viernes, 8 de octubre de 2010

Una vez en la vida

Con cierta frecuencia, cuando quiero justificar un gasto excesivo o innecesario, pongo como excusa que es por algo que sólo se tiene la oportunidad de hacer una vez en la vida. Recuerdo haber utilizado este pretexto bastantes veces en relación con eventos deportivos: cuando vine con mi padre a Madrid a ver la final de la Copa de 1995, la que se suspendió por la lluvia y en la que terminamos corriendo por la Castellana con el agua a la altura de las rodillas --no exagero, aunque era muy pequeño entonces-- (¿el Dépor jugando una final de Copa? una vez en la vida, hay que ir; por suerte hubo una segunda vez, y qué segunda vez); cuando fuimos a León a ver cómo el Estu se salvaba del descenso (ese viaje forma parte de mis mejores recuerdos deportivos, y mira que no suponía ganar ningún título); o cuando el año pasado fuimos a Londres a ver el Buccaneers-Patriots (este año repetimos). Una vez en la vida. No siempre. Por improbable que parezca, lo que puede parecer extraordinario suele repetirse más de una vez en la vida. Eso sí, no pienso dejar de utilizar la excusa según me convenga.

Sin embargo, a veces es verdad que suceden acontecimientos que no se repiten jamás. En ocasiones, a pesar de que pocos lo augurarían, hazañas maravillosas tienen lugar únicamente una vez en la vida. En Estados Unidos lo denominan one-shot wonders. Podríamos traducirlo como estrellas fugaces o, literalmente, maravillas que suceden una sola vez. Sé que lo echabais de menos. Vuelve la cuenta atrás. Vuelven las lecciones de historia footballística concentradas en cortos vídeos. Vuelve un artículo sobre un Top Ten de NFL Network. Una cojonuda sucesión de vídeos con su justa duración, de excelente factura, sobre diez cosas que son lo más en la NFL. Aquí tenéis las diez estrellas fugaces más importantes de la historia del fútbol americano profesional. Jugadores que protagonizaron inolvidables hazañas, pero que no las pudieron repetir. Fueron, por breves, dos veces buenos.

Espero que recordéis las instrucciones de lectura de los artículos sobre Top Ten: en el título de cada uno de los diez elementos del Top Ten está el enlace al vídeo correspondiente, alojado en NFL.com. Ya sabéis que la web oficial de la liga no permite a los blogueros incrustar vídeos en sus sites. Antes de leer el texto correspondiente a cada uno de los miembros de este Top Ten, pincháis en el enlace, veis el vídeo, y cuando hayáis terminado de verlo le dais a atrás en vuestro navegador para regresar a este blog y leer lo que cuento sobre cada estrella fugaz. Allá vamos: las diez maravillas que sucedieron una vez en la vida.

NFL Top Ten One-Shot Wonders In NFL History

10.- Mike Jones

En un diccionario ilustrado, si buscas la definición de
nadar para morir en la orilla, aparece esta foto.
No os voy a mentir. No vi en directo (por en directo quiero decir por la tele, en su momento) la mayoría de las fugaces maravillas de las que escribiré en este artículo. O no había nacido o no seguía la NFL. Esta es una de las pocas que sí viví. Y como tantos dramas deportivos, quien lo haya presenciado no lo puede olvidar. Los que no conozcáis esta historia seguro que tampoco la olvidaréis.

Esta entrada en el ranking no se refiere a la corta carrera de un jugador, ni a una temporada, o siquiera a un partido completo. Se reduce a una jugada. A una de las jugadas más dramáticas y célebres de la historia de la NFL. A una jugada que decidió el resultado de una Super Bowl. A la jugada gracias a la cual el Greatest Show on Turf no se recuerda como un equipo perdedor (una suerte de Bills de principios de los 90) sino como a un estilo muy vistoso que sorprendió a todos y consiguió un anillo. Esta maravilla consiste meramente en el famoso placaje de Mike Jones, con el tiempo cumplido, a una yarda de su propia end zone y gracias al cual los Rams se proclamaron campeones de la NFL (ellos dirían campeones del mundo, pero como lectores formados que sois sabéis que tal expresión es estúpida). Tennessee perdía por 7 puntos, necesitaba anotar un touchdown para empatar el partido, y gracias a Mike Jones no lo consiguió. El otro protagonista de la jugada era Kevin Dyson, quien ya había conseguido en esos mismos playoffs, con el tiempo cumplido, un touchdown que le daba la victoria a los Titans. Era el famoso Music City Miracle. Dyson no pudo conseguir un nuevo milagro, pero protagonizó otro momento agónico culminante. Este otro vídeo ilustra la jugada con mayor detalle:


Volviendo a Jones, como dicen en el vídeo que podéis ver en NFL.com, se trataba de un jugador casi anónimo. Con un nombre corriente, con una carrera hasta entonces corriente (aunque sus compañeros de vestuario, según dicen en el vídeo --quién sabe hasta que punto condicionados por esta jugada estelar-- elogian a Jones como compañero ejemplar y líder en el vestuario), saltó al estrellato efímero con este oportuno placaje en la Super Bowl. Jones ahogó la esperanza de la joven franquicia de Tennessee, liderada por el malogrado Steve McNair. Nadaron para morir en la orilla, ahogados por Mike Jones. Paradigma de maravilla fugaz.

9.- Jim O'Brien

Golazo (de campo).
Recomiendo encarecidamente a todos los que leen esto que vean el vídeo sobre la historia de Jim O'Brien. No era, pero sí era, un kicker. Me refiero a que no se dedicaba de forma exclusiva ni primordial a darle patadas al football. O'Brien era principalmente un wide receiver, en calidad de ello se le drafteó. Era uno de esos jugadores ajenos a la revolución de Pete Gogolak, que ya comentamos en este blog. Es curioso. Comenté más de una vez que ser kicker es una mierda, que son unos apestados. El vídeo que ilustra la historia de O'Brien contiene una prueba de esta concepción peyorativa del kicker. Bubba Smith, defensive end de los Baltimore Colts y compañero de O'Brien, dice lo siguiente "era un jugador de football, no sólo un kicker". Sobran los comentarios, ¿no?

La historia de O'Brien mola por lo peliculera que resulta. Por peliculera no quiero decir que O'Brien tuviese pelos en el culo (supongo que sabéis que quien tiene pelos en el culo es un peli-culero), aunque era un jugador cuyo pelo le distinguía del resto. El pelo y sus pintas. O'Brien era un jipi. Un beatnik. Esto generaba recelo entre sus veteranos compañeros de equipo. El novato piojoso, dónde vamos a parar. Resulta curioso que entonces los deportistas profesionales fuesen reacios a acoger las modas más, digamos, "modernas" de la época. Hoy los deportistas profesionales (tanto en Europa como en Estados Unidos) representan lo contrario: lo hortera, la moda llevada a sus extremos más ridículos. Parece que lo que se estila hoy es ser un macarra, qué le vamos a hacer. La NBA hace unos años tuvo que poner firmes a sus jugadores, que gustaban de ir de pandilleros (multimillonarios, eso sí). ¿Podemos considerar a O'Brien precursor de esta tendencia? No, O'Brien molaba. Los de hoy no. Gran diferencia.

Volviendo a O'Brien, su historia no resulta de película solo por sus pintas, sino también por su habilidad para chutar a palos. Como habréis visto, O'Brien era un wide receiver que actuaba de pateador, lo que no se le daba demasiado bien. Dicen en el vídeo que acertaba casi las mismas veces que erraba. Cómo ha cambiado el football, hoy es impensable que un equipo acepte tener a un kicker cuyo porcentaje de aciertos sea del 50%. El notas de O'Brien era el pateador novato de unos Baltimore Colts que viajaban a Miami a jugar la Super Bowl contra los Chicos Vaca de Dallas. Antes del partido ya confesaba a sus compañeros que esperaba que la victoria no dependiese de sus chuts. Comenzado el partido, O'Brien dio los primeros indicios que confirmaban sus temores iniciales fallando un extra point.

Pero en el momento de la verdad, con el partido empatado a 13 puntos, y a falta de 5 segundos, O'Brien no falló. Quizá sobraba decirlo, porque si no no estaríamos escribiendo sobre él, pero bueno. Si Mike Jones fue clave para que The Greatest Show On Turf ganase su único anillo, O'Brien lo fue para que Johnny Unitas ganase su única Super Bowl (aunque, en este caso, Johnny U ya había ganado dos títulos de campeón de la NFL en la era pre-Super Bowl). Incrustemos un vídeo de un escaso minuto de duración para recordar ese partido antes de ir a por la siguiente estrella efímera.


8.- Rob Johnson

Tras la segunda jornada de esta temporada comentábamos lo rápido que se sacan conclusiones por algunos analistas. Un partido es suficiente para encumbrar o denostar a equipos y jugadores. Ignoramos que un buen o mal día lo puede tener cualquiera. Los gestores de entidades deportivas lo hacen con cierta frecuencia, para suerte de algunos jugadores. Recuerdo el caso de Congo, a quien el equipo-que-no-debe-ser-nombrado fichó, según cuenta la leyenda, por un vídeo que le pasó un chaval. No creo equivocarme al pensar que bastantes equipos de fútbol y baloncesto fichan basándose en vídeos de YouTube. El protagonista de este salto al estrellato efímero es uno de esos afortunados que gracias a un buen partido se ganan el contrato de su vida.

No existen fotografías de Johnson sin un
defensor a punto de darle un achuchón.
La idea que transmite el vídeo es precisamente esa. Que Johnson jugó un buen partido con los Jaguars, gracias a él firmó el contrato de su vida con los Bills y entonces se reveló que era un paquete indigno del sueldo que cobraba. Bueno, creo que esa idea es bastante discutible. De hecho, no creo que Rob Johnson deba estar en esta lista. Cierto es que cumple la premisa de ganarse un sueldazo gracias a un mísero partido, pero su rendimiento posterior tampoco fue tan malo. Rob Johnson, y esto no se dice en el vídeo, tiene el mejor porcentaje de pases completados de la historia de los Buffalo Bills. También es el líder en otra categoría menos honrosa, como el ratio de sacks por dropback, esto es, es el tío que en términos relativos ha sufrido más veces un sack por cada vez que recibía un snap. Por eso le llamaban Robosack.

Precisamente el problema principal de Johnson fueron las lesiones, porque cuando estuvo sano su rendimiento no fue ni mucho menos malo. Vale que se lesionaba por su falta de pocket awareness y no soltar el balón a tiempo (culpa suya). La otra razón por la que probablemente este jugador está en esta clasificación es su rivalidad con Doug Flutie. Johnson era el jugador sobrepagado, el de los 25 millones de dólares, y Flutie era el que rendía por encima de su salario.

Como dato curioso, Rob Johnson era el quarterback titular el famoso día del Music City Miracle, protagonizado, entre otros, por el tío que en la Super Bowl se quedó a menos de una yarda de empatar el partido. Ese partido fue el culmen de la polémica entre Flutie y Johnson. Wade Phillips, ese maestro de la postemporada, decidió dar la titularidad a Johnson en vez de a Flutie, a pesar de que este fue el que lideró a los Bills hacia los playoffs. Phillips fue muy criticado, aunque Johnson hizo un buen partido y solo por culpa de un milagro los Bills cayeron eliminados. Desde entonces, en lo que se conoce como la maldición de Doug Flutie, los Buffalo Bills no han vuelto a disputar un partido de playoffs. A Robosack le dio tiempo para ganar un anillo, como suplente, en los Tampa Bay Buccaneers. Que le quiten lo bailao (y lo cobrao). La distinción de Johnson como one-shot wonder, en mi opinión, un tanto injusta.

7.- Ickey Woods

La historia de Ickey Woods es la de una estrella fugaz que brilló intensamente durante más tiempo que las anteriores. La de Woods es la historia de tantos y tantos running backs. Recordáis el dato de que la carrera de un jugador en esta posición dura 2,6 años de promedio, ¿verdad? Ickey Woods es uno de los corredores fieles a esta media.

Pero más allá de su buen rendimiento en el terreno de juego, a Woods le hizo famoso su ridículo baile con el que celebraba cada touchdown que conseguía. Es como los chistes malos. Para mi gusto, hay un límite a partir del cual, cuanto peor es un chiste más gracia me hace. Es tan malo que te ríes de la pena que da el que lo cuenta. Un par de ejemplos: cuando fuimos a Wembley el año pasado a ver la NFL, entré en una farmacia y pregunté "¿hay ampollas?" y me contestaron "hello, Mr. Pollas, what do you want?". Jaja. Este otro también me gusta mucho, os aconsejo utilizarlo en entrevistas de trabajo o en reuniones con vuestros jefes. Si te hacen la típica petición mierda de que contéis un chiste, le decís al que os lo pide: "van dos putas y se cae tu madre". Jaja (de nuevo). Con el baile de Ickey Woods sucede algo parecido. Dicen en NFL Network que ni la Macarena. Mirad, mirad, con comentarios en directo:


Este bailongo consumado fue el líder de la liga en yardas por carrera, y ayudó a los Bengals a llegar a la Super Bowl, que perdieron. Luego su carrera fue una sucesión de lesiones. Una one-shot wonder de libro. Entrañable.

6.- Percy Howard

Normalmente, las estrellas fugaces "de un partido" protagonizan jugadas gracias a las cuales sus equipos consiguen la victoria. No es el caso de este jugador, desconocido hoy incluso para muchos expertos. Lo singular de este chico es que la única recepción que consiguió en su vida, una vez en la vida, fue un touchdown. Y en la Super Bowl. No valió para nada, porque los Chicos Vaca perdieron contra los Steelers, pero ahí quedó eso.

Bah, anécdota curiosa, sin más. Intentan "vestir el muñeco" en el vídeo hablando de cómo Howard puteó a Mel Blount, menuda temeridad (teniendo en cuenta que Blount acababa de dejar fuera de juego a Goldie Richards), o de cómo estuvo cerca (tampoco demasiado, la verdad) de atrapar el Hail Mary con el que los Cowboys habrían ganado el partido. El hecho es que a pesar de haber conseguido ese touchdown, los Cowboys cortaron a Howard y este no volvió a jugar jamás en la NFL. Estos no se dejaron llevar por el esporádico momento de gloria. Una temporada, una recepción, un touchdown. Una pena que no consiguiese el anillo, habría sido la leche.

Para terminar con este personaje, Sports Illustrated publicó un artículo sobre su historia en enero de 1991, Catch of a lifetime. Algo más de lo que presumir.

5.- Tommy Maddox

La carrera de Maddox es el clavo ardiendo al que pueden agarrarse jugadores como JaMarcus Russell o Matt Leinart. Estos últimos están en la fase de "fiasco tras carrera universitaria prometedora". No sé si deberán atravesar el desierto de las ligas menores, como hizo Maddox, pero este es el ejemplo que justifica que mantengan la esperanza a pesar de los malos inicios (Leinart) o pésimos (Russell).

Tommy Maddox es un jugador que muchos conoceréis de su etapa de gloria efímera. Antes de llegar su buen año, 2002, estuvo penando por la NFL hasta que decidió, o no le quedó más remedio que, dejarlo. Sin embargo, no se resistió a probar en competiciones menores, como la Arena Football League (inolvidable competición para mí, ya que el balón de football que tengo en casa, que me trajo un amigo de Estados Unidos, es de la AFL) o la XFL.

Curiosa competición la XFL, que no es una sigla, sino el nombre completo de la competición. XFL significa XFL. Esta competición formalmente era una joint venture entre la cadena de televisión NBC y la World Wrestling Federation. Pretendía competir con la NFL y se posicionaba como una versión más cruda y ruda del football. Entre las innovaciones, estaba que la primera posesión del partido no la decidía una moneda al aire, sino una carrera entre un jugador de cada equipo por hacerse con el balón. Ya en la primera jornada esta idea provocó lesiones. Ahí tenéis un vídeo con el resumen de la primera jornada. No tiene pérdida.


Aparte de esta y otras peculiaridades de esta mezcla entre pressing catch y fútbol americano, el partido que decidía al campeón de la competición tenía el elegante nombre de Million Dollar Game, porque una olla con un millón de dólares se "derramaría" sobre los jugadores del equipo campeón. Una competición muy seria. Duró una temporada. Maddox fue el MVP de la regular season y su equipo consiguió la victoria final.

Gracias a ello, los Steelers le ofrecieron trabajo como suplente de Kordell Stewart, al que arrebató la titularidad en 2002. Su rendimiento durante esa temporada le valió su inclusión en la lista. Guió a Pittsburgh a los playoffs y fue nombrado NFL Comeback Player of the Year. Posteriormente, su rendimiento decayó y tras caer lesionado, el novato Big Ben Roethlisberger asumió su lugar consiguiendo 14 victorias consecutivas. Como Robosack, Maddox consiguió un anillo, como quarterback suplente. Bonita y peculiar historia.

4.- Clint Longley

"Muy bien, chaval, pero dame ese balón que se queda aquí".
Creo que este tío está en un puesto más alto del que merece. Su brillante actuación no se produjo en una Super Bowl, sino en un partido de temporada regular. Vale que no se redujo a una sola jugada sino que por lo menos fue un partido completo, y que sucedió en el Día de Acción de Gracias (entre cuyas tradiciones está ver el partido de los Lions y el de los Cowboys), lo que incrementa la visibilidad del partido, pero me sigue pareciendo exagerada tan alta consideración.

Bueno, hizo un Munúa con el mítico Roger Staubach, quizá por eso lo ponen tan arriba.

¿La historia? Pues la del quarterback suplente que se ve forzado a salir por la lesión del titular. Lo sorprendente es que su rendimiento es espectacular. Contra el eterno rival de Dallas, los Washington Redskins, consigue 11/20, 203 yardas y 2 touchdowns para un passer rating de 123,5. No hizo nada más reseñable durante esa y las dos siguientes temporadas que duró su carrera profesional. La verdad es que tampoco tuvo oportunidades, porque jamás en su vida jugó un partido como titular. Ni en Dallas ni en el siguiente equipo en el que estuvo tras darle la tunda a Staubach, los San Diego Chargers. Fallo del vídeo, por cierto, que da la idea de que Longley, tras agredir a Staubach fue inmediatamente borrado del mapa. No fue así. Se fue a San Diego, donde también fue suplente, y después jugó seis partidos para los Toronto Argonauts de la Canadian Football League. Sobrevalorado (en el ránking).

3.- Larry Brown

Sí, este es otro autor de big plays en una Super Bowl. Y también de los Cowboys, que se llevan la palma en este Top Ten con tres estrellas fugaces. Esta, la más brillante de todas. Ninguna de las dos anteriores había sido MVP de la Super Bowl. Eso es lo que sucedió con Larry Brown. Este tío con nombre de entrenador de baloncesto era un cornerback del montón y tuvo la fortuna de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Y de tener a Deion Sanders al otro lado de la defensa. A Brown le lanzaron dos pases en la Super Bowl, que completó para touchdown. Lo que pasa es que se los lanzó el quarterback rival. Suficiente para ser designado MVP y para que algunos mentecatos pagaran por él lo que no valía. Creo que ya hablé de la escala que mide la relación salario-rendimiento, de menor a mayor: infrapagado, equipagado (Federico Jiménez Losantos pronunciaría la anterior palabra igual que "equiparado"), sobrepagado y Al Davis-pagado. Los Raiders fueron los mentecatos que picaron. En sus dos temporadas en Oakland, fue una sola vez titular.

Eso sí, en cuanto a Brown, hay que decir que pocos jugadores pueden presumir de un palmarés como el suyo. Larry ha ganado tres Super Bowls, siendo siempre titular, y ha sido MVP en una de ellas. Toma ya. 14 intercepciones en toda su carrera, dos de ellas en el Partido.

Por último, aunque no se comenta en el vídeo de NFL Network, Brown vivió un duro drama personal el mismo año en el que consigue su hazaña particular: su hijo de dos meses, que había nacido prematuramente, murió.

2.- Timmy Smith

Al hablar de los salarios de las estrellas del deporte, muchas veces sale el comentario de "cobrará más en un año de lo que ganaremos todos nosotros en nuestras vidas". Sin dejar de ser cierto, también hay que tener en cuenta que con cierta frecuencia estos millonarios son pobres ignorantes (tanto en Estados Unidos como en España, como tuvimos ocasión de comprobar recientemente) que despilfarran sus fortunas o son víctimas de buitres, timadores y sanguijuelas de todo tipo, que les aconsejan mal y les llevan a la ruina. Ganan más que cualquiera, pero también, frecuentemente, se endeudan hasta límites insospechados. Y acaban muy mal.

Timmy Smith es uno de estos juguetes rotos (toma tópico). Tras una temporada en el banquillo, este rookie es el running back titular de los Redskins en la Super Bowl por lesión de George Rogers. No debían de fiarse mucho de la fortaleza mental de Smith cuando le ocultaron en los días previos al partido que iba a ser titular. No vaya a ser que se ponga nervioso y le dé un ataque. Jugó, e hizo el mejor partido que jamás realizó un running back en el Partido de los Partidos, por lo menos en yardas de carrera. 204 yardas, récord todavía vigente, y 2 touchdowns. Esas yardas representan más de un tercio del total que consiguió en su carrera profesional (602). Sólo anotó un touchdown más.

Creo que en el vídeo se ceban un poco con el pobre Timmy. Dicen que por los huecos que abría la excelente línea ofensiva de Washington podrían circular camiones. Qué cabrones. El problema es que Timmy se creyó un dios y acabó muy mal. Drogadicto y entre rejas. Una pena.

1.- Greg Cook

Como podéis ver, cuando Cook lanzaba,
sus súbditos se postraban ante él para adorarlo.
Este verano No disparen al quarterback publicó un excelente artículo sobre la historia de Greg Cook. Lectura más que recomendada. Habiendo visto el vídeo y leído el artículo anterior, queda poco por añadir, entre otras cosas porque lo poco que conozco de este jugador se lo debo a esas dos fuentes. Cook representa el proyecto de estrella frustrada por una lesión. Un adelantado a su tiempo, en el sentido de que se lesionó en un momento en el que la medicina no podía reparar el daño causado en su hombro. Daño que, como dicen en el vídeo, era similar al que sufrió Drew Brees en San Diego, y ya veis lo que pasó después. Una pena. Quizá Cook podría haber liderado una dinastía ganadora en Cincinnati.

De todos modos, y ejemplos hay a patadas en este artículo, parece un poco precipitado el juicio que muchos tienen de Greg Cook. No sé hasta qué punto las declaraciones de Bill Walsh (que entrenó a Joe Montana y a Steve Young) de que podría haber sido el mejor quarterback de toda la historia son más un intento de consuelo al bueno de Cook que declaraciones sinceras. Lo cierto es que sobre él solo podemos hacer historia ficción. En su única temporada en plenitud de condiciones, sus números fueron 106/197 pases completados, 1854 yardas, 15 tochdowns y 11 intercepciones, para un passer rating de 88,3. Fue el novato del año de la AFL. Conserva dos récords de novato: 9,411 yardas por intento de pase y 17,5 yardas por pase completado. Los Bengals, esa temporada, quedaron quintos en la Western Division de la AFL, con un registro de 4 victorias, 9 derrotas y 1 empate.

¿Es lo anterior suficiente como para nombrarlo la mayor estrella fugaz de la historia de la NFL (realmente AFL)? Pues tengo dudas. Porque creo que su nombramiento como tal está asociado a la creencia de que si no se hubiese lesionado, habría sido un quarterback legendario. Al hacer eso se cae, precisamente, en el error que hemos visto repetido tantas veces a lo largo de este artículo: pretender extrapolar el brillante rendimiento de una temporada (o menos) al resto de la carrera de un jugador. Y es que, de no asumir tal creencia, el caso Cook no sería tan impresionante. Gran estadística en una temporada, sí, pero no tan espectacular como para designarlo como the greatest one-shot wonder of all time. Creo que impresiona más lo que consiguió el número 2 de la lista, por ejemplo. Eso sí que es una estrella fugaz.

Abandonado el football, Cook decidió dedicarse a al arte de la pintura. Menos mal que no hizo lo mismo que otro deportista que, en España, tras destrozarse la rodilla decidió destrozar otro tipo de arte, la música.

* * *

Bueno, os habéis dado cuenta, ¿verdad? A ninguno de los integrantes de este Top Ten se les llama por su nombre de pila original, sino por hipocorísticos o motes. Por orden de aparición: Mike en vez de Michael, Jim en vez de James, Rob en vez de Robert, "Ickey" en vez de Elbert, Percy en vez de Percival, Tommy en vez de Thomas, Clint en vez de Clinton, Larry en vez de Lawrence, Timmy en vez de Timothy, y Greg en vez de Gregory. ¡Bien, a Rodgers le llaman Aaron, el nombre que le pusieron al nacer!

¿Se os ocurre alguna otra estrella fugaz? Yo no puedo evitar pensar en Matt Cassel. O se espabila en los Chiefs, o quedará marcado como otra one-shot wonder. Pero creo que la omisión más grave es la de David Tyree. A pesar de que fue un Pro-Bowler en 2005, lo fue por su aportación como jugador de equipos especiales, no como receptor. En sus siete años de carrera profesional, Tyree apenas consiguió nada destacable, excepto la (probablemente) recepción más espectacular de la historia de la NFL. Protagonizó LA JUGADA, con mayúsculas, de la NFL. La explicación a su ausencia de la lista puede ser que cuando se emitió por primera vez el programa, Tyree estaba aún en activo y resultaría bastante feo incluir a un tío que todavía estaba a tiempo de repetir buenas actuaciones (la otra explicación puede ser que a este jugador se le conoce por su nombre original, y no por hipocorísticos o motes). Ahora que está recién retirado, completemos la lista con el homenaje a esta estrella fugaz, la que más brilló de todas. Me despido con la célebre historia del balón de fútbol americano a un casco pegado, un casco superlativo, un casco sayón y escribo. Hasta pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario