Doscientos sesenta y seis partidos después, solo quedan dos. Veamos cómo han llegado al último partido.
Música. Esta final nos suena, ¿verdad? Vivimos en un Retro world, como dicen los Black Halos.
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Patriots-Giants en la Super Bowl. La noticia del día es, obviamente, que Giants y Patriots se jugarán el anillo en Indianápolis dentro de un par de semanas. En la casa de Peyton Manning, su archienemigo o su hermano se proclamarán campeones. Gane quien gane, la figura de Peyton quedará un poco empequeñecida. La idea de que los quarterbacks ganan y pierden solos, aunque falsa y falaz, sigue en muchas mentes. Y en un par de semanas, Peyton seguirá con un solo un anillo mientras: (a) Tom Brady consigue su cuarto (¡cómo vas a comparar a Manning con Brady, si Brady tiene tres anillos más!); o (b) su hermano el segundo (Peyton Manning es peor que su propio hermano, que ha ganado más anillos que él, el doble).
No nos desviemos, que el protagonista no es Peyton Manning. Nueva York (realmente, Nueva Jersey) contra Boston. Dos ciudades enfrentadas por el deporte. Dos mercados grandes. Dos equipos históricos. Dos estilos. Y una revancha.
Nos venderán el partido como un duelo entre Brady y Manning. Sin embargo, como comentamos a continuación, no han sido ellos los héroes de la victoria. Al contrario, sus actuaciones fueron simplemente correctas, poco estridentes. Los protagonistas, defensores y equipos especiales (estos, negativos).
Las defensas siguen imponiéndose a los ataques. Defensa, defensa y más defensa. De los diez partidos de playoffs que llevamos, solo uno fue el chaparrón ofensivo que muchos temían. Solo el Saints-Lions. En todos los demás dominaron las defensas. ¿El 49ers-Saints también? Puede, aunque con matices, porque acabó ganando la mejor defensa. De hecho, llegan a la Super Bowl las dos mejores defensas de la postemporada. Dos defensas malas durante la temporada regular, pero las que menos puntos han permitido en enero. Es decir, cuando de verdad importa, las defensas han dominado a los ataques.
Porque ni los Patriots ganaron por Brady, ni los Ravens perdieron por Flacco. Ni los Giants ganaron por Eli Manning, ni los 49ers perdieron por Alex Smith. Todos ellos fueron superados por las defensas contrarias. En el año del quarterback, en el año de los récords, los quarterbacks han sido más irrelevantes que nunca en enero. El año pasado brilló Rodgers; el anterior, Brees, Favre y Manning; y el anterior Kurt Warner. Esta postemporada no hemos visto a ningún pasador estelar. ¿Cambiará la tónica en la Super Bowl? El precedente de la temporada regular no parece augurar un cambio, pero todo es posible.
Supongo que estos playoffs no servirán para acallar las voces que proclaman la persecución conspirativa del juego defensivo, el fin del fútbol americano profesional como se conocía antaño y la conversión del deporte de colisión en un circo aéreo globetrotteriano de mal gusto. Seguirán, no cabe duda. Pero antes de volver a rasgarse públicamente las vestiduras, que revisen lo sucedido este fin de semana. Las defensas siguen pudiendo defender. A dónde habremos llegado para que tengamos que recordar esta obviedad. Si lo hacen bien o mal no es por los árbitros o por el reglamento, sino porque rinden mejor o peor. Planifican mejor o peor. Ejecutan mejor o peor. Placan mejor o peor. No es culpa de los árbitros ni de Goodell que se fallen tantos placajes. Como leía ayer en Twitter, es una cuestión de fundamentos. Aprendan de los 49ers, que aunque no están en la final dieron dos clases magistrales de cómo debe derribarse al portador del balón.
Fútbol de enero, fútbol defensivo. Césped, barro y golpes en el rostro del quarterback. ¿Tanto hemos cambiado?
Las normas de la prórroga. Ah, que no, que este año no hablamos de eso. La reforma estelar del reglamento de hace un par de años sigue sin tener trascendencia alguna. Eso sí, genera zozobra, falsas creencias e ideas equivocadas. Decían en el Plus que es un sistema más justo porque "da derecho a réplica". Mentira. Pregunten por Pittsburgh. El nuevo sistema no evita la posibilidad de que el quarterback del equipo que no recibe quede mirando con cara de póker cómo su equipo pierde sin tener la oportunidad de tocar el balón. Es una norma a medida para evitar un desenlace como el de la final de la NFC de 2010. Reciben los Saints, field goal, y los Vikings a su casa. ¿Por qué eso es más injusto que el desenlace del Broncos-Steelers? Es más, ¿por qué es injusto? ¿Es que las defensas no juegan? La batalla posicional es importante. Puede convenirte no recibir. En el partido de San Francisco, forzar un 3 y fuera y conseguir una buena posición de campo podía ser más interesante que recibir el primer kickoff.
En fin, que menos mal que cambiaron la norma, eh.
La sorpresa
Victoria contra los números y los tópicos de los Patriots. Las dos finales de conferencia se presentaban bastante abiertas, por lo que ningún potencial ganador se podía considerar como realmente sorprendente. Sin posibles sorpresas en el qué, busquémosla en el cómo. Y el cómo de los Patriots sí ha sido bastante sorprendente.
New England ha conseguido la victoria a pesar de presentar diversos síntomas de derrota. El primero, que ha perdido en passer rating differential con los Baltimore Ravens de Joe Flacco. Lo cual ya resulta soprendente de por sí, todo sea dicho. Joe Flacco. Tom Brady (y Welker, Gronkowski, Hernández...). Amplío la explicación, que así no se entiende. Los de Cold, hard football facts, una página web sobre estadísticas footballeras (esencialmente) dan la brasa de modo incesante sobre este tema: que la estadística más importante en un partido de NFL es el passer rating differential: el passer rating que consigue un equipo y el de su rival. El que lo tiene mejor suele ganar. En eso insisten día sí, día también. En el fondo, la estadística de marras no es sino el modo de expresar qué ataque aéreo fue mejor. Dicen que desde los sesenta es lo más relevante para explicar el desenlace de la NFL.
Como anticipaba, el passer rating de los Patriots (de Brady, 57,5) fue peor que el de los Ravens (de Joe Flacco, 95,4). Muy sorprendente. Uno de los quarterbacks más grises de la NFL lo hace mejor que uno de los mejores de la historia, que venía de batir un récord la semana pasada de pases de touchdown en playoffs. Sorprendente. Y, a pesar de que el ataque aéreo de Baltimore fue mejor que el de New England, terminaron ganando los Patriots.
Siguiente sorpresa: la irrelevancia del take care of the football. El cuidado (o en este caso el descuido) de la posesión no fue decisivo. En playoffs (y en general) quien pierde más balones suele perder el partido. Las pérdidas de balón son devastadoras. En el partido de Foxborough, los Patriots cometieron 3 pérdidas de balón, por una de Baltimore. Diferencia de 2, apreciable. Aún así, ganaron los Patriots. Sorprendente.
Hemos visto que los Ravens pasaron y cuidaron mejor el balón. ¿Está la diferencia en la carrera? Baltimore consiguió 116 yardas de carrera, por 96 de los Patriots, así que tampoco. ¿Y la posesión? Más minutos para Baltimore, 33:33 por 26:27.
Con todos esos datos, cualquiera diría que los Ravens habían ganado. Pero no lo hicieron. ¿Dónde estuvo entonces la diferencia? Pues en la ineficacia de los Ravens en la red zone. Llegaban cerca de la goal line, pero se tenían que conformar con 3 puntos (o 0, al final). Eran incapaces de transformar un cuarto down. Y, en el último minuto, en la red zone, ni 7 ni 3 puntos. El fallo de Cundiff terminó por decidir el partido.
Qué gran oportunidad perdida. Contienes a Brady, a sus receptores y tight ends, tu quarterback juega mejor que él, corres mejor que los Patriots, y fuerzas dos pérdidas más que las que tú cometes. Y pese a todo ello, pierdes. Tan frustrante como sorprendente.
Por último, está muy bien innovar, pero lo de Edelman (receptor y retornador, en principio) cubriendo a Anquan Boldin es demasiado. Aunque Belichick nos tiene acostumbrados a este tipo de movidas, no deja de sorprender que se juegue la vida con un marcaje así.
Todo sigue igual
Regreso a 2008. Lo decía antes, se repite la historia. Peter King lo detalla en su MMQB. Mismos finalistas que aquella temporada, que llegan completando un camino casi idéntico. Los Patriots, tras conseguir el primer lugar de la AFC, aunque esta temporada han estado lejos de la perfección alcanzada en la 2007-2008, donde contaban sus partidos por victorias. Los Giants llegan tras una temporada regular de altibajos, que les obliga a jugar desde la ronda de wild card. Esta vez, por lo menos son campeones de división, lo que les permite jugar en primera ronda en su estadio. Ahí vencen a un equipo de la NFC Sur. Como en 2008. A continuación, viajan al estadio del primero de la NFC. Y ganan. Después, juegan la final de conferencia ante el segundo de la NFC. Y en un partido donde las inclemencias meteorológicas son patentes (aunque esta vez no tanto), los Giants ganan en la prórroga con un field goal de Lawrence Tynes, que llega después de forzar una pérdida de balón del rival. Lo mismo. Otras similitudes: eliminan a los Packers en Lambeau, pierden con el equipo con mejor récord de la NFL 38-35 y luego lo vencen en postemporada, y pierden con los Redskins en la 15.ª jornada. Entonces fue por 22-10; ahora, 23-10.
Bueno, hay una diferencia que puede que sea importante. Aquel año, los Giants perdieron contra los Patriots en temporada regular. Este año, vencieron. Además, vencieron como en 2008. Con un drive ganador en los últimos instantes que termina en touchdown. ¿Pasará ahora lo mismo, pero al revés?
Bernard Karmell Pollard. No sé si leéis habitualmente a Bill Simmons en Grantland. Yo lo hago todos los viernes. Disfruto mucho. Me descojono. El viernes pasado contestaba a preguntas que venía recibiendo por correo electrónico de sus lectores. En algunos casos las preguntas (o no preguntas) eran aún mejores que las respuestas. Esta era la primera:
I'm a Steelers fan. I despise the Patriots and moreso, the Ravens. But I think I found something to like about this game. Bernard Pollard plays for the Ravens. If he were to accidentally roll Brady's knee again, doesn't he become the most celebrated/infamous hitman in NFL history? Ray Lewis has to be staring right at him when he gives his "Lets do what we do!" pre-game speech, right?
— Chris, Pittsburgh
First of all, that's not funny. Second, Pats fans know him by his full name (Bernard Karmell Pollard) because it makes him sound like an assassin, which he is, because … you know, he assassinated the 2008 Patriots' season. Third, if Pollard sacks Brady and does a cutthroat gesture on his knee (instead of his neck), I really think there will be a riot or something close. Fourth, Pollard's comments about Brady this week ("That's the pretty boy. That's the man of the NFL. That's Mr. Do-It-All. So everybody is going to hold that against me but I don't care") almost make me wonder if Bernard Karmell Pollard WILL go after Brady in this game just to prove a point. I don't like anything about this paragraph.
El asesino de la temporada 2008-2009 de los Patriots volvió a lesionar a un jugador clave de los Patriots. También fue involuntario, como en la 2008-2009. Que no tenía intención de lesionar al rival, quiero decir. Obviamente lo quería placar y no se iba a detener por arriesgar una lesión del contrincante. En eso consiste el fútbol americano. Pero maldita la gracia que les habrá hecho a los seguidores de New England. Uno de sus tight ends estrella, una de las claves de su ataque, duda para la Super Bowl.
Gronkowski dice que jugará, pero a ver en qué condiciones, porque su tobillo se retorció al máximo. Que le pregunte a Roethlisberger por su camello, al que le pasó la mandanga en el descanso de Mile High.
Todo cambia
Fin a la racha de Brady. ¿Ese era Tom Brady? ¿Seguro?
¿Pero seguro que es este?
Tras dieciocho partidos de playoffs lanzando al menos un pase de touchdown (se queda a dos del récord de Favre) y tras igualar el récord en un partido la semana pasada, Brady se queda sin lanzar un solo pase de anotación. Y dos intercepciones. Eso sí, visto que pasándola no le iba bien, decidió dar él mismo el salto. Ahí sí que procede un quarterback leap. Porque en cuanto pasa el balón se termina la jugada. Eso sí, el hostión de Ray Lewis no se lo quita nadie. Qué huevos, por cierto.
También a la de Alex Smith. Una semana duró la felicidad de Alex Smith. Una semana y un día. Los elogios y la admiración del pasado sábado se transformaron en los conocidos desprecios de siempre. Con fundamento, por cierto. El ataque de San Francisco se disfrazó del de Denver. Mira, los que decían que ese estilo iba a marcar tendencia en la NFL quizá tengan razón. Los resultados, parecidos a los de los Broncos. Pocos puntos. Pero oye, es una tendencia. El domingo vimos la option desde el shotgun en San Francisco. Curioso, como poco. Y vimos un ataque aéreo muy limitado, pero que cuando completaba un pase era a lo grande. Dos pases de touchdown, dos big plays que ocultan la ineptitud durante casi todo el partido. También vimos pases muy imprecisos a receptores desmarcados. Pues eso, Denver. Tras más de tres cuartos de partido, Smith no había completado un solo pase a un wide receiver. Solo a sus dos tight ends y a su running back. Algo que esperamos leer de los Broncos, pero no (¿o sí?) de los 49ers.
Tras una semana de flores, ahora tocan palos para Smith. Y lo peor es que hasta dentro de unos ocho meses no tendrá oportunidad de redimirse.
Lo mejor
Los principales protagonistas de ambos partidos fueron los antihéroes, por lo que resulta complicado elegir a protagonistas por motivos positivos. Los titulares son para los que la cagaron, los que acertaron están un poco al margen.
Vince Wilfork. Sus números no son especialmente llamativos, pero su actuación fue decisiva. Un sack y tres placajes para pérdida de yardas es lo que refleja la estadística oficial del partido. Pero hubo mucho más. Estuvo enorme. Como es él físicamente. En el último cuarto, cuando los Patriots necesitaban aguantar la ventaja, Wilfork apareció en los downs más importantes. Durante todo el partido, aplastó la línea ofensiva de los Ravens, colapsando el pocket una vez tras otra. Un partidazo. Wilfork dominó la línea de scrimmage. De él se beneficiaban otros compañeros que completaban las jugadas defensivas. Es el líder de una defensa que no dio la talla en la temporada regular, pero que resurge en enero.
Víctor Cruz. El mejor jugador ofensivo de la semana. En dos partidos dominados por las defensas, el único atacante que causó auténticas pesadillas entre los rivales fue Víctor Cruz. Un jugador que seguro que resulta más cargante para los defensores al escuchar el Cruuuuuuuz que inevitablemente se escucha cada vez que consigue una recepción. 10 recepciones, 142 yardas totales. Y ahora ya lo conocen, por lo que no pilla por sorpresa a nadie. El receptor de la temporada hasta el momento.
Devin Thomas. Lo opuesto a Kyle Williams. Todos nos fijamos en los errores del retornador de punts (véase al final de este artículo), pero de nada les habrían servido a los Giants si un jugador suyo no recuperase la posesión tras las cagadas de Williams. En la primera ocasión, Thomas no tuvo ayuda de ningún compañero; en la segunda, de su compañero Jacquain Williams, que fuerza el fumble. En ambos casos, el recuperador fue Devin Thomas. Clave para la victoria de los Giants en San Francisco.
La cara de Eli. Espectacular.
Lo regulero
Joe Flacco. Su mejor partido de la temporada no sirvió para nada. En casa de Brady, jugó mejor que el quarterback de los Patriots. No estuvo brillante (nunca lo está, es Joe Flacco), pero si mejor de lo esperado. La jugada que resume lo que es Joe Flacco es el pase profundo a Torrey Smith con el que los Ravens consiguen una buena cantidad de yardas, pero no todas las que la jugada permitía. Smith había quemado a la secundaria de los Patriots, y con un pase más adelantado el touchdown era seguro, pero Flacco lo deja ligeramente corto y el receptor no puede hacer más que atrapar el balón y quedarse quieto. Bien, pero no muy bien.
De todos modos, justo es decir que Flacco hizo un partido de categoría. De no ser por el pase que no es capaz de atrapar Lee Evans, hoy Flacco estaría en los titulares. Sería un héroe. Nadie dudaría ya de él. Sí, es un solo partido, no hay argumentos suficientes como para cambiar de opinión de forma tan radical y tan rápido, pero así es la NFL hoy. En un partido, en una jugada, encumbramos o hundimos a un jugador. La semana pasada Alex Smith era un dios, esta es un pobre diablo. Personalmente, sigo creyendo que Flacco es un jugador regulero, el regulero por excelencia. Como también debo reconocer que su partido en Foxborough, en el momento de máxima presión, fue muy bueno. Una pena para él que Evans primero y luego Cundiff no le acompañasen.
La defensa de San Francisco. Dudaba el viernes de si estos 49ers eran dignos de su historia. Su ataque no, pero su defensa está fuera de toda duda. Claro que lo es. Aunque en la primera mitad la presión apenas llegaba a Manning (y, con tiempo, el quarterback de los Giants no fallaba, especialmente cuando buscaba a Cruz), la defensa de San Francisco contuvo los daños gracias a su infalibilidad placante. El virus del receptor implacable no llegó a la bahía. En la segunda parte, y hasta el final del partido, se comió a los Giants. Coberturas casi perfectas, presión agobiante a Manning sin necesidad de abusar del blitz y (también) placajes contundentes. Hablando de coberturas, quizá el exceso de marcaje perjudicó a San Francisco. En dos ocasiones, los Niners desaprovecharon oportunidades claras de intercepción por tener a dos defensores en la trayectoria del balón. Gholston estuvo implicado en ambas. Parecía empeñado en impedir la intercepción. Esa pizca de suerte es lo que separa el éxito del fracaso.
Vernon Davis. Capaz de lo mejor y de lo peor. La única referencia receptora de los 49ers. Para qué has quedado, Michael Crabtree. En fin. Que Vernon Davis volvió a completar un muy buen partido recibiendo, pero se pasó de revoluciones en un par de ocasiones. Y al final palmó. Dos recepciones de touchdown. En tres recepciones, 112 yardas. Muy bien por esa parte. Recepciones complicadas, además. En la primera, corre por el alambre y evita pisar fuera del campo. En la segunda, a pesar de caer conserva la posesión. Buenas piernas y buenas manos.
Davis alternó esto con poca cabeza. Primero, regala 15 yardas al contrario por una celebración ilegal. No entro a discutir si la norma tiene sentido. Harbaugh se puso como un basilisco. Pero para qué haces eso, hombre. Se sube al podio de la cámara y pañuelo amarillo al canto. Algunos decían que por qué esto se penaliza y el Lambeau leap no. Pues porque así lo decide la liga. El Lambeau leap no solo se permite en Lambeau Field, aunque de ahí tome su nombre. Se permite en cualquier estadio. Vale saltar a celebrar la anotación con los aficionados. Pero no vale subirse a las cámaras. También vale hacer un mate sobre el travesaño de los goal posts. Y ya. ¿Normas absurdas? Sí, y tanto. Pero evítalas, hombre. El partido de Candlestick no era como para regalar yardas.
Después, otras quince yardas de regalo por meterse en una pelea en la que nadie le había llamado. Salta a la chepa de un contrario, vuela el pañuelo y falta personal. Nuevo regalito. En fin. Para acabar la jornada agridulce, su equipo terminó perdiendo. Con todo, excelentes playoffs de Davis, mucho mejores que su temporada regular.
Más contento con la derrota del Estu que con la victoria del Dépor. Inciso personal y no footballero de la semana. Vaya que si importa el cómo. El Estu palmó este fin de semana contra el Lucentum Alicante y el Dépor ganó al Villarreal B. Uno se acerca peligrosamente al descenso, otro se destaca como líder. Pero me gustó mucho más la derrota del Estu que la victoria del Dépor. El Dépor ganó con una potra de la hostia al filial del Villarreal, gracias a un gol en propia puerta, tras jugar con uno más durante casi toda la segunda parte y en un partido en el que el contrario tira tres veces al palo. Un partido de mierda, con un juego apático, insulso. Así no mola.
El Estu palmó en casa. Pero nos lo pasamos bien. Mejor que en muchas victorias tristes. Prefiero palmar así que ganar asá. Supongo que cuando estemos al borde del abismo no diré lo mismo, pero con esta sensación me fui del Palacio. Parte de la esencia de lo que mola del Estu es la identificación entre equipo y afición. Ver cómo salen chavales de la cantera, cómo debutan, progresan y se convierten en jugadores profesionales. Jugadores que son de los nuestros, no gente que viene de paso a cumplir el expediente. El domingo, en gran parte debido a las muchas bajas, vimos al equipo más canterizado de mucho tiempo. Durante el segundo cuarto, coincidieron muchos minutos cinco canteranos en pista. Canteranos a los que sustituían otros canteranos. Los cinco. Granger o Jaime, Edu Martínez, Carlos Jiménez, Clark y Driesen o Riva. Diez canteranos convocados. Joder, eso es lo que mola. Y encima nos fue relativamente bien. Algunos diréis que esos jugadores tienen poco de canteranos, que se los ficha de fuera para jugar en el filial con vistas al primer equipo. Es verdad. Pero me sigue molando igual. Me la suda que haya nacido en Carabanchel, en Uruguay o en Bélgica. Mola igual. Ya solo nos falta ganar. Poco a poco.
Lo peor
Supongo que al refrán de que el ataque gana partidos y la defensa campeonatos le podemos añadir que los equipos especiales los pierden. Partidos y campeonatos. Jacoby Jones cuenta con dignos sucesores.
Lee Evans y Billy Cundiff. Lee Evans fue fichado por los Ravens este verano como el enésimo intento de consecución de una amenaza profunda para el equipo de Baltimore. No lo fue. Y por suerte para Baltimore, apareció Torrey Smith. La decepcionante temporada de Evans alcanzó su punto culminante este domingo. Evans tuvo el balón para ganar el partido. Un billete a Indianápolis. Pero no lo supo atrapar.
Que conste que creo que la jugada merecía una revisión detenida. Aunque en directo da la sensación de que Evans no es capaz de hacerse con la posesión y posar los dos pies en el suelo, la repetición ofrece dudas. Los árbitros encargados del vídeo no decidieron parar el partido para comprobarlo. Me sorprende. Mike Pereira, el gurú arbitral, dice que está bien señalada la jugada porque no debe verse en cámara lenta, sino en velocidad real, y ahí se ve claramente que Evans no tiene la posesión el tiempo suficiente como para que eso pueda considerarse una recepción. Discutible teoría al margen del reglamento. Evans atrapa inicialmente el balón, posa un pie en el suelo y (posiblemente) el otro. Pero en ese momento, Sterling Moore le da un manotazo y el balón se va al suelo. Gravísimo error del receptor. Ahí le iba la vida a su equipo. Ese balón no se le puede escapar. Que le arranquen los brazos si hace falta, pero no se le puede escapar.
Ahí no terminaron los errores. Luego llegó el de Billy Cundiff. No era ya para ganar, sino para empatar. Igual de grave. El kicker de los Ravens falló un field goal de los que hay que meter. Sencillo. 32 yardas apenas. Buen snap, buena colocación por el holder y pésima patada. A casa. Ni Harbaugh estuvo acertado. ¿Por qué no pidió un tiempo muerto antes de chutar el field goal? La unidad de field goal entra corriendo para evitar el delay of game. Cuando hay tanto en juego, más vale cuidar hasta el mínimo detalle.
Primeros malos de la jornada, Evans y Cundiff. Y primera parodia AceVenturiana.
Kyle Williams. Este supera a Jacoby Jones. Equipos de la NFL: si vuestro retornador de punts la caga, no le dejéis volver a intentarlo. Hay que tener a otro jugador preparado para esto, aunque se limite a recoger el balón sin avanzar con él. Cuando conocimos que Ted Ginn Jr., el retornador titular, era baja, nadie pensó que iba a ser tan decisiva. Kyle Williams se cubrió de gloria.
Su primera cagada de épicas proporciones, con 14-10 a favor de su equipo en el 4.º cuarto.
No cabe duda, Williams toca el balón, por lo que los Giants pueden recuperarlo. Aprovecho para aclarar que la acción está bien señalada por los árbitros y que aquí no hay un "pitido inoportuno antes de tiempo". Aunque el sentido de la decisión arbitral cambia tras la revisión, no hay perjuicio para los Giants. Ese balón, una vez recuperado, no puede ser avanzado. Cuando un equipo "pateador" recupera el balón sin que el receptor haya tenido posesión (como en este caso), no se puede avanzar con él. Se recupera donde se consigue la posesión del balón y punto. Por norma.
De no producirse el error anterior, es probable que los 49ers hubieran ganado el partido. En ese momento iban ganando y estaban jugando mejor que los Giants. Su defensa estaba aplastando al ataque de los de Nueva Jersey, con una presión agobiante a Manning y (por fin) buenas coberturas a los receptores. La diferencia en el marcador era escasa, pero el control del partido era de los Niners.
Peor aún es el error de la prórroga. Un error que cuesta una Super Bowl. Ni más ni menos. En un momento en el que hay que minimizar los riesgos, Kyle Williams descuidó el balón, lo perdió y los Giants lo recuperaron en field goal range. El fin.
Kyle Williams, un jugador que pasará a la historia siniestra de la NFL. Si las miradas matasen...
* * *
En los próximos días comenzaré con las previas de la Super Bowl. Una Super Bowl que, por cierto, no me entusiasma mucho. Ninguno de los dos equipos me cae especialmente bien, puede que sea por eso. Las previas, varias, como la temporada pasada: ahondando en gilipolleces varias y (en alguna) comentando aspectos deportivos.
lunes, 23 de enero de 2012
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Con esta será la cuarta SuperBowl que veo a mi equipo, porque la de 1987 sólo la pude ver en resúmenes, eran otros tiempos. Sin QB titular y "in extremis" en 1991, destrozados por la defensa de Ravens en el 2001, alucinando con los milagros de Eli en el 2008. Veremos que pasa este año. Me alegro de no tener de rival a los Ravens. Que bonito es tener a tu equipo en el gran partido.
ResponderEliminarSensacional entrada. Enhorabuena por el blog. :)
ResponderEliminarDavid
Ahí sí que procede un quarterback leap. Porque en cuanto pasa el balón se termina la jugada. Eso sí, el hostión de Ray Lewis no se lo quita nadie. Qué huevos, por cierto.
ResponderEliminar+1, Y además después que en la revisión le anularan otro TD, en el 2º down que luego convierte en 4º, bien anulado por cierto...
¡Me decepcionas! ¿No dices nada de la maldición de Sports Illustrated??
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