de errores en la NFL. Un cojonudo reportaje de NFL Films publicado en 1994 con las 100 mayores pifias de la liga hasta ese momento. Como no podía ser de otro modo, las escenas no están ordenadas de 100 a 1, sino que se nos presenta como un batiburrillo desordenado. Aquí lo tenéis, dividido en siete partes.
Primera parte: la introducción y algunos errores que hicieron historia:
Segunda parte: el vídeo comienza con un boletín de noticias de NFL Network sobre fantasy football, en el que se recomienda el fichaje de Brandon Jackson como tapado de la temporada (en fin). A continuación sigue la sucesión de pifias. Predominan los "errores mentales" (con unas cuantas imprudencias por celebrar antes de tiempo):
Tercera parte: incluye una sección dedicada al legendario Steve Young, que además de ser un extraordinario quarterback, protagonizó unas cuantas jugadas "curiosas" en Tampa y San Francisco:
Cuarta parte: incluye unas cuantas jugadas que muestran que el enemigo a veces está en tu propia casa casa. También veréis por qué durante años el equipo de Nueva Orleáns era el hazmerreir de la liga, por lo que se les apodaba los "Aints". Y, cómo no, una sección dedicada a los jugadores más despreciados del fútbol americano, kickers y punters:
Quinta parte: recopilatorio de golpes fuera del campo y apartado separado a la figura de Dave Krieg, líder histórico de fumbles en la NFL hasta la aparición de Brett Favre, el hombre de todos los récords (también los negativos) de la NFL:
Sexta parte. Sucesos extraños. Finales felices. Atención porque podréis ver el primer Lambeau Leap (celebración de touchdown de los jugadores de Green Bay cuando juegan en casa que consiste en saltar para abrazarse con la hinchada local) de la historia, de LeRoy Butler:
Séptima y última parte. El top ten de los errores. Sobre algunos de ellos ya hemos hablado en el blog. Cómo no, Leon Lett está por ahí haciendo de las suyas:
Corren tiempos sombríos para el aficionado a la NFL. Estas fechas son de por sí duras todos los años, pero este más, debido a la incertidumbre que nos asola sobre el inicio puntual de la próxima temporada. Aunque el pesimismo sigue imperando, se abre una pequeña puerta a la esperanza: NFL y sindicato de jugadores han pactado celebrar negociaciones durante 7 días bajo la presencia de un mediador independiente. El primer paso para que dos partes lleguen a un acuerdo es que hablen entre ellas. Afortunadamente, parece que sucederá.
Para celebrar este pequeño amanecer, The shining, de Badly Drawn Boy. Una canción perfecta para intentar recuperar la alegría.
Pero este artículo no va del lockout. Va de otro tema relacionado con las celebraciones, o más bien su ausencia: las normas que prohiben las celebraciones de touchdown y, en general, de cualquier jugada positiva en un partido de fútbol americano. La represión de la alegría.
Es curiosa la tendencia de los seres humanos a reprimir la exhibición de sus sentimientos. No solo su demostración pública, sino también los propios sentimientos. Nos gusta prohibir, cuántas organizaciones se basan en la represión de los instintos más naturales. Habrá quien diga que, en parte, en eso se basa la condición humana, que eso diferencia las sociedades civilizadas de las manadas de animales (de distinta especie que la humana, se entiende), pero en muchas ocasiones se va mucho más allá de lo necesario. La prohibición es una manifestación de poder, y qué gusta más a cualquier ser humano que la sensación de poder. El imponer la propia moral a los demás. Ah, la moral, cuántas gilipolleces se justifican con base en esa palabra.
Um, me temo que esto está yendo por derroteros demasiado filosóficos, no termina de convencerme. Bueno, ni siquiera filosóficos, una mera paja mental. En fin, que quería comentar las para mí absurdas restricciones a las celebraciones en los campos de la NFL por parte de jugadores y equipo técnico.
El actual reglamento de la NFL (que podéis obtener completito a través de este enlace) dedica el artículo 1 de la sección 3 de la regla 13 a las conductas antideportivas:
There shall be no unsportsmanlike conduct. This applies to any act which is contrary to the generally understood principles of sportsmanship. Such acts specifically include, among others:
(...)
(c) The use of baiting or taunting acts or words that engender ill will between teams.
(d) Individual players involved in prolonged or excessive celebrations. Players are prohibited from engaging in any celebrations while on the ground. A celebration shall be deemed excessive or prolonged if a player continues to celebrate after a warning from an official.
(e) Two-or-more players engage in prolonged, excessive, premeditated, or choreo graphed celebrations.
(f) Possession or use of foreign or extraneous object(s) that are not part of the uniform during the game on the field or the sideline, or using the ball as a prop.
(...)
Note 4: Violations of (c) will be penalized if any of the acts occur anywhere on the field. These acts include but are not limited to: throat slash; machine gun salute; sexually suggestive gestures, prolonged gyrations; or stomping on a team logo.
Note 5: Violations of (d) will be penalized if they occur anywhere on the field other than the bench area.
Note 6: If any foreign object(s) are deemed a safety hazard by the game officials, in addition to a yardage penalty, the player will be subject to ejection from the game, whether he uses the object or not.
Para los que no entiendan el inglés, esta es la traducción libre: "No se deberán producir comportamientos antideportivos. Se entenderá como tal cualquier acto que sea contrario a los principios generalmente entendidos de la deportividad. Estos actos incluyen específicamente, entre otros:
(...)
(c) La realización de actos de hostigamiento o burla que engendren animadversión entre los equipos.
(d) La participación individual de jugadores en celebraciones prolongadas o excesivas. Está prohibido que los jugadores participen en celebraciones mientras estén en el suelo. Una celebración se considerará excesiva o prolongada si un jugador la continúa después de haber sido advertido por un árbitro.
(e) La participación de dos o más jugadores en celebraciones prolongadas, excesivas, premeditadas o coreografiadas.
(f) La posesión o uso de objeto(s) ajeno(s) o extraño(s) que no formen parte del uniforme durante el partido en el campo o en la banda, o el uso del balón como accesorio.
Nota 4: Las infracciones indicadas en el apartado (c) se penalizarán si los actos ocurren dentro del campo. Estos actos incluyen pero no se limitan a: cortar el cuello [supongo que se refiere a gestos que lo simulen]; saludos con armas de fuego [lo mismo que el anterior]; gestos sexualmente sugerentes, giros prolongados; o pisotones en el logo de un equipo.
Nota 5: Las infracciones indicadas en el apartado (d) se penalizarán si ocurren en cualquier parte del campo que no sea el área de banquillos.
Nota 6: Si los árbitros del partido consideran que los objetos extraños constituyen un peligro para la seguridad, además de la penalización en yardas, el jugador será explusado del partido, use el objeto o no".
Vaya por delante que creo que las conductas antideportivas merecen ser sancionadas. Ahora bien, muchas de las incluidas en la enumeración ejemplificativa no deberían ser consideradas como tales. Como si de una organización religiosa se tratase, la NFL trata de reprimir reacciones inocentemente naturales, perfectamente comprensibles en un deportista. La celebración es una consecuencia natural y sana de un éxito deportivo. No es una conducta antideportiva, sino una conducta deportiva. Lo propio es celebrar, lo impropio es irse al banquillo con cara mustia. ¡Un poco de alegría, por favor!
Resulta ridículo que se persigan las coreografías (¿dónde está el límite entre un bailecillo permitido y una coreografía?). ¿Por qué el uso del suelo es considerado antideportivo? Eso no ofende. En bastantes ocasiones es divertido, ayuda al negocio, a que más gente esté pendiente del partido para ver la gilipollez que va a hacer Ochocinco, T.O. o el jugador de turno si anota. ¿A quién no le gusta ver a un gordo infame como B.J. Raji moviendo sus caderas? Es positivo para nuestas vidas, para nuestro bienestar. Está demostrado que resulta beneficioso para la salud ver a un gordo anotando un touchdown. Así lo dice este prestigioso estudio del Departamento de Psicología de la Universidad de Pennsylvania citado en The Onion, el El Mundo Today de los estadounidenses. Voy a haceros un favor. Mirad al gordito.
Mientras no suponga una falta de respeto o una burla al rival (ahí sí que estoy de acuerdo en que no se deben permitir), no hay razón para prohibir estas conductas. Cuando se amplió el tipo de actos considerados como antideportivas, en 2006, se empezó a hablar de que NFL realmente significa No Fun League. Lo hacían conscientemente, pensando en jugadores como Ochocinco, entonces Johnson (y puede que próximamente, de nuevo Johnson), Terrell Owens o Steve Smith. Mirad algunas de las cosas que nos estamos perdiendo (o que vemos menos, porque algunos prefieren arriesgarse a perder 15 yardas en el kickoff para celebrar a gusto):
Estoy de acuerdo en que algunas celebraciones van demasiado lejos y que las provocaciones en casa ajena no se deben tolerar. Recordemos el show de T.O. en la estrella de Dallas (que sin duda estuvo presente en la redacción de la norma en 2006; irónicamente, T.O. fue después un Chico Vaca):
Por otra parte, el criterio de aplicación no es nada claro. Los árbitros señalan infracciones según les da. Mirad estos dos vídeos y decidme cuál os parece más penalizable:
A mí me parece que, de lejos, el primero, sin perjuicio de que el baile es admirable y cojonudo. Pero el baile de T.O. no se señaló como infracción, mientras que el salto de Miles Austin por encima de Roy Williams, sí. Absurdo. Sin ir más lejos, qué tiene de ofensivo, aparte de que contacta con el suelo, la celebración de Collins en la pasada Super Bowl. Menuda lluvia de pañuelos amarillos, lo más espectacular de la celebración.
Pero bueno, ya está bien de hablar de los jugadores. Vamos a hablar de los que realmente mandan. De los que, en último término, dan de comer a los jugadores. Dicen que el que paga, manda. Y los que pagan el deporte profesional son los aficionados. Me repito más que los callos, pero es la verdad. El cliente es el aficionado, el que hace que las televisiones paguen millonadas por emitir los partidos, el que hace que las empresas paguen dinerales por exhibir sus marcas en los estadios, el que sufre y celebra los resultados de su equipo. El que manda en el deporte profesional, el menos presente en muchas ocasiones. Las negociaciones entre patronal y sindicato de jugadores solo es un ejemplo más de lo poco que se le tiene en cuenta. Qué poco se cuida al cliente. En fin.
Que vamos con los aficionados. Con sus celebraciones y lamentos. En España se hacen pocos programas deportivos buenos en televisión. No, creo que puedo ser más preciso: la televisión deportiva en España es una puta mierda, de un nivel lamentable, y cada vez peor. Las retransmisiones deportivas son hoy peor que hace diez años. Mucho peores. Peores comentaristas, peor realización. Qué diferencia, para mal, entre los partidos de ACB que daba Canal+, de impecable factura, y la mierda que echan ahora por Teledeporte. Qué basura. Qué malos son. No hay que remontarse a Canal+, Pedro Barthe le da catorce mil vueltas al pusilánime de Arseni Cañada, un tipo más blando que la mierda de pavo, para el que todo es buen rollito. Que será muy buen tío, pero como narrador, ni punto de comparación con lo anterior. De los comentaristas que le acompañan mejor no hablar. Salvo Manel Comas, que le pone un poco de chicha al asunto, el nivel es para echarse a llorar. En cuanto a la NBA, a Montes, Segurola y Daimiel los reemplazan David Carnicero, Nikola Loncar, José Ajero y el hijo de Iñaki Cano. Cuesta abajo y sin frenos. En fútbol, tres cuartos de lo mismo. Escuchar a Antonio Esteva, Kiko y Marcos López narrar un partido debería estar incluido en la definición de tortura del artículo 1 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Los informativos deportivos, otra puta mierda.
Todo basura. ¿Todo? No, no todo. Hay dos honrosas excepciones. Dos programas que no es que sean buenos, es que son excelentes. Brillantes. Un oasis entre el desierto. Hablo, cómo no, de Fiebre Maldini e Informe Robinson. Dos programones.
La verdad es que no me puedo quejar de los deportes que me deja ver mi chica en casa. Las mujeres mandan, ya sabéis. Me deja ver la NFL y bastante fútbol y baloncesto. No me puedo quejar. Pero Fiebre Maldini e Informe Robinson los tengo que pelear. Debo aprovechar un mínimo instante de duda para poner esos programas, como quien no quiere la cosa, e intentar aguantarlos suplicando cinco minutos más. Y de vez en cuando también a ella le terminan gustando. Buen ejemplo de ello, el programa de 20 de abril de 2009 de Fiebre Maldini (obviamente no recordaba la fecha de memoria, sino que busqué el vídeo del que os voy a hablar y en él aparece la fecha). Se emitía un reportaje sobre las semifinales de la FA Cup inglesa. ¿Por qué no cambias? ¿Por qué no quitas esta mierda? ¿Y a mí qué me importa la copa inglesa? eran las primeras reacciones que amenazaban mi disfrute del gran programa. Cinco minutitos y lo quito, anda. Merecieron la pena. El reportaje se centraba en las aficiones. En particular, en la reacción de los aficionados del Everton durante la tanda de penaltis de la semifinal que enfrentaba al equipo de Liverpool frente al Manchester United. Un reportaje acojonante. Tanto, que mi chica acabó soltando alguna lagrimilla. De verdad que emociona. Aquí tenéis el enlace al vídeo, no os lo perdáis (si pudiera, lo incrustaría en el artículo, pero desde plus.es no se puede).
Las celebraciones más importantes no son las de los jugadores, son las de los aficionados. Los que hacen que el deporte profesional tenga sentido. Los que mandan. Como ellos son los que mandan, vamos con unas cuantas de partidos decisivos en las tres últimas temporadas de NFL. No solo veréis celebraciones, sino también lamentos y decepciones. Como he dicho en bastantes ocasiones, las alegrías son mayores cuanto menos frecuentes son los éxitos. Los lloros y lamentaciones del pasado son las celebraciones y la euforia del futuro. La risa va por barrios.
Comenzamos con un vídeo de hace tres temporadas. De la Super Bowl entre los hasta entonces perfectos Patriots y la cenicienta, los New York Giants. La jugada más célebre de aquel partido fue la milagrosa recepción manocasco de David Tyree en el último cuarto, en el último drive ofensivo de los Giants, que necesitaban un touchdown para ganar el partido, después de que Eli Manning, todavía no se sabe cómo, escapase de un sack que parecía seguro. La jugada la conocéis sobradamente. Así reaccionaban unos aficionados de los Giants ante ese milagro:
Y en la otra acera, esta era la reacción de los aficionados de los Patriots:
La siguiente temporada nos dejó otro final de Super Bowl agónico. En los últimos segundos de partido, con los Cardinals ganando por tres puntos, los Steelers daban la vuelta al marcador gracias a la inmaculada recepción de Santonio Holmes en los límites de la end zone. Como dice la propia NFL en el anuncio, this is what it's all about.
Vamos otra vez a la acera de la decepción. Temporada 2009-2010, final de la NFC. Este vídeo ya lo he puesto en dos ocasiones, pero lo repito de nuevo. Está muy bien montado, qué le vamos a hacer. Así reaccionaban los aficionados de los Vikings cuando Favre lanzaba su último pase en unos playoffs. Creían tener el partido en sus manos, estaban acariciando la distancia de field goal, y sucede lo que todos sabemos.
Volvamos al barrio alegre. La jugada más importante de la Super Bowl XLIV fue la intercepción de Tracy Porter a Peyton Manning, que prácticamente aseguraba el primer anillo de los Saints en su historia. Ahí es nada.
Y llegamos a la última Super Bowl. Creo que no comenté que ese fin de semana no quedaban plazas hoteleras en Green Bay. El pueblo estaba colapsado, llegaba gente de todas partes para vivir el partido en la tierra de los Packers. Este es uno de los bares del lugar. Esta era la reacción tras el último touchdown de Green Bay, en el último cuarto, que situaba a los Packers con 11 puntos de ventaja.
Pero el partido no estaba todavía decidido. Los Steelers nunca se rinden, y hubo que esperar al último minuto, hasta el fatídico cuarto down que entre Roethlisberger y Mike Wallace no pudieron convertir. La explosión de alegría final:
Del lado de los Steelers, quedémonos con la reacción de su aficionado más famoso, Adolf Hitler. Como sabéis, Hitler tenía la última entrada para la Super Bowl, y se negaba a compartirla con cualquiera que pareciese aficionado de los Packers.
Sin embargo, el destino le jugó una mala pasada a Hitler. Se rumorea que deja bastante que desear como persona, y recibió su justo merecido el 6 de febrero: su entrada era de la "zona maldita", la que los bomberos de Arlington no consideraron como apta para el público. Hitler no pudo ver el partido en el estadio y tuvo que conformarse con seguirlo en su búnker junto a sus esbirros. Mirad cómo reacciona al terminar el partido:
Celebrad lo que podáis. Que nadie os lo prohíba. Si no se os ocurren los motivos, inventáoslos.
Antes de entrar en el tema, permitidme hacer algunas observaciones preliminares.
En el continente reina ahora una verdadera epidemia de huelgas y se alza un clamor general pidiendo aumento de salarios. El problema ha de plantearse en nuestro Congreso. Vosotros, como dirigentes de la Asociación Internacional, debéis tener un criterio firme ante este problema fundamental. Por eso, me he creído en el deber de tratar a fondo la cuestión, aun a trueque de someter vuestra paciencia a una dura prueba.
(...)
Pero nuestro hombre es un obrero asalariado. Por tanto, tiene que vender su fuerza de trabajo a un capitalista. Si la vende por tres chelines diarios o por dieciocho chelines semanales, la vende por su valor. Supongamos que se trata de un hilador. Si trabaja seis horas al dia, incorporará al algodón diariamente un valor de tres chelines. Este valor diariamente incorporado por él representaria un equivalente exacto del salario o precio de su fuerza de trabajo que se le abona diariamente. Pero en este caso no afluiría al capitalista ninguna plusvalía o plusproducto. Aquí es donde tropezamos con la verdadera dificultad.
(Karl Marx, 1865)
Desde luego que nos tropezamos ante la verdadera dificultad. ¿A cuánto debería ascender la plusvalía a la que tienen derecho los empresarios? En otras palabras, ¿qué parte del valor generado por el trabajador debe ser percibido por el capitalista? O, más que eso, qué plusvalía están dispuestos los jugadores de la NFL a conceder a los propietarios de las franquicias. En la solución a este dilema, grosso modo, está la clave para que a partir de septiembre de 2011 volvamos a disfrutar de la NFL. Porque, por mucho que sean necesarios unos propietarios que organicen el cotarro, los aficionados pagan por ver lo que hacen los jugadores. Ni más ni menos.
Por si no ha quedado suficientemente claro qué es la plusvalía, el siguiente vídeo lo explica de manera detallada:
Como apuntaba antes, en la determinación de la plusvalía que corresponde a los empresarios está el principal escollo para llegar a un acuerdo sobre el convenio colectivo y que, en consecuencia, tengamos NFL la próxima temporada.
El pacto sobre la plusvalía se plasma en el convenio colectivo, que firma la patronal (NFL) y el sindicato de jugadorse (NFLPA). En ese documento, en el convenio colectivo, se regulan además los términos y condiciones que rigen el traspaso de jugadores y, en general, los derechos y obligaciones de estos respecto de sus equipos. Se trata de un maquiavélico documento, de imposible lectura, cuya versión todavía en vigor consta de 299 páginas. Si queréis desesperaros un poco intentando comprenderlo, podéis leerlo aquí.
Como podéis comprobar en ese enlace, el convenio colectivo no contiene una regla ni mucho menos sencilla sobre el reparto de los ingresos generados en la competición. Tras una extensísima definición de los "Total Revenues" (ingresos totales), el documento entra en una sucesión de mínimos, máximos, topes salariales y otros conceptos que dependen unos de otros. No se entiende absolutamente nada. El caso es que según dice la prensa, y parecen confirmar los implicados, actualmente el convenio otorga un 60% de los Total Revenues a los jugadores.
Vaya por delante mi elogio del sistema. Es un sistema que garantiza la viabilidad económica de la competición y que retribuye a sus jugadores de manera acorde al dinero que generan. No olvidemos que hablamos del 60% de los ingresos, no de los beneficios. Si quieren confeccionar competiciones deportivas viables por Europa, que aprendan de este sistema. Eso sí, la parte mala es que sin acuerdo no pueden convivir. Y los acuerdos son temporales, no para siempre. Y cada vez que un acuerdo expira, la lucha de clases se reabre.
La lucha de clases en la NFL amenaza sin dejarnos a nosotros, el pueblo, sin nuestro opio.
II.- Música
Lo que se nos avecina no es una huelga. No, una huelga la instan los trabajadores. Aquí, en España, somos muy dados a hablar con poca propiedad. En todos los ámbitos, y el deportivo no iba a ser menos. Habréis leído y escuchado estos días que la liga de fútbol "irá a la huelga". No hace falta un título de licenciado en Derecho (ahora graduado) para darse cuenta de que la palabreja está mal empleada. Un empresario no puede ir a la huelga. Solo los trabajadores. Si los empresarios cierran el chiringuito por motivos laborales, estamos ante un cierre patronal. Pero en el caso del fútbol, ni eso. Si la liga decide parar la competición, será un parón, una suspensión de la competición a instancias de los clubes. Ni siquiera un cierre patronal, porque no reivindican nada frente a sus empleados y dudo mucho que los trabajadores dejen de cobrar los salarios si no hay liga una determinada jornada.
Lo que se avecina en la NFL se llama, en español, cierre patronal. Lockout en inglés. Esta canción se llama Gardens after lockout, de No Second Troy.
III.- Puntos conflictivos: plusvalía, escala salarial, jornada laboral, controles
Aunque el punto de conflicto esencial para llegar a un nuevo acuerdo es el reparto de los ingresos, hay otras cuestiones conflictivas que entorpecen todavía más la consecución del acuerdo. Estas son, esencialmente, las cuestioenes pendientes de acuerdo:
1.- Escala salarial fija para novatos. Cuando una franquicia elige a un novato en el draft, el novato no se convierte automáticamente en jugador de esa franquicia. La franquicia se hace con sus derechos para la NFL, pero debe firmar un contrato laboral con el jugador. Los términos no están predeterminados, las partes son libres para negociar. En particular, la determinación del salario es libre entre las partes. Un jugador, sin haber jugado siquiera un partido como profesional, puede pedir un sueldo mayor que el de profesionales de probada valía.
En los últimos años, el tema estaba pasando de castaño oscuro. Mirad la galería de los 20 jugadores mejor pagados de la NFL que publicó hace poco Sports Illustrated. En la lista figuran Ndamukong Suh (7.º lugar), Sam Bradford (10.º), Gerald McCoy (12.º), Mark Sanchez (15.º) y Matthew Stafford (17.º). Los salarios de todos estos jugadores se pactaron antes de que hubiesen disputado un solo snap en la NFL. Que Bradford, por muy bueno que prometa ser, sea el 6.º quarterback mejor pagado de la NFL es un sinsentido. Sanchez y Stafford cobran más que Drew Brees o Aaron Rodgers, los MVP de las últimas dos Super Bowls. Gerald McCoy, defensive tackle novato de los Buccaneers, cuya primera temporada ha sido bastante discretita, cobre la barbaridad de 12,6 millones de dólares por temporada es otro absurdo.
Las franquicias se han dado cuenta de que este desmadre tiene que cesar. Cierto es que otros atracos los perpetran jugadores ya conocidos (Haynesworth o Palmer), pero por lo menos estos tienen una experiencia profesional que puede justificar sus contratos. Los novatos y sus agentes se estaban subiendo a la parra de manera desproporcionada.
En la NBA, a los jugadores seleccionados en primera ronda del draft se les aplican unas condiciones económicas predeterminadas en función del lugar específico en el que son seleccionados. La NFL quiere algo similar para sus rookies. Los jugadores se niegan, visto lo que están consiguiendo últimamente. Con todo, han de tener en cuenta que lo que "de más" gane un novato en primera ronda "de menos" lo ganará el resto del equipo. El límite salarial volverá, y si un novato se lleva un trozo grande de la tarta menos quedará para el resto.
En estos momentos, no hay acuerdo sobre este punto.
2.- 18 partidos de temporada regular. Cuando Roger Goodell anunció su intención de ampliar la temporada regular a 18 partidos me pareció un buen mecanismo para desatascar el conflicto con los jugadores. Ahora que los ingresos serán mayores, ya que un 12,5% más de partidos podría generar otro tanto de ingresos adicionales, ambas partes podrían flexibilizar sus posturas. Sin embargo, los dueños, al más puro estilo del capitalista decimonónico, parecen poco dispuestos a abrir la mano a los jugadores.
18 partidos porque sí, y sin que tengáis derecho a más pasta. Al contrario, los dueños exigen un trozo más grande de la tarta porque la economía ya no va tan bien. Tócate las pelotas.
En principio los jugadores se oponen frontalmente a esta ampliación de la temporada regular. Si les ofreciesen más dinero, supongo que sería otro cantar. Goodell repite hasta la saciedad que el motivo de la ampliación que pretende es que los aficionados no están contentos con la actual pretemporada y quieren más partidos. Que eso es lo que le transmiten los aficionados con los que él habla. Puto mentiroso de mierda. Todas las encuestas muestran lo contrario. Se lo dicen en todas las entrevistas y ruedas de prensa, pero él hace oídos sordos, erre que erre. Una aplastante mayoría de aficionados prefiere la actual estructura de 16 partidos de temporada regular.
De lo que no cabe duda es de que esta es una contradicción más de Roger Goodell en su fingida preocupación por la seguridad y la salud de los deportistas. Cuantos más partidos haya, más lesiones se producirán. Esto es evidente. Cuanto más larga sea la temporada regular, en peores condiciones llegarán los equipos a los playoffs. Evidente. No sé qué sería de los Packers la pasada temporada con dos partidos más. Igual que piden voluntarios para achicar nieve de Lambeau Field, terminarían pidiendo voluntarios para salir a jugar. Demencial.
De todos modos, tampoco tengo ninguna duda de que en cuanto se les ofrezca una atractiva cantidad de dinero, los jugadores aceptarán.
3.- Controles de sustancias prohibidas. Se ha dicho que este es otro de los caballos de batalla. Seguramente es el menos importante de todos. Aunque no se ha precisado con qué alcance lo pretenden, los propietarios y la liga quieren intensificar los controles de sustancias prohibidas y establecer sanciones más severas. Seguramente este es el menor de los problemas, pero es una chinita más en el camino
4.- Qué ingresos computan como ingresos. Otro caballo de batalla, aparte del reparto de los propios ingresos, es determinar qué computa como "ingreso repartible". Con el paso de los años surgen nuevas fuentes de ingresos. Desde que el anterior convenio se firmó en 2006 surgieron nuevas vías de dinero para la NFL. Por ejemplo, el Game Pass. Seguro que en el futuro surgen otras que todavía desconocemos. Los propietarios intentan no solo que todo siga como en 2006, sino que se minoren los ingresos en determinados importes que irían destinados a la construcción de nuevos estadios. Los jugadores no tragan, como no podía ser de otro modo.
Otro tema conflictivo es si se minorarán los "ingresos repartibles" en determinados costes que los propietarios quieren detraer. Son, fundamentalmente, costes asociados a la construcción o renovación de estadios. Los jugadores son muy reticentes a ello, ya que esta puede ser la vía de escape masivo de su dinero.
Tema casi tan importante como el siguiente.
5.- Reparto de ingresos. La madre del cordero. La fijación de la plusvalía. Qué parte de los ingresos generados por la NFL corresponde al proletariado, qué parte al capital. El actual reparto, grosso modo, grossisimo modo, es 60% para jugadores, 40% para franquicias.
Los propietarios, y en particular Roger Goodell, están muy insatisfechos con ese reparto. Por eso ejecutaron la cláusula de salida del convenio que les permite anticipar su expiración al próximo 3 de marzo. Alegan los ricachones multimillonarios titulares de las franquicias que durante los últimos años los beneficios están descendiendo significativamente, que se ven obligados a emprender importantes inversiones (remodelación y construcción de nuevos estadios) y que, en definitiva, el actual reparto resulta insuficiente para ellos.
No obstante, los propietarios no aportan pruebas concluyentes. La realidad es que la NFL bate récords de popularidad temporada tras temporada. Las retransmisiones televisivas tienen cada vez más audiencia, las dos últimas Super Bowls son los programas más vistos de la historia audiovisual estadounidense, y el fútbol americano profesional es claramente el deporte preferido en Estados Unidos según las encuestas. Nunca la demanda fue tan grande.
Otra cosa es que la demanda cuantitativamente tan numerosa sea menos pudiente, menos gastiza que en el pasado. La crisis puede haber provocado una caída del gasto medio en NFL y del desembolso total. Pero no lo sabemos. Como anticipaba, los propietarios no abren su contabilidad. Los jugadores la desconocen. El sindicato pide una revisión de las cuentas, pero lo único que se ofrece es los estados financieros de los Green Bay Packers, unos estados financieros saludables, que presentan beneficios (no susceptibles de reparto, según establecen sus estatutos) pero menos que antaño. Se aprecia, pues, en uno de los treinta y dos casos, un ligero deterioro de la situación patrimonial. Lo demás, secreto.
Goodell se niega rotundamente a revelar nada al sindicato de jugadores. Dice que los jugadores conocen la evolución de los ingresos, porque tienen derecho a un tanto por ciento (60%) de esos ingresos totales, datos a los que tienen acceso. No obstante, es una información a todas luces insuficiente. Goodell se escuda en que, en el pasado, la apertura de las cuentas a los jugadores no ha solucionado nada. Dice que la concesión se hizo en la NBA y el resultado fue nulo.
Los propietarios deben dar a conocer sus cuentas a los jugadores. Si su argumento es que el beneficio es cada vez menor, deben probarlo. La muestra más elemental de buena fe.
IV.- Qué pasará si el 3 de marzo no hay acuerdo
Si el 3 de marzo no tenemos acuerdo, los propietarios decretarán el cierre patronal. Sin convenio puede haber liga, que quede claro. En ausencia de convenio puede haber competición, pero los propietarios no están dispuestos a ello.
Es paradójico. Ya comenté hace tiempo lo paradójico y contradictorio que resulta el mercado deportivo norteamericano. En la tierra de los defensores del libre mercado, encontramos el mercado deportivo con más rigideces del universo. El mercado en el que la autonomía de la voluntad de todos los agentes está más limitada. Eso sí, autolimitada. El caso es que no se atreven a competir en un mercado libre. No lo harán. Si el 3 de marzo no hay convenio, los propietarios decretarán el cierre patronal. La suspensión de la actividad en la NFL y de los acuerdos de trabajo con todos los empleados.
Sin convenio, y decretado el cierre patronal, no habrá actividades oficiales de ningún equipo. No habrá organized team activities ni sesiones de pretemporada. No se podrá firmar ni un solo contrato con jugadores. Los jugadores no estarán sometidos a la disciplina de sus franquicias. Sus obligaciones laborales cesarán momentáneamente. Dejarán de cobrar sus salarios, pero también de estar obligados a respetar las instrucciones de sus equipos. Si quieren atiborrarse a esteroides, anabolizantes o a cualquier otra sustancia dopante, pueden hacerlo libremente. Ninguna norma les obliga. Del mismo modo, pueden organizar su propia liga, sus propios partidos. Anarquía total.
Tampoco habrá agencia libre. Traducción literal del inglés, probablemente inapropiada. Pero me entendéis. Sin convenio, los jugadores cuyos contratos expiraban a fin de la pasada temporada no podrán negociar con cualquier franquicia un nuevo contrato. Ningún contrato con jugadores, recordad. Si el acuerdo llega demasiado tarde, se está barajando el remedio: que los jugadores se queden en sus actuales equipos a cambio de una compensación adicional.
Pero sí habrá draft. Eso es seguro. Con o sin acuerdo. Habrá draft pero los equipos no se intercambiarán unas elecciones por otras, ni jugadores a cambio de elecciones, ni jugadores por otros jugadores. El mercado estará paralizado. Lo único que se producirá de forma segura es la celebración del draft. Un draft más descafeinado que ninguno, probablemente sin la presencia de los propios jugadores. Eso sí, aunque haya draft no se podrán firmar contratos con los novatos seleccionados. La negociación y firma de estos acuerdos quedará suspendida hasta que haya convenio. Las franquicias tendrán derechos sobre jugadores, pero no relación laboral.
También es probable que haya combine. Las pruebas físicas que realizan un grupo de jugadores seleccionables para el próximo draft. El sindicato de jugadores quiere boicotearlo, pero todavía no está claro si se hará. La idea es que hagan todos boicot o no lo haga ninguno. Y la unanimidad es complicada. Hay que tener en cuenta que el lugar de elección de muchos jugadores depende de su rendimiento en la combine. Los que no vayan perderán la ocasión de mostrar sus cualidades, y pueden verse relegados por otros que sí las muestren. En cualquier caso, es una putada de dimensiones siderales para los jugadores a los que les toca o han decidido ser elegidos este año en el draft.
Conclusión: sin acuerdo, parálisis total, excepto el draft y (quizás) la combine.
V.- Motivos para el pesimismo
Mi principal motivo para el pesimismo es que una de las partes está formada por avaros multimillonarios que no necesitan del dinero de la NFL para llegar a fin de mes. Tienen margen de sobra para esperar a que los jugadores digan "basta" y se plieguen a sus exigencias. Y ese "basta" probablemente llegará más tarde que pronto. Por este motivo soy pesimista desde hace tiempo.
Los propietarios pueden aguantar mucho tiempo. Sí, comenzarán a perder ingresos si la actividad no prosigue en marzo, que serán mayores si tras la fecha teórica de inicio de la temporada no hay partidos, pero seguro que han hecho sus cuentas. Son los que piden cambios, son los que saben lo que quieren y el dinero que pueden dejar de ganar sin que deje de compensarles. Me explico: si aspiran a, pongamos, un 15% más a lo largo de 6 años, eso representará, inventemos, 100.000 millones de dólares. Pues bien, hasta que hayan perdido esa cantidad, no se pondrán nerviosos. No necesitan la pasta para vivir y saben bien que los jugadores, con una vida profesional corta, sí. El tiempo y el dinero juegan a su favor, y hasta que consigan lo que desean no cederán. El sindicato de jugadores ya ofreció rebajar su parte al 50%. A Goodell no le pareció suficiente. Sobra comentar que creo que al líder de los propietarios los aficionados se la sudan.
Por si esto fuera poco, los líderes de ambos bandos no son las personas más razonables y dispuestas para llegar a un entendimiento. De un lado, tenemos al Señor del Mal, cínico como pocos, que parece incapaz de dialogar o de modificar un ápice su discurso. No atiende a razones, él erre que erre con su mierda. Del otro lado está DeMaurice Smith. No tan irrazonable como Goodell, pero no es el adalid del entendimiento. Tampoco es un antiguo jugador, es un abogado, elegido precisamente para negociar con los propietarios. Cuando el cargo de una persona se juzga exclusivamente por lo que obtiene en una negociación, su empeño personal será conseguir el máximo de ella. La flexibilidad no será una de sus virtudes, no le valdrá con cualquier mierda, querrá un resultado digno. Si el líder de los jugadores fuese un jugador al que le urgiese jugar, la solución probablemente llegaría antes.
La semana después de la Super Bowl se programaron dos sesiones de negociación entre ambos bandos. La segunda ni se produjo. Decían las partes que tenían posturas tan alejadas que no merecía la pena. No lo entiendo. Si estás lejos, razón de más para reunirte. Es el mejor modo de intentar acercar posturas. En fin. Motivos para el pesimismo.
También habréis leído que la NFL ha denunciado al sindicato de jugadores ante un órgano laboral por prácticas contrarias a la buena fe. El propósito de la NFL no es disolver el sindicato, sino evitar precisamente que se disuelva. Según la normativa estadounidense, si el sindicato se disuelve los jugadores pueden denunciar por conducta anticompetitiva a la NFL en caso de cierre patronal. Una argucia legal para intentar impedir el lockout por parte de los jugadores, que la NFL ha denunciado. Dice que la campaña de abandono del sindicato (decertification) emprendida por los jugadores hace meses revela su mala fe, su falta de voluntad de alcanzar acuerdos. No sé qué sucederá, pero veo difícil que tenga éxito la demanda de la NFL, más aún cuando los jugadores ofrecieron una rebaja de su parte al 50%. La NFL dice que el abandono del sindicato está planeado, ya que desde el principio de temporada lo lleva solicitando a los propios jugadores. La clave es que para que el sindicato se disuelva la decisión ha de ser unánime por todos los jugadores. En tal caso, los jugadores dejarían de estar representados por un sindicato (union) sino por una organización comercial (trade organization), que en caso de cierre patronal puede denunciar a la NFL por conducta restrictiva de la competencia. Mal rollito, en todo caso.
Después están los precedentes. El seguro que no tienen huevos con el deporte profesional estadounidense no vale. Hay muchos precedentes. En todas las Grandes Ligas. MLB, NBA, NHL y, cómo no, NFL, han sufrido las consecuencias de la lucha de clases en más de una ocasión. En todas estas competiciones se produjeron temporadas acortadas, que no empezaban en el momento programado. Hasta ahora, los aplazamientos en NFL los habían causado los jugadores. Huelgas. Este sería el primer cierre patronal. Pero no la primera vez en que la lucha de clases deja al pueblo sin su opio favorito.
Primera huelga, en 1982. La causa, el porcentaje de ingresos que recibían los jugadores. La huelga duró 57 días, periodo durante el cual no se jugó ningún partido de NFL. La temporada regular quedó en 9 partidos.
Segunda huelga, en 1987. Duró un mes, pero solo se canceló una jornada. Eso sí, durante 3 de ellas las plantillas de los equipos se componían de jugadores cortados durante el training camp y algunos esquiroles. Noticiario de la época que habla de los esquiroles:
Por cierto, en ambas ocasiones los Redskins terminaron ganando la Super Bowl. Si la NFL no comienza el 6 de septiembre según lo previsto, los aficionados de los Redskins tendrán un motivo histórico para la esperanza.
VI.- ¿Quiénes son los malos?
Todos son malos, pero creo que los propietarios son peores. Y Roger Goodell, el Señor del Mal. No creo que los aficionados debamos tomar partido por ninguna de las partes, más allá de presionar lo que esté en nuestras manos para que se sienten y lleguen a un acuerdo de una vez. Ya, poco o nada podemos hacer, pero es lo que hay.
Creo que los propietarios son los peores de la película porque son los que inician las hostilidades. Son los que las inician y los que menos están dispuestos a ceder. Ya comenté que el sindicato de jugadores ofreció un 50-50. Los propietarios no cedieron en absolutamente nada. Flexibilidad nula por parte de la patronal. Si no estás dispuesto a conceder nada a la otra parte, no estás dispuesto a negociar. Lamentable actitud de las tropas de Goodell.
El sindicato de jugadores tampoco es el paradigma de la razonabilidad. Llevan preparando la estrategia de confrontación desde hace tiempo (véase la planeada disolución del sindicato), y también intentan manipular al personal como pueden. La campaña publicitaria Let us play (dejadnos jugar) fue rechazada por la Fox. Pretendían incluirla en un descanso en la Super Bowl. Otro burdo intento de manipulación.
VII.- Otras opiniones autorizadas
Actualmente, el pesimismo impera. Si hace un mes los partidarios del con tanto dinero en juego, terminarán llegando a un acuerdo eran mayoría, hoy cada vez son menos. El cierre patronal parece inevitable. La lucha de clases parece que va a prolongarse. Algunos incluso especulan con la posibilidad de que no haya temporada 2011. Especulan sobre qué podría pasar si llegamos al draft 2012 sin temporada previa, sobre qué criterios se aplicarían para establecer el orden de selección. Deprimente.
Como ya llevo escrito mucho, dejo hablar a uno de los mejores analistas de la NFL, el mejor comentarista televisivo, Cris Collinsworth. No es optimista, ni mucho menos. Apuesta por un acuerdo en octubre y un inicio de la liga a mediados de octubre o principios de noviembre. Que conste que yo lo firmaba ahora mismo.
VIII.- Metadona
Queridos yonquis de la NFL, mientras ya echamos de menos nuestro opio, contentémonos con un poco de sucedáneo, con la metadona, en forma de recuerdos, que nos deja la temporada que acaba de terminar. La semana pasada NFL Films publicó su Sound FX de la Super Bowl, el programa que resume lo recogido en los micrófonos que plantaron a algunos de los protagonistas del partido.
Aquí lo tenéis. La Super Bowl en palabras de Greg Jennings, Clay Matthews, LaMarr Woodley y Walt Anderson, el árbitro principal. Espectacular. Lo mejor, la parte de Matthews: cómo le dice a Mike Wallace que esta vez no volverá a conseguir jugadas de 80 yardas porque ya le conocen y no es un rookie y, sobre todo, la jugada en la que fuerza el fumble de Rashard Mendenhall. Cuando los Steelers están todavía en el huddle, comenta a sus compañeros que presiente que van a correr por su lado porque le están mirando. Y cuando el ataque ya está formado, reconoce la jugada y advierte a Ryan Pickett de que van a correr por ahí. El resultado lo conocéis, la jugada más importante del partido. Aquí lo tenéis.
Primera parte:
Segunda parte:
Tercera parte:
IX.- Alternativas al opio
Existen otras drogas alternativas a nuestro opio preferido, nuestra querida NFL. Si a principios de septiembre no tenemos fútbol americano profesional, podemos conformarnos con el universitario. No es lo mismo, el nivel de juego es inferior, pero hay mucha gente que lo prefiere. Hay muchos que lo consideran un deporte más puro, en el que los jugadores actúan por amor a sus colores y no al dinero, y donde los aficionados muestran más pasión. Yo todavía no me he metido en este mundo. He visto muy poquito.
Si vais a probar esta droga, tened mucho cuidado. Dicen que es muy adictiva. Cuando te metes en football universitario, dicen que estás perdido. Avisados estáis.
Unos comentarios finales sobre la pasada Super Bowl. Muchos estaréis ya hartos del tema; será la última vez antes de pasar página. Los Green Bay Packers han ganado la Super Bowl (cómo me gusta leer esta frase).
I.- La música
Supongo que sabréis que Social Distortion ha sacado nuevo disco. Si no lo sabéis, o si no lo tenéis, ya estáis tardando. Hard times and nursery rhymes, se llama. Una de sus canciones viene como anillo al dedo para terminar de hablar del partido que decidía el anillo. En un partido en el que se planearon muy pocas jugadas de carrera (en total, los técnicos indicaron 89 jugadas de pase y 30 de carrera, solo 11 por parte del equipo vencedor), I won't run no more. Temazo.
Por cierto, en el caso de Green Bay las carreras no se producían por falta de confianza en Starks (bueno, un poco quizá sí), sino por el simple hecho de que McCarthy quería evitar a toda costa que Polamalu se acercase a la línea de scrimmage. El plan funcionó.
II.- Sobre el último drive de los Steelers
No lo comenté en el Plácido domingo, jodido lunes, pero después de leer a Easterbrook y Tovar creo que merece la pena apuntarlo también aquí.
Pero remontémonos al momento inmediatamente anterior al comienzo del drive ofensivo. A falta de algo más de 2 minutos para el final del partido los Packers pierden tres oportunidades para poner 10 puntos de diferencia en el marcador. La diferencia se queda en 6.
Aaron Rodgers estuvo en el programa de David Letterman del pasado lunes. Letterman le preguntó por lo que sentía tras ese último drive ofensivo, en el que se dejaba con vida, exactamente en la misma situación que en el partido de la temporada pasada, a los Steelers. Esta fue la respuesta de Rodgers: "on third down, just missed Jordy to really close the game out, kicked a field goal and I’m thinking, one, I’m a little worried about our special teams. Every time we kick off, I kind of hold my breath". Traducción: en tercer down, fallé por poco el pase a Jordy para cerrar el partido, chutamos un field goal y pensaba, en primer lugar, que estaba un poco preocupado por nuestros equipos especiales. Cada vez que chutamos un kick off, como que aguanto mi respiración".
El palito a los equipos especiales está más que justificado. No sería la primera vez que una mala cobertura de kick off cuesta muy caro a los Packers en los últimos minutos de partido. Todos recordamos cómo se perdió el partido de temporada regular en Atlanta. En mi caso, compartía plenamente las impresiones de Rodgers: cuando les tocaba retornar a los Packers, me conformaba con que el retornador no perdiese el balón (algo que casi sucede en el primer intento de retorno); cuando eran los Steelers los que retornaban, a rezar. Por suerte para Green Bay, el extraño kick off de Mason Crosby no cayó en las manos del retornador principal, sino en las de Isaac Redman, que fue pronto derribado. Además, terminada la jugada, Keyaron Fox, del equipo de retorno de los Steelers, cometió una estúpida falta personal que hizo que Pittsburgh partiese desde su propia yarda 13. Así empezaban las cosas. Casi igual que en 2009.
En 2009, en esa misma situación, ganando por 6 puntos a falta de 2 minutos y con los Steelers partiendo desde las inmediaciones de su end zone, los Packers optaron por una estrategia conservadora. Prevención de grandes daños: solo tres jugadores intentaban presionar a Roethlisberger; los ocho restantes se quedaban en cobertura. La finalidad, evitar a toda costa el big play, que en ningún momento un receptor de los Steelers pueda ganar la espalda a los defensive backs de los Packers. El resultado, victoria in extremis de Pittsburgh.
En la Super Bowl, sucedió lo mismo en el primer snap del drive. Tres defensores de los Packers presionan a Roethlisberger, los demás cubren el pase. 15 yardas de avance como resultado. Menos mal que Dom Capers aprendió del error, y cambió de estrategia para los siguientes snaps. Esto es lo que sucede en el último drive de la Super Bowl, fijaos en el número de jugadores que va a por Big Ben y el resultado. La calidad de imagen no es buena, pero los comentaristas del canal mexicano Azteca 7 prestan atención precisamente a este detalle.
Como habéis visto, en los cuatro snaps siguientes al de la estrategia conservadora, los Packers enviaron a cinco jugadores a la presión (en uno de ellos, cuatro más uno "en primera línea"). Es decir, que enviaron a más jugadores de lo normal (4), realizaron blitzes. La valiente estrategia funcionó, y el partido se terminó ya que los Steelers no pudieron conseguir ni un solo primer down más.
Comenta Easterbrook que el factor sorpresa también tuvo que ver. Como sabréis si lo leéis, a este tipo no le agrada el exceso de blitzes. Considera que la prensa los jalea porque casi siempre que se produce un blitz el resultado es destacable: sack, fumble (si el blitz funciona) o big play ofensivo (si no funciona). Ya se sabe, el binomio riesgo-rentabilidad. Pero cree que no es una estrategia defensiva de la que convenga abusar. Resulta recomendable cuando sorprende, no cuando se convierte en norma general.
En la Super Bowl la estrategia defensiva fue de poco blitz. No es de extrañar, pues ambos quarterbacks presentan mejores estadísticas cuando se enfrentan a estas jugadas defensivas. Además, en el caso particular de Green Bay, las bajas importantes en la secundaria y la ventaja en el marcador imponía una estrategia conservadora, de contención de daños, de evitar a toda costa que los poco fiables o renqueantes defensores de su secundaria se emparejasen en un uno contra uno contra receptores de Pittsburgh. Eso explica en parte el buen papel de ambas líneas ofensivas, ya que se enfrentaron a menos jugadores de lo habitual.
En total, según los números de Easterbrook, en las 119 jugadas de ambos equipos, se produjeron 12 blitzes. Un 10%. La media en la NFL es del 20%. Y 4 de ellos, en los últimos 4 snaps del partido. Ahí pudo estar una de las causas del éxito de la defensa de los Packers. Lo infrecuente suele sorprender más que lo frecuente. Green Bay aprendió de los errores pasados.
III.- Pase incompleto porque a los árbitros les sale de las pelotas
37 segundos para el final del tercer cuarto. Green Bay gana por 21-17 y tiene el balón en su propia yarda 13. 3.ª y 10. Importantísimo tercer down. Rodgers lanza un pase al quinto receptor de los Packers, Brett Swain, que atrapa el balón y consigue dar tres pasos con él controlado. No son exactamente tres pasos, pero desde que tiene control del balón apoya dos veces su pie derecho en el suelo y una vez el izquierdo. Después pierde el control del balón y Greg Jennings lo recupera.
Los árbitros dicen que el pase es incompleto. Comienzo a dar alaridos en el salón de mi casa. Discusiones a voz en grito. McCarthy pide el challenge. Y la repetición muestra esto:
Texto de la norma: A forward pass is complete when a receiver clearly possesses the pass and touches the ground with both feet inbounds while in possession of the ball.
Traducción: un pase hacia adelante es completo cuando un receptor claramente consigue la posesión del pase y toca el suelo con ambos pies dentro del campo mientras está en posesión del balón.
Brett Swain tiene clarísimamente la posesión del balón. La tiene. Nadie lo puede dudar en vista de la repetición. Brett Swain toca clarísimamente el suelo con ambos pies mientras está en posesión del balón. Pase completo. Brett Swain pierde la posesión más adelante. Si está con la rodilla en tierra, down by contact, se acaba la jugada; si no, fumble, que posteriormente recupera Greg Jennings.
Tras la revisión de la jugada, el árbitro principal se despacha con un "the ruling on the field stands". Se mantiene la decisión inicial. Pase incompleto. Mi lógica reacción fue un grito de hijos de puta.
He estado buscando explicaciones para tan sorprendente decisión. Solo he encontrado una, de una autoridad en materia de arbitraje. El anterior responsable de arbitraje de la NFL, Mike Pereira, dice esto en su análisis de la jugada para la web de la Fox:
"Don't get swayed by looking at a play like this in slow motion. When referee Walt Anderson went under the hood, I am sure the first thing the replay assistant did was show him the play at regular speed. It was a bang-bang play and Swain did not maintain control long enough for this to be considered a catch. The fact his knee was on the ground when the ball came loose is meaningless. You have to control the ball long enough to be awarded a catch. Period".
"No os dejéis influenciar por ver una jugada como esta a cámara lenta. Cuando el árbitro Walt Anderson fue a revisar la jugada, estoy seguro de que lo primero que hizo el asistente para repeticiones fue enseñarle la jugada a velocidad normal. Fue una jugada ¡zasca! (bang-bang) y Swain no mantuvo el control del balón el tiempo suficiente como para ser considerado como recepción. El hecho de que su rodilla estuviese en el suelo cuando el balón sale despedido es irrelevante. Tienes que tener el control del balón el suficiente tiempo para conseguir una recepción. Punto".
El autoritario e irracional final a la justificación (?) de Mike Pereira es bastante revelador. Pase incompleto porque a los árbitros les salía de las pelotas. De puta madre.
IV.- El espectáculo extradeportivo: entre el ridículo patrioterismo y la épica
No se puede intentar explicar por qué la NFL no triunfa allende los Estados Unidos en un par de líneas, pero creo que los prejuicios tienen mucho que ver. ¿Nos hacen tragarnos sus películas, nos quieren imponer su estilo de vida, y también sus deportes? Típica y abundante visión prejuiciosa, que en vez de intentar comprender en qué consiste el deporte y darle una oportunidad para después despreciarlo (informadamente), "pre-rechaza" el fútbol americano por invasor. Sinceramente, creo que poca gente que conozca las normas del fútbol americano y haya visto algún partido lo considerará una mierda.
En cualquier caso, la NFL debería analizar las causas de su absoluta irrelevancia internacional y, si quiere corregirlas, actuar en consecuencia. Insisto en que creo que estos prejuicios son uno de los motivos importantes.
Sin embargo, la NFL hace poco por evitar que su producto se vea como una americanada. En la Super Bowl añaden todas las que pueden. No se limitan al himno, como en un partido ordinario, sino que añaden el America the beautiful (canción caca de la vaca), la lectura de la declaración de independencia y diversos homenajes a las tropas "destacadas" en otros países. Que conste que a mí me la sopla, que hagan lo que les venga en gana, pero entiendo que a muchos les echen para atrás los manifiestos políticos y las demostraciones de poderío militar en un evento deportivo. Los Estados Unidos de América o, mejor dicho, sus dirigentes y mandos militares, han dado motivos para generar odio, aunque ellos se vean siempre como los buenos de la película. Nos echamos las manos a la cabeza por que Irán pueda tener la bomba atómica, nos horrorizamos de los crímenes del nazismo y del stalinismo, pero nos olvidamos de qué estado fue el que lanzó no una, sino dos bombas atómicas sobre población civil. Cuesta imaginar una barbarie mayor. Curiosa la conciencia colectiva del ser humano. En fin, que me desvío demasiado.
El siguiente vídeo, emitido como introducción al partido entre Packers y Steelers es de una factura técnica exquisita. Brillante en cuanto a la forma. ¿En cuanto al fondo? Bueno, a mí el primer minuto y dos segundos me parece de un patrioterismo ridículo, totalmente fuera de lugar.
Nunca jamás sucederá, pero la NFL debería ser consciente de que mucha gente rechaza el fútbol americano por prejuicios. Una americanada. Eso les impide ver un deporte con una riqueza estratégica y una espectacularidad visual (si se me permite la expresión) como ninguno. Un espectador principiante (que no casual) puede quedar cegado por tanta tontería y perderse lo que realmente importa.
Si la NFL quiere de verdad una expansión de su producto más allá de Estados Unidos y Canadá, debería plantearse moderar los actos de afirmación y exaltación nacionalista en los momentos en de mayor audiencia foránea. Insisto en que no pasará, porque en pocos lugares del mundo existe un nacionalismo tan exacerbado y arraigado como en los Estados Unidos. Si alguno hasta se indignaba por no ver a todo el mundo con la mano en el corazón mientras sonaba el himno. En fin. En cualquier caso, si se incluyen estos actos políticos, debería intentar evitar asociaciones ridículas como la de los discursos de Martin Luther King en defensa de los derechos de los negros con un puto partido de fútbol americano. Porque, en el fondo, y aunque sea el mayor puto partido de fútbol americano, no deja de ser un puto partido de fútbol americano.
V.- La celebración en Green Bay
La celebración por el título en Green Bay contrasta bastante con el montaje de la Super Bowl. Contrasta incluso con las celebraciones de triunfos deportivos a las que estamos acostumbrados en Europa.
Normalmente, cuando un equipo gana la Super Bowl, pasea el trofeo Vince Lombardi por su ciudad en autobuses descapotables y termina la fiesta con un discurso público en algún lugar emblemático de la ciudad. Nada extraño para nosotros, acostumbrados a este tipo de historias. Recordemos el sarao que se montó con la Copa del Mundo de fútbol, o en su momento con el Mundobasket.
La temporada pasada, por fijarnos en el ejemplo más reciente, los Saints pasearon en carrozas festivas por Nueva Orleáns.
Eso no se puede hacer en Green Bay. No tiene sentido hacerlo en otro sitio que no sea Lambeau Field. Lamentablemente nunca he estado en Green Bay, pero creo que no me equivoco demasiado al decir que el monumento de esa ciudad es el estadio de los Packers. Que no hay mucho más que ver. El actual estadio y el antiguo City Stadium. Así que, al contrario de lo que hacen otras franquicias, que pueden pasear su Lombardi por las calles emblemáticas de sus ciudades para que las multitudes disfruten de ello, los Packers lo celebran en Lambeau Field, donde en principio cabe todo el pueblo, todo el que quiere o puede ir a una fiesta a las 4 de la tarde en un día laborable.
En principio. Porque Lambeau Field se quedó pequeño. Se vendieron más de 50.000 entradas. El estadio estaba completamente cubierto por la nieve, y no se pudo (o no se estimó conveniente) acondicionar más asientos para el evento. Las entradas costaban 5 dólares. Se pusieron a la venta el lunes por la mañana y se agotaron rápidamente. Hubo reventa, donde los precios superaron los 130 dólares. Qué locura. Por ver durante una hora a políticos, técnicos y algunos jugadores decir el par de típicas tonterías. La cuestión no tiene nada de meritorio o particular, salvo por un detalle: la temperatura era de -14ºC y hacía un viento de tres pares de pelotas. Vamos, que en el congelador de vuestra casa (si cupiese un ser humano) se estaría mejor. ¡Mundial para Qatar, Super Bowl para Lambeau! Mirad qué ambiente:
El momento culminante de la ceremonia fue el discurso de Aaron Rodgers con declaraciones realmente sorprendentes: dónde se ha visto que en una celebración uno de los héroes diga a su afición que es la mejor del mundo.
Una celebración modesta, cutre, mucho menos preparada incluso que las que vemos por aquí. Nada que ver con los grandes fastos de la Super Bowl. Pero (y esta será una de las últimas veces que saque pecho --por ahora--) acorde con la sensación familiar que transmiten los Green Bay Packers.
VI.- Off topic: la despedida de la Plétora de piñatas
No he comprado el diario Público ni una sola vez en mi vida. Pocas veces compro un periódico. Toda la información la tenemos a nuestra disposición y de forma gratuita en Internet, así que desde hace bastante tiempo solo me compro un periódico por puro coleccionismo, para recordar alguna noticia o reportaje en especial.
Sin embargo, cada día, lo primero que hacía por las mañanas mientras me tomaba el café que me despertaba de mi estado catatónico, era entrar en el blog de la Plétora de piñatas de Mauro Entrialgo. Copiaba la tira diaria, la pegaba en un e-mail (realmente en un mensaje de correo electrónico, no en un e-mail, porque el e-mail, el correo electrónico, es el sistema de transmisión de los mensajes, y no el mensaje en sí mismo, aunque ya se use en este sentido por metonimia) y se lo enviaba a mi novia. El chiste del día. Un pequeño placer cotidiano, que parece insignificante pero que comienzas a valorar más cuando lo pierdes.
La cuestión es que Público decidió prescindir de la tira diaria de Entrialgo. Dicho de forma menos fina, a la puta calle. El pasado 25 de enero Mauro Entrialgo anunciaba en su blog personal que le habían llamado de Público para comunicarle su muerte en el periódico con efectos desde el último día del mes de enero. Ese día es el 31 de enero. Sin embargo, a la hora del café del sábado 29, faltaba el chiste del día. Um, qué raro, ¿qué habrá pasado? El domingo, tampoco estaba. Y el lunes, teóricamente el día de la defunción de la Plétora de piñatas, la tira también faltaba.
Entretanto, se había montado un buen ciberpollo. Entrialgo tenía unos cuantos seguidores del humor costumbrista (quizá sea esta la mejor manera de definirlo, ya que se basaba en situaciones cotidianas a las que sacaba punta) de la Plétora de piñatas. Esta ha sido la última tira publicada por Mauro Entrialgo en Público:
El 31 de enero Mauro Entrialgo explicó por qué se anticipó el fin de la Plétora de piñatas. Sin dar más explicaciones, Público decidió dejar de publicar las tres últimas piñatas. La percepción de Entrialgo es que los mandamases de Público podrían estar preocupados por la repercusión en Internet de la cancelación de las viñetas. En casa del herrero, cuchillo de palo. Más allá de lo triste que me parece la noticia (mucho), no deja de ser sorprendente, o, mejor dicho, contradictorio (porque en la prensa española ninguna bajeza puede sorprender a nadie) que una organización que debería tener la libertad de expresión y la transparencia informativa como bandera, y que (sobre el papel) se presenta del lado del trabajador en vez del del empresario, coarte de este modo la libertad de expresión de uno de sus colaboradores. Decían que era por la crisis. Ya.
Eso sí, la cosas que tan mal están no impidieron al diario fichar a Joaquín Sabina hace menos de un mes. Seguro que lo hace por amor al arte. Leo los vomitivos versos que dedica Sabina al panfletillo este y me parto.
Público es el abrigo de la gente,
corazón de neón corazonado,
qué ganas de gritar contracorriente
las nanas de un futuro con pasado.
Público es el milagro de la imprenta,
el kiosco de un domingo con negritas,
el Carpanta que canta las cuarenta,
la tinta punto con agua bendita.
Público que alborota en plena calle,
cigarra que te agarra por el talle,
plaza pública, Sócrates en vena.
Sátira al por menor, muñeca en bolas,
media luna de Chueca con rockola,
tribuna de la plebe sin cadenas.
Pues eso, que me parto. Sí, tribuna de la plebe sin cadenas, los cojones. Público, tan cutre en su proceder como parece el periódico cuando lo ves en el quiosco.
Mauro Entrialgo sigue escribiendo todas las semanas en El Jueves, en tiras que tienen a Ángel Sefija como protagonista. No suelo comprar El Jueves, para qué lo voy a negar, pero sí que os recomiendo los recopilatorios de las tiras que publica en esa revista. Eso y sus demás álbumes oficiales. Todos los que tengo son cojonudos: Cómo convertirse en un hijo de puta, Curiosidades del mundo del rock, El demonio rojo y los ya citados recopilatorios de Ángel Sefija. Os va a molar, os lo digo yo.
Otra tira de propina:
* * *
Pasada esta semana de Super Bowl, en la que todo se ve verde y amarillo, el blog volverá a sus colores habituales. En el próximo artículo creo que hablaré de la cuestión del convenio colectivo, de por qué no soy demasiado optimista, y por qué creo que los dueños tienen la sarten por el mango.
En primer lugar, gracias a todos por vuestras felicitaciones. Mucha gente se ha acordado de mí (para bien) en Twitter y en los comentarios a este blog, a pesar de lo faltón y bocazas que suelo ser. Gracias a todos.
Mucho ánimo a los aficionados de los Steelers, porque pese a que hayan podido disfrutar de títulos en los últimos tiempos, perder una Super Bowl, con la ilusión que genera, es siempre muy duro. Ayer lo pude comprobar de primera mano. Aunque al principio creía que no sería para tanto, os informo de que no es bueno que tu equipo juegue la Super Bowl contra el de tu novia. Creía que estaría bien. Si no gana mi equipo, por lo menos gana el suyo. Un equipo que me cae bien. Pero no, no es así. Cuando hay tanto en juego, no hay "segundos amores" que valgan. Discusiones a grito pelao sobre temas importantes (¡¡eso es pass interference!! ¡¡ha sido completo y fumble, hijos de puta!!) y no tan importantes (cómo dicen estos cabrones que hay más seguidores de los Steelers, si la prensa dice que se han vendido el doble de entradas en Wisconsin que en Pennsylvania y Simmons decía ayer que veía el triple de cheeseheads). Además, cuando acaba el partido, sientes penita por el que pierde (aunque la que pierde no se lo crea y me mande a la mierda). Eso no mola, la alegría no es completa.
El mundo hoy está green and yellow. Que suene.
Aunque he llamado a la entrada Plácido domingo, jodido lunes, lo he hecho solamente porque me parece que nunca ese título fue tan adecuado para describir mis dos últimos días. Este fin de semana se jugó solo un partido (el Partido), y adaptar lo que vimos en la Super Bowl a la estructura clásica de esta serie de artículos me parecía forzar un poco demasiado. Así que aunque se llame así, porque esta semana más que nunca el domingo ha sido plácido y el lunes jodido, variaré la estructura del artículo. Ahí van una serie de reflexiones sobre lo que vi ayer. En números romanos, como requiere el partido
I.- ¡¡A Disney World (o a Disney Land, si lo prefieres)!!
Desde 1987, uno o varios jugadores destacados del equipo que gana la Super Bowl protagoniza al día siguiente un anuncio en el que dice que ahora se va a Disney World. Este año le tocó a Aaron Rodgers, elegido MVP del partido.
Rodgers fue un justo MVP. No hizo el partido de su vida, ya que estuvo algo impreciso en algunos pases al principio del partido y en el tercer cuarto, pero en general estuvo muy bien. ¿Quién, si no él, iba a ser el MVP? Si Jordy Nelson y James Jones no dejan caer tantos balones (algunos de ellos sencillos), quizá en vez de con 3 pases de touchdown Rodgers se va con 5 o 6. También es cierto que algunos de esos pases "capturables" iban con mucha fuerza, pero creo que Jones (que me parece que tiene los días contados en Green Bay, si hay agencia libre, porque termina contrato y supongo que aspira a ser segundo receptor de alguna franquicia necesitada) y Nelson deberían haber atrapado por lo menos tres de esos pases. De hecho, si Nelson no comete tantos drops, podría haber luchado por el MVP. Recibió dos votos y medio, por diecisiete y medio de Rodgers (y otro medio para Clay Matthews). Las 140 yardas de recepción de Nelson suponen un nuevo récord de la franquicia en una Super Bowl. Comentábamos ayer que si bien la había cagado en más de una vez, era el receptor que mejor se desmarcaba. En cualquier caso, el partido es otra muestra de quién es siempre el receptor favorito de Rodgers: el que esté desmarcado. Da igual cómo se llame. En Philadelphia Jennings solo recibió un pase, en Atlanta y Chicago se forró, ayer solo fue destino de pases claves (2 touchdowns y un primer down decisivo en el cuarto cuarto).
Su lanzamiento más arriesgado, pero preciso, este. Brutal. Con erótico resultado.
Muchos decían seguir escuchando a algunos decir que esto es lo que le faltaba a Rodgers para demostrar que es un quarterback de elite. No lo termino de entender, la verdad, porque como digo casi todos dicen escuchar a otros decir eso, pero pocos de esos otros aparecen. Salvo Colin Cowherd, que se ha pasado toda la temporada menospreciándolo por no haber ganado ningún partido de playoffs primero, y la Super Bowl, después, nadie decía que tuviera nada que remontar. Rodgers ajustó hoy cuentas con Cowherd (el sonido es malo y hay que controlar inglés para enterarse, Cowherd se pone a la defensiva, nervioso, y dice que es muy complicado entrar en su "Club VIP", porque quien entra no sale de él y ganar la Super Bowl no es suficiente, Eli Manning no está, pero ahora Rodgers sí):
Por si alguien no lo sabe: Aaron Rodgers es el quarterback con el mejor passer rating en temporada regular de la historia de la NFL (considerando toda su carrera), con un 98,4. Desde ayer, también lo es de los playoffs (hay que lanzar un mínimo de pases para que se le considere en la clasificación). 112,6. El segundo clasificado es otro Green Bay Packer, el mítico Bart Starr, con 104,3. Como si tuviera más que demostrar. El problema es de los que siguen pensando que el fútbol americano es un deporte en el que ganan y pierden los quarterbacks ellos solitos, y que veían antes de esta postemporada que en el balance de Rodgers figuraba un "0-1".
Termino la sección dedicada al hombre que dice que irá a Disney Land comentando algo curioso. Ya tardábamos en hablar de la otra, ¿verdad? Sin nombrarla, alguna portada parecía acordarse de ella:
Y lo que no esperaban en Las Vegas es que los narradores de la Fox se olvidasen de ella. Se apostaba sobre cuántas veces dirían la palabra "Favre" durante la Super Bowl. El spread estaba en 2,5. Es decir, se apostaba si los narradores dirían más de dos veces "Favre" o no. ¡Y no lo dijeron ni una sola vez!
II.- La temporada en un partido
La Super Bowl fue un fiel reflejo de la temporada de los Green Bay Packers. Cómo condensar 20 partidos en uno. No faltó nada. Un equipo que suele empezar ganando, que adquiere una ventaja relativamente cómoda, que empieza a defender de manera conservadora, que ve cómo su rival se le acerca muy peligrosamente, y termina pidiendo la hora. ¿Cuántas veces habremos visto esto durante la temporada? En los playoffs, menos en Atlanta, siempre. Y, como siempre, en ningún momento pierde por más de 7 puntos (de hecho, nunca fue perdiendo). Una historia más que conocida, que predecía el pasado viernes, aunque creía que sería un partido con menos puntos.
Otra constante de la temporada han sido las lesiones de jugadores importantes. En la Super Bowl, no podía ser menos. Pero siempre que se lesionan titulares, los suplentes completan un papel más que digno. La primera baja importante, en ataque, fue la de Donald Driver. Tras un par de buenas recepciones, tuvo que abandonar el partido. Jordy Nelson y James Jones suplieron su baja. Más adelante, la baja más sensible. La de Charles Woodson. Terrible noticia para Green Bay. Cuando lo vi vestido de calle creí que era el fin para Green Bay. Hablaba el pasado viernes de lo cansada que termina los partidos la defensa de los Packers. Después de una primera parte en la que los Steelers habían tenido casi 7 minutos más de posesión de balón, en un partido en el que estaban corriendo con relativa facilidad (la baja de Pouncey apenas se notó), y con mi poco querido Jarret Bush en el campo, vi el partido perdido. Todo eso sin ser consciente, porque los chicos de Digital+ no nos lo contaron, de que Tramon Williams, Sam Shields y Nick Collins estaban tocados y se habían perdido bastantes snaps por culpa de sus lesiones.
Pero, como siempre (por lo menos esta postemporada) los Packers resistieron. Y resistieron gracias a jugadas defensivas providenciales. Aunque Rodgers se lleve la mayoría de elogios, es justo decir que los Packers son campeones de la NFL gracias a su defensa. Defense wins championships. Tras haber forzado ya dos pérdidas, llegó la jugada defensiva providencial. Siempre la defensa. Tramon Williams en Philadelphia, el mismo Williams en Atlanta, Raji en Chicago; Pickett, Matthews y Bishop ayer. Esta jugada cambió el partido.
No obstante, hay que reconocer que la baja de Charles Woodson se notó mucho en la defensa de Green Bay. Woodson es el líder de esa defensa, que desde que faltó él se vino un poco abajo. No hay más que ver los números. La diferencia es enorme.
Me alegro especialmente por él. Igual que Driver y Clifton, se merecía un anillo. Cuando en el descanso del partido supo que se había roto la clavícula, no pudo evitar llorar al dirigirse a sus compañeros. Siguiendo la filosofía del next man up (que salga el próximo) sus compañeros no le fallaron.
III.- 6 abajo, 2 minutos para el final, balón para Pittsburgh
Acojonado es una palabra que no expresa suficientemente bien lo que sentía a poco menos de dos minutos para el final del partido cuando los Packers se tuvieron que conformar con un field goal tras tres intentos fallidos de anotar el touchdown que habría asegurado el partido. No hace falta una memoria prodigiosa para recordarlo. Super Bowl XLIII. A falta de 2:37, Arizona 23, Pittsburgh 20. Y sucede lo que todos conocemos (meto el vídeo para levantar un poco el ánimo a los aficionados de los Steelers):
No solo era eso. La temporada pasada, la situación era mucho más parecida a la de ayer. 6 puntos de diferencia, 36-30, los Steelers comienzan su último drive tras haber anotado Green Bay, en su propio campo, a falta de 2:06. Y así terminó.
Como comprenderéis, entre esto, la semanita que llevaba escuchando la manida frase de si tuviese que jugármela con algún quarterback, sería con Roethlisberger, y la tendencia a la épica de las últimas Super Bowls, acojonado es poco. Por suerte para los Packers, esta vez no hubo milagro. A pesar de que nuevamente la defensa planteada por Capers fue cagona (con los safeties bien profundos para evitar big plays, pero concediendo bastante espacio para los primeros downs), Pittsburgh se quedó corto. Aquí terminó la agonía. Una pena para el espectador neutral, más aún para el aficionado de los Steelers. No tanto para los aficionados de Green Bay. Así se vivía en un hogar cheesehead.
IV.- Partido emocionante, que no bueno
Leo hoy en la mayoría de medios estadounidenses que los analistas consideran que el partido de ayer fue bueno, cuando no muy bueno. Quizá el ser seguidor de un equipo me pierde, pero yo diría todo lo contrario. Con todo lo contento que estoy por la victoria de los Packers (y ya dejé claro hace unos días que yo no quería ver un buen partido, sino una victoria de Green Bay) he de reconocer que el partido fue regularcillo. Mediocre y ya.
Un partido con tantos errores creo que no puede ser considerado como bueno. Ganó el equipo que cometió errores menos graves. Los errores de los Steelers costaban pérdidas de balón (tres, todas ellas terminaron transformándose en 7 puntos); los de los Packers simplemente daban trabajo al punter, porque impedían las conversiones de primer down. Errores, al fin y al cabo.
La primera intercepción a Roethlisberger es una lamentable jugada del ataque de los Steelers. Partiendo de tu yarda 7, qué necesidad tienes de meterte en tu propia end zone. Sé más prudente. Si lo haces, tienes que buscar un pase, o un receptor a quien hacer que se la pasas, porque un intentional grounding en la propia end zone es un safety. Mal pensado. Peor aún Big Ben optando por el pase profundo. Y decían que la experiencia era importante en una Super Bowl, ya me diréis.
Más palos: para la línea defensiva de los Packers. Gran trabajo de Howard Green en la primera intercepción a Roethlisberger, pero ahí se acabó lo bueno. B.J. Raji y Cullen Jenkins apenas tuvieron protagonismo. Ante la maltrecha línea ofensiva de Pittsburgh, de las peores de la NFL, sin su center titular, con Legursky jugando su cuarto partido como titular en la NFL tras tres temporadas, y por primera vez en esa posición, los gordos de Green Bay fueron incapaces de frenar las carreras de Mendenhall, Redman y Moore. 126 yardas de carrera para los Steelers, y eso que parecía que la defensa de Green Bay se podría pasear por su backfield.
También merece un palo Mendenhall: cómo estropear un gran partido con una cagada inmensa. El error más grave del partido. Porque los Steelers estaban a solo 3 puntos y con la inercia totalmente a su favor. La defensa de los Packers era incapaz de frenar al ataque de los Steelers, el ataque de Green Bay no avanzaba, y parecía cuestión de tiempo que Pittsburgh se pusiese por delante. Y llegó el fatídico fumble, totalmente evitable. Otro error.
¿Visteis al defensive player of the year? Porque su pelo destaca, porque si no no nos enteramos. Cuando le preguntaban a Polamalu si su mal partido se debía a problemas físicos, decía que no, que no había estado tan sano desde mitad de temporada. Probablemente fuera verdad, y también hay que dar mérito al ataque de Green Bay por saber evitarlo y buscarlo solo en donde puede sufrir, pero debería haber hecho más. Otra pequeña decepción. Como el segundo clasificado en esa clasificación, Clay Matthews, que salvó su partido al colaborar al fumble decisivo. Por eso se salva, porque por lo demás, un pase desviado y poquito más.
Después los drops. Qué manos las de Jordy Nelson y James Jones. No había drive ofensivo al que le faltase un drop. Algunos de ellos, totalmente incomprensibles, indignos de una Super Bowl. La mejor unidad de receptores de la NFL tiene un serio problema en este sentido.
Por cierto, aunque no se hable mucho de ellos, el partido de los equipos especiales de ambos equipos fue especialmente malo. Por parte de los Steelers, Shaun Suisham, el kicker, estuvo muy impreciso toda la noche. Sus patadas previas no invitaban a confiarle un field goal de 52 yardas. En los retornos, las penalizaciones perjudicaron gravemente a Pittsburgh. No nos olvidemos de que la primera intercepción a Roethlisberger, que lanza desde su propia end zone, viene precedida de un buen retorno que queda invalidado por un bloqueo ilegal por la espalda y que provoca esa posición de campo tan incómoda. No fue la única penalización a jugadores de equipos especiales. Por parte de Green Bay, la mejor noticia en un retorno era que el retornador no perdiese el balón. Los punts y kicks dejaron bastante que desear, proporcionando casi siempre (siempre que no había penalizaciones de por medio) posiciones de campo cómodas a Pittsburgh. Un día especialmente malo.
No faltó la emoción, y menos mal que no hubo más, pero no creo que se pueda decir que el de ayer fue un gran partido.
V.- Los héroes ignorados
La prueba de que los análisis prepartido de poco valen nos la dan, entre otros, tres jugadores de la defensa de Green Bay que en pocos análisis se apuntaba como clave para el partido. Me refiero a Charlie Peprah, Desmond Bishop y Frank Zombo.
Comenzamos por Peprah. Que no se me entienda lo siguiente como una crítica o reproche. Ayer el As, edición impresa, publicó dos páginas sobre la Super Bowl. Un trabajo estupendo, con una infografía espectacular en la que figuraban los "onces titulares" de ataque y defensa de ambos equipos. En la defensa de Green Bay figuraba como strong safety titular Sam Shields, el nickelback que sale cuando los Packers deciden alinear a un quinto defensive back ("por defecto" se alinea a 4). Le comentaba a Mariano Tovar en su blog que el strong safety titular era Peprah, pero me respondía que aunque eso era cierto, habían preferido incluir a Shields ya que su importancia en la defensa de Green Bay es mayor. Totalmente de acuerdo en esto. Recordemos que Shields fue uno de los héroes de la final de conferencia con sus dos intercepciones.
Pues bien, Charlie Peprah, el "olvidado", fue el líder en placajes de la defensa de los Packers. Consiguió 10 (9 en solitario). Sus acciones no saldrán en resúmenes, su nombre no figurará entre los destacados del partido, pero es el jugador que más veces paró el ataque de los Steelers.
El segundo en este apartado fue Desmond Bishop. Cuando juegas al lado de Clay Matthews y (en menor medida) A.J. Hawk es normal que acapares menos protagonismo. Sin embargo, el linebacker que acumuló más placajes, y el segundo de toda la defensa de los Packers, fue Bishop. 8 placajes (6 en solitario). Y recuperó el balón del partido, el fumble que forzaron entre Matthews y Pickett. Poco más se puede pedir. Que hablen un poquito de ti, quizás.
El tercer héroe anónimo es Frank Zombo. Os llevo hablando de él desde la pretemporada. Para esto sirve, Goodell. Aunque te escudes en que a los aficionados no les gustan los partidos de preseason, son necesarios, porque de otro modo es complicado que jugadores desconocidos puedan demostrar que valen para formar parte de una plantilla de la NFL. Zombo es un ejemplo de esto. Durante los dos primeros partidos de pretemporada apuntó maneras, lo que le valió para disponer de minutos importantes en el tercero. Contra los Colts, dio una exhibición. Le valió para hacerse un hueco en la plantilla y, tras las bajas de la defensa, en el 11 titular. Sin embargo, llevaba desde principios de diciembre sin jugar por una lesión. Entonces, le suplió otro anónimo, Erik Walden, que precisamente se lesionó en la final de conferencia. Este domingo volvió Zombo. Fue el tercer mayor placador de la defensa de Green Bay (5 tackles), y el autor del único sack que sufrió Roethlisberger.
VI.- Take care of the football
Qué importante es no perder balones en playoffs. Fundamental. Tanto, que el partido se decidió por las pérdidas de balón. Como casi todos los partidos de esta postemporada. Hablábamos que la clave podría estar en la defensa que forzase más pérdidas de balón. Decía que creía que la defensa de los Packers podría forzar más pérdidas que la de los Steelers y que eso daría una ventaja importante a Green Bay. No estaba descubriendo la rueda, basta observar lo que pasó durante todos los playoffs: en todos los partidos, la defensa de los Packers recuperó balones importantes; en solo uno, en Chicago, perdió algún balón el ataque de Green Bay. Del otro lado, si bien la defensa de Pittsburgh siempre había provocado turnovers, su ataque se mostraba poco cuidadoso con el balón. Baltimore consiguió recuperarlo dos veces en la primera parte; los Jets interceptaron dos veces a Roethlisberger y consiguieron un safety.
Sucedió, por un lado, lo que se podía prever: que el ataque de Pittsburgh perdió balones. Tres. Una cifra alta, más aún si vemos el coste: 21 puntos. El partido, tal cual. Del otro lado, el ataque de Green Bay no perdió ni uno solo. He de decir que no me lo esperaba, al descanso pensaba en el partido de Baltimore, en que tarde o temprano la defensa de los Steelers forzaría un error. No fue así. Los mayores errores del ataque de los Packers fueron no forzados, y la defensa de Pittsburgh se fue de vacío. James Harrison (impecable durante todo el partido, por cierto, me trago mis palabras y me doy un golpe de remo) reconocía después del partido que esa era la clave, que debían haber provocado alguna pérdida. No fue así, la diferencia fue muy grande. 3-0.
Pero a pesar de esta clara derrota en el turnover differential, los Steelers estuvieron a punto de llevarse el partido, y es que [lo que digo en el punto siguiente].
VII.- Los Pittsburgh Steelers tienen unos huevos como el caballo de Espartero
Digo esto porque supongo que el caballo de Espartero los tiene como balones de baloncesto. Qué pelotas le echaron ayer los Pittsburgh Steelers. Cuando a poco más de dos minutos para terminar el segundo cuarto los Packers se pusieron 21-3, muchos daban ya la final por cerrada. Hasta el propio Greg Jennings, en un gesto que ya me advirtieron de que daría mala suerte, celebraba el touchdown haciendo referencia a un anillo. Contra los Steelers, siempre es demasiado pronto para cantar victoria. Más aún en una Super Bowl.
Cuando nadie contaba con ellos, cuando ellos no contaban con su quarterback (ni con su suplente, ni con el suplente del suplente) sacaron adelante tres de los cuatro primeros partidos de la temporada. Toda una demostración de huevos. En el partido de la ronda divisional, remontaron el 21-7 que arrastraban al descanso.
Ayer, les faltó muy poco para ser el primer equipo en remontar más de 10 puntos en una Super Bowl. Nunca se dieron por vencidos, ni con el 21-3, ni cuando Suisham falló su field goal, ni después de que el fumble de Mendenhall se transformase en un touchdown que les situaba 11 puntos abajo. Con un par, siempre. Olé sus huevos.
VIII.- Heath Miller, completamente anulado
Tampoco se habla mucho de esto, pero creo que es otra de las claves del partido de ayer. Aunque no fue el mejor partido de la defensa de Green Bay, hay que decir que de nuevo anularon al tight end rival. Un muy buen tight end, como Brent Celek o Tony Gonzalez, que volvió a ser anulado por la defensa de los Packers. Hablaba el viernes de lo bien que estaba cubriendo la defensa de Green Bay a los tight ends. Peter King pronosticaba para Miller 11 recepciones. Una barbaridad. Se decía que era la clave para el juego de pase corto de Pittsburgh. Pero fue un completo no-factor, como dicen por ahí. Se quedó en dos recepciones, la segunda en el último drive del partido. Decepcionante.
IX.- Chapuzas varias
En un mundo en el que todo parece tan controlado, resulta increíble que pasen estas cosas. Qué dirían de nosotros si pasasen aquí. Qué se escribiría de los sudafricanos si hubiese ocurrido durante la Copa del Mundo algo parecido. Ñapas, chapuzas, impresentables y demás lindezas.
Pues bien, en el estadio de los 1.200 millones de dólares se produjeron una serie de lamentables incidentes organizativos. El más mediático, el que impidió acceder a su sitio a unos 400 aficionados porque las gradas supletorias en las que iban a sentarse no contaban con la aprobación del departamento de bomberos de Arlington. Tremendo. Qué chapuza, qué improvisación, qué desastre. No pasa ni aquí. En el evento más importante del año en los Estados Unidos. Una estafa. Esos asientos de mierda (qué duda cabe de que eran una mierda) costaban 900 dólares face value. Eso quiere decir que en taquilla 900 pavos, pero como la mayoría de entradas se revenden, lo probable es que cada titular de una entrada hubiese pagado bastante más. Alguno decía que 1700 dólares. La NFL, para mitigar el ridículo, les ha devuelto el triple del precio de taquilla (que podría no cubrir el pagado realmente), menos aún si contamos el precio del billete de avión y del hotel. Dice la NFL que para compensarles se les permitió acceder al terreno de juego al terminar el partido, que se les dio comida y bebida gratis (aunque los propios afectados desmienten esto último) y que se les darán entradas para la próxima Super Bowl de Indianápolis. Pues si soy de los Packers y Green Bay no juega ese partido, maldita la gracia que me hace el cambio. Una mierda.
Pero lo anterior no fue lo que más me sorprendió. Más grave aún es lo que sucede con otras localidades "aprobadas", que contaban con el visto bueno de la organización. Por sentarte en este sitio no te devuelven el dinero. Tremendo:
Eso sí, el mastodóntico marcador, espectacular. Había alguno en casa que al principio creía que era una imagen sobreimpresionada, que eso no podía estar ahí. No era una imagen sobreimpresionada, era un marcador sobreimpresionante.
X.- La pésima retransmisión del partido
Lo habéis comentado ya muchos, lo tuiteaba ayer. No recuerdo una retransmisión de un partido de fútbol americano peor que la que sufrimos ayer en Digital+. Vergonzosa. Un completo desastre de principio a fin. De algunos (muchos) de los pecados culpa no tienen en Digital+. De otros sí. Como nota global, un cero. Pésima realización, malos comentarios.
La noche comenzó mal. La imagen se perdía de vez en cuando y el audio llegaba duplicado, cuando no se cortaba. Fatal. El comienzo del partido fue surrealista. De eso no tiene culpa Digital+, supongo, sino la NFL, y NFL Network en particular, que es quien servía la señal internacional. Pero no se puede entender que en el partido más importante de la temporada, en el escaparate de la NFL hacia el mundo, en el partido que ven muchos primerizos y el que la NFL debe aprovechar para conseguir expandirse, la realización sea tan mala. Aclaremos que la señal que veíamos en España a través de Digital+ era diferente de la que se emitía para Estados Unidos en la Fox. Lo he comprobado hoy cuando he visto la Super Bowl por esa señal, la de la Fox, y la realización era decente. Lo que nos llegaba a España eran unas líneas virtuales que aparecían y desaparecían (estas líneas son fundamentales para que un primerizo comprenda en qué consiste el juego y a dónde debe llegar cada equipo), unas tomas en directo desde cámaras extrañas, unos giros bruscos de cámara, con zooms que iban y venían como en un gag de Muchachada nui. Una broma de mal gusto. Es interesante ver una jugada desde el punto de vista del quarterback, pero mejor en una repetición y no en directo. En Estados Unidos no estaban viendo esa auténtica bazofia. Mal, muy mal la NFL por ofrecer eso a su público internacional.
Pero también lamentable el trabajo de los comentaristas del Plus. Se inventaban penalizaciones que los árbitros no habían indicado (ese intentional grounding que entendieron cuando el árbitro dijo justo lo contrario, como si fuesen novatos) y no informaban de cuestiones muy importantes, como las lesiones de varios jugadores de Green Bay. Acojonante. Esta mañana me enteré de que Sam Shields, Tramon Williams y Nick Collins se perdieron varios snaps por culpa de lesiones varias. A mí me extrañaba ver tanto a Jarret Bush en el campo, comentábamos en casa que probablemente se debía a que tras su intercepción (y con Woodson lesionado) habían decidido darle confianza. Pero no, la historia era que Shields, Williams y Collins estaban perdiéndose parte del partido por lesiones. Moisés Molina, Andrea Zanoni y Miguel Ángel Calleja ni se enteraron, o si se enteraron no nos lo dijeron. Si no se enteran de lo que pasa, que se queden en Madrid con un ordenador encima de la mesa en el que puedan leer las incidencias importantes. Así nos enteramos todos. Por cierto, no debo olvidarme de agradecer a Andrea Zanoni que haya apostado en contra de los Packers en todos y cada uno de los partidos de playoffs. Como supersticioso que soy estas cosas las valoro mucho. Y si es de los Steelers, que se ve a la legua, es mejor que lo diga, no tiene nada de malo, no es algo de lo que avergonzarse. De hecho, nada peor que un periodista que va de imparcial cuando no lo es. Pensando en algunos (mucho peores que Zanoni, eso sí), Eduardo Inda (aunque no va de neutral, sino de aficionado a Osasuna y Mallorca) o Jesús Sánchez (inepto que sufrirá quien intente informarse de baloncesto leyendo el Marca). ¡Si te gusta un deporte lo normal es ser de un equipo!
El broche de oro (o debería decir de mierda) a la retransmisión fue el fin de la emisión en medio de la ceremonia de entrega del Vince Lombardi Trophy. Te cagas. ¿¡¿Cómo cojones justifican cortar la entrega del trofeo a las 4.15 cuando el fin de la emisión estaba programado para las 4.30 (como podéis ver aquí)?!? En España no nos enteramos de quién era el MVP de la Super Bowl. Qué ***** ** ****. Lamentable, indignante, inadmisible. No pudo ser peor. UN CERO, PÉSIMO TRABAJO.
XI.- ¿Y ahora, qué?
Eso me pregunto yo. Ahora qué haremos. Si todo va bien, hasta septiembre no volveremos a ver fútbol americano profesional. El inicio de la NFL 2011-2012 está programado para el 8 de septiembre, fecha en la que los Green Bay Packers recibirán en Lambeau Field al primer visitante de la temporada. Esperemos que así sea, pero para eso hace falta que sindicato de jugadores y patronal lleguen a un acuerdo sobre el nuevo convenio colectivo. Por ahora las negociaciones no van bien. Tampoco parece que los líderes de ambos bandos sean los más razonables.
Por cierto, aunque en teoría se conocen los rivales que tendrá cada equipo la próxima temporada, esto es un poco relativo, porque si la regular season se amplía a 18 partidos habrá que retocar todo. Me temo que vamos encaminados a ello. Me disgusta profundamente. No hacen falta más partidos de temporada regular, no necesitamos que lleguen menos jugadores sanos a playoffs. Eso es lo único que conseguirán con dos partidos más. De tanto exprimir el producto lo van a estropear.
Mención de honor para ese cínico Roger Goodell, que protagonizó una de las ruedas de prensa más lamentables que recuerdo. Si no vas a contestar preguntas, no las admitas. Pero no contestes algo que nada tiene que ver con lo que te preguntan. Al más puro estilo de los peores políticos, Goodell rehuyó todas las preguntas incómodas que se le planteaban. Una de ellas trataba sobre la ampliación de la temporada regular a 18 partidos. Cuando un periodista le preguntó por qué quería hacerlo, cuando las encuestas mostraban que casi el 70% de los aficionados lo rechazaba, Goodell contestaba que "la mayoría de los aficionados con los que él había hablado" (la impresión personal, dato científico irrebatible) estaba descontenta con la actual pretemporada. Otro salto lógico de regalo: pretemporada mala significa que hay que ampliar la regular season. Lógica elemental. Goodell se escuda en que los partidos de la preseason son demasiado caros para el espectáculo que se ve (ofrecen poco valor), por lo que quiere mejorarlos "convirtiéndolos" en oficiales. Claro, no hay otro remedio. A pesar de esto, bien que cobra la NFL por el Preseason Pass. Si los partidos son malos, que bajen los precios. Ah, esperad, que cuando hay dinero de por medio la opción de dejar de ganar no existe. Peter King publicaba hoy los resultados de una encuesta que hizo entre sus seguidores en Twitter. 1200 votos en 40 horas. Los resultados, muy claros: solo el 17,2% apoya los 18 partidos de temporada regular. El 51,8% prefiere que se eliminen 2 partidos de pretemporada, quedándonos con 16 de regular season. El 30,3% restante, entre los que me incluyo, quieren que las cosas se queden como están (4 de pretemporada, 16 de temporada regular).
El ¿y ahora, qué? también va por este blog. Mientras veía la Super Bowl me preguntaban qué haría con él. Menudo momento para preguntármelo, con los nervios que tenía, como para pensar en eso. No lo sé, la verdad. No lo dejaré, obviamente, pero supongo que surgirán menos temas de actualidad (hablar del convenio de marras es un coñazo) y comentaré otros temas histórico-festivos. No en vano este blog nació en plena offseason, así que me temo que seguiré dando la lata a quien se quiera pasar por aquí.