La noticia que esperaba con más expectación durante la offseason ha llegado.
279,99 dólares. Al cambio vigente ahora mismo, 214,25 euros.
Eso es lo que cuesta el abono para ver todos los partidos de la temporada regular y de la pretemporada en NFL.com, a través del Game Pass. Sale a 16,47 dólares por cada una de las 17 jornadas (la pretemporada no la cuento porque no es equiparable). Las otras opciones: el abono de equipo, que te da derecho a ver todos los partidos de la franquicia que elijas, por 199,99 dólares; la suscripción mensual, por 69,99 dólares; y el abono semanal por 24,99 dólares.
Creo que se han passado cuatro pueblos. El año pasado costaba 249,99 dólares. En 2008, 209,95 dólares. Hay que tener en cuenta que el servicio sólo está disponible fuera de Norteamérica (Estados Unidos, México, Canadá, Bahamas, Bermuda y Antigua lo tienen bloqueado). Es decir, que se trata de un medio para popularizar la NFL fuera de su mercado doméstico. Y se marcan una subida de precio de más de un 33% en dos años. Pues no parece la mejor medida para la expansión internacional del deporte, la verdad, sobre todo teniendo en cuenta la que está cayendo.
Si bien es cierto que el Game Pass no parece un servicio para novatos, sino más bien para los muy aficionados (die-hard fans, que les llaman por allí), sorprende un poco la subida a la parra de la NFL.
Baste comparar el precio con el de los servicios equivalentes de MLB y NBA. El abono a MLB.tv (el equivalente en béisbol) es de 79,95 dólares en su versión premium y de 59,95 en la normal. Aparte de que en la MLB se juegan muchísimos más partidos que en la NFL, el abono a MLB.tv incluye la postemporada. El International League Pass de la NBA costaba 149,95 dólares en premium y 99,95 en estándar. Este era sólo para temporada regular, pero incluye muchos más partidos que el Game Pass. Menuda diferencia de precio.
En el otro lado de la balanza hay que comentar, como ya hice alguna vez, que la calidad del Game Pass es la releche. Todos partidos se ven en alta definición; puedes cambiar rápidamente de partido a partido y, parece que este año, puedes tener la pantalla partida con varios a la vez; los partidos se archivan inmediatamente sin cortes publicitarios para verlos en diferido; y el abono incluye acceso a NFL Network (el canal de televisión de la NFL) y al archivo de varios de sus programas más destacados.
En mi caso, sólo compré el abono semanal un par de veces, y la experiencia fue inmejorable. Sin embargo, parece ser que a principios de la temporada pasada hubo problemas y no se pudieron ver algunos partidos. En ese caso, estafado y jodido, porque no te devuelven un centavo.
Evidentemente, existen otros medios más asequibles para ver la NFL. Algunos legales, como Digital+ en España (que da en directo 4 partidos por jornada, que no es poco) o la plataforma de televisión que corresponda en cada país; y otros de al menos dudosa legalidad y gratuitos, me refiero al streaming por Internet a través de sistemas P2P y similares.
El Game Pass, un lujo. Y nunca mejor dicho, en vista del precio.
Ah, sí, me despido con un poco de música para endulzar la agria noticia (y en amarillo). Nada más edulcorado que el bubblegum pop. Buena música, en cualquier caso. Estos son The New Pornographers, The laws have changed.
Siguiendo la serie de entradas sobre mis absurdas predicciones, ahora tocaría hablar de la AFC, y siguiendo el mismo orden que con la NFC empezaría por el norte, donde además, como en la NFC, juega el otro equipo con el que tengo un vínculo afectivo, aunque sea por persona interpuesta, los Steelers. Sin embargo, en la entrada sobre la NFC Este, el usuario Rocamadour hacía un interesante comentario que va más allá del football y que da pie a este artículo. Lo transcribo a continuación:
Pese a mis grandes objeciones y en general la aversión que tengo contra muchísimos aspectos de la cultura estadounidense, el football me parece un deporte maravilloso. No deja de ser interesante que el deporte insignia de ese país tenga tantos elementos que contradicen la lógica del sistema capitalista, como el tope salarial, el sistema del draft y la distribución de dividendos por taquillas. El caso que mencionas de los packers es emblemático (Una de las razones por las que es mi equipo favorito).
Ahora, no sería absolutamente correcto afirmar que el football contradice las estructuras del capitalismo (y podría por ejemplo argumentarse que la división y especialización progresiva del trabajo dentro del terreno de juego es la síntesis perfecta del modo de producción), pero la igualdad y competitividad generada por sus sistema son una bofetada para la organización de muchos deportes a nivel mundial.
La reflexión que hace sobre el mercado footballístico y su relación con el capitalismo y la cultura estadounidense me parece muy interesante, así que vamos a hablar de ello. De antemano le doy las gracias por suscitar un tema sobre el que alguien que me conoce sabe que doy el coñazo de vez en cuando.
Por centrar la cuestión, dos serán las cuestiones sobre las que daré mi visión personal: ¿resulta contradictoria la intensa regulación del mercado deportivo profesional norteamericano con la libertad de empresa y de mercado propugnada por el capitalismo (realmente el liberalismo económico)? y ¿resulta contradictorio que me guste el football si soy antiamericano?
Habréis visto que el tema irá por derroteros poco deportivos y más filosóficos. Estáis a tiempo de huir, aunque no temáis, que tampoco entraremos a fondo en el análisis de las tesis de Adam Smith.
Para ambientarla, qué mejor que un tema que lleva por título Capitalism stole my virginity. Con Vds., The International Noise Conspiracy.
Comencemos por la cuestión de la posible contradicción entre capitalismo y regulación del mercado. ¿Por qué puede resultar contradictoria o paradójica la situación que encontramos en el mercado deportivo profesional estadounidense? Porque una de las bases clásicas del capitalismo es la economía de mercado.
Esa es la primera precisión que habría que hacer: la contradicción se podría dar respecto del mercado libre. No es exactamente lo mismo que capitalismo, aunque ambos conceptos están íntimamente relacionados. No se me duerman. Aunque el capitalismo es algo que más o menos todos sabemos lo que es, a la hora de dar una definición no está tan claro cuáles son las notas características ante cuya ausencia dejamos de hablar de capitalismo.
Como sabéis, el mercado libre es una de las características fundamentales del capitalismo. Lamentablemente no existe un concepto unívoco de capitalismo, ya que las definiciones varían según las diferentes corrientes ideológicas. Sin embargo, pocos podrán objetar que el capitalismo se caracteriza por:
1.- La propiedad privada de los medios de producción, al contrario que el socialismo, que propugna su propiedad pública. Ojo, en el socialismo la propiedad pública se predica solo de los medios de producción (tierra, capital y trabajo), no de los bienes de consumo y pertenencias personales (esto es algo que se suele obviar con frecuencia).
2.- El ánimo de lucro (beneficio económico). El lucro obtenido corresponde al propietario de los medios de producción, el empresario. En cambio, en el modelo socialista la producción de bienes y servicios no se hace por ánimo de lucro.
3.- El mercado. La oferta, la demanda y los precios los determina el mercado. Mejor dicho, no los determina nadie. La "mano invisible" es la que ha de equilibrar oferta y demanda y determinar precios de bienes, servicios, trabajo (salarios) y dinero (tipos de interés). El concepto de mercado se opone al de planificación del sistema socialista, donde la oferta de bienes y servicios y, en general, la actividad económica, no surgen de circunstancias "espontáneas" (oferta y demanda), sino que responden a un plan, a una estrategia predeterminada.
Bueno, seguro que esto es algo que conocíais todos, pero ya sabéis que me gusta enrollarme y contar las historias desde el principio, aunque lo haya contado en términos muy básicos y gruesos. Y esto era el principio. Lo siguiente, centrándonos en el "libre mercado" es ver cómo y hasta qué punto es o debe ser libre en el modelo capitalista. Nuevamente, dependiendo de la ideología se defenderá una u otra postura.
Grosso modo, dentro del capitalismo encontramos dos corrientes mayoritarias y enfrentadas: la del liberalismo y la que defiende el llamado estado del bienestar. Hay muchos matices y términos medios, y quizá las denominaciones no sean las técnicamente más precisas, pero para que todos nos entendamos estas son actualmente las dos corrientes económico-capitalistas predominantes. Los primeros, que se denominan liberales (o neoliberales), en una concepción extremista defienden la libertad prácticamente absoluta del mercado, cercana a la anarquía (de ἀν-, "sin", y ἀρχή, "gobierno"). Ello implica la ausencia de injerencia estatal de cualquier tipo, la desregulación, la ausencia de constricciones a la autonomía de la voluntad de los sujetos privados que intervienen en el mercado. Los liberales, en esencia, propugnan la ausencia de intervencionismo estatal, tanto como sujeto económico (v.gr., a través de empresas públicas) como en el papel de regulador (v.gr. estableciendo precios mínimos o determinados) o de "sustractor" de la renta obtenida por los sujetos privados (tributos). Vamos, que ni empresas públicas, ni normas, ni impuestos. Que el estado no se meta en lo que hago. Utilizando un vocabulario llano y lírico, que cada cual haga lo que le salga de los cojones. Las excepciones: la defensa nacional, de la que sí debe ocuparse el estado, las infraestructuras, las normas de defensa de la competencia (antimonopolio) y las que obliguen a la ejecución de los pactos privados (tribunales de justicia que impongan el cumplimiento de los acuerdos privados). La ley de la selva, con el matiz de que los defensores de esta visión consideran que los animalillos se van a comportar, digamos, bien, y construirán la mejor selva posible. Ya se pondrán, autoimpondrán, ellos mismos las normas, si es que hacen falta.
El estado del bienestar, en cambio, supone un capitalismo "menos de mercado", en el que el estado introduce ciertas restricciones. Podría verse como un término medio entre la planificación del estado socialista y la dictadura del mercado propuesta por los liberales. En el estado del bienestar el estado actúa como sujeto económico. ¿Por qué? Porque hay una serie de "fallos de mercado", áreas que se entienden esenciales para el bienestar y el progreso en las que el mercado libre no funciona, donde por diversas circunstancias (como que no sale rentable) los sujetos privados se abstienen de producir bienes o prestar servicios necesarios para toda la población. En otras palabras: sanidad y educación públicas y universales, protección contra riesgos del mercado de trabajo (imposición de indemnizaciones por despido y subsidios en caso de desempleo) y sistemas públicos de pensiones. Se podría añadir algún punto más pero estos son los fundamentales.
Entre estas dos grandes opciones capitalistas, no hay una respuesta correcta. Existen argumentos para defender ambas posturas. La ideología política influye a la hora de decantarse por una u otra opción. En ambos casos encontramos ejemplos históricos de buen funcionamiento, que a mi juicio mucho tienen que ver con la educación y la cultura de cada país. También vemos ejemplos de mal funcionamiento. De todo hay. Y no hay "casos perfectos", siempre hay alguna sombra, algún inconveniente.
Todo este rollo para contextualizar que los Estados Unidos representaban el liberalismo económico, el imperio del mercado, y Europa representaba el estado del bienestar. Actualmente el modelo estadounidense y el europeo se aproximan, los Estados Unidos son menos liberales (la que se está montando por la reforma sanitaria) y la Unión Europea tiende a serlo más.
Y así, al fin, llegamos a la NFL y a plantearnos la contradicción. El football es uno de los símbolos de los Estados Unidos. Fútbol americano (de americano, poco, léase estadounidense, porque ni norteamericano, que el canadiense tampoco sigue las mismas normas). Igual que lo son el béisbol, la NBA o la NHL (esta última menos, ya que es la más canadiense de las Grandes Ligas). Estamos ante dos de las banderas estadounidenses: el liberalismo económico y el fútbol americano. Y cuando uno llega al mercado de la NFL, se encuentra el mercado más regulado, planificado y, en cierto modo, socializado, del mundo del deporte. WTF (acrónimo de what the fuck?, algo así como ¿qué hostias?), que se diría en ciberlengua.
Pues eso, que uno llega a la NFL y se encuentra, entre otras cosas, con que:
1.- Cada equipo no se puede gastar lo que quiera, sino que hay un tope salarial (como regla general, para la próxima temporada en NFL no lo hay). No es infranqueable, dependiendo de la liga se establecen diferentes consecuencias en caso de que algún equipo se exceda, como por ejemplo el pago de multas o "impuestos de lujo" (luxury taxes) a la liga. Evidente constricción a la libertad de empresa. Y en Europa no existe tal límite. Cada cual se gasta y se endeuda lo que materialmente pueda. Allá cada cual. Así se construyen las leyendas deportivas europeas (me refiero a equipos), gastando más que los demás. Sorprendente: en Europa se respeta la libertad de empresa y en Estados Unidos se coarta. ¡Adónde vamos a llegar!
2.- A la inversa, existe un salario mínimo. Ese contra el que braman los adalides de la doctrina liberal europea, los que ponen el grito en el cielo cuando el gobierno de turno anuncia su subida. ¡Que el salario mínimo es malo, que provoca inflación, y la inflación es mala (hecho no plenamente demostrado sino más bien intuido, pero que es uno de los dogmas de nuestra sociedad)! Y entonces nos sacan sus gráficos teóricamente perfectos, pero basados en una serie de hipótesis que en este mundo por lo menos no se cumplen. Pues bien, esa lacra que es el salario mínimo, la encontramos en la NFL. Ah, si Milton Friedman levantara la cabeza...
3.- El trabajador no es libre para irse donde quiera (desde la aparición de la agencia libre, relativamente reciente, algo más, pero tradicionalmente era siervo de la planificación deportiva de su franquicia) sino que, al llegar, sólo puede fichar por el equipo que le elige en el draft (norma general) y luego tiene que irse a donde le diga su empleador, que se intercambia jugadores con otros equipos como si fuesen cromos, sin necesidad de consentimiento del trabajador al cambio de empresa. En Europa no, cada empresa es libre de contratar a los trabajadores que quiera y cada trabajador es libre para trabajar para quien quiera. Otra rigidez estadounidense inexistente en Europa.
Me dejo muchas más normas que distorsionan la libertad del mercado, pero la conclusión es que la regulación es intensa y complicada. El derecho de las Grandes Ligas es una especie de Derecho Administrativo cuya complejidad poco tiene que envidiar al marco normativo de muchas industrias típicamente reguladas en Europa (v.gr. energía o telecomunicaciones).
Y entonces nos planteamos la paradoja. Coño, mira tú, los adalides del liberalismo, de la economía de mercado, como en su propia casa tienen el mercado más intervenido del deporte mundial. ¿No es contradictorio?
Pues sí pero no.
Pues sí porque la autonomía de la voluntad económica encuentra casi tantas restricciones como en la época en la que la economía española estuvo más intervenida, época curiosamente muy defendida por muchos liberales españoles en un ejemplo de coherencia admirable (nótese la ironía; hablo del franquismo, clarostá). El resultado final es un mercado hiperregulado y con infinitas distorsiones que constriñen la libertad de empresa.
Pero no porque realmente quien se ha impuesto esas rigideces y limitaciones ha sido el propio mercado, que se ha autorregulado. Precisamente es esto lo que defienden los valedores del mercado libre: estado, no te metas, que el mercado ya sabrá cómo solucionar los problemas. Tiende al equilibrio y logrará el equilibrio. Quién mejor que los sujetos privados para reconocer los problemas y ponerles solución, no un tercero hostil. La autorregulación. Sin imposición estatal, sino a través de una sucesión de pactos de los sujetos que participan en el mercado Y, a la vista está, el modelo ha funcionado en la NFL.
Llegados a este punto podemos plantearnos si este mercado autorregulado constituye un ejemplo a favor de los liberales que propugnan la ausencia de injerencias estatales en el mercado. Podrían argüir que el mercado es sabio y si hacen falta normas se autoimponen. Por tanto, podrían decir, hagamos lo mismo con todos los demás mercados, incluso en aquellos en los que se vean fallos de mercado.
No, no me vale el argumento. El mercado de la NFL y el de la educación, la sanidad o la venta de bienes de consumo son tan equiparables como un tornillo y un calamar (no creáis que es tan fácil, que he estado pensando durante un minuto qué cosas que no tienen que ver pongo como ejemplo). El mercado deportivo profesional norteamericano no es un ejemplo válido de la bondad del mercado libre y de la capacidad de este para autorregularse. Al menos, no es un argumento para extrapolar esta visión a otros mercados ¿Por qué? Porque entre los actores de este mercado particular se da una diferencia muy importante en comparación con los demás mercados en los que intervienen sujetos privados. ¿Cuál es? Que cada sujeto privado necesita competidores. Necesita que haya rivales para que exista la liga. ¿Cuántos? Pues los que maximicen los ingresos individuales de cada uno de los agentes económicos, que, en el fondo, todos actúan por egoísmo.
En cambio, en un mercado normal cada sujeto anhela la destrucción del competidor y hace todo lo posible para acabar con todos. Puede sonar crudo, pero es así. Todos los mercados tienden a la concentración, al oligopolio, a la desaparición de los más débiles y a que el pez grande se coma al chico. No en la NFL, donde hacen falta muchos peces. Pero sí en los demás mercados. Por eso el ejemplo no es extrapolable, ya que en cualquier otro mercado, si dejas al zorro entrar al corral lo normal es que se produzca un holocausto bovino, salvo que metas a un pastor que lo ahuyente. Vamos, que la ausencia de regulación funciona porque los sujetos privados saben que se necesitan y llegan a acuerdos para preservar el negocio. Por desgracia, en Europa los agentes económicos del mercado deportivo no son tan racionales y así les va, no hay más que ver sus finanzas.
Eso sí, el modelo no está exento de problemas, porque los perjudicados de muchas de las medidas, como el tope salarial, son los jugadores, y ahí surgen conflictos graves como el que se avecina para la temporada que viene si nada lo remedia. Los lockouts, cierres patronales, se producen de vez en cuando en las Grandes Ligas. Mal asunto, pero, como decía antes, no existe el modelo perfecto.
Conclusión conclusiva a la primera pregunta: ¿resulta contradictoria la intensa regulación del mercado deportivo profesional norteamericano con la libertad de empresa y de mercado propugnada por el capitalismo (realmente el liberalismo económico)? No, porque quien introduce las rigideces al mercado son los propios sujetos privados, aunque el resultado sí evidencia que un mercado libre no vale.
Pasamos a la segunda cuestión, que voy a tratar muy rápidamente, porque la respuesta es bastante obvia. El tema del antiamericanismo y el football. Nada mejor que I'm so bored with the USA, de The Clash, para ambientar el tema.
Qué importante es la precisión léxica. Y cuánto daño hacen las expresiones desafortunadas y las generalizaciones. ¿Por qué digo esto? Porque, en muchos casos interesadamente, se acuñan o usan expresiones poco adecuadas para denominar posturas o ideologías. Antiamericano es una de ellas. Es una expresión poco adecuada porque generalmente se utiliza sólo para referirse a quien esté en contra de determinadas actuaciones políticas estadounidenses, y, en la mayoría de las ocasiones, limitadas a la política exterior. Ya no entro en lo impreciso que resulta el término americano para referirse a los Estados Unidos, que también, pero no es el tema. Seguro que nadie tilda de antiamericano al republicano que está contra el actual presidente, pero sí al demócrata que lo estaba contra el anterior. Lo que no deja de ser paradójico, dicho sea de paso.
¿Puede ser antiamericano quien ama el rock and roll, el football, el jazz, el country (mierda, demasiados ejemplos musicales, busquemos otros), la NBA, pasear por Manhattan o el pepperoni*? ¿Acaso no representan instituciones típicamente estadounidenses? Pues sí. Lo que no tiene sentido es la idea de antiamericanismo, demasiado genérica e imprecisa.
*Inciso pepperoni: todos los comedores regulares de pizza conocemos el pepperoni. Qué nombre tan italiano. Pues el pasado verano, en mi primera visita a Italia veo una pizza que, según la carta, llevaba "peperoni". De puta madre, ñam ñam. La pido, aunque tenía el sospechoso nombre de "pizza vegetariana". Después de pedirla pero antes de que me la trajesen pensé, "pues el nombre no es muy adecuado para la pizza"... Y no, no lo era. "Peperoni" en italiano significa "pimientos". Imaginad mi alegría cuando llegó la pizza. Mi gozo en un pozo. El "pepperoni" que te ponen aquí es el embutido que inventaron en los Estados Unidos. Recordad, amigos: peperoni is not pepperoni.
El término antiamericano se pervierte tanto que se llega a asociar americano a conservador. Esto pasa también en otros países, léase antiespañol. Es decir, que si no estás de acuerdo con cómo se ha hecho algo hasta ese momento o cómo creen los conservadores que debe hacerse, eres antiamericano. Tócate las pelotas. No son pocos los que acusan a Obama de antiamericano. Me asombra la capacidad de algunos de arrogarse la potestad de determinar cuál es la esencia de un país, que casualmente suele coincidir con las ideas propias. Lo malo es que de tanto repetir la monserga, hay quien acaba creyéndoselo. No lo hagáis, por favor. Las cosas cambian. La gente y las políticas evolucionan. Y porque siempre ha sido así no es un argumento de peso.
Y tampoco le veo mucho sentido a declararse antiamericano, puedes ser contrario a una determinada política, manifestación cultural (v.gr. el reggaeton), pero no a algo tan general como Estados Unidos. Aclaro, por si alguien me malinterpreta, que no me estoy refiriendo a Rocamadour en absoluto al comentar esto. Él comenta que tiene aversión por muchos aspectos de la cultura estadounidense, lo que me parece algo totalmente comprensible y legítimo.
Pues eso, que el término antiamericano es torticero. Que no os engañen. No es incoherente estar en contra de las torturas de Guantánamo y ser un loco de la NFL. Qué tendrá que ver el tocino con la velocidad (vale, que si corres mucho quemas grasa, ergo a más velocidad menos tocino).
Sin embargo, también creo que, por otra parte, hay gente que tiene prejuicios respecto de la NFL y que no se interesa o siente aversión al tema porque seguro que es otro invento de estos imperialistas americanos. Pues muy mal. No se pueden tener esos prejuicios. Que vale, que es uno de los emblemas de los Estados Unidos, pero es un deporte, nada más.
Y sí, hay que admitir que quizá se pasan con los homenajes a las tropas, y que meten el patrioterismo por donde pueden, pero son cuestiones menores que, aunque creo que sobran en muchos casos (y no pretendo abrir otro debate diferente, el de si estoy a favor de no mezclar política con deporte, refrán que suelen suscitar los que no están de acuerdo con el mensaje político específico que se transmite en un evento deportivo, aunque cuando sí están de acuerdo con el mensaje no protestan tanto), no contaminan la esencia del deporte.
Sí, la conclusión a esta última pregunta es una perogrullada, pero el prejuicio existe y alguno puede llegar a ver como incoherente estar en contra de determinados aspectos relativos a la política o incluso a la cultura estadounidenses y ser seguidor a la NFL, cuando obviamente no hay contradicción alguna.
Bueno, espero que a alguien le haya interesado todo el rollo. Al fin y al cabo se trata de hablar de temas (creo) interesantes con la NFL como excusa. Si a alguien le cunde algo leerlo, me vale. En la próxima entrada volveremos a lo deportivo (y a otras historias en naranja y amarillo).
Una vez realizados los análisis y augurios de cada una de las divisiones de la NFC, y antes de ocuparnos de ídem en las divisiones AFC, es momento de recapitular. ¿Por qué? Porque no solo es importante ver quién gana cada división, sino qué equipos pueden colarse en los playoffs vía wild card, esto es, quiénes pueden ser los dos mejores no campeones de división de la conferencia.
Pero antes de entrar en harina, una serie de cuestiones que no tienen que ver con el football. Por eso estáis leyendo esto en amarillo. Un colega al que no le interesa el football (por ignorancia, claro) estaba leyendo ayer por la tarde el blog y sólo estaba interesado en (no sé si estaba interesado en son las palabras más adecuadas, quizá debería decir toleraba la lectura de) las tonterías ajenas al football que cuento. Bueno, más que tonterías, en lo que hablaba del Mundial. No es el único. Y le tenía que decir: léete los dos primeros párrafos, que el resto te va a aburrir (sin perjuicio del aburrimiento extremo que también podía experimentar al leer los dos párrafos de marras). Y como me ando tanto por las ramas, también habrá gente a la que le pase lo contrario, que solo esté interesada en cuestiones de football, que para eso es el tema del blog. Así que después de pensar un buen rato sobre si perpetrar esta gilipollez, me decidí por cometerla: diferenciar el texto footballístico del no footballístico. Como dicen en los libros de Derecho, es verdad que habrá áreas grises (en este caso amarillentas) donde será difícil decidir el color, como por ejemplo cuando hablo de otro deporte para compararlo o aplicarlo a lo que sucede en la NFL. En esos casos, optaremos por el blanco, no habrá amarillo.
Otra cuestión: hay gente a la que le disgustan mis exabruptos, salidas de tono o meadas fuera de tiesto. Antes de ayer me comentaba mi colega de los Falcons, que tiene la desgracia de ser simpatizante del equipo-que-no-debe-ser-nombrado, que le enervan mis ataques a su amada institución mafiosa. Ya os habréis dado cuenta. Para ambos casos, utilizo el naranja. Ya sabéis, si veis algo en naranja, como la advertencia que hacen en los telediarios: estas palabras pueden herir su sensibilidad.
Ayer se produjo un hecho que va a provocar unos cuantos naranjas pero que tengo el deber moral de comentaros. La selección española de baloncesto se presentó en el Madrid Arena. Con la presencia del alcalde. Menudos sinvergüenzas, hay que ser muy, pero que muy caradura, para presentar a un equipo de baloncesto en un recinto que, según palabras de los propios (ir)responsables municipales tiene que especializarse en espectáculos musicales y otras ofertas de ocio. Un recinto donde el baloncesto está vetado. El autor de la anterior frase en cursiva es vicealcalde de Madrid y socio del equipo-que-no-debe-ser-nombrado desde hace 40 años (este dato NO es gratuito, porque estoy seguro de que al equipo de su alma no le iba a dar un trato similar, como de hecho ha pasado, ya que les han dado la exclusiva sobre la Caca Mágica y la explotación comercial del recinto; tela), y el mismo que formaba parte del equipo que presentó dos candidaturas olímpicas fallidas, un adalid del deporte. Manda huevos. ¿Qué cojones pinta un equipo de baloncesto en el Madrid Arena? Lo mismo que en el Museo del Prado, en el túnel de la M-30 o en la mierda que han construido en medio de la Plaza de Castilla ¿Pero eso no era para conciertos? Echas al Estu de ahí, lo abandonas a su suerte vertiendo mierda y falsedades (como que no pagaba el alquiler del Arena, cuando quien debe dinero es el Ayuntamiento, manda huevos, porque el Estu tenía derecho a los naming rights de un pabellón que se llamó durante un tiempo Telefónica Arena) y luego metes a un equipo de baloncesto ahí. Y dice el alcalde, con un par de huevos, que está encantado de ceder el recinto a la selección española de baloncesto. ¡¡Pero cómo se puede ser tan cabrón!! A quien lo necesita no se lo cedo, pero para hacerme la foto y vender la moto, lo que sea. Que la gente no diga luego que en Madrid no hay recintos deportivos. Lamentable. Qué puta vergüenza, qué escándalo. Eso sí, como Madrid se vuelva a presentar como ciudad candidata a los Juegos Olímpicos y alguno de estos tipos esté en el comité organizador, me apunto de voluntario. Pero de voluntario para la campaña contraria a la candidatura, por supuesto. Lo dejo, que como muchos estudiantiles, pienso en el tema y me hierve la sangre. Queda inaugurado el naranja, pues.
Algo de música para relajar el ambiente: hasta ahora no había puesto ninguna canción del mejor grupo de la historia de la música. Ya era hora. Para los responsables de la gestión de los pabellones ¿deportivos? (solo en el nombre) de Madrid, Glad to see you go, encantado de que os vayáis a tomar por saco (traducción libre). Esta vez dejo el vídeo.
Decía que faltaba por hablar del tema de las wild cards. Es un tema importante, a playoffs se clasifican seis equipos, y por las absurdas predicciones que he hecho hasta este momento solo podría determinar a cuatro, los campeones de cada división (aunque en la NFC Norte no dejé el tema demasiado claro). Esto me lleva a hablar, antes de augurar qué equipos creo que pueden entrar en playoffs como mejores no primeros de división, del sistema de clasificación y, en relación con ello, del calendario de competición.
El sistema de clasificación para playoffs es un tema polémico. Se clasifican 12 de los 32 equipos (el 37,5%). Algunos ya consideran que son demasiados equipos. Primera cuestión. La segunda, que no van los 12 mejores de la liga, ni siquiera los 6 mejores de cada división, sino que el sistema sólo puede garantizar que se clasifiquen para postemporada los 3 mejores de cada conferencia. En un caso extremo, el cuarto mejor equipo de toda la liga podría quedarse fuera de los playoffs (caso raro, en el que los cuatro mejores equipos de la liga sean de la misma división, difícil porque juegan 6 partidos entre sí, pero no imposible; el cuarto de la división siempre se queda fuera de playoffs).
Comencemos por la primera cuestión, ¿son muchos 12 equipos en playoffs? Para mí, no. ¿Por qué? Está claro que a los playoffs solo deben llegar los mejores, la excelencia de la competición. Ahora bien, ¿cuántos son los mejores? Si se pone un número excesivo de equipos se desvirtúa el espíritu de los playoffs, porque la plebe no ha de colarse en la fiesta de la nobleza. Por otra parte, ya que los playoffs son la fase más interesante de la temporada, cuanto más duren mejor, tanto para la liga como para sus equipos. Además, si el porcentaje de equipos clasificables es muy bajo, al no haber descensos de categoría, muchos equipos y, lo que importa, muchas aficiones pierden motivación hacia la competición. Vamos, que a mitad de temporada no te juegas nada, menuda mierda. Hay que establecer el equilibro entre solo los mejores-mantener el interés de la competición. ¿Qué criterios podemos utlizar para evaluar si el número actual de equipos que acceden a playoffs en la NFL, 12, el 37,5%, es excesivo?
Empecemos comparando con otras competiciones (lo siguiente no va en amarillo porque es un criterio para dilucidar una cuestión footballística; este paréntesis sí porque trata de una cuestión metabloguística, no footballística): para los playoffs de la NBA se clasifican 16 de 30 (53,33%), para la postemporada de la MLB, 8 de 30 (26,66%), para la de la NHL, 16 de 30 (53,33%); en España, para los playoffs ACB se clasifican 8 de 18 (44,44%) y para los de la LNFS, 8 de 16 (50%). Vemos, pues, que el 37,5% es el segundo porcentaje más bajo de equipos clasificados para postemporada, el segundo más "elitista", solo por detrás de la MLB. Por cierto, en la MLB también siguen el sistema de conferencias y divisiones, se clasifican los 3 campeones de división de cada conferencia y el mejor segundo. En una competición con 162 partidos de temporada regular por equipo (cágate), no puedo entender que tengan así el sistema de calificación (todos pueden jugar contra todos), pero bueno, no nos desviemos del tema que el texto se tiñe de amarillo. La conclusión del criterio comparativo me parece clara: el número de equipos de playoffs en la NFL no es excesivo.
Segundo criterio: ¿llega bazofia a los playoffs? Estamos de acuerdo en que a los playoffs solo pueden llegar equipos buenos, merecedores de tal distinción. Se requiere un mínimo de potencia. Debe observarse, pues si llegan equipos mediocres a la postemporada. Esos que son apalizados o que, sencillamente, son incapaces de competir. Esta capacidad de competición se puede ver atendiendo a las sorpresas: cuántas veces un último clasificado a playoffs ha tenido éxito. Así, en la NBA abundan las palizas en las primeras rondas. Las sorpresas, como la inolvidable eliminación de Dallas por Golden State, son escasísimas. ¿Y en la NFL? Hace dos temporadas dos equipos sospechosos de bazofia se clasificaron a los playoffs: unos, con un registro de 8-8, ganaron su pésima división; otros, ganaron una división casi tan mala con 9-7. Otros equipos con 11 victorias se quedaron fuera. Recuerdo artículos en la ESPN sobre qué lugar ocuparían aquellos Cardinals entre los peores equipos en llegar a playoffs. Los daban casi en cabeza. Pues bien, los del 8-8 eliminaron a los Colts de Peyton Manning y aquellos de los que se decía eran de los peores de la historia no ganaron la Super Bowl por un minuto. No creo que esté llegando bazofia a los playoffs. El año pasado la ronda de wild card estuvo poco emocionante (salvo el épico y fatídico partido Cards-Packers), pero no por culpa de los teóricos mediocres: unos Jets que se consideraba de lo peorcito en llegar a playoffs (una vez más) estuvieron a dos cuartos de llegar a la Super Bowl, barriendo antes al campeón de la AFC Norte y a una gran potencia, los campeones de la AFC Oeste, el equipo de Nate Keading, los Chargers. Quizá el único wild-card team que no estuvo a la altura fue Philadelphia, pero no creo que puedan cuestionarse sus méritos para llegar a postemporada.
A los dos anteriores criterios hay que añadir lo dicho como ventajas de la ampliación de los playoffs: mayor duración de la etapa más interesante de la temporada y mantenimiento de la motivación de más equipos y aficiones durante más tiempo. Por todo lo anterior, creo que el número de equipos clasificados para playoffs está bien como está.
Ahora hablemos del sistema. Durante la carrera tuve una asignatura insufrible llamada Métodos de decisión. A pesar de su nombre, era de numeritos. Mucha estadística, infumable. Eso sí, aprendí algo: que el ideal pocas veces se alcanza, por lo que en la mayoría de situaciones estamos obligados a buscar una solución compromiso. [He dudado mucho si poner algo de lo anterior en amarillo, me inclino por el no porque es el argumento de apoyo a lo que digo ahora]. El ideal es imposible en la NFL. En la NFL no hay 8 mejores en una temporada regular. No, no los hay porque no se pueden determinar conforme a criterios objetivos. ¿Cómo que no? Como que no. Si no juegan todos contra todos, y en contra todos me refiero a los mismos partidos contra cada equipo, la información (los balances victorias-derrotas) no es comparable. 11-5 is not 11-5. Para que fuese comparable harían falta 58 jornadas (que cada equipo jugase en casa y fuera contra todos los equipos de la liga). Para hacer comparable la información en cada conferencia, 28 jornadas, también inviable. Hace falta solución compromiso. Algún tipo de injusticia tiene que haber, es inevitable.
La solución compromiso actual, el sistema de divisiones. Dentro de cada división los resultados son bastante comparables, aunque no plenamente porque cada equipo no juega contra los mismos rivales, pero son parecidos. 6 partidos contra rivales de la división (uno en casa, otro fuera, contra cada uno de ellos), 4 partidos intraconferencia (dos en casa, dos fuera; todos los equipos de una división contra los mismos equipos de otra división de la misma conferencia, aunque no coincide el hecho de jugar de local o visitante), 4 partidos interconferencia (dos en casa, dos fuera; como en el caso anterior, los rivales son los mismos dentro de cada conferencia) y 2 partidos contra equipos de clasificación similar de la misma conferencia (uno en casa, otro fuera). 14 de los 16 partidos son comunes, aunque puede variar la condición de local o visitante en 10 de ellos. Dentro de la división, los resultados son comparables; fuera de ella, no. De ahí que tenga sentido que el sistema de calificación a playoffs esté basado en clasificaciones divisionales. Las otras dos plazas van para los dos mejores no campeones de división. Tiene sentido en unos playoffs separados por conferencia. Cabría discutir si la separación conferencial tiene sentido, sobre todo porque la división entre American League y National League a día de hoy tiene más bien poco sentido. En eso no entramos hoy.
¿Alternativas al criticado sistema? A mí sólo se me ocurre una. Partiendo de la base de que la temporada tiene que ser de 16 partidos, no más (jugadores y analistas se oponen con fruición), y que cada conferencia tiene 16 equipos, podrían abolirse las divisiones y conservar las conferencias. 15 partidos contra rivales de conferencia y 1 contra uno de la otra. Resultados casi perfectamente comparables dentro de la conferencia, playoffs más representativos de la elite de la liga globalmente considerada. Habría una pequeña distorsión por el factor cancha y el partido contra el equipo de la otra conferencia, pero bueno. ¿Inconvenientes? Se difuminan las rivalidades. Los Packers deben visitar Chicago todos los años, y los Bears también Lambeau Field. Además, la preservación de las rivalidades ha llevado a desechar el criterio geográfico en casos como el de los Cowboys, encuadrados en la NFC Este para seguir atizándose con sus rivales históricos. La tradición es el obstáculo.
En mi opinión, el sistema está bien como está. Habrá injusticias como que un equipo se clasifique a playoffs con 8 victorias y otro quede eliminado con 11, pero al hablar de injusticias estamos asumiendo que los resultados son comparables, cuando realmente no lo son por los motivos expuestos más arriba.
Y ahora, después de esta parrafada, entramos en harina. ¿Quién conseguirá tarjetas salvajes en la NFC? Elucubremos.
Pero antes de seguir elucubrar, un poco de música. Decía que tiene delito que no haya puesto nada de la mejor banda de música, así que compensemos con otro. Bueno, realmente no. Realmente no y por partida doble. Lo que voy a poner es una versión de una versión que hacían los chicos de Forest Hills. La original es de Bobby Freeman, y la han interpretado todo tipo de bandas como los Beach Boys o los Ramones. Y hoy, trasteando por Youtube, me encontré con esta versión del grupo argentino Attaque 77. Traducida al español. No diga Do you wanna dance?, diga ¿Quieres tú bailar? Suban el volumen, que se sale.
Volvemos a los augurios. Qué equipos pueden ser los mejores no campeones de división en la conferencia nacional. Empiezo con descartes: no veo a ninguno de la NFC Oeste entrando por wild card en playoffs. Es una división muy floja que supongo que además estará baratica, así que el que no la gane, se va de vacaciones. El menos malo, el tuerto, que decía en mi absurda predicción, reinará en la tierra de los ciegos (dicho esto, el segundo y tercero de esta división entran en wild card; no, no lo creo). Además, la experiencia de los últimos años nos muestra que el oeste no es tierra de wild cards. El salvaje oeste, inapto para tarjeta salvaje. Nada indica que vaya a dejar de ser así.
Nos quedan, pues, tres divisiones. ¿Hay alguna con equipos especialmente fuertes? A priori da la sensación que la NFC Norte y la NFC Sur son las más fuertes. Y tienen una ventaja con respecto a la NFC Este: hay un comodín. Por comodín traducen algunos la expresión wild card, pero yo utilizo esa palabra como diminutivo del adjetivo, no como sustantivo: que es cómodo jugar contra ese equipo. Los comodines son los Lions y los Buccaneers. En la NFC Este no veo ningún comodín, porque todos tienen armas para darse de palos. Y, además, los calendarios de los equipos de la NFC Este son más duros que los de las otras dos. Por esos motivos, descartaría a la NFC Este, aunque no del todo convencido, porque esa división podría ganarla algún equipo con 13 victorias (¿Dallas?) y no sería raro que el segundo rondase las 11. Bueno, que tengo que mojarme un poco, que si no menuda mierda de predicción, así que descartado el Este.
Quedan, pues, dos divisiones, norte y sur. Me sorprendería mucho que Vikings o Packers (en este caso, además, me disgustaría) se quedasen fuera de playoffs. Son dos muy buenos equipos con calendarios relativamente sencillos que deberían luchar por su división hasta el final. Eso sí, a diferencia del año pasado, espero a unos Bears mucho más competitivos. Pero no a la altura de los otros dos, así que la primera wild card para el segundo de la NFC Norte. Ojalá sean los Vikings.
La sexta y última plaza de wild card creo que sale del segundo de la NFC Sur. Dije que los Panthers me daban mejor sensación que los Falcons. A los Saints los daba primeros, y mantengo mi apuesta. Puede que me equivoque, igual que me habría equivocado la temporada pasada si me preguntan por las posibilidades del campeón de la Super Bowl de llegar a playoffs. En otras palabras, que no habría dudado de los Steelers. Igual que este año no dudo de los Saints. ¿Panthers o Falcons? Pues como uno tiene que ser algo coherente en lo que hace y dice (y escribe) y como no ha pasado ningún evento extraordinario que invite a cambiar mis pronósticos, apostaré por Carolina.
Esa es mi apuesta sobre wild card, el subcampeón del norte y Carolina.
Una cuestión más: ¿estará la wild card tan cara como el año pasado en la NFC o tan barata como lo estuvo en la AFC? Lo de barato y caro es relativo, porque si hicieron falta menos victorias en la AFC fue precisamente por culpa del nivel competitivo de sus equipos. Apenas había comodines, como prueba el hecho de que los cuartos de la AFC Sur, los Jaguars, estuvieron en la pelea hasta el final. Pues creo que la pelea por la wild card no va a estar tan descafeinada como la temporada pasada, ya que hay más equipos con opciones.
De los equipos de playoffs del año pasado, en principio solo Arizona ha bajado claramente su nivel y Philadelphia puede que también (aunque en este último caso es una incógnita todavía). Y en cambio, otros parecen haber mejorado, como los Falcons si no se les lesiona medio equipo, los Redskins, los Bears e incluso Carolina. Los Giants seguro que vuelven a estar el ajo hasta el final. Vamos, que he nombrado a todos los equipos menos a los comodines y a la NFC Oeste. Lo siento, pero sobre el papel todo parece tan bueno que me cuesta descartar a nadie. Luego llegarán las lesiones y el tiempo pondrá estos pronósticos en su sitio, ya veréis.
Muy poco adecuado el título a esta entrada. De recapitulación, poco. Otras muchas historias sí, pero tantas que casi sería más adecuado Muchas historias (y algo de recapitulación NFC). Publicidad engañosa. Bueno, cuando empecé a escribir no pensaba que fuera así. Y en colorines. Ya me diréis qué pensáis de esta tontería, que para eso abro encuesta. Eso sí, aviso de que aunque haya ciberclamor popular, puede que esta sea la última vez que haga la gilipollez de los colores. O no, según me dé.
Bueno, ya, ¿no? Supongo que ya estaréis recuperados de la resaca. Es que unos de por aquí ganaron la competición deportiva más importante del mundo. La lucha por la dominación mundial en clave deportiva, la que paraliza los cinco continentes. No me refiero a los Juegos Olímpicos, porque esa competición no la gana nadie, por mucho medallero que haya. Es la que habrá hecho que muchos os hayáis emborrachado y quizá, perpetrado actos vandálicos el domingo de la semana pasada; o que algunos otros estéis hasta las pelotas de tanta mierda, de tanto patrioterismo, de tanto oportunismo, de tanta caspa televisada (me refiero a la celebración, una chapuza lamentable, para la que el Ayuntamiento de Madrid no repara en gastos, con cutrérrimo resultado) y de ver a deportistas ebrios o dando vergüenza ajena al hablar, pero bueno, es lo que hay, es inevitable. Eso sí, ninguno olvidará dónde estaba viendo el partido del domingo. No es para menos. Creo que ya lo he dicho alguna vez, pero el palmarés de los equipos no importa, importa lo que tú como aficionado has vivido o sufrido. En otras palabras, que (lo siento por ellos) aunque Uruguay tenga dos Copas del Mundo, de poco importa si tú como aficionado no lo has vivido. Si no lo has visto, no vale (me hace mucha gracia cuando algunos amigos me hablan de ciertas seis Copas de Europa; sin entrar en si son comparables a las de ahora --que no--, siempre pienso tienes razón, hay que ver la juerga que te corriste cuando ganasteis cada una de esas seis copas, eh). Por eso hay que valorar la suerte de vivir estos momentos. A bote pronto, seguramente estemos ante el mayor éxito de España en los últimos dos siglos (por mucho que se predique el orgullo por lo español estos días --si es que se cabe estar orgulloso del país que sale en tu pasaporte, pero ese es otro debate--, la verdad es que hay bastante poco de lo que estar orgulloso).
El mundial de fútbol nos ha dejado varias enseñanzas. Por ejemplo, ahora sabemos por qué a la selección neerlandesa se la llama la naranja mecánica. También hemos visto errores arbitrales muy graves que deberían obligar a los organismos competentes a replantearse su prohibición del uso de viejas tecnologías (el vídeo no tiene nada de nuevo). Pero, sobre todo, ha reforzado mi visión de que toda predicción tiene bastante de absurda. La historia del mundial, dejando un lado el romance entre un jugador y una periodista, es tan surrealista que parece escrita por la peña de Hill Valley: un pulpo ha acertado el resultado de 8 partidos. ¿Sabéis cuál era la probabilidad de que hubiese acertado esos 8 partidos? Pues en los 3 primeros que acierta, de un 33% en cada uno (porque cabía el empate; el acierto más "sorprendente" es el del Alemania-Serbia, quién iba a decir que los alemanes, tras arrasar a Australia, iban a perder con un equipo que venía de caer ante Ghana); en los 5 siguientes, de un 50%. La probabilidad total de haber acertado los 8 partidos es de 33% al cubo por 50% elevado a 5, esto es, de un 0,11564%. Y los humanos seguimos perdiendo el tiempo con análisis y predicciones. Manda huevos. El otro día un amigo me contaba que una cartera de valores seleccionada por un mono obtuvo mayor rentabilidad que las confeccionadas por varios profesionales de la materia. Googleando un poco, parece que la historia es esta, la del mono Merlín, protagonista de un experimento encargado por el diario Expansión que dio como resultado la aplastante victoria simia sobre instituciones tan renombradas como la división española de Merrill Lynch. ¿Qué quiero decir con esto? Que aunque alguien sea el mayor experto mundial en football, nada garantiza que sus predicciones sean más fiables que las de otra persona que no tiene ni idea como yo, porque hasta un cefalópodo comiendo mejillones puede ser más fiable que cualquier experto en sus augurios.
Bueno, volvemos a hablar de otra competición cuyos vencedores son también denominados en su país como campeones del mundo, aunque tal designación sea ridícula. No dudo que sean los mejores del mundo, pero en una competición doméstica no cabe esa denominación. Mira que les gusta a los americanos utilizarla (los que ganan la NBA, la NHL o la MLB también se hacen llamar campeones del mundo), pero alguien debería explicarles que no tiene ningún sentido. En Australia, nadie dice que el equipo que gana la liga de fútbol australiano (AFL) es campeón del mundo, por mucho que ese deporte sólo se juegue allí. En béisbol, baloncesto o hockey tiene mayor delito, porque a esos deportes también se juega en otros lugares del mundo y aunque nadie ponga en duda que los equipos norteamericanos son los mejores, la condición de campeón mundial deberían demostrarla en el terreno de juego. De coña, vamos. Pero no viene mal para hilar los dos temas. Hablemos (escribamos) de la NFL, pues.
Termino mi ronda de augurios de la conferencia nacional por la NFC Este. Decía hace unas semanas que aplazaba mis predicciones de esta división hasta que se aclarase el futuro de Albert Haynesworth, ya que es (¿era?) una pieza importante de los Redskins y en su eventual traspaso podrían estar implicados jugadores relevantes. Por desgracia, todavía no hay certeza sobre el futuro del que los enojados aficionados de los Redskins apodan Fat Al (en español da lugar a un gracioso juego de palabras: "fatal"; bueno, no estoy seguro de que sea gracioso, pero apuntado queda). Lo último que he leído sobre el asunto es que Shanahan cuenta con él, así que asumiremos que estará con los capitolinos, aunque a ver cómo.
La elección musical tiene que ver con la cárcel. No podía ser de otro modo, en una división de la que forman parte algunos de los convictos más ilustres de la liga: Michael Vick, que igual vuelve al redil, y Plaxico Burress, aunque este técnicamente ya no es jugador de los Giants, sigue en nuestros corazones como tal (para los fans de Plaxico, que sepáis que ha pedido por segunda vez, como dicen en las traducciones de las pelis norteamericanas, la condicional). Prison Bound, de Social Distortion:
Creo que la NFC Este ocuparía el segundo lugar en cuanto a solera entre las divisiones de la NFL. Solo [aprovecho este adverbio para darle las gracias al lector que elogiaba que respetase la lengua; ¿sabíais que solo sólo debe llevar tilde si es adverbio --de significado equivalente a solamente-- y resulta ambiguo si se trata del adverbio o del adjetivo? en otras palabras, que si le ponéis tilde y no es ambiguo, estáis cometiendo una falta de ortografía; lo mismo, mutatis mutandis, para el uso de la tilde en los demostrativos, solo pueden llevar tilde cuando sean pronombres y existan dudas sobre si son adjetivos, aunque en este caso casi nunca existe ambigüedad, por lo que si no ponéis la tilde nunca, probablemente siempre acertaréis] superada, como ya dije, por la NFC Norte.
La división se funda en 1967 con el nombre de Capitol Division, manteniendo la tradición de que todas las divisiones tenían una denominación que empezaba por la letra c y contenía siete letras: Capitol, Central, Coastal y Century. El nombre de la Capitol Division se debía a que se centraba en el capitolio de los Estados Unidos, en Washington, D.C. Desde 1968, los cuatro equipos que forman la división en la actualidad están en ella (Redskins, Giants, Eagles y Cowboys), aunque durante muchos años tuvieron a algún compañero más de pelea (como los Saints o los Rams). Cuando se reestructuraron las divisiones de la NFL, la liga decide que los Cowboys, a pesar de su apartada situación geográfica en relación con el resto de la NFC Este, deben permanecer en esta división. ¿Por qué? Por la rivalidad histórica de Dallas con el resto de equipos de la NFC Este, especialmente Washington. Pero mirad qué lejos están los Cowboys de sus rivales de división (he destacado los equipos de la NFC Este encuadrándolos en naranja, para que nadie se pierda), si existen multitud de equipos más orientales que ellos, que del este tienen poco.
La NFC Este, además, tiene el honor de aglutinar el mayor número de victorias en campeonatos de la NFC y en Super Bowls de toda la NFL, 19 y 11 respectivamente. Todos sus equipos tienen campeonatos nacionales (que no Super Bowls, ya que los Eagles todavía no han ganado ninguna). Además, a principios de la década de los 90, tres de sus cuatro equipos ganaron cuatro Super Bowls consecutivas, todas ellas a costa de los Buffalo Bills, que seguro que no tienen un buen recuerdo de esta división.
Bueno, creo que ya es suficiente rollo histórico. Volvamos a la actualidad. Qué va a pasar esta próxima temporada y qué pinta tienen los equipos. El favorito indiscutible es Dallas, favorito para muchos analistas para ganar la NFC y ser el primer equipo que juega una Super Bowl en casa. También son mis favoritos para ganar la división, por el simple motivo de que ya eran un buen equipo el año pasado, tienen un plantillón, y son el equipo que ha experimentado menos cambios. Los Giants tampoco presentan grandes novedades, pero no los veo a la altura de los Cowboys, aunque probablemente son los mejor posicionados para ser segundos. Los otros dos equipos, Eagles y Redskins, protagonizan los grandes cambios, cambios que tienen nombre propio: Donovan McNabb. El cambio debería favorecer a Washington en el corto plazo y a Philadelphia en el largo, pero uno nunca sabe. La mudanza de McNabb a la capital de los Estados Unidos genera mucha incertidumbre en cuanto al rendimiento de su nuevo y pasado equipo, pero supongo que ninguno de ellos estará para luchar la división, con ligera ventaja, en cuanto a estos dos, para Philadelphia.
Dallas Cowboys. Adelantaba al principio de la entrada que los Cowboys son los favoritos indiscutibles para ganar la división e incluso la NFC. A lo primero, ninguna objeción. Dallas tiene un equipazo, el mejor de la división con mucho. Sólo falla el head coach, pero son un equipazo, en ataque y en defensa. Ahora, ¿tanto como para predecir que llegarán al Partido? No lo creo. La Super Bowl es en su estadio, y nunca nadie ha jugado el Partido en casa. Además, está el tema de la sobrevaloración. A los Cowboys se les apoda The America's Team. Son de los equipos que concitan mayor atención de los medios de comunicación, si no el que más. Cuentan con personajes famosos o mediáticos como su dueño, Jerry Jones; Tony Romo, hace poco ennoviado con una cantante famosa (famosa, no buena); o Miles Austin, ahora emparejado con la famosa ex de Reggie Bush y Cristiano Ronaldo. Tanta atención mediática genera, inevitablemente, una tendencia a la exageración de las expectativas. Hay una palabra en inglés de difícil traducción que define lo que se genera alrededor de los Chicos-Vaca (me encanta traducir así Cowboys): overhype. Demasiadas expectativas. Ya pasó la temporada pasada: muchos daban a los Cowboys como favoritos para ganar la Super Bowl, a pesar de que su entrenador presentaba un maculado registro en playoffs de 0-4 (1-5 tras la pasada postemporada) y de que tampoco su rendimiento en la temporada regular fuese el mejor de la liga (aunque terminaron bastante bien). Al final, acabaron siendo arrasados por un equipo mucho mejor que ellos, los Vikings.
Analicemos la plantilla de Dallas, que, como decía, cuenta con un ataque y una defensa temibles. El ataque no pierde a ningún titular en relación con el equipo de 2009 y la defensa a dos titulares, aunque la baja más importante puede ser la del left tackle Flozell "Hotel" Adams, al que cortaron tras 12 temporadas en el equipo.
Tony Romo es un buen quarterback, que en principio tiene todo para estar en la elite de la liga si no lo está ya, pero que tiene un problema importante: en los momentos importantes la caga. A este chico de Wisconsin se le compara a menudo con el antiguo héroe del estado, Brett Favre. Creo que las similitudes van más allá del estilo de juego. Leía después de la eliminación de los Vikings en la final de la NFC, que antes de la fatal intercepción que sufre Minnesota en el último ataque del cuarto cuarto se podía oler la intercepción de Favre. Estaba en el ambiente, tenía que llegar. Algo parecido pasa con Romo. Hasta ahora es un quarterback poco fiable en playoffs. Es un QB algo débil mentalmente, defecto que suele acusar más en postemporada. También, como Favre, es demasiado impulsivo. Toma decisiones demasiado arriesgadas en momentos en los que no procede. Veremos si ha madurado para la temporada y previsible postemporada que viene. Aunque si sigue los pasos de Favre, no lo hará. Sus distracciones golfísticas tampoco ayudan. En cualquier caso, es un gran quarterback, quizá el mejor de su división, aunque no me atrevo a asegurarlo tajantemente, que McNabb es mucho McNabb y Eli tiene un anillo (por cierto, los mismos que su hermano y conseguido ante un equipo mejor, liderado por Tom Brady, no por Rex Grossman). Por cierto, Romo tiene el récord de la franquicia (no Troy Aikmain) en porcentaje de pases completados y, en la temporada 2009 batió el récord de la franquicia en yardas de pase, pases de touchdown y pases completados en una temporada.
Los receptores de Dallas son extraordinarios. Y este año se les une el novato Dez Bryant, el chico al que le preguntaron por cómo su madre se ganaba el pan. Temible. Del excelente cuerpo de receptores, el único que todavía no ha respondido a las expectativas es Roy Williams. No está respondiendo a su salario de estrella, y como se duerma Dez Bryant podría comerle la tostada. El líder del cuerpo de receptores la temporada pasada fue Miles Austin, que además trae para la nueva temporada el Factor Kardashian a Dallas. Perdonadme por la gilipollez, pero hay que comentarla: los equipos cuyos jugadores están liados con alguna de las hermanas Kardashian (famosillas sin oficio) ganan títulos. Lamar Odom, de los Lakers, se casó con una de ellas. Resultado: dos títulos consecutivos en la NBA. El año pasado, Kim Kardashian, actual novia de Miles Austin, lo era de Reggie Bush. Todos conocemos el resultado. ¿Mantendrá Dallas la racha? Bueno, tonterías aparte, Miles Austin es de los mejores receptores de la liga; no a la altura de un Larry Fitzgerald o Andre Johnson, pero en la elite. No está mal para un jugador que no fue ni drafteado. En el excepcional equipo de receivers de Dallas también hay que destacar a Patrick Crayton, que actúa como retornador de punts, aunque tras la llegada de Dez Bryant su futuro en la franquicia de la estrella solitaria (cuán poético nombre) no está claro. El tight end titular es Jason Witten, un seguro para Tony Romo y el principal objetivo de los pases del quarterback de Wisconsin. La conclusión: Romo tiene a quien pasar.
En cuanto a los corredores, a Dallas no le falta talento, aunque no está claro quién desempeñará el rol de running back principal. Parece que Felix Jones tomará el relevo a Marion Barber, el titular la temporada pasada, dado el mejorable rendimiento del segundo, aunque el problema de Felix Jones es su salud. Si se mantiene sano, debería ser el corredor de referencia. Completan la unidad de corredores Deon Anderson, que actúa de fullback y un suplente de garantías, Tashard Choice, que ha aprovechado las oportunidades que ha ido teniendo y es el destinatario principal de los snaps cuando los Cowboys atacan en Wildcat.
La línea ofensiva tuvo problemas el año pasado en los momentos importantes. Los Vikings se comieron a Romo en la ronda divisional de los playoffs. Flozell Adams parece ser el chivo expiatorio, y Doug Free será su sustituto en la línea ofensiva. Esta línea, que se ha reforzado únicamente con el jugador de quinta ronda del draft Sam Young, debería estar liderada por Andre Gurode. En cualquier caso, es el punto débil de un ataque temible.
La defensa de los Cowboys también cuenta con jugadores de elite. Está el que es para muchos, y me incluyo, el mejor jugador defensivo de la NFL, DeMarcus Ware, aunque (y este aunque es importante) todavía no ha sido un jugador decisivo en playoffs. La unidad de linebackers de la que forma parte Ware es el punto fuerte de la defensa 3-4 de los Cowboys. Además de Ware, Dallas cuenta con Anthony Spencer, que firmó un final de temporada 2009 excelente, y además de estos dos playmakers (jugadores que hacen jugar) defensivos, están Bradie James y Keith Brooking, que jugando por dentro cumplieron perfectamente su papel. A este cuerpo de linebackers se les une el jugador de segunda ronda Sean Lee, que probablemente tendrá minutos durante la temporada en detrimento del jugador de primera ronda de 2006 Bobby Carpenter, al que parece que se le ha pasado definitivamente el arroz en Dallas.
La línea y la secundaria de Dallas no son tan potentes, aunque la secundaria cuenta con dos Pro Bowlers de 2009, Terrence Newman y Mike Jenkins. El punto débil de la secundaria está en la posición de free safety, para la que los Cowboys no tienen todavía un titular claro, aunque el cornerback Alan Ball podría ocupar esta posición en competencia con el jugador de segundo año Mike Hamlin. En cuanto a la línea, estará liderada por Jay Rattliff, de los mejores jugadores de la liga en el puesto de nose tackle (cada vez más frecuente, ya que abundan las defensas 3-4) flanqueado por Igor Olshansky en la derecha y Spears por la izquierda (jugador de primera ronda de 2005 que aunque ha tenido un rendimiento aceptable no ha sido para tirar cohetes), aunque este tendrá competencia en jugadores como Hatcher o Bowen. Línea decente, pero no excepcional.
Terminamos con los equipos especiales, que cuentan con un buen punter, Mat McBriar, pero donde falta un buen kicker. He hablado ya bastantes veces de lo importante que resulta un kicker, sobre todo en playoffs, así que no insistiré. Dallas tuvo que cortar a Nick Folk en esa posición el año pasado y este parece que va a confiar en David Buehler, que hasta ahora sólo se dedicaba a kickoffs por sus problemas de precisión. Poco fiable, punto débil importante. Por cierto, Dez Bryant seguro que actuará de retornador de kicks y punts, atención al 88 de Dallas porque en la universidad mostró que es un peligro jugando en esa posición.
Ah, y que no se me olvide: Wade Phillips. El entrenador. Si decía que Tony Romo es un tío que la caga, no digamos del bueno de Wade en playoffs. Phillips da mal rollito. Ya me extraña que Jerry Jones no lo haya destituido para esta próxima temporada, en la que todo lo que no sea llegar a la Super Bowl probablemente será considerado un fracaso para la franquicia de Texas, por lo que estamos ante la última oportunidad de este entrañable entrenador.
Calendario: otro factor por el que Dallas debería rebajar su euforia. El tercero más duro de toda la liga y el más duro de la división. Incluye visitas a Green Bay, Minnesota e Indianápolis y visitas de Saints y Titans. Ojo porque aunque no debería comprometer su victoria en la división, sí que afecta a la lucha por la ventaja de campo en postemporada, y no es lo mismo recibir a los Packers que viajar a Lambeau Field en pleno enero.
New York Giants. Os cuento una pequeña putada: gracias a circunstancias que no vienen al caso, la semana del 9 al 15 de agosto estaré en Nueva York (¡yuju!). Las fechas no son modificables, por desgracia. ¿Por qué por desgracia? Porque el 16 de agosto, lunes, a las 8 de la tarde se inaugura el New Meadowlands Stadium con un partido de pretemporada entre los dos equipos del estado de New Jersey, Jets y Giants. Aunque sea un sucedáneo de partido de football, anda que no me habría gustado asistir a la inauguración de la sede de la Super Bowl de 2014. En fin, qué le vamos a hacer.
Hablemos de los Giants, por quien casi todos los analistas apuestan como segundos de la NFC Este. Repiten todos los titulares del ataque, y las novedades vienen en la defensa donde pierden a 4 de los 11 titulares.
Eli Manning siempre será el otro. Siempre que no gane más anillos que su hermano. Y aún así, no tengo claro que deje de serlo. El bueno de Eli tiene que luchar contra dos cuestiones, fundamentalmente, para que no se le infravalore: una, que es el hermano del que para casi toda la crítica es el mejor jugador de la NFL de la década. No es poco. La otra, que el pobre tiene tal cara de empanado que transmite una sensación de indolencia terrible. Y esas dos cuestiones conducen a una valoración para mí injusta de Eli Manning. Ya lo apuntaba más arriba, si comparamos, Eli tiene los mismos anillos que Peyton y el suyo lo consigue contra los invencibles Patriots de Tom Brady. Bastante más mérito que conseguirlo contra los Bears de Rex Grossman, con todos mis respetos. Vamos con el tema del empanamiento y la desmotivación. No sé cómo se mide ese factor. Hay quien dice que está de vuelta y le falta ambición. No sé qué base tienen tales afirmaciones, más allá de que uno puede pensar que ya ha conseguido su anillo y que bueno, lo normal es que se relaje, pensamiento que puede reforzarse al ver la cara de panoli de Eli. Los números, sin embargo, indican otra cosa: la temporada 2009 fue la mejor de Manning en número y porcentaje de pases completados, yardas, touchdowns y quarterback rating. Vamos, que estadísticamente fue el mejor año de su carrera. Y todo esto a pesar de que tuvo problemas de lesiones. Mi impresión final: que los Giants cuentan con un quarterback cojonudo. Probablemente peor que Romo o incluso McNabb, pero el único de los tres que demostró que puede guiar a su equipo al anillo. Si estuviesen a punto de empezar los playoffs, ¿estáis seguros de que no elegiríais a Manning como vuestro quarterback si pudieseis seleccionar a cualquier QB de la NFC Este?
Bueno, creo que ya tenemos suficiente apología de Eli. Vamos con sus receptores. Hakeem Nicks, Steve Smith, Mario Manningham y el tight end Kevin Boss, fundamentalmente. Equipo de receptores más que decente: Smith batió el récord de recepciones de la franquicia en una temporada durante la pasada, y Nicks hizo una de las mejores temporadas de un rookie en los Giants como receptor. Manningham es otro receptor de categoría, como prueban sus 822 yardas y 5 touchdowns la temporada pasada, mientras que Kevin Boss es un buen tight end, tanto en la recepción como en el bloqueo. Quizá no llegan al nivel de los Cowboys, pero la unidad de receptores de los Giants es muy buena.
En cuanto al juego de carrera, los Giants deberán afrontar los problemas de salud de un jugador tan físico como Brandon Jacobs como buenamente puedan. Sano, Jacobs es un tren. Sin embargo, nada parece indicar que sus problemas de lesiones vayan a remitir. A Ahmad Bradshaw, el otro corredor principal, también le lastran las lesiones. El fullback Hedgecock también tuvo problemas de salud, completando un backfield que genera muchas dudas. Detrás de estos jugadores no parece que haya sustitutos fiables, ya que DJ Ware y Gartrell Johnson ofrecieron un rendimiento mediocre en las pocas oportunidades que tuvieron la temporada pasada.
La línea ofensiva está plagada de Pro Bowlers, aunque también ha estado mermada por las lesiones y cuenta con algunos jugadores veteranos cuyo rendimiento (parece) solo puede ir en declive. Los Giants utilizaron la quinta ronda del draft para elegir a Mitch Petrus, un guard, pero el bloque titular seguirá siendo el mismo que las últimas temporadas, el que condujo a New York al anillo, pero con unos años más. En cualquier caso, la línea ofensiva de los Giants seguramente es la mejor de la NFC Este.
La defensa de los Giants fue la principal preocupación de sus responsables en la offseason. 5 de sus 7 elecciones en el draft las dedicaron a jugadores defensivos, entre ellas las cuatro primeras elecciones. Lo mejor de la defensa de los Giants es la línea, encabezada por Justin Tuck (que no tiene nada que ver con la Tuck Rule). Si Tuck y Umenyiora están bien, la línea de los Giants volverá a funcionar. A ellos se les une su primera ronda del draft, Jason Pierre-Paul, y su segunda ronda, Linval Joseph, que aseguran juventud y profundidad a la unidad. Los linebackers flojean más. Está compuesta por jugadores jóvenes, inexpertos, de los que se espera mucho aunque todavía han demostrado poco. A ellos se une el rookie de cuarta ronda Phillip Dellard, más profundidad y juventud para el equipo.
Por último, en cuanto a la secundaria, los Giants incorporan a Antrel Rolle, procedente de los Cardinals, y a Deon Grant, de los Seahawks, que aportarán veteranía a la defensa, aunque tampoco son jugadores excepcionales. A pesar de que no tienen tanto nombre, los mejores jugadores de la secundaria de New York podrían ser los cornerbacks Terrell Thomas y Aaron Ross, que completan una secundaria decente.
Terminamos el análisis de la plantilla con los equipos especiales. Los Giants pierden a uno de esos jugadores que tiene poca pinta de footballista y que, de hecho, hacía algo poco característico de este deporte, pero que lo hacía muy bien. Hablo de Jeff Feagles, un punter excepcional que se ha retirado. Los Giants utilizaron su séptima ronda del draft en un punter, Matt Dodge, que debería ocuparse de esta tarea la temporada que viene. Su kicker seguirá siendo Lawrence Tynes, cuyo mayor problema el año pasado fue lo cortos que se le quedaban los kicks.
En definitiva, que los Giants tienen un equipo muy competitivo. Que se anden con ojo los Cowboys, porque aunque son sin duda los favoritos en la división, los Giants se verán beneficiados por un calendario algo más flojito, el séptimo más duro de la liga. Pasamos a analizar a los protagonistas del intercambio del verano.
Philadelphia Eagles. Los Eagles y la Super Bowl son como el colega que no ves muy a menudo y que te encuentras por la calle. Siempre te despides diciendo, "a ver si quedamos a tomar unas cañas un día de estos": la eterna promesa que nunca se cumple. Cuando parece que este año sí, acaban fracasando. Los últimos intentos fallidos los protagonizó Donovan McNabb, el líder indiscutible de la franquicia. Llegaron al Partido y se pusieron por delante, pero se toparon con unos Patriots demasiado buenos. Hace un par de temporadas también parecía ser su oportunidad, pero la inspiración de Warner y Fitzgerald en la final de la NFC pudo con ellos. Los Eagles han decidido que ya era hora de cambiar de aires esta temporada, y se han deshecho del emblema de la franquicia, McNabb, para dar la alternativa al jugador que crecía a su sombra, Kevin Kolb. Ante un cambio tan traumático, uno puede pensar que los Eagles comienzan una etapa de reconstrucción, pero desde Philadelphia dicen que no, que la idea es ser competitivos ya. Veremos, porque aunque ya ha tenido minutos en la liga, el rendimiento de Kolb es una incógnita.
Así empezamos el análisis de los Eagles, como el del resto de equipos, por la posición de quarterback. El puesto de titular será para el tercer QB en el depth chart la temporada pasada, Kevin Kolb. Kolb tiene una experiencia limitada. Ha jugado sólo dos partidos como titular en la liga. Eso sí, en cada uno de esos dos partidos consiguió más de 300 yardas de pase. En Philadelphia esperan que sea el nuevo Aaron Rodgers, que tras tres años a la sombra emerja como un QB capaz de echarse un equipo (y una afición tan exigente como la de Philadelphia) a sus espaldas. Dicen los analistas que Kolb no tiene el brazo de McNabb pero tiene una rapidez y precisión adecuadas para un estilo West Coast Offense. Veremos.
No podemos dejar de hablar de la marcha de McNabb y del nuevo lío de Michael Vick. Hablaré en este apartado de McNabb porque me centraré en analizar la decisión de la gerencia de los Eagles. No la entiendo. No veo por dónde cogerla. El único sentido que le veo a la decisión de enviarle a Washington es que consideren que McNabb está acabado y que es más una rémora que un jugador útil. Consideración que me sorprendería, por otra parte. McNabb se va a Washington a cambio de poco más que nada: una segunda ronda del draft 2010 (el safety Nate Allen) y una tercera o cuarta de 2011. ¿Vale el actual McNabb un Nate Allen y otro jugador de tercera o cuarta ronda? No. Pero es que aunque los fichajes de Allen y el drafteado del año que viene sean excelentes, o McNabb mucho ha empeorado, o te has creado un buen problema: los Eagles pueden haber creado un monstruo, es decir, unos Redskins competitivos. Que los Redskins son rivales de división, si quieres deshacerte de McNabb mándalo a un equipo de la AFC o, como mucho, a uno de la NFC que no esté en su división. Pero no a los Redskins, por favor. Me parece un gran error de Philadelphia, veremos qué pasa.
El otro tema es el tema Vick, jugador al que todos conocéis. Número 1 del draft de 2001, jugador franquicia de los Falcons, buen rendimiento, alguna lesión, hasta que se destapa que es un hijo de puta (hay que decirlo más) y le encarcelan por participar en peleas de perros. Dejando de lado lo mala gente que es este tío, Vick vuelve a la NFL la temporada pasada a Philadelphia, con un rendimiento pobre (excepto en el final de un partido ya roto que disputa en Atlanta), jugando unos 5 snaps por partido. Era el QB número 2 de los Eagles. Con la marcha de McNabb uno podría pensar si la oportunidad de Vick habría llegado. Pero no cabe duda de que no. Este tío es un imbécil de mucho cuidado, y vuelve a estar en el ojo del huracán, envuelto en la investigación de un tiroteo en la que está involucrada una persona con la que Vick tiene orden de alejamiento. En estos momentos no parece que los Eagles lo vayan a despedir, aunque está por ver qué pasa en función de los resultados de la investigación en la que ahora está metido. La movilidad de Vick dentro de los propios Estados Unidos está restringida, aunque según las últimas noticias esto no va a afectar a sus posibilidades de disputar partidos fuera de Philadelphia. Ciñéndonos al plano deportivo, Vick es un QB 2 de lujo, que además aporta un tipo de juego diferente al de Kolb. Ahora bien, no está claro hasta cuándo, ya que la capacidad de este tío para hacer lo que no debe es ilimitada.
Centrémonos, que nos vamos por las ramas. Kolb es el titular inexperto, aunque prometedor. A su éxito puede contribuir un excelente equipo de receptores, de los más espectaculares de la NFL. Aunque es una expresión tan manida que me cansa, la utilizaré: DeSean Jackson es un jugador por el que merece la pena pagar una entrada. Tanto como receptor, como corredor o retornador, Jackson es un peligro de big play constante. Sus jugadas no terminan cuando recibe el balón, sino que tiene una habilidad extraordinaria para conseguir yardas tras recepción gracias a su explosividad y velocidad. Un jugadorazo. A Jackson se le unió el año pasado otro receptor estelar: Jeremy Maclin. Aparte de estas dos estrellas, Jason Avant es otro muy buen receptor que diversifica aún más la amenaza de pase de Philadelphia. A pesar de contar con estos tres wideouts, el principal destino de pases completos de Philadelphia en 2009 fue el tight end Brent Celek. Incluso el año que viene contarán con el tight end Cornelius Ingram, que se perdió la temporada pasada por lesión, en la que debería haber debutado. Ayuda inestimable para Kolb, sin duda.
El cuerpo de corredores ya no contará con un Brian Westbrook muy lastrado por las lesiones. Su sustituto el año pasado, el rookie LeSean McCoy, hizo que los Eagles apenas echasen de menos al veterano corredor. Un buen running back, también usado como receptor, que junto con Leonard Weaver forma un backfield joven y talentoso. Mike Bell, procedente de los Saints, y el corredor rookie de sexta ronda Charles Scott, aportarán mayor profundidad a la plantilla.
La línea ofensiva no funcionó como le gustaría a un antiguo entrenador de esta posición durante 9 años como Mike Reid. 38 sacks permitidos son demasiados, y a pesar de esto, sorprendentemente, los Eagles no han hecho nada para reforzarla. Digo que sorprende porque Philadelphia contaba con nada menos que trece elecciones en el draft de este año, así que por falta de oportunidades no sería. Dicho esto, si un especialista de línea ofensiva como Reid está tranquilo con los jugadores que tiene, bastante jóvenes, por algo será.
La defensa de Philadelphia presenta todavía más novedades que el ataque. Son novedades menos llamativas que las del ataque, claro, porque no puede haber cambio más drástico que la marcha del emblema de la franquicia durante los últimos años, pero creo que son más relevantes. Y es que el ataque, por mucho que Kolb sea el encargado de dirigirlo, conserva el bloque del año pasado. Pero la defensa no. Multitud de jugadores, nada menos que nueve, se unen a la plantilla defensiva vía draft. Si la incorporación de nuevos jugadores a una plantilla no generase ya suficientes dudas en cuanto a cómo se conjuntará el equipo, la incertidumbre es aún mayor cuando las incorporaciones carecen de experiencia profesional.
Quizá la nota más característica de la línea de los Eagles es que carecen de una estrella pero que cuentan con muchos jugadores decentes. No está mal, aunque no está entre lo mejor. Y, eso sí, cuentan con mucha profundidad de plantilla. El líder de la unidad es Trent Cole. Bunkley y Patterson, por dentro, y Tapp y Parker, por fuera, destacan en una plantilla en la que nadie puede dormirse porque los suplentes aprietan. Los Eagles escogieron tres defensive ends con primera, tercera y quinta rondas del draft, Brandon Graham, Daniel Te'o-Nesheim (apóstrofo --no apóstrofe-- y guión --guion según la regla general-- en su apellido, insuperable) y Ricky Sapp, y a un tackle con la séptima (Jeff Owens), más madera todavía.
Los de detrás de la línea fracasaron estrepitosamente la temporada pasada, en la que sobre todo los tight ends rivales se pusieron las botas. La baja del linebacker Stewart Bradley por lesión pudo tener que ver, y con su vuelta la próxima temporada la unidad debería mejorar. También se incorpora Ernie Sims, procedente de los Lions, que en principio debería responsabilizarse de cubrir a los tight ends contrarios. También llegan dos rookies, Keenan Clayton y Jamar Chaney, que añadirán profundidad y juventud a la plantilla.
El líder de la secundaria volverá a ser Asante Samuel. El Pro Bowler completó una nueva buena temporada en términos de intercepciones (9), pero falló en placajes y en la presión al pasador. Esta línea presenta una pérdida importante, la de Shelden Brown, tras seis años de titular en los que no se perdió ni un solo partido. Para reemplazarlo llegan Marlin Jackson, de los Colts, y el novato de segunda ronda Nate Allen. De la secundaria puede decirse algo parecido a la línea defensiva, ni fu ni fa.
Los equipos especiales son muy buenos. La estrella es DeSean Jackson, que lideró la liga en yardas de retorno de punt, pero también cuentan con el retornador de kicks Ellis Hobbs como seria amenaza. El kicker y el punter son muy fiables, aunque el primero, David Akers, cumplirá 36 el año que viene, por lo que puede ir perdiendo fuerza; el segundo, Sav Rocca, es un ex-jugador de fútbol australiano.
Terminamos el análisis de los Eagles con su calendario. Es el noveno más duro de la liga, aunque el más fácil de su división. Teórica ventaja para Philadelphia sobre sus rivales divisionales en este apartado, que a pesar de un inicio duro (espero que muy duro) contra Green Bay, juegan contra Lions, Jaguars y Redskins (en Phila, morbo, morbo) los tres siguientes, inicio asequible para ir cogiendo moral.
Washington Redskins. Los seguidores de los 'Skins esperan que el piel roja que figura en su logo alegre un poquito la cara y deje de sentirse como veis encima de este párrafo. El pobre hombre, por si no hubiera tenido suficiente con el genocidio de su pueblo, lleva unos años con el equipo de football de capa caída (por cierto, a algunos indios --los únicos que, aplicando unos ideales que no comparto, podrían aplicar políticas discriminatorias a los inmigrantes, que se entere la gobernadora de Arizona-- no les hace ninguna gracia el nombre y el logo de la franquicia de Washington; no me extraña, la imagen que venden no puede ser más estereotípica, pero bueno, no es el tema, quizá hablemos de él en un futuro artículo).
Los Redskins son una de las pruebas de que en el deporte profesional estadounidense un mayor presupuesto de gastos no garantiza el éxito deportivo. En el deporte europeo la equivalencia es casi exacta: los equipos de mayor presupuesto son los que consiguen triunfar. No en la NFL. Pocos equipos son más ricos que el de Washington D.C. Curiosamente los Cowboys y los Giants son de los pocos que se codean con los Redskins en cuanto a dimensión económica. Ya debe de quedar poco para que Forbes emita su informe anual sobre la valoración de las franquicias de la NFL. Suele publicarse a principios de septiembre. En el último, los tres equipos más valiosos eran Cowboys, Redskins y Giants, por este orden. Pero es que si nos fijamos en los ingresos anuales y en el beneficio operativo, los Redskins ganan por goleada. Es decir, ninguna franquicia de la liga genera más dinero que la de Washington (345 millones de dólares de ingresos y 90,3 de beneficio de explotación). Y, al contrario que en Europa, a pesar de la superioridad económica, los resultados deportivos no acompañan.
Sin embargo, parece que durante esta temporada de primavera-verano los Redskins han hecho bien las cosas. Llega Mike Shanahan, un entrenador con probado éxito en la gestión de equipos liderados por quarterbacks estrella veteranos cuyas carreras parece que van a terminarse sin anillos (remember Elway), y llega un quarterback estrella veterano cuya carrera parece que va a terminarse sin anillos. ¿Se repetirá la historia?
El ataque de los Redskins estará dirigido por Donovan McNabb. Seguro que no le faltan ganas de hacerlo bien. Todos conocemos las virtudes y los defectos de McNabb. La mejora de los Redskins en la posición de quarterback es considerable. Jason Campbell me parecía un jugador decente, pero McNabb es McNabb, que además de la mejora puramente deportiva, puede aportar experiencia y liderazgo al ataque de Washington. Está mayor, pero seguro que motivación no le falta. Seguramente Washington no sea el destino ideal para la consecución de un anillo, pero en un par de años nunca se sabe la pinta que tendrá un equipo. McNabb está mayor, sí, ya tiene 36 años, pero Elway ganó sus anillos con 37 y 38 años. El mayor pero que encontramos en la sustitución de Campbell por McNabb es que el segundo es bastante proclive a las lesiones, y si McNabb falla el recambio es Rex Grossman, mentado unas cuantas veces en este artículo, de quien no cabe esperar nada demasiado bueno.
La unidad de receptores de Washington no será tan buena como la que tenía McNabb en Philadelphia. Santana Moss es un jugador que levanta más expectativas de las que debería por su rendimiento. Las dobles coberturas sobre Moss, que otros receptores jóvenes como Devin Thomas y Malcolm Kelly todavía no han podido liberar, pueden tener gran parte de culpa. Sin embargo, los grandes protagonistas del juego de pase de los Redskins son sus tight ends Chris Cooley y Fred Davis. De la salud de Cooley dependerá en gran medida el éxito de los 'Skins. No obstante, Davis mostró que es un jugador muy capaz en ausencia de Cooley. Ahora pueden jugar juntos, para desgracia de las defensas rivales. Ah, el tema Terrell Owens. Owens y McNabb protagonizaron un conflicto bastante serio cuando coincidieron en los Eagles. Sin embargo, los rumores decían que McNabb había sugerido a Shanahan el fichaje de T.O., que todavía está sin equipo. Según las palabras de Shanahan, no parece que Owens vaya a firmar por los Redskins. A ver si el bueno de T.O. encuentra equipo, que lo tiene difícil.
La línea ofensiva viene siendo un desastre las últimas temporadas. Como prueba, los 81 sacks sufridos por Jason Campbell durante las dos últimas temporadas. Una barbaridad. Para la temporada que viene llega el jugador elegida en el cuarto lugar del draft 2010, Trent Williams, que deberá asumir responsabilidades desde el inicio. El preparador físico de la universidad donde jugaba dice que es un poco vago, pero McNabb ya ha dicho que confía en él como fiel escudero. Dockery, Rabach, Mike Williams y Artis Hicks, recién fichado de los Vikings, completan la alineación titular de una línea flojilla. Que se prepare McNabb, porque es probable que vaya a recibir unas cuantas mal dadas.
Veo que falta un poco de música. Como estamos por el District of Columbia y hacen falta ejemplos de buen comportamiento, un poquito de Minor Threat, los iconos del género straight edge y oriundos de Washington D.C. Para los no iniciados (me encanta esta expresión), el straight edge es un subgénero del punk hardocre que se caracteriza más por las actitudes que defiende que por cuestiones estrictamente musicales. El straight edge defiende la vida sobria, el no consumo de alcohol y cualquier otra droga, la no promiscuidad sexual y el vegetarianismo. Esta canción se llama Salad Days, que seguro que le vendrían bien a más de uno para bajar peso.
La defensa de Washington presenta como novedad más importante su paso al sistema 3-4, y como mayor incertidumbre qué pasará con Albert Haynesworth. Este jugador debería ser el líder de una línea defensiva de tres jugadores, en la que actuaría de nose tackle. Precisamente esto es lo que no acepta el caprichoso jugador, que pide el traspaso a través de su agente ante tamaña afrenta. Lo normal, lo profesional, es que Haynesworth acabe tragando. A ver cómo rinde, porque como dijo Carlos Jiménez en desafortunadas declaraciones cuando quería marcharse a la sección deficitaria, "estaré físicamente, pero hay muchas formas de cumplir un contrato. Me pueden obligar, pero no estaré al ciento por ciento". Más allá del profundo asco que me producen esas afirmaciones, revelan la actitud que podría adoptar un jugador tan profesional como Haynesworth. En condiciones normales, sería de los mejores jugadores de línea de la liga. Si su actitud es pasota, los Redskins tienen un grave problema: no solo pierden a un gran jugador (de los que no les sobran) sino que se comen un contrato multimillonario y difícil de colocar a un equipo con defensa 4-3 (cada vez menos). Aunque, visto de otro modo, si algo les sobra a los Redskins es dinero.
Sin Haynesworth, la línea defensiva de los Redskins pierde muchos enteros, ya que el buen rendimiento de Carter y Orakpo la temporada pasada tuvo mucho que ver con los dobles marcajes que recibía Haynesworth. Daniels, a sus 37 años, Golston y Jarmon aportan profundidad. La función de nose tackle podría ser desempeñada por el ex de los Panthers Maake Kemoeatu, ante la reticencia de Haynesworth a jugar en esta posición.
El cuerpo de linebackers crecerá con la reconversión de Orakpo. Fletcher, un tardío Pro Bowler (primera elección a los 34 años), Carter y McIntosh completan los ahora 4 LB titulares. Quizá sea esta la mejor línea de la defensa de los Redskins, que se completa con unos defensive backs reguleros, entre los que un DeAngelo Hall que no está al nivel de los Falcons es su líder. Carlos Rogers, LaRon Landry y Chris Horton completan la secundaria titular de los 'Skins. Regulera, como decíamos.
Terminamos con el calendario. Es el octavo más duro de la liga, pero el tercero de la división. Y el récord de los Eagles la temporada pasada (recordemos que la dureza del calendario la estamos midiendo en función de los registros de cada equipo en la regular season de 2009), 11-6, puede que no sea representativo de la calidad del equipo esta temporada. En los primeros partidos, comienzan contra Dallas (complicado partido) pero siguen partidos más sencillos contra Texans, Rams y Eagles (morbo, morbo). Si empiezan bien, ojo con ellos.
Mi absurda predicción final. Ganan Cowboys, pero sin arrasar. Los Giants no se quedan lejos. Por detrás, Eagles terceros y Redskins cuartos (sin dar pena como en temporadas pasadas, espero un cuarto puesto digno, como el de los Jaguars el año pasado en la AFC Sur). Lo que tengo claro es que la NFC Este va a estar muy pero que muy interesante la próxima temporada. Y el morbazo de los partidos de McNabb contra sus Eagles no nos lo quita nadie (quizá una lesión, ojalá que no). Un dato curioso en cuanto absurdas predicciones: Lindy's Sports pronostica que los Eagles ganan la división pero Dallas llega a la Super Bowl (y pierde contra los Ravens). A mí que me expliquen por qué. No lo entiendo. ¿Será por el demostrado carácter ganador de Wade Phillips en playoffs?
Esto es todo, amigos. Qué cortito me ha quedado. Espero no tardar tanto en escribir la próxima entrada. Nos leemos pronto.