jueves, 18 de noviembre de 2010

La paliza de las palizas

En muchas ocasiones, cuando un equipo va ganando un partido por una diferencia humillante, de forma más o menos consciente afloja el ritmo. A veces se interpreta como un gesto de compasión con el rival, otras es simplemente fruto de la relajación por el deber cumplido. Hace un par de años, en la primera temporada de Guardiola al frente del Barça, cuando solía ir ganando por cinco goles de diferencia al descanso, el Barça levantaba el pie del acelerador en la segunda parte. Como seguidor de equipos que están más habitualmente en el lado del humillado que del humillador, es algo que agradezco.

Sin embargo, en ocasiones sucede lo contrario. Los equipos aprietan para inflar el resultado. Running up the score, lo llaman en inglés. A veces tiene sentido, ya que una clasificación puede depender de la diferencia de tantos con en rival. En otras, pura gula. Y no tengo claro qué es lo correcto. En el fondo, los equipos deben competir al máximo durante todo el partido. En Europa, además, donde el goal o basket average es importante, eso puede decidir un puesto en la clasificación. Un gol de más o de menos puede decidir un descenso. Un punto más o menos en un partido de football vale millones (por el dinero que se mueve en apuestas). En la NFL la diferencia de puntos no actúa como criterio de desempate (tiebreaker), por lo que no resulta tan decisivo desde un punto de vista deportivo (puntualizo: es el séptimo criterio de desempate, así que la probabilidad de que haya que llegar a él es remota).

Tras una jornada de palizas épicas, tanto en la NFL (recordemos las humillaciones de Denver a Kansas City y la de Philadelphia a Washington) como en el football universitario (la universidad de Wisconsin calzó 82 puntos a la de Indiana), la ESPN publicó un artículo que recordaba partidos en los que el equipo ganador se ensañaba con el rival ("ensañamiento", por lo menos desde un punto de vista penal, es aumentar deliberada e inhumanamente el sufrimiento de la víctima, causando a esta padecimientos innecesarios para la ejecución del delito; por eso si un cadáver tiene 40 puñaladas no quiere decir necesariamente que haya habido ensañamiento --quizá lo contrario, porque hace que muera antes--).

Leyendo el artículo de Patrick Hruby, me llamó especialmente la atención el tercero de los partidos enumerados: la final de la NFL de 1940. Eso es lo que iba a comentar, y ya llevo tres párrafos.

El resultado del partido ya resulta por sí solo asombroso. 73-0 [editado, inicialmente por error en todo el artículo se decía que fue 72-0]. Eran otros tiempos, quizá serían normales esas diferencias, puede uno pensar. No. Esos mismos equipos habían jugado poco antes y el resultado había sido 7-3.  De hecho, en aquella época se anotaba bastante menos que ahora. Como podéis ver aquí, cada equipo anotaba 15,2 puntos de media por partido. Los líderes de la clasificación por puntos, los Washington Redskins.

Se enfrentaría uno muy bueno y otro muy malo, puede también uno pensar. No. Era la final de la NFL. Los dos mejores. Washington llegaba con el mejor registro de la temporada regular (9-2), mejor que el 8-3 de Chicago. En cualquier caso, los dos equipos habían sido campeones de sus respectivas conferencias (entonces, East y West), motivo por el que disputaban la final.

Ganaría el de casa ayudado por el factor campo, puedes también pensar. Tampoco. El estadio no era ni neutral, sino que el ganador jugaba en el estadio del perdedor. El partido se disputó en el Griffith Stadium de Washington, D.C.

Pero la historia tiene mucha más miga que todo lo que os estoy contando. A mí me ha dejado "turulato".

El partido era de una rivalidad feroz (que, en parte, explica el ensañamiento). Desde la final de la NFL de 1937, que ganó Washington por 28-21 en Chicago, estos dos equipos se llevaban a matar. Lo que leéis estos días en la prensa futbolera hispana (ergo, salvo contadísimas excepciones, basura infame) no es calentar los partidos, comparado con lo que hacían entonces estos equipos. Los propietarios de Bears y Redskins se odiaban. Ni educación, ni hostias. Después de una polémica derrota de los Bears frente a los Redskins esa misma temporada, que según Chicago se había debido a un pass interference no señalado (hola, Atlanta Falcons), el propietario de los Skins llamó cobardes y llorones a los Bears.

La provocación fue más allá. En un gesto de elegancia y prudencia sin par, George Preston Marshall, que así se llamaba el dueño de los Redskins, envió un telegrama a su homólogo de los Bears pocos días antes de la gran final. Transmitía su felicitación hacia los Bears por haber llegado a la final, ya que daría la oportunidad a Washington de vencer a Chicago dos veces. Los autores de las portadas los diarios deportivos españoles se inspiran en este estilo. De bocazas gafes.

Bueno, que venía bien calentita la cosa. Así quizá os explicáis por qué los Bears no tuvieron un ápice de compasión con su rival.

En vista del resultado, alguno podría pensar que los Redskins no tenían un equipo muy allá. Nada más lejos de la realidad. Su quarterback (y otras cosas, como veréis en el siguiente vídeo) era el mítico Sammy Baugh. En el reciente Top 100 de los mejores jugadores de la historia, producido por NFL Network, este jugador ocupaba el décimo cuarto lugar. Tiene el segundo mejor registro de la historia en porcentaje de pases completados en una temporada, en una época en la que ni dios pasaba, cuando el pase no era una opción frecuente en el ataque, era una rareza. Después de ver este vídeo sabréis mejor de qué categoría de jugador estamos hablando.


¿Qué hizo el gran Sammy Baugh, el mejor pasador de la época, un Payton Manning de los años 40? Pues un partido bastante deficiente. 2 intercepciones, con una serie de 10/17, para 102 yardas. En total, los Redskins lanzaron 8 intercepciones (no solo lanzaba Baugh, Frank Filchock lanzó 4 intercepciones). Un día duro para Sammy y los demás pasadores de Washington. Eso sí, en una ocasión la culpa la tuvo el receptor al que se le cayó un pase que empataría el partido a 7. Cuando a Sammy Baugh le preguntaron al terminar el partido cómo creía que habría acabado el partido si a su receptor no se le cae ese pase de las manos, Baugh contestó "73-7".

Hasta diez jugadores diferentes de los Bears anotaron un touchdown. Aquí tenéis las estadísticas completas del partido. Once touchdowns de diez jugadores distintos. Ningún field goal. Como curiosidad adicional, los Bears se vieron forzados a intentar conversiones de 2 puntos en sus dos últimos touchdowns. El motivo, que no quedaban más balones en el estadio. Como cada vez que chutaban un extra point se perdía un balón (se lo quedaba el público), terminaron jugando con un viejo balón de entrenamiento.

Este partido también fue el último que un jugador de football profesional disputaba sin casco (ese elemento que hoy se utiliza con frecuencia como arma en vez de como elemento de protección, y por eso pasa lo que pasa, pero sobre esto ya escribiré en otro momento --quizás--). El valiente o temerario, según se interprete, fue Dick Plasman, que encima jugaba de running back, la posición en la que más hostias se recibe.

Aparte de todas estas curiosidades, el partido pasará a la historia por la importancia de la estrategia del ganador. Dicen que la clave de la victoria fue el uso, por parte de Chicago, de la novedosa T-formation with a man in motion (formación en T con un hombre en movimiento). Gráficamente, esto:


Lo realmente novedoso no es la T-formation sino el hombre en movimiento. Esto último fue lo que volvió loca a la defensa de Washington. Hoy en día esta formación ofensiva, la formación en T, apenas se usa en la NFL. En la Era del Pase, la importancia de la carrera y los esquemas tan orientados a ella han decaído significativamente. Tanto, que recuerdo que en el Packers-Cowboys de hace un par de jornadas, en un snap en el que a Green Bay le faltaban un par de yardas para alcanzar el primer down, los Packers sacaron una T-formation y los comentaristas de la NBC, Cris Collinsworth y Al Michaels (qué buenos son, por cierto), exclamaron asombrados ante lo que estaban viendo, "that's 1940s football!! I haven't seen these kind of packages for 40 years" (hablo de memoria, así que seguramente el 90% del entrecomillado sea falso, pero la idea era esa).

De todos modos, por mucho que se recuerde este como el partido de la T-formation, creo que las 8 intercepciones sufridas por Washington devalúan bastante la importancia del ataque en ese partido. Vamos, que cuando la defensa rinde a ese nivel, muy mal lo tiene que hacer un ataque para no ganar el partido. Ya, si se juntan una excelente defensa con un excelente ataque, el resultado es 73-0

Como curiosidad final, el "The Pro Football Chronicle," dice que Marshall, dueño de los Redskins, se negó a renovar el abono de un aficionado que se pasó todo el partido dándole la chapa. Ese aficionado era el dueño de un edificio en el que Marshall tenía un negocio. Como venganza, el aficionado se negó a renovar el alquiler del negocio de Marshall. Ojo por ojo.

Pero para qué seguir escribiendo cuando existe un vídeo tan absolutamente cojonudo como este que te cuenta toda la historia. Una joya. Chicago son los blancos; Washington, los oscuros.


Qué historia. Qué paliza. Una paliza que los aficionados de los Bears nunca olvidarán, aunque sea de forma inconsciente. Digo esto porque el himno de los Bears (aunque en Estados Unidos no lo llaman "himno", sino canción de guerra, fight song), compuesto en 1941, poco después de esta gran paliza, contiene una referencia a este partido. Y esta canción no puede resultar desconocida para ningún aficionado Bear. Suena cada vez que Chicago anota en el Soldier Field.

We'll never forget the way you thrilled the Nation with your T-formation. Nunca olvidaremos cómo estremecisteis la nación con vuestra T-formation. Esa referencia a la T-formation con la que asombraron al país trae causa de este partido. De la humillación a sus archienemigos, los Washington Redskins, por 73 a 0 en la final de la NFL.

Aquí tenéis el himno, Bear down, Chicago Bears (bear down significa "vencer"; de ahí el juego de palabras). Está subtitulado en inglés. Es cojonudo, me encanta.


Desde que empecé a escribir este artículo hace tres de días no me puedo quitar de la cabeza el puto himno de los Bears. Es tan pegadizo. Mola. La versión punkarra que hacen estos mataos no está nada mal, por muy ridícula que resulte la gente que salta al escenario:


Bear down, Chicago Beeears...

4 comentarios:

  1. Muy buen artículo! Los Bears han utilizado este año (de momento, contra Packers y Vikings) los uniformes throwback en homenaje a ese equipo.

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  2. Según el vídeo el resultado fue 73-0 y no 72-0 :)

    ¡Un saludo!

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  3. ¡Seré desgraciado! Tienes toda la razón, supertazondenfl, el resultado es 73-0. Joder, qué desastre, ahora lo edito.

    Saludos y gracias por el aviso.

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  4. No había leído este post hasta hoy y, claro, al ver el título he pensado:
    Joder con el 555, como peca de parcialidad cuando juegan los Packers.

    No se si ha sido la paliza de las palizas pero lo de hoy ha sido una PALIZACA.

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