Como anticipaba en la entrada de ayer, he colaborado en el podcast de esta semana de Touchdown or nothing, organizado por Jordi, de Illegal Return y Ginés, de NFL Notes. Lo podéis escuchar en Illegal Return, en NFL Notes o en iTunes. Veréis que digo las mismas gilipolleces de siempre. Nada, que gracias a los organizadores por la invitación, me lo pasé muy bien grabándolo. No tanto escuchándome, que no me molo, pero hay que joderse, que por algo no curro en la radio.
Bueno, como esto queda demasiado corto, vamos a aprovechar para hablar de otros temas. Nada tiene que ver con el fútbol americano, así que los que vengan aquí a informarse solamente de la NFL pueden parar ya de leer. Que luego os cagáis en mi madre. Quedáis todos advertidos.
Todos somos conscientes (o deberíamos serlo) de que lo que recibimos no se corresponde con lo que damos. Casi nunca se corresponde. Generalmente, se cobra más o menos de lo que se merece. Casi nadie es retribuido conforme a sus méritos. No cabe duda. El mundo es injusto, qué le vamos a hacer. Demasiada mierda distorsiona la justicia de la retribución: nepotismo, amiguismo, herencias, favores cruzados, etc. También es evidente que lo que cobra una persona es independiente de la calidad de su trabajo.
Todo lo anterior es verdad y, para mí, indiscutible. Pero eso no quita que cuando observemos algunas injusticias debamos callarnos. Esto va por el caso de Gonzalo Vázquez. Si seguís la NBA supongo que sabéis de quién hablo. Y si sois locos del Twitter a lo mejor os suena, porque ayer fue trending topic.
Puede que estéis en desacuerdo con sus opiniones (para mí demasiado LeBronófilas), puede que consideréis que sus escritos son largos de más, o puede que os parezca un poco pedante. Cuestión de gustos. Pero de lo que creo que no cabe duda es de que la calidad de sus textos es superior a todo lo que se escribe en español sobre baloncesto. Está a años luz. En este caso, en el reino de los ciegos, el lince es el rey.
En este artículo de su blog en Eurosport, Gonzalo Vázquez anuncia que se tiene que volver de Nueva York. Ahí, al Bronx, se había mudado para cubrir la NBA en 2009. Desde ahí preparó excelentes artículos sobre lo que estaba viviendo. Desde las canchas del Madison y del Prudential Center de los Nets tuiteaba sus impresiones. Desde ahí escribía sus artículos para Eurosport, ACB.com y Jot Down. Para este último medio concedía esta imprescindible entrevista. El suyo es un caso excepcional: un tipo que sabe (mucho) de baloncesto, que sabe escribir (muy bien) y que se desvive por contarlo. Cualidades despreciables para los medios de masas, por supuesto. Se tiene que volver porque nadie se ha interesado en sus servicios. Sin cobrar, no puede vivir del aire. En un país como España, que consume NBA en grandes cantidades (aunque los motivos son más patrioteros que estrictamente deportivos), en donde hay peña que come por hablar o escribir de NBA, el que mejor lo hace tiene que volverse por falta de medios. Y nunca mejor dicho.
Tremendo. ¿Habéis echado un vistazo al nivel de la página oficial de la NBA en España, que ahora lleva Marca? Para echarse a llorar. Hoy he leído esta frase en uno de los blogs de esa página: "en mi opinión, la canasta de James me gusta más". ¿¡Pero qué manera de redactar es esa!?
Mientras una persona que elabora un producto de calidad se tiene que volver por falta de medios (nunca mejor dicho), Tomás Roncero, José Luis Carazo, Paco García Caridad, Roberto Gómez, Manolete, Látigo Serrano, Siro López, Francisco Rabadán y el hijo de Iñaki Cano, entre muchos otros, cobran por su trabajo. Y sospecho que cobran bien. Una puta vergüenza. Toda esa peña debería pagar por verter sus residuos. Pero lo triste es que la coprófaga masa la consume con avidez. Si es que tenemos lo que nos merecemos. ¿Cuál es el canal de televisión más visto? ¿Qué diario es el más vendido? ¿Qué partidos políticos los más votados? ¿Qué equipo cuenta con más seguidores? ¿Qué música es la que más se vende? La respuesta a todas las anteriores preguntas es sustancialmente la misma.
Cambiando de tema y para terminar, supongo que todos habréis visto el documental Inside job. Si no, debéis hacerlo. Aquí lo tenéis:
Ah, dicen al inicio del documental, cuando comentan el caso islandés, que el regulador del mercado financiero no protegió a los ciudadanos islandeses, sino a los bancos. Un tercio de los reguladores financieros islandeses fueron empleados de los bancos. Conflicto de interés, se llama. El actual Ministro de Economía español fue empleado de Lehman Brothers. Él nos tranquiliza: si se considerase algo responsable de la crisis global no habría aceptado su cargo. Como si ese fuese el problema [por si acaso lo aclaro: el problema es que el regulador financiero no puede estar del bando de los bancos, sino que debe estar en el del interés general, y en este caso existen a priori dudas más que razonables de que lo esté].
Es hora de decidir por quién tomar partido en la Super Bowl. Como vamos a hablar de amores y odios, Between love and hate, de los Strokes.
Aclaro en primer lugar que no siento afinidad por ninguno de los dos equipos. Por primera vez en mucho tiempo, ninguno de los dos contrincantes del gran partido me generan simpatía. No voy con ninguno, y me disgusta. Aunque esto creo que me lo vais a escuchar muy pronto de palabra en cierto podcast (salvo que su autor meta la tijera, que creo que va a hacer falta, porque hablando me enrollo tanto como escribiendo), tengo que decir que es la primera vez en mucho tiempo que no me alegraría de la victoria de ninguno de los dos equipos que disputan la Super Bowl. Los dos ganaron hace relativamente poco. Y no una vez, sino varias. Son habituales del gran partido en los últimos años. A diferencia del duelo de 2008, en el que había una clara cenicienta (los Giants), este año el partido se presenta muy abierto. Los Patriots son ligeros favoritos, pero no mucho. A diferencia de 2008, ninguno de los dos equipos cuenta con algún jugador veterano que está casi ante su última oportunidad de conseguir un anillo. En 2008 estaban Michael Strahan y Randy Moss. Este año tenemos a Wes Welker (30 años y sin anillo), pero creo que aún le queda bastante carrera. No es comparable.
Además, creo que ninguna de las ciudades vivirá por este partido como lo harían otras. Están mal acostumbradas. Nada que ver con cómo vivió Nueva Orleáns la Super Bowl de los Saints, cómo vivió Green Bay la de los Packers o, si me apuras, cómo vive Pittsburgh cada éxito de sus Steelers (pese a que se repiten con frecuencia). En Boston ganan demasiado, y los Patriots han venido ganando demasiado; en Nueva York no viven por los Giants, y no solo porque las pasiones se dividen entre Giants y Jets, sino porque la ciudad no se paraliza por la NFL. Imaginemos qué pasaría en Minnesota, Buffalo, Detroit o Kansas City. Sería increíble. O en otros sitios menos acostumbrados a ganar. Si es que me paro a pensar y me cuesta imaginar ciudades menos ilusionadas por una Super Bowl. Incluso las que hoy dan la espalda a sus equipos (Jacksonville, Tampa, Cincinnati) me da la sensación de que se movilizarían en caso de Super Bowl.
Con todo, siempre hay argumentos para ir a favor o en contra de ambos equipos. Vamos a buscarlos. Son argumentos para el aficionado neutral, claro, porque entiendo que los fans de Patriots y Giants ya están plenamente entregados a sus respectivas causas.
New England Patriots
A favor
1.-Belichick y Brady, dúo legendario. Antes de que esta pareja de entrenador y quarterback coincidiesen en Foxborough, los Patriots eran una franquicia perdedora. Desde su fundación en 1960, no habían ganado ni un solo anillo. Lo mejor que habían hecho es llegar a dos Super Bowls que perdieron ante Bears y Packers. Pero en la temporada 2001-2002, en la que un tal Tom Brady, un jugador elegido en sexta ronda, tuvo que hacerse con los mandos del ataque del equipo por lesión de Drew Bledsoe, el rumbo de la franquicia cambió radicalmente. Esos Patriots llegaron como víctimas a esa Super Bowl, que disputaron contra el Greatest Show on Turf, los Rams de Warner, Holt y Faulk. Las casas de apuestas daban como favorito a St. Louis por 14 puntos de diferencia. Ganó New England con un field goal en el último instante de Adam Vinatieri. Era el principio del dominio de la NFL por el equipo de Nueva Inglaterra. Con Belichick y Brady, ganaron tres anillos, perdieron otra Super Bowl, y ahora pueden lograr la cuarta. Si ganan este próximo domingo, se convertirían en el dúo head coach-quarterback con más anillos (igualados con Chuck Noll y Terry Bradshaw, de los Steelers, que vencieron en las cuatro Super Bowls que disputaron). Son muy buenos. Estrategas y ejecutores brillantes. Y merecen ocupar su lugar en la historia. Un argumento para ir con New England en la Super Bowl.
2.- Tío Karl, digo, Vince Wilfork. Quién no disfruta viendo a este entrañable y aparentemente bonachón defensor. Cada día se parece más al tío Karl de Cosas de casa.
Wilfork fue lanzador de peso y de disco en la universidad. Supongo que no sorprende. También ha constituido su propia fundación, que se dedica a promover la investigación contra la diabetes. Mola. Quién no ha disfrutado con sus cómicas intercepciones (menos el equipo que las sufre), eh.
3.- Wes Welker merece un anillo. Que sí, que aún le quedan bastantes años de carrera, pero quién sabe. Cuesta mucho llegar a la Super Bowl. De los desanillados, Welker es probablemente el más ilustre. Merece un campeonato. Seguro que Randy Moss no pensaba que la de 2008 sería su última gran oportunidad. Welker es un jugador hecho a sí mismo, varias veces despreciado. A pesar de su buen papel en el instituto, ninguna gran universidad lo quería. Lo consideraban demasiado menudo para el football universitario de elite. Por suerte para él y para Texas Tech, en el último minuto uno de los receptores inicialmente reclutados por esa universidad renunciaba a su beca, que ofrecieron a Welker. Ahí Welker hizo un muy buen papel y recibió varios premios por su labor como receptor y jugador de equipos especiales. Pero volvieron a considerarlo físicamente inepto para el siguiente nivel de football. No fue ni invitado al scouting combine. Por supuesto, no fue elegido en el draft. Tras ser contratado y despedido por San Diego, llegó a los Dolphins, donde jugó tres temporadas. Su última temporada fue bastante buena y le valió una buena oferta de los Patriots adonde llegó en 2007.
Desde su llegada a New England, Welker ha conseguido más recepciones que ningún otro jugador de la NFL. Es el quinto en yardas totales. Ha recibido al menos un pase en todos y cada uno de los partidos que ha jugado con los Patriots. Es el slot receiver por excelencia de la NFL (que no se alinea en el extremo de la formación). Y, pese a todo, sigue sin recibir todo el reconocimiento que merece. Es bajito, blanquito, no muy guapo, tampoco muy espectacular. Poco vistoso, poco agraciado. Pero merece un anillo como el que más.
4.- La vanguardia ofensiva. Los Patriots representan como nadie la nueva tendencia ofensiva de la NFL. Comentábamos hace unas semanas que probablemente la mayor revolución de la liga, que marca la evolución estratégica tanto en ataque como en defensa, es la aparición de tight ends superdotados físicamente, no solo capaces de bloquear y ocasionalmente salir a recibir, sino directamente ser una amenaza receptiva de primer nivel. Eso condicionaba no solo la estrategia ofensiva, sino también la defensiva, puesto que la defensa tiene que amoldarse de alguna manera a esos receptores tan difíciles de cubrir. Esos tight ends crean auténticas pesadillas a las defensas. No busquemos explicaciones conspirativas, es la evolución natural del deporte la que nos ha llevado aquí. Y los Patriots lo han visto mejor que nadie. En particular, en su draft de 2010 eligieron a dos tight ends excepcionales: Rob Gronkowski, en segunda ronda, y Aaron Hernandez, en la cuarta. Gronkowski no fue ni siquiera el primer tight end elegido en ese draft (antes los Bengals eligieron a Gresham, un muy buen jugador, aunque todavía algo lejos del nivel de los dos de los Patriots); antes que a Hernandez seleccionaron a muchos otros. Todo un acierto. El resultado, que hoy New England tiene a dos de los tres mejores tight ends de la NFL (el otro es Jimmy Graham, también elegido en ese draft). New England ha sabido crearse su ventaja competitiva, y merece un premio por ello. Los pioneros siempre deben ser recompensados.
5.- La revancha. La última vez perdieron. Resulta inevitable sentir un poquito de pena por ellos, ¿no? Si los otros ganaron en 2008, que estos ganen en 2012. La revancha les corresponde.
6.- Un equipo que sabe reinventarse. New England es un ejemplo de reinvención. Hablábamos antes del dúo Belichick-Brady, una constante en estos años de éxitos, pero aparte de ellos muchas cosas han cambiado. Los Patriots son un equipo que no teme arriesgar. Son poco conservadores. Su aversión al riesgo es escasa. Por ejemplo, si Randy Moss se pone tontito, a la puta calle. Tonterías las justas. Moss fue traspasado cuando aún era considerado un receptor de primera categoría. Tampoco se andan con miramientos si se les presenta la oportunidad de reclutar talento, aunque sea conflictivo. Chad Ochocinco y Albert Haynesworth se pusieron a tiro y los contrataron. Sí, luego ambos fichajes fueron un desastre, pero tampoco tienen problema en traspasar a uno (Haynesworth) y mandar chupar banquillo al otro hasta que espabile.
Los Patriots también son ejemplares en el aprovechamiento de jugadores con poco nombre. Dan oportunidades a su personal en función del rendimiento, no del renombre o el salario. Danny Woodhead llegó ahí tras ser despreciado por los Jets. Hablábamos antes del ejemplo de Welker. Hasta uno de sus héroes más recientes, el defensive back Sterling Moore, cuya zarpa arrebató el balón de la mano de Lee Evans, es un humilde jugador no drafteado.
Tercer ejemplo de la continua y casi temeraria adaptación a las circunstancias: el uso de no defensores como defensores. En 2004, ante la epidemia de bajas en defensa, Belichick ya alineó a un receptor como defensive back. Entonces fue Troy Brown, que incluso llegó a conseguir una intercepción ante los Bills. Esta temporada, en parte por las bajas, en parte por la ineptitud, Belichick ha vuelto a utilizar a un atacante como defensor. Ahora le ha tocado a Julian Edelman. Ahí lo veis en un blitz frente a los Eagles.
Que conste que la táctica me parece demasiado temeraria. Ver a Edelman cubriendo a Boldin en el drive decisivo de la final de conferencia daba escalofríos. Su cobertura no era ni mucho menos perfecta. Pero revela que esta gente no tiene ningún miedo a probar cosas diferentes. Ya hemos visto a Wes Welker chutar algún extra point.
E incluso a Doug Flutie chutando un drop.
Un equipo en constante reinvención. Mola.
7.- Es el equipo de Peter Griffin. Probablemente, el argumento de mayor peso para ir con los Patriots este domingo. Y hablo en serio.
8.- Son de la tierra de los Pixies y de los Dropkick Murphys. Dos grupazos de la hostia. Que no ocultan en sus temas su pertenencia al estado de Massachusets.
UMass (la universidad de Massachusets), de los Pixies:
La mítica I'm shipping up to Boston, de los Murphys:
9.- Myra H. Kraft. A ver, que tampoco quiero ser meapilas. A mí esto como que tampoco me motiva demasiado para ir con este equipo, pero bueno. El caso es que el pasado verano murió Myra H. Kraft, la mujer del propietario de los Patriots. También presidía una fundación benéfica del equipo de New England y estaba (dicen) muy unida al equipo. Por eso los Patriots llevan esta temporada un parche con las iniciales "MHK" en su uniforme. Y sería un bonito homenaje que ganasen el anillo. No sé, ya os digo que hasta el último momento estuve dudando si meter esto como argumento o no. Lo dejo por si a alguien le motiva.
10.- El peinado de Tiquan Underwood. Pues eso:
11.- Los (supuestos) valores de Boston. Decía Mark Twain que "in New York they ask 'how much money does he have?' In Philadelphia, they ask, 'who were his parents?' In Boston they ask, 'how much does he know?'". En Nueva York preguntan por el dinero que tiene, en Filadelfia por quiénes eran sus padres y en Boston por cuánto sabe. No sé hasta qué punto esa reflexión se correspondía con la realidad, y menos aún si hoy en día sigue estando en vigor (probablemente no), pero mola.
En contra
1.- Ya han ganado demasiado. Esta franquicia ha vivido demasiados éxitos en los últimos tiempos. Tantos, que parece que no aprecian de verdad el valor de un anillo. Es normal, inevitable. Creo que llevo un tiempo sin dar la brasa con el tema: la teoría de la satisfacción marginal decreciente de la victoria. La alegría global generada por un triunfo se compone de las alegrías experimentadas por cada aficionado. La alegría de cada aficionado tiende a decrecer cuando otros triunfos de su equipo están cercanos en el tiempo. Si hace poco su equipo cosechó éxitos, la alegría no será tan grande. Y al revés. Esta teoría trata de expresar en términos pedantes y grandielocuentes una obviedad: que nos malacostumbramos. Valoramos más lo que tenemos cuando no lo tenemos. Es lo que sucede por la tierra de los Patriots.
Y aquí abro un inciso para agradecer los comentarios en la anterior entrada que puntualizaban que igual que los Giants no son de Nueva York, los Patriots no son de Boston. Es verdad. Foxborough está 35 km al suroeste de Boston. Pero en este caso hay una diferencia: cuando Giants (y Jets) se mudaron de Nueva York a Nueva Jersey, mantuvieron su nombre original. Una mentira. Sin embargo, los Patriots lo cambiaron. El equipo se llamaba originalmente Boston Patriots. Cuando se trasladaron a Foxborough, a pesar de que Foxborough forma parte de lo que denominan Greater Boston, modificaron su denominación. Los Patriots ya no eran de Boston, sino de Nueva Inglaterra. Eso es verdad. En cambio, que Giants y Jets son de Nueva York es mentira. Decíais que ese cambio a Nueva Inglaterra suponía la asunción de una representación que no les correspondía: la de seis estados (no solo Massachusetts, también Connecticut, Maine, New Hampshire y Vermont). Hombre, en realidad todo equipo que lleva el nombre de su estado y no el de su ciudad se arroga ya una representación que no le ha sido concedida. Los Cardinals son de Glendale, no de toda Arizona; los Vikings son de Minneapolis, no de toda Minnesota; los Panthers son de Charlotte, no de toda Carolina... Y así. Además, Nueva Inglaterra es la única región reconocida por el gobierno federal en los Estados Unidos que no es un estado. Se considera que tiene una identidad cultural propia. Y Peter Griffin, que es de Quahog, Rhode Island, es de los Patriots. Que sí, que se atribuyen una representación que nadie les ha otorgado. Puro marketing. Es verdad. Pero creo que su identificación con Boston y Nueva Inglaterra en general es fuerte.
En lo que sin duda lleváis razón es en que si suelto una parrafada sobre la aceptación de los Giants como equipo de Nueva York, debería hacerlo también sobre la consideración de los Patriots como equipo de Boston. Toda la razón.
Tras este excurso, sigo. Las gentes de Boston, las gentes de Nueva Inglaterra, están empachadas de triunfos. Cierto, los Patriots no ganan un anillo desde 2005. Siete años ha. Pero comentaba en la anterior entrada que los demás equipos de la zona lo han hecho recientemente. Y se nota. Solo 15.000 personas asistieron a la despedida del equipo este domingo. Era gratis. Sí, creo que eran muy pocos. Hasta Brady dijo que esperaba que hubiese mucha más gente en la eventual celebración del anillo una semana después.
El contraargumento a este motivo para ir en contra de los Patriots, que los Giants han ganado el anillo hace aún menos tiempo.
2.- Su dirección técnica ha hecho trampas y sigue comportándose al límite del reglamento. Supongo que todos recordáis el Spygate. Está probado que Belichick y su gente hizo trampas. Grabaron las señas que entrenadores de equipos rivales realizaban desde la banda a sus jugadores. Algo que la NFL prohibía. A Belichick le impusieron la máxima multa que la NFL contemplaba entonces y le quitaron una primera ronda del draft a su equipo. Otros reclamaban un castigo mayor. Tramposos.
Su eventual anillo de la 2007-2008 (que no llegó) estaría manchado por este escándalo. En South Park dedicaron un capítulo a este episodio. Se llamó Eek, a penis! Aquí lo comentan sus autores:
La sombra de la duda persigue desde entonces a los Patriots. Son muy listos, sí, pero quizá demasiado listos. No ayuda a lavar su manchada imagen operaciones de dudosa ética como la contratación de Josh McDaniels un minuto después de que se conozca que los Patriots se enfrentarán al exequipo de Daniels en la ronda divisional. Lo permitía el reglamento, de eso no cabe duda, pero está en la frontera de la deslealtad competitiva.
3.- Sus aficionados son unos engreídos. Esto es una impresión personal, probablemente equivocada. Es mi sensación tras el partido que vi en Wembley entre Patriots y Buccaneers. Qué sobrados iban. Cómo despreciaban al rival. No solo al rival de ese día, sino a cualquier otro equipo de la NFL. Me repito, lo sé, pero recuerdo comentarios del tipo "el único equipo que nos puede plantar cara son los Colts". Se olvidaron de los Ravens, que eliminarían luego a los Patriots en Foxborough. Muy muy sobradetes, y no solo uno. Varios. Una victoria este domingo solo contribuiría a agrandar todavía más su ego.
4.- Brady te da envidia/te cae mal. Tu chica dice que es muy guapo. Él juega como los ángeles. Está casado con una supermodelo. Menudo cabrón. Y qué cabrón es, que dejó a su anterior novia embarazada de tres meses y se fue con la Bündchen. Anda y que le den al Brady este. Que sufra un poquito. Ah, y desde que está con la Bündchen no gana un anillo. Le ha succionado el mojo, que diría Austin Powers.
5.- Ochocinco no merece un anillo. A hacer el imbécil no le gana nadie, sin duda. Y ha completado muy buenas temporadas en Cincinnati, tampoco cabe duda. Pero este año, precisamente este año, no merece más que palos. ¿Se pasa una temporada tocándose las pelotas, y de premio un anillo? Ni de coña. Que después, además, hay que sufrir sus estupideces en Twitter y el eco mediático correspondiente.
6.- Un equipo sin defensa no debe ganar. Si eres un amante de la ortodoxia footballera no puedes ir con los Patriots. Ese equipo ha sido el segundo que más yardas ha concedido al contrario. Ha batido récords de ineptitud defensiva, que solo otro grupo de infames defensores ha superado. La victoria de New England significaría que con una defensa pésima se puede ganar un anillo. Terrible. El acabose. La victoria del circo aéreo frente al fútbol americano de toda la vida, el de verdad. La victoria de los acróbatas, de los globetrotters frente a los rudos jugadores de verdad. Un pésimo ejemplo para las jóvenes generaciones. un ejemplo de perversión.
Contra este argumento cabría decir que en playoffs sí han sabido defender. A los Broncos los anularon, y a los Ravens los contuvieron lo necesario para ganar. Sí, los ataques de ambos equipos son flojos, pero en el momento más importante la defensa ha respondido. Lo que tampoco quita que sea una defensa bien porosa, como dicen por los Estados Unidos.
7.- Crees que han tenido demasiada suerte para llegar a la Super Bowl. Lo comentaba Mariano Tovar. No comparto esta visión, pero no deja de ser verdad: los Patriots terminan la temporada regular sin ganar a un solo equipo con un récord superior al 50% de victorias. Y se plantan en la ronda divisional, donde tienen la suerte de enfrentarse a los Denver Broncos, un equipo flojérrimo. Sin ganar a nadie, se plantan en la final de la AFC, en su propio estadio. Ahí sí, vencen a los Ravens, pero sin alardes, con mucha fortuna. Si a Lee Evans no se le escapa el balón de las manos, probablemente habrían perdido. Si Cundiff no falla un sencillísimo field goal, el partido se habría decidido en la incierta prórroga. Mucha, mucha suerte.
Que conste que discrepo en lo de la sencillez de su calendario. No nos quedemos con el mero dato del 50%. Es una pequeña falacia. Y pongo un ejemplo: si los Patriots hubiesen perdido uno de los dos partidos que ganaron a los Jets, habrían ganado a un equipo con más de un 50% de victorias. Los Jets habrían terminado 9-7 y New England, al haber ganado el otro enfrentamiento, contaría con su victoria de calidad. Pero hay que ir más allá de los números. Los Patriots, insisto, tuvieron un calendario muy exigente y superaron a buenos equipos: Jets, Cowboys, Eagles, Chargers, e incluso los Dolphins de final de temporada. Equipos que, personalmente, me parecen mejores que otros que terminaron la temporada con más victorias como Titans o Bengals.
8.- Mandaron a Peter Griffin a las Niñeras Tontas de Londres. También conocidos como London Sillynannies. Las envidias de Tom Brady provocaron el traspaso de Peter a este británico y amanerado equipo. Cabronazo.
9.- Eres de Jets, Dolphins o Bills. Si eres fan de alguno de los rivales divisionales de los Patriots, probablemente les tengas ojeriza. Aquí no hay más que hablar.
New York Football Giants
A favor
1.- Te gusta el football ortodoxo y tradicional. Los Giants de Tom Coughlin son un ejemplo de ortodoxia. Aplican las fórmulas de toda la vida, sin complicarse. En ataque, equilibrio entre pase y carrera (siempre que la salud de sus corredores y la situación del partido lo permita). En defensa, una 4-3 con un front four potente, que no abusa del blitz. Nada de formaciones exóticas, estrategias sorprendentes o innovaciones arriesgadas. Lo de siempre. Si te gusta lo de siempre, los Giants son tu equipo.
2.- Son un ejemplo de estabilidad. A pesar de que están obligados a lidiar con uno de los entornos más inestables para el deporte profesional, el de la ciudad de Nueva York, los Giants han sabido ser pacientes y confiar en sus proyectos a largo plazo. Fueron pacientes en 2007, cuando se pedía la cabeza de Tom Coughlin durante una irregular temporada regular. Fueron pacientes durante la pasada offseason, cuando algunas voces pedían la destitución de Coughlin tras el descalabro en los últimos partidos de la anterior temporada regular. Y fueron pacientes esta misma temporada regular, cuando el culo de Coughlin volvía a calentarse tras una racha de cuatro derrotas consecutivas, alguna de ellas particularmente bochornosa. Hasta el propio Coughlin cuestionó la motivación de sus jugadores tras caer estrepitosamente en Nueva Orleáns. Pero la paciencia y la perseverancia da sus frutos. Los dio en 2008 y los está dando en 2012. Los ejecutivos de los Giants mantuvieron la confianza en el proyecto. Un anillo sería un merecido premio a esa confianza y un ejemplo para los trituradores de entrenadores. El cambio constante no es la solución.
3.- Disfrutas viéndolos defender. En muchos deporte, la buena defensa es casi sinónimo de tedio y el espectáculo viene casi exclusivamente de acciones ofensivas. Difícilmente consideraremos que un equipo de fútbol caracterizado por su solidez defensiva y nulidad ofensiva es espectacular. Ahí es complicado brillar desde la defensa. En baloncesto sucede algo parecido, aunque no tanto: los tapones son acciones muy vistosas. Pero, en general, lo que vende es el ataque. No nos engañemos, en el fútbol americano lo que vende (por lo menos para las grandes masas) también es el ataque. En particular, el ataque aéreo. Pero, a diferencia de otros deportes, las acciones defensivas sí pueden ser muy espectaculares. El fútbol americano es un deporte de colisión (no de contacto, eso es una mariconada), y las colisiones entre defensores y portadores del balón a veces son tremendas. Desde un punto de vista estético, un buen placaje es una jugada excelente. Se puede disfrutar, y mucho, viendo cómo juegan las buenas defensas.
Y la de los Giants, en el último mes, lo es. No lo fue durante buena parte de la temporada regular, pero de un tiempo a esta parte, con sus pilares fundamentales sanos, lo está siendo. Su front four está rindiendo a un nivel excelente. Da gusto verlos jugar.
Amantes de la defensa, los Giants son vuestro equipo en esta Super Bowl. Esa defensa no es la de San Francisco ni la de Baltimore, pero en enero no tiene nada que envidiarles.
4.- Víctor Cruz. Quién nos iba a decir cuando hablábamos de él en agosto de 2010 que iba a convertirse en el jugador en que se ha convertido esta temporada. Quién les iba a decir a los Jets que la vergüenza que sentían en aquel partido de pretemporada por el roto que les estaba haciendo ese desconocido la iban a volver a sentir las defensas más reputadas de la NFL esta temporada.
El de Cruz es un caso admirable. Se crió a pocos kilómetros del estadio de los Giants. En la ciudad de Paterson, que es una de las cien más peligrosas de los Estados Unidos. Su tasa de delincuencia más que triplica la media del estado de New Jersey. Tal es su fama que el lugar aparece en la primera temporada de Los Soprano. No se puede decir que creciese en un entorno ideal. Luego jugó en UMass (la universidad a la que cantaban los Pixies) y nadie lo quiso seleccionar en el draft. Un partido de pretemporada en el que consiguió 6 recepciones para 143 yardas y 3 touchdowns le valió un contrato. Quién no diría entonces que ese iba a ser el partido de su vida. Lo fue en cierto modo, porque ese partido es una muestra representativa de su posterior carrera. Tras una temporada 2010 en la que las lesiones y la competencia lo dejaron inédito, en 2011 llegó la oportunidad de este jugador de origen puertorriqueño. La baja de Steve Smith y las lesiones de Manningham y Hixon le dieron un papel protagonista. Y vaya si lo aprovechó.
En su primera temporada como titular en la NFL, Cruz ha batido el récord de yardas de recepción de esta histórica franquicia. En sus primeros partidos podría haberse beneficiado del factor sorpresa, de los descuidos o menosprecios de las defensas rivales a este jugador anónimo. Pero aun cuando era conocido y el público coreaba su nombre siguió destrozando a los rivales.
5.- Eli Manning obtendrá el reconocimiento que merece. Eli Manning es un personaje polémico. Genera amores y odios bastante viscerales. Su cara de empanao y su pertenencia a una familia noble (en el ámbito del fútbol americano) crea adhesiones y desprecios. ¡Pero mira qué pintas de alelao lleva! ¡Ay, si no fuera hermano de quien es, dónde estaría! Esa es la postura de sus detractores. Pero también tiene seguidores que consideran que su carrera se ha visto ensombrecida y menospreciada por su pertenencia al clan Manning. Su rendimiento en los momentos más importantes de la temporada ha sido excepcional. Intachable. ¿Tienes un hermano mayor con el que te comparan y te da por saco? Eres de Eli.
6.- Los saltos de Bradshaw en la end zone son cojonudos. Tremendos sus saltos para celebrar un touchdown. Véase el minuto 2:25 del siguiente vídeo. Bueno, no, véase el vídeo entero, que aunque algo desfasado, es cojonudo.
7.- Su uniforme mola. Desde un punto de vista estético, la ventaja es de los Giants. Habría sido de los Patriots si hubiesen sido fieles a su uniforme histórico, que usan muy de vez en cuando, y si hubiesen mantenido a Pat the Patriot como mascota. Pero no es así. Hoy por hoy, el uniforme de los Giants mola más que el de los Patriots.
Aunque el uniforme blanco, que probablemente lucirán en la Super Bowl, me gusta mucho menos que el azul. A partir del próximo 1 de abril, cuando Nike asuma el diseño de todos los uniformes de la NFL, la cosa puede cambiar.
8.- Ellos sí han tenido que vencer a los mejores para llegar al gran partido. Los Giants están en modo playoffs desde una semana antes de comenzar la postemporada. Es una situación parecida a la de Green Bay el año pasado. Y como aquellos Packers, llegan a la Super Bowl tras eliminar fuera de su estadio a los dos primeros cabezas de serie de la conferencia. Vencieron en Lambeau Field al mejor equipo de la NFL en temporada regular y vencieron en Candlestick Park al segundo de la NFC. Su camino no ha sido nada fácil. Tampoco podemos decir que su temporada regular estuviese repleta de victorias de calidad (de hecho, el único equipo por encima del 50% al que han vencido son los propios Patriots), pero su carrera reciente es tortuosa. Si ganan el próximo domingo, habrán vencido a los tres primeros equipos de la NFL de la temporada regular.
9.- Son los tapados. No tanto (ni mucho menos) como en 2008, pero sí un poquito. Los Giants no eran los favoritos de la NFC para llegar a este partido. Packers y Saints estaban por delante. Quizá también San Francisco, aunque sea por el mero hecho de disputar la final de la NFC en su estadio. Y, por lo menos en las apuestas, los Patriots parten como favoritos. Si os va el rollo equipo pequeño, probablemente deberíais ir con los de Nueva Jersey.
10.- Son de la ciudad de los Ramones, los Dictators y tantos otros. Ahí estaba el CBGB (aunque ya no, hijos de puta); Nueva York es la cuna de varias de las mejores bandas de música de la historia. Lo es de la mejor (los Ramones) y de otra banda cojonuda de parecidos orígenes como los Dictators.
New York City, N.Y.C., pretty mean when it wants to be... (esta canción es de Motörhead, pero la versión ramoniana cantada por C.J. me mola más)
También los Dictators cantaban a New York, New York.
En contra
1.- Un equipo de 9-7 no es el mejor (o no debe serlo). Si te gusta que gane el mejor, hay argumentos para considerar que este equipo no lo es. Porque se supone que el anillo debe coronar al mejor equipo de la NFL, ¿no? Bueno, realmente no. Corona al mejor equipo de enero. Es así. Pero puedes querer que venza el mejor equipo considerada toda la temporada, y entre Patriots y Giants probablemente el equipo de Nueva Inglaterra merezca tal distinción. Coño, que los Giants terminaron la temporada regular 9-7. Estuvieron un mes sin ganar, cayeron ante 49ers, Packers, Saints, Eagles, Redskins (dos veces) y Seahawks. Demasiadas derrotas para un campeón. Un campeón no puede haber sido barrido por los Washington Redskins, no por estos Washington Redskins. No puede caer de forma tan lastimosa en el Superdome. No puede caer ante los Seahawks de Tarvaris Jackson y Charlie Whitehurst. Los Patriots han perdido partidos, es cierto, y entre esas derrotas figura una ante los Giants, pero siempre dieron la cara, y de 9-7 a 13-3 hay un buen trecho.
2.- La soberbia neoyorquina (en particular, del New York Post). Supongo que al ser la capital del mundo, resulta un poco inevitable que miren un poco por encima del hombro a los demás. Pero se pasan. Van demasiado de guays. En este sentido, el New York giliPost resulta especialmente vomitivo. Se trata de un panfleto que hace periodismo al estilo español. Es decir, forofista y despectivo con el rival. Os resultará familiar porque estamos hartos de ver esa mierda en Marca, As, Sport, El Mundo Deportivo, etc.
El último ejemplo es bien reciente. De hoy mismo. Esta es la manipuladora portada deportiva del día:
La chulería de Tom, dicen. Tergiversan y exageran el sentido de sus palabras. Brady realizó unas declaraciones de lo más normales: que espera volver a Foxborough dentro de una semana a celebrar la victoria. Guau, qué cabrón. Sorprende que en un periódico que abría con esta portada hace poco más de una semana, antes del partido de San Francisco, pongan el grito en el cielo por unas declaraciones así de blanditas.
3.- No aguantas a la familia Manning. No me extraña. Siempre dando la tabarra con la misma peña.
4.- También han ganado mucho. De hecho, llevan menos tiempo sin ganar que los Patriots. Fueron campeones en 2008, hace cuatro años. Desde 1980, esta es su cuarta aparición en la Super Bowl. Que pierdan para que aprendan a valorarlo, hombre.
5.- Jacobs y Pierre-Paul son unos bocazas. El respeto y la prudencia no son virtudes de las que Brandon Jacobs y Jason Pierre-Paul puedan presumir. Ambos frecuentan el mundo de la fanfarronería. Recordemos el incidente de Jacobs con Rex Ryan después de vencer a los Jets. Hay que saber ganar. Por mucho que Ryan sea otro bocazas, no puedes mandarlo a callar llamándole gordo. Está feo. Es propio de imbéciles. Pierre-Paul es otro que no duda en presumir de la dureza de su equipo. El jugador de segundo año es un habitual del trash talk. Su respeto por los contrarios, al menos en declaraciones públicas, no es muy patente. No dudó en garantizar una victoria en Green Bay porque ellos eran mejores ni en San Francisco porque solo Dios es más duro que nosotros. Una buena hostia para rebajar su pecho henchido no les vendría mal.
6.- Son sucios y fingen lesiones (como Pepe). Supongo que para algunos lo de dar hostias a traición y fingir lesiones (la nueva tendencia de moda en el jugador más desequilibrado de la liga española) es motivo de admiración. Si es así, interprétenlo como un argumento a favor de los Giants.
El asunto de los golpes sucios se destapó tras el partido en San Francisco. Y no es tanto una realidad como una estrategia. Tras ese partido algunos jugadores de los Giants reconocieron que uno de sus objetivos era provocar una conmoción cerebral a Kyle Williams, el receptor y retornador de los 49ers. Había que darle bien duro, porque con el historial de lesiones cerebrales de ese jugador, unos buenos golpes podían dejarlo fuera de juego. Tremendo. Qué hijos de puta.
Al fingimiento de lesiones recurrieron en su partido contra los Rams. La no huddle cansaba a su defensa, que quería parar el partido de cualquier manera.
7.- No te gusta cómo se comportaron con Plaxico Burress. Conozco a fans de Plaxico (Plaxico Antonio, su nombre completo) a los (realmente las)que no ha gustado nada el trato que ha recibido el delincuente receptor por parte de los Giants. Él mismo lo decía. Con todo lo que habían vivido juntos Coughlin, Manning y Burress, qué menos que una pequeña muestra de interés o de preocupación. Nada de nada. Que sí, que Plax cometió un grave error, pero tampoco (por suerte) hirió a nadie más que a sí mismo. Qué menos que un poquito de humanidad, aunque solo sea por los viejos tiempos.
8.- Te revienta lo de "Cruuuuuz" y el bailecito de marras. Cruz es un jugador admirable, pero el puto baile y el "Cruuuuz" que acompaña cada recepción de este jugador ya carga.
9.- Aún los odias por cómo ganaron a los Bills en 1991. En enero de 1991, como en enero de 2012, los Giants llegaron a la Super Bowl tras vencer en San Francisco con un field goal en la última jugada del partido. Se enfrentaban, como ahora, a un ataque potente. Probablemente más potente y en forma que el de los actuales Patriots, ya que Buffalo venía de anotar 44 y 51 puntos en los partidos de postemporada que le dieron acceso a la Super Bowl. Cierto es que esas anotaciones tan altas no se debían solo al poder ofensivo de los Bills, sino también a las pérdidas de balón que forzaron. Los Giants habían jugado ya anteriormente contra los Bills y habían perdido. En el Giants Stadium, además. Pero tenían clara la estrategia: llevar el partido a la trinchera, dejar al ataque de Buffalo el mayor tiempo posible pensando en la banda, impacientándose por lograr la posesión, y hacer que el partido se convirtiese en un duelo de tanteador bajo en el que cualquier error fuera decisivo.
Esas ideas las ejecutaron con un game plan ofensivo basado en una carrera tras otra y en pases tras jugadas de play action, es decir, en las que la apariencia inicial de la jugada es de carrera. Avances pequeños, pero constantes, que agotaban el tiempo e incrementaban la impaciencia del ataque rival. Para ejecutar ese plan no basta con ordenar jugadas de carrera una y otra vez. Es necesario que la carrera funcione. Si no, tres y fuera y a otra cosa. La clave es que los Giants tenían los ingredientes indispensables: una línea ofensiva potente y eficaces corredores. Además, la línea defensiva de los Bills era vulnerable. Por eso el plan tuvo éxito. En este excelente post del Fifth Down Blog lo explican en detalle. Los Giants ganaron por 19-17. Los Bills tuvieron la victoria en sus pies, en los de su kicker Scott Norwood, que no pudo convertir un field goal de 47 yardas cuando el tiempo expiraba.
Aquí tenéis el resumen de esa temporada. Como es muy largo, he configurado el vídeo para que se inicie en el resumen de aquella Super Bowl. Si queréis ver lo demás, no tenéis más que desplazar la barra de avance hasta el inicio.
Hay quien ve ese partido como un ejemplo de magnífica estrategia. Bueno, dudo que haya alguien que pueda considerar lo contrario. El plan de los Giants fue perfecto. Pero hay quien no perdona a los Giants aquella victoria. Esa victoria, lograda de un modo tan brillante como embarrado, y en la que la suerte también jugó un papel muy importante con el wide right final, hizo que los Giants se ganasen la antipatía de muchos. El juego feo se impone al bello. Para algunos, los Giants son ese monstruo feo y deforme, esa morcilla apestosa en palabras de Mariano Tovar, que agua la fiesta de brillantes escuadras que merecían un lugar en la historia, como aquellos Bills o los Patriots de la 2007-2008. En cierto modo, estos Giants son fieles a su historia: han sabido enfrentarse a un equipo comparable a aquellos, como los Packers, y les queda superar a otro, estos Patriots, para llegar a la meta final. Pero si te va
En homenaje a aquellos Bills, que no solo perdieron la Super Bowl de 1991, sino también las tres siguientes (te cagas, cuatro Super Bowls seguidas perdidas, y es una franquicia que no ha ganado un solo anillo todavía) se rodó este America's Game.
¿Creéis que aquellos Bills deben ser vengados, aunque sea un poquito? Vuestro equipo son los Patriots.
10.- Su ciudad no vive por ellos. Ni Nueva York ni Nueva Jersey viven o se desviven por los Giants. Son uno más de sus pasatiempos. La ciudad no se paraliza por ellos. Es demasiado grande como para ello. Demasiadas alternativas de ocio, también varios éxitos recientes que hacen que esta ocasión no sea la más especial. Aunque Boston esté bastante empachada, seguro que su grado de devoción a los Patriots es superior al de la Gran Manzana por los Giants. Lejos del que siente Green Bay por sus Packers, Nueva Orleáns por sus Saints o Pittsburgh por sus Steelers, si hablamos de los campeones más recientes.
11.- Eres de Cowboys, Eagles o Redskins. Lo mismo que decíamos respecto de los fans de Jets, Dolphins y Bills en el caso de los Patriots, mutatis mutandis.
* * *
Tres previas quedan: la mediática, la musical y la deportiva. Sigan atentos, que llegarán.
No me resisto a comentar un par de cuestiones tras el último partido entre el equipo-que-no-debe-ser-nombrado y su único rival de similar presupuesto. El innombrable jugó mejor (mucho mejor) que el Barcelona y mereció ganar (por juego y ocasiones). Sin embargo, el show final fue propio de imbéciles perdidos. Su capitán es gilipollas. Con todas las letras. Tonto perdido. Cómo cojones se le puede echar la culpa al árbitro y comportarse de ese modo. El árbitro estuvo mal, pero para ambos equipos. Y si uno puede quejarse, seguramente es el Barcelona. Lass expulsiones, Pepe Camps... Pero da igual. Ojalá siga el m******ismo en ese estado de infantil negación de la responsabilidad propia durante muchos años. Como niños pequeños. Yo no he sido, que decía Bart Simpson. Gilipollas perdidos. Retrasados mentales. Con todas las letras. Su edad mental no es acorde con la física. Su entrenador, además, es un cínico y un puto maleducado de la hostia. Con todas las letras, de nuevo. Resulta irónico (o no) que quien presume de no ser hipócrita (dime de qué presumes y te diré de qué careces) sea la pura personificación de esa cualidad. Espero que sigan con esa actitud muchos años. La culpa es siempre de los elementos.
Sé que cada vez menos seguidores del equipo-que-no-debe-ser-nombrado comparten esa actitud. Muchos se han bajado ya de la burra de la estupidez y se han incorporado a la realidad. Mis amigos m******istas con los que he hablado hoy reconocen que el árbitro nada tuvo que ver en el resultado final y que no tiene sentido quejarse por eso. Me preocupa, porque prefiero que sigan creyendo en malignas teorías conspiratorias y comportándose como unos niñatos malcriados y arrogantes. Espero que su entrenador y capitanes continúen con ese comportamiento. Esa es la imagen que tengo yo de esa oscura entidad, cuyo himno es una oda a la ironía: cuando pierde da la mano sin envidias ni rencores como bueno y fiel hermano.
Bien, ya le podéis dar al es una mierda. Seguimos con NFL.
Como va a haber una entrada dedicada al duelo musical, hay que reservar canciones conmemorativas para ese día. Sin embargo, no podemos dejar de escuchar una canción por cada ciudad.
Por Boston, For Boston, la versión de los Dropkick Murphys de la canción de guerra de Boston College.
Por Nueva York, I love New York City, de Andrew WK.
Iba a decidirme por equiseleuvepalito para hablar de la Super Bowl. XLVI. Sonaba ridículo, sin duda, pero como lo de equisuvepalito (sin ele intercalada) estuvo de moda este verano, me parecía apropiado. Luego recordé que desde NFL Hispano, Sports Made In USA, Fans NFL Spain y Football Speech nos habían pedido que usásemos el hashtag #PreviaSB para hablar de la Super Bowl en los días previos al evento. Ya, lo del hashtag es para Twitter, no para un blog, pero así se entera más gente. Para comentar la propia Super Bowl el día del partido se promoverá otro hashtag que aún no revelo porque dicen que es esencial que no se use antes de tiempo. Pues eso.
Con carácter preliminar, hay que aclarar que aceptamos barco como animal acuático. Es decir, que admitimos a los Giants como equipo de Nueva York. No lo son. El único equipo de la NFL de Nueva York son los Buffalo Bills. Buffalo está en el estado de Nueva York. Giants y Jets son de New Jersey. Los New Jersey Nets no son los New York Nets. Y con razón. En breve se mudarán a Brooklyn y serán los Brooklyn Nets, pero por ahora son un equipo de Newark, New Jersey. Tanto Jets como Giants son de East Rutherford, New Jersey. Sus sedes y campos de entrenamiento están en el estado de New Jersey. No son de Nueva York. Lo fueron, y cuando se mudaron decidieron conservar el nombre de "New York", que queda como más guay.
Aceptamos a los Giants como equipo de Nueva York, aparte de porque lo llevan en el nombre (argumento de relativamente poco peso, ¿el Barcelona de Guayaquil vale como de Barcelona?), porque su masa social se concentra en la Gran Manzana. Creo que en Nueva York lo consideran como suyo, así que me vale. Pero son de New Jersey, eh.
Hecha esta aclaración, continuamos. La NFL ha tenido suerte con el emparejamiento de esta Super Bowl. Se cruzan dos equipos de mercado grande. Dos equipos de importantes centros económicos. Franquicias con una masa importante de seguidores y que, además, tienen bastante tirón en todo el país. Que no es un Jaguars-Buccaneers, vamos (con todos mis respetos a sus seguidores). Todo lo contrario.
Nueva York y Boston son dos de los mayores "mercados deportivos" de los Estados Unidos. Nueva York es el mayor mercado. Por eso hay dos equipos. Del segundo mercado, el de Los Ángeles, no hay equipo en la NFL. El tercer mercado es el de Chicago. Chicago está a tres horillas en coche de la sede de la Super Bowl, Indianápolis. Así que los locos del fútbol americano de esa ciudad también pueden acercarse. Y a continuación, Boston. Podría decirse, pues, que es un choque afortunado para la NFL.
Boston y Nueva York, dos ciudades enfrentadas desde los tiempos de la Revolución Americana. Boston era posiblemente la capital cultural, artística y económica por su proximidad a Europa. Nueva York, la ciudad en en eclosión, en crecimiento. Tanto creció que durante el siglo XIX y principios del XX la superó.
Hoy Nueva York es la ciudad más poblada de los Estados Unidos, el centro financiero, artístico, mediático, cultural y multicultural del planeta. La capital del mundo (que no lo es ni de su propio estado). De algún modo, Nueva York representa la vanguardia.
De Boston puedo hablar con menos conocimiento de causa, porque nunca he estado allí. Pero es un lugar sobre se ha escrito, compuesto y rodado mucho. Una de las ciudades más antiguas de los Estados Unidos, sin tanto glamour como Nueva York, aunque quizá algo más blue-collar. Boston es otro importante centro financiero, cultural y educativo de los Estados Unidos. Y, sin duda, deportivo. De hecho, en términos deportivos, probablemente estamos ante la ciudad más rica de los Estados Unidos. Es una ciudad orgullosa de sus equipos, que han dado muchos motivos para ello en la historia reciente.
Todos sus equipos han sido campeones en la última década. Algunos varias veces. Los Bruins ganaron esta pasada temporada la Stanley Cup de la NHL. Los Celtics fueron campeones de la NBA en 2008 y finalistas en 2010. Los Red Sox pusieron fin a una sequía casi eterna (86 años duró) en 2004 ganando las Series Mundiales de la MLB, y repitieron en 2007. Y los Patriots ganaron la Super Bowl en 2002, 2004 y 2005, estuvieron a punto en 2008 y pueden conseguirlo en 2012. Ninguna otra ciudad estadounidense puede presumir de un palmarés tan rico.
Se enfrentan, además, dos ciudades que históricamente han desarrollado una intensa rivalidad en casi todos los grandes deportes profesionales norteamericanos. Podríamos decir que solamente en hockey sobre hielo la relación entre estas dos ciudades es pacífica. Los grandes rivales de los Boston Bruins son los Montreal Canadiens, no los equipos de Nueva York (Rangers e Islanders). Lo que no quita que los Bruins hayan protagonizado algún incidente notorio en Nueva York. Así la liaron en el Madison Square Garden en diciembre de 1979. A hostias con el público.
En la NBA, Knicks y Celtics comparten división, aunque su rivalidad, que existe, está un poco descafeinada por la superioridad histórica del equipo de Boston. Aquí podéis ver algunos de los momentos más significativos de esa rivalidad, cuyo último episodio vivimos el pasado día de Navidad.
Pero sin duda la mayor rivalidad entre Boston y Nueva York la encontramos en el béisbol. Muchos consideran que es el derbi por excelencia del deporte profesional estadounidense. Ningún pique como el de Yankees y Red Sox, equipos y aficiones que se profesan un odio visceral. Una rivalidad con más de cien años de historia, muy presente en el día a día de la sociedad del noreste estadounidense.
Una rivalidad que vivió uno de sus episodios más memorables en 2004, cuando los todavía malditos Red Sox se enfrentaban a los Yankees en la final de conferencia. En una serie al mejor de siete, los Yankees ganaron los tres primeros partidos. Nunca nadie había remontado esa desventaja. Y entonces, llegó el milagro. Los Red Sox ganaron los cuatro partidos siguientes, llegaron a las Series Mundiales y se proclamaron campeones rompiendo una maldición que duraba 86 años. Hasta tuvieron que cambiar el guión de la versión estadounidense de la película Fever pitch, que se estaba rodando entonces y se ambientaba en la peculiar maldición de los Red Sox.
Y llegamos al football. Jets contra Patriots. Un odio recíproco que acabo de comentar en mi anterior entrada y que un par de comentarios que me han dejado aficionados de los Jets confirman. Siempre a la gresca, siempre intercambiándose golpes bajos y jodiéndose mutuamente la vida. Al bando neoyorquino se pueden incorporar los Giants. Hasta hace relativamente poco, la rivalidad entre Giants y Patriots era escasa. Al estar encuadrados en diferentes conferencias, no jugaban más que una vez cada cuatro temporadas (en temporada regular). Eso impide que pueda surgir una rivalidad en condiciones. Pero en 2008 sus caminos se cruzaron en el gran partido, y en 2012 vuelven a encontrarse. En 2008, los Giants frustraron la temporada perfecta del equipo de Boston. Impidieron que consiguieran un hito histórico. Ningún equipo ha conseguido jamás ganar todos los partidos de una temporada desde que el formato de la regular season es de dieciséis partidos. Solo los Dolphins de 1972 se proclamaron campeones invictos, pero entonces la temporada regular constaba de catorce partidos. Los Patriots tratarán ahora de vengarse de la derrota de 2008. Se está fraguando otra rivalidad intensa. Cuando dos equipos se topan en repetidas ocasiones en el partido más importante, es inevitable que el odio surja. De nuevo, Nueva York contra Boston.
Boston y Nueva York, ciudades enfrentadas. Una rivalidad que puede resumirse en esta pieza que publicaba la revista de la ESPN el pasado mes de octubre, con las opiniones de un aficionado de cada ciudad sobre la otra.
En pocos días, un nuevo episodio de este enfrentamiento.
Pensaba comentarlo como parte de lo peor en el Plácido domingo, jodido lunes. Antes de comenzar con las diferentes previas de la Super Bowl, a la que no tengo claro cómo llamar (el año pasado fue equiseleuve, por XLV, pero este año lo de XLVI no tengo claro cómo expresarlo, ¿equiselví, equiseleuve-palito?), un recuerdo para la afición que probablemente peor lo pase el domingo del partido: la de los Jets.
Hablando de los Jets, y aunque la banda nada tiene que ver con el equipo, una canción de Jet. Take it or leave it.
Joder, si es que se van a enfrentar sus archienemigos divisionales y el equipo por cuyo mercado compiten. Es como a quién quieres más, a papá o a mamá,pero al revés.
Los Patriots son sus archienemigos. El odio es evidente. Rex Ryan ha dicho públicamente en varias ocasiones que odia a los Patriots. Que odia a Brady. Le disgusta Danny Woodhead. Wes Welker se ríe de la podofilia de Rex Ryan (podo, no pedo). Jets y Patriots, enemigos acérrimos. Rivales de la misma división, luchan todas las temporadas por el campeonato de la AFC Este. La temporada pasada, los Patriots humillaron a los Jets en Foxborough y luego los Jets se vengaron en postemporada. Este año, New England se llevó la victoria en ambos partidos y hundió a los Jets. Y Rex Ryan no se lo tomó bien. Mandó a la mierda a los aficionados de los Patriots que se reían de él.
No, definitivamente la afición de los Jets no deseará una victoria de los Patriots. Siempre querrá que pierdan.
¿Pero querrá que ganen los Giants? Jets y Giants no se llevan especialmente mal. Tampoco bien, pero la relación que les une no es similar a la de otros equipos que comparten ciudad al estilo europeo. Nada tiene que ver con un Betis-Sevilla, un Lazio-Roma, un Estudiantes-ciervos o un Partizán-Estrella Roja. Ni mucho menos. Sin embargo, es innegable que compiten por el mismo mercado. El mercado de la ciudad de Nueva York y su área de influencia. El bien de un equipo es el mal del otro. Ir con los que ganan es muy fácil. Los facilones se harán de los ganadores. Los ganadores presumirán de título. Y los seguidores de los Jets deberán aguantar al vecino dando por saco.
No olvidemos tampoco que los Jets se quedan sin playoffs (entre otros motivos) por su derrota ante los Giants en la penúltima jornada de la temporada regular. Un partido calentado por Rex Ryan, que proclamaba que su equipo era el primero de la ciudad y que terminó con el orondo head coach agachando la cabeza y con Brandon Jacobs mandando callar al gordo (con exquisita educación, además). Como para desear que ese equipo gane la Super Bowl.
Vamos a hacer amigos. Personalmente, la situación me recuerda un poco a la final de la Champions entre el innombrable y el Valencia. ¿Tiene que ganar uno? ¿No pueden palmar los dos? Sin embargo, aquellos días no eran en absoluto tristes para el Dépor. Eran de los más felices que jamás vivimos. El Dépor acababa de ganar la liga hace cuatro días, por lo que el resultado de esa final me importaba poco. Los Jets, sin embargo, no se encuentran en una situación ni mucho menos feliz. Mirad lo que comentaba LaDainian Tomlinson hace unos días de la situación vivida en ese vestuario este año.
Dice Tomlinson que a pesar de que había vivido conflictos en vestuarios a lo largo de su carrera, jamás había visto una guerra tan descontrolada como la de los Jets esta temporada. Lo peor que ha vivido en toda su extensa carrera. Los entrenadores solían interponerse para solucionar las rencillas. No en este caso. Los técnicos promovían esta atmósfera irrespirable. Que Mike Tannenbaum (general manager) y Rex Ryan (head coach) habían preparado este explosivo caldo de cultivo, que terminó por estallar.
Sus palabras sobre Mark Sanchez tampoco son buenas. No dice que sea un pasota ni un inepto, pero considera que la falta de competencia en el puesto no le beneficiaba en absoluto. Sobre la posibilidad de que Sanchez y Santonio Holmes sigan compartiendo equipo, no se atreve a pronunciarse con rotundidad. Dice que necesitan hablar, solucionar sus rencillas y, si pueden, comprometerse con el equipo. Sin embargo, Woody Johnson, el propietario del equipo, ya ha confirmado que Holmes seguirá.
Tomlinson también considera un error dejar de confiar en la carrera y otorgar demasiado peso ofensivo al pase. Pretendieron cambiar la fórmula que les llevó a dos finales de la AFC consecutivas y no les fue bien. Brian Schottenheimer ya ha sido despedido como coordinador ofensivo. Schottenheimer era el responsable de la estrategia ofensiva de los Jets y del playcalling. Su sustituto será el exentrenador de los Miami Dolphins Tony Sparano. Un tipo que en los Dolphins no ha sabido o no ha podido formar a un quarterback franquicia con Chad Henne. En fin.
La cabeza de Rex Ryan no peligra, aunque esta temporada ha perdido mucho crédito. Sus fanfarronerías tampoco le ayudan. Si garantizas que vas a llevar a tu equipo a la Super Bowl, si generas expectativas que luego no puedes cumplir, el reproche que recibirás será mayor.
Muy triste. El presente no es bueno y el futuro tampoco lo parece. Y por si fuera poco, en unos días un equipo poco querido se proclamará campeón. Ánimo, que ya escampará.
* * *
Termino anunciándoos las previas que estoy pensando escribir antes de la Super Bowl:
- comenzaré con un artículo sobre la rivalidad entre Boston y Nueva York;
- seguiré con otro sobre con quién ir (que tanto gustó y disgustó el año pasado);
- continuaré con un análisis sobre las retransmisiones televisivas del evento de que dispondremos (el año pasado se llamaba qué escuchar);
- haré una previa musical; y
- terminaré con la previa deportiva.
Doscientos sesenta y seis partidos después, solo quedan dos. Veamos cómo han llegado al último partido.
Música. Esta final nos suena, ¿verdad? Vivimos en un Retro world, como dicen los Black Halos.
Lo más comentado
Patriots-Giants en la Super Bowl. La noticia del día es, obviamente, que Giants y Patriots se jugarán el anillo en Indianápolis dentro de un par de semanas. En la casa de Peyton Manning, su archienemigo o su hermano se proclamarán campeones. Gane quien gane, la figura de Peyton quedará un poco empequeñecida. La idea de que los quarterbacks ganan y pierden solos, aunque falsa y falaz, sigue en muchas mentes. Y en un par de semanas, Peyton seguirá con un solo un anillo mientras: (a) Tom Brady consigue su cuarto (¡cómo vas a comparar a Manning con Brady, si Brady tiene tres anillos más!); o (b) su hermano el segundo (Peyton Manning es peor que su propio hermano, que ha ganado más anillos que él, el doble).
No nos desviemos, que el protagonista no es Peyton Manning. Nueva York (realmente, Nueva Jersey) contra Boston. Dos ciudades enfrentadas por el deporte. Dos mercados grandes. Dos equipos históricos. Dos estilos. Y una revancha.
Nos venderán el partido como un duelo entre Brady y Manning. Sin embargo, como comentamos a continuación, no han sido ellos los héroes de la victoria. Al contrario, sus actuaciones fueron simplemente correctas, poco estridentes. Los protagonistas, defensores y equipos especiales (estos, negativos).
Las defensas siguen imponiéndose a los ataques. Defensa, defensa y más defensa. De los diez partidos de playoffs que llevamos, solo uno fue el chaparrón ofensivo que muchos temían. Solo el Saints-Lions. En todos los demás dominaron las defensas. ¿El 49ers-Saints también? Puede, aunque con matices, porque acabó ganando la mejor defensa. De hecho, llegan a la Super Bowl las dos mejores defensas de la postemporada. Dos defensas malas durante la temporada regular, pero las que menos puntos han permitido en enero. Es decir, cuando de verdad importa, las defensas han dominado a los ataques.
Porque ni los Patriots ganaron por Brady, ni los Ravens perdieron por Flacco. Ni los Giants ganaron por Eli Manning, ni los 49ers perdieron por Alex Smith. Todos ellos fueron superados por las defensas contrarias. En el año del quarterback, en el año de los récords, los quarterbacks han sido más irrelevantes que nunca en enero. El año pasado brilló Rodgers; el anterior, Brees, Favre y Manning; y el anterior Kurt Warner. Esta postemporada no hemos visto a ningún pasador estelar. ¿Cambiará la tónica en la Super Bowl? El precedente de la temporada regular no parece augurar un cambio, pero todo es posible.
Supongo que estos playoffs no servirán para acallar las voces que proclaman la persecución conspirativa del juego defensivo, el fin del fútbol americano profesional como se conocía antaño y la conversión del deporte de colisión en un circo aéreo globetrotteriano de mal gusto. Seguirán, no cabe duda. Pero antes de volver a rasgarse públicamente las vestiduras, que revisen lo sucedido este fin de semana. Las defensas siguen pudiendo defender. A dónde habremos llegado para que tengamos que recordar esta obviedad. Si lo hacen bien o mal no es por los árbitros o por el reglamento, sino porque rinden mejor o peor. Planifican mejor o peor. Ejecutan mejor o peor. Placan mejor o peor. No es culpa de los árbitros ni de Goodell que se fallen tantos placajes. Como leía ayer en Twitter, es una cuestión de fundamentos. Aprendan de los 49ers, que aunque no están en la final dieron dos clases magistrales de cómo debe derribarse al portador del balón.
Fútbol de enero, fútbol defensivo. Césped, barro y golpes en el rostro del quarterback. ¿Tanto hemos cambiado?
Las normas de la prórroga. Ah, que no, que este año no hablamos de eso. La reforma estelar del reglamento de hace un par de años sigue sin tener trascendencia alguna. Eso sí, genera zozobra, falsas creencias e ideas equivocadas. Decían en el Plus que es un sistema más justo porque "da derecho a réplica". Mentira. Pregunten por Pittsburgh. El nuevo sistema no evita la posibilidad de que el quarterback del equipo que no recibe quede mirando con cara de póker cómo su equipo pierde sin tener la oportunidad de tocar el balón. Es una norma a medida para evitar un desenlace como el de la final de la NFC de 2010. Reciben los Saints, field goal, y los Vikings a su casa. ¿Por qué eso es más injusto que el desenlace del Broncos-Steelers? Es más, ¿por qué es injusto? ¿Es que las defensas no juegan? La batalla posicional es importante. Puede convenirte no recibir. En el partido de San Francisco, forzar un 3 y fuera y conseguir una buena posición de campo podía ser más interesante que recibir el primer kickoff.
En fin, que menos mal que cambiaron la norma, eh.
La sorpresa
Victoria contra los números y los tópicos de los Patriots. Las dos finales de conferencia se presentaban bastante abiertas, por lo que ningún potencial ganador se podía considerar como realmente sorprendente. Sin posibles sorpresas en el qué, busquémosla en el cómo. Y el cómo de los Patriots sí ha sido bastante sorprendente.
New England ha conseguido la victoria a pesar de presentar diversos síntomas de derrota. El primero, que ha perdido en passer rating differential con los Baltimore Ravens de Joe Flacco. Lo cual ya resulta soprendente de por sí, todo sea dicho. Joe Flacco. Tom Brady (y Welker, Gronkowski, Hernández...). Amplío la explicación, que así no se entiende. Los de Cold, hard football facts, una página web sobre estadísticas footballeras (esencialmente) dan la brasa de modo incesante sobre este tema: que la estadística más importante en un partido de NFL es el passer rating differential: el passer rating que consigue un equipo y el de su rival. El que lo tiene mejor suele ganar. En eso insisten día sí, día también. En el fondo, la estadística de marras no es sino el modo de expresar qué ataque aéreo fue mejor. Dicen que desde los sesenta es lo más relevante para explicar el desenlace de la NFL.
Como anticipaba, el passer rating de los Patriots (de Brady, 57,5) fue peor que el de los Ravens (de Joe Flacco, 95,4). Muy sorprendente. Uno de los quarterbacks más grises de la NFL lo hace mejor que uno de los mejores de la historia, que venía de batir un récord la semana pasada de pases de touchdown en playoffs. Sorprendente. Y, a pesar de que el ataque aéreo de Baltimore fue mejor que el de New England, terminaron ganando los Patriots.
Siguiente sorpresa: la irrelevancia del take care of the football. El cuidado (o en este caso el descuido) de la posesión no fue decisivo. En playoffs (y en general) quien pierde más balones suele perder el partido. Las pérdidas de balón son devastadoras. En el partido de Foxborough, los Patriots cometieron 3 pérdidas de balón, por una de Baltimore. Diferencia de 2, apreciable. Aún así, ganaron los Patriots. Sorprendente.
Hemos visto que los Ravens pasaron y cuidaron mejor el balón. ¿Está la diferencia en la carrera? Baltimore consiguió 116 yardas de carrera, por 96 de los Patriots, así que tampoco. ¿Y la posesión? Más minutos para Baltimore, 33:33 por 26:27.
Con todos esos datos, cualquiera diría que los Ravens habían ganado. Pero no lo hicieron. ¿Dónde estuvo entonces la diferencia? Pues en la ineficacia de los Ravens en la red zone. Llegaban cerca de la goal line, pero se tenían que conformar con 3 puntos (o 0, al final). Eran incapaces de transformar un cuarto down. Y, en el último minuto, en la red zone, ni 7 ni 3 puntos. El fallo de Cundiff terminó por decidir el partido.
Qué gran oportunidad perdida. Contienes a Brady, a sus receptores y tight ends, tu quarterback juega mejor que él, corres mejor que los Patriots, y fuerzas dos pérdidas más que las que tú cometes. Y pese a todo ello, pierdes. Tan frustrante como sorprendente.
Por último, está muy bien innovar, pero lo de Edelman (receptor y retornador, en principio) cubriendo a Anquan Boldin es demasiado. Aunque Belichick nos tiene acostumbrados a este tipo de movidas, no deja de sorprender que se juegue la vida con un marcaje así.
Todo sigue igual
Regreso a 2008. Lo decía antes, se repite la historia. Peter King lo detalla en su MMQB. Mismos finalistas que aquella temporada, que llegan completando un camino casi idéntico. Los Patriots, tras conseguir el primer lugar de la AFC, aunque esta temporada han estado lejos de la perfección alcanzada en la 2007-2008, donde contaban sus partidos por victorias. Los Giants llegan tras una temporada regular de altibajos, que les obliga a jugar desde la ronda de wild card. Esta vez, por lo menos son campeones de división, lo que les permite jugar en primera ronda en su estadio. Ahí vencen a un equipo de la NFC Sur. Como en 2008. A continuación, viajan al estadio del primero de la NFC. Y ganan. Después, juegan la final de conferencia ante el segundo de la NFC. Y en un partido donde las inclemencias meteorológicas son patentes (aunque esta vez no tanto), los Giants ganan en la prórroga con un field goal de Lawrence Tynes, que llega después de forzar una pérdida de balón del rival. Lo mismo. Otras similitudes: eliminan a los Packers en Lambeau, pierden con el equipo con mejor récord de la NFL 38-35 y luego lo vencen en postemporada, y pierden con los Redskins en la 15.ª jornada. Entonces fue por 22-10; ahora, 23-10.
Bueno, hay una diferencia que puede que sea importante. Aquel año, los Giants perdieron contra los Patriots en temporada regular. Este año, vencieron. Además, vencieron como en 2008. Con un drive ganador en los últimos instantes que termina en touchdown. ¿Pasará ahora lo mismo, pero al revés?
Bernard Karmell Pollard. No sé si leéis habitualmente a Bill Simmons en Grantland. Yo lo hago todos los viernes. Disfruto mucho. Me descojono. El viernes pasado contestaba a preguntas que venía recibiendo por correo electrónico de sus lectores. En algunos casos las preguntas (o no preguntas) eran aún mejores que las respuestas. Esta era la primera:
I'm a Steelers fan. I despise the Patriots and moreso, the Ravens. But I think I found something to like about this game. Bernard Pollard plays for the Ravens. If he were to accidentally roll Brady's knee again, doesn't he become the most celebrated/infamous hitman in NFL history? Ray Lewis has to be staring right at him when he gives his "Lets do what we do!" pre-game speech, right?
— Chris, Pittsburgh
First of all, that's not funny. Second, Pats fans know him by his full name (Bernard Karmell Pollard) because it makes him sound like an assassin, which he is, because … you know, he assassinated the 2008 Patriots' season. Third, if Pollard sacks Brady and does a cutthroat gesture on his knee (instead of his neck), I really think there will be a riot or something close. Fourth, Pollard's comments about Brady this week ("That's the pretty boy. That's the man of the NFL. That's Mr. Do-It-All. So everybody is going to hold that against me but I don't care") almost make me wonder if Bernard Karmell Pollard WILL go after Brady in this game just to prove a point. I don't like anything about this paragraph.
El asesino de la temporada 2008-2009 de los Patriots volvió a lesionar a un jugador clave de los Patriots. También fue involuntario, como en la 2008-2009. Que no tenía intención de lesionar al rival, quiero decir. Obviamente lo quería placar y no se iba a detener por arriesgar una lesión del contrincante. En eso consiste el fútbol americano. Pero maldita la gracia que les habrá hecho a los seguidores de New England. Uno de sus tight ends estrella, una de las claves de su ataque, duda para la Super Bowl.
Gronkowski dice que jugará, pero a ver en qué condiciones, porque su tobillo se retorció al máximo. Que le pregunte a Roethlisberger por su camello, al que le pasó la mandanga en el descanso de Mile High.
Todo cambia
Fin a la racha de Brady. ¿Ese era Tom Brady? ¿Seguro?
¿Pero seguro que es este?
Tras dieciocho partidos de playoffs lanzando al menos un pase de touchdown (se queda a dos del récord de Favre) y tras igualar el récord en un partido la semana pasada, Brady se queda sin lanzar un solo pase de anotación. Y dos intercepciones. Eso sí, visto que pasándola no le iba bien, decidió dar él mismo el salto. Ahí sí que procede un quarterback leap. Porque en cuanto pasa el balón se termina la jugada. Eso sí, el hostión de Ray Lewis no se lo quita nadie. Qué huevos, por cierto.
También a la de Alex Smith. Una semana duró la felicidad de Alex Smith. Una semana y un día. Los elogios y la admiración del pasado sábado se transformaron en los conocidos desprecios de siempre. Con fundamento, por cierto. El ataque de San Francisco se disfrazó del de Denver. Mira, los que decían que ese estilo iba a marcar tendencia en la NFL quizá tengan razón. Los resultados, parecidos a los de los Broncos. Pocos puntos. Pero oye, es una tendencia. El domingo vimos la option desde el shotgun en San Francisco. Curioso, como poco. Y vimos un ataque aéreo muy limitado, pero que cuando completaba un pase era a lo grande. Dos pases de touchdown, dos big plays que ocultan la ineptitud durante casi todo el partido. También vimos pases muy imprecisos a receptores desmarcados. Pues eso, Denver. Tras más de tres cuartos de partido, Smith no había completado un solo pase a un wide receiver. Solo a sus dos tight ends y a su running back. Algo que esperamos leer de los Broncos, pero no (¿o sí?) de los 49ers.
Tras una semana de flores, ahora tocan palos para Smith. Y lo peor es que hasta dentro de unos ocho meses no tendrá oportunidad de redimirse.
Lo mejor
Los principales protagonistas de ambos partidos fueron los antihéroes, por lo que resulta complicado elegir a protagonistas por motivos positivos. Los titulares son para los que la cagaron, los que acertaron están un poco al margen.
Vince Wilfork. Sus números no son especialmente llamativos, pero su actuación fue decisiva. Un sack y tres placajes para pérdida de yardas es lo que refleja la estadística oficial del partido. Pero hubo mucho más. Estuvo enorme. Como es él físicamente. En el último cuarto, cuando los Patriots necesitaban aguantar la ventaja, Wilfork apareció en los downs más importantes. Durante todo el partido, aplastó la línea ofensiva de los Ravens, colapsando el pocket una vez tras otra. Un partidazo. Wilfork dominó la línea de scrimmage. De él se beneficiaban otros compañeros que completaban las jugadas defensivas. Es el líder de una defensa que no dio la talla en la temporada regular, pero que resurge en enero.
Víctor Cruz. El mejor jugador ofensivo de la semana. En dos partidos dominados por las defensas, el único atacante que causó auténticas pesadillas entre los rivales fue Víctor Cruz. Un jugador que seguro que resulta más cargante para los defensores al escuchar el Cruuuuuuuz que inevitablemente se escucha cada vez que consigue una recepción. 10 recepciones, 142 yardas totales. Y ahora ya lo conocen, por lo que no pilla por sorpresa a nadie. El receptor de la temporada hasta el momento.
Devin Thomas. Lo opuesto a Kyle Williams. Todos nos fijamos en los errores del retornador de punts (véase al final de este artículo), pero de nada les habrían servido a los Giants si un jugador suyo no recuperase la posesión tras las cagadas de Williams. En la primera ocasión, Thomas no tuvo ayuda de ningún compañero; en la segunda, de su compañero Jacquain Williams, que fuerza el fumble. En ambos casos, el recuperador fue Devin Thomas. Clave para la victoria de los Giants en San Francisco.
La cara de Eli. Espectacular.
Lo regulero
Joe Flacco. Su mejor partido de la temporada no sirvió para nada. En casa de Brady, jugó mejor que el quarterback de los Patriots. No estuvo brillante (nunca lo está, es Joe Flacco), pero si mejor de lo esperado. La jugada que resume lo que es Joe Flacco es el pase profundo a Torrey Smith con el que los Ravens consiguen una buena cantidad de yardas, pero no todas las que la jugada permitía. Smith había quemado a la secundaria de los Patriots, y con un pase más adelantado el touchdown era seguro, pero Flacco lo deja ligeramente corto y el receptor no puede hacer más que atrapar el balón y quedarse quieto. Bien, pero no muy bien.
De todos modos, justo es decir que Flacco hizo un partido de categoría. De no ser por el pase que no es capaz de atrapar Lee Evans, hoy Flacco estaría en los titulares. Sería un héroe. Nadie dudaría ya de él. Sí, es un solo partido, no hay argumentos suficientes como para cambiar de opinión de forma tan radical y tan rápido, pero así es la NFL hoy. En un partido, en una jugada, encumbramos o hundimos a un jugador. La semana pasada Alex Smith era un dios, esta es un pobre diablo. Personalmente, sigo creyendo que Flacco es un jugador regulero, el regulero por excelencia. Como también debo reconocer que su partido en Foxborough, en el momento de máxima presión, fue muy bueno. Una pena para él que Evans primero y luego Cundiff no le acompañasen.
La defensa de San Francisco. Dudaba el viernes de si estos 49ers eran dignos de su historia. Su ataque no, pero su defensa está fuera de toda duda. Claro que lo es. Aunque en la primera mitad la presión apenas llegaba a Manning (y, con tiempo, el quarterback de los Giants no fallaba, especialmente cuando buscaba a Cruz), la defensa de San Francisco contuvo los daños gracias a su infalibilidad placante. El virus del receptor implacable no llegó a la bahía. En la segunda parte, y hasta el final del partido, se comió a los Giants. Coberturas casi perfectas, presión agobiante a Manning sin necesidad de abusar del blitz y (también) placajes contundentes. Hablando de coberturas, quizá el exceso de marcaje perjudicó a San Francisco. En dos ocasiones, los Niners desaprovecharon oportunidades claras de intercepción por tener a dos defensores en la trayectoria del balón. Gholston estuvo implicado en ambas. Parecía empeñado en impedir la intercepción. Esa pizca de suerte es lo que separa el éxito del fracaso.
Vernon Davis. Capaz de lo mejor y de lo peor. La única referencia receptora de los 49ers. Para qué has quedado, Michael Crabtree. En fin. Que Vernon Davis volvió a completar un muy buen partido recibiendo, pero se pasó de revoluciones en un par de ocasiones. Y al final palmó. Dos recepciones de touchdown. En tres recepciones, 112 yardas. Muy bien por esa parte. Recepciones complicadas, además. En la primera, corre por el alambre y evita pisar fuera del campo. En la segunda, a pesar de caer conserva la posesión. Buenas piernas y buenas manos.
Davis alternó esto con poca cabeza. Primero, regala 15 yardas al contrario por una celebración ilegal. No entro a discutir si la norma tiene sentido. Harbaugh se puso como un basilisco. Pero para qué haces eso, hombre. Se sube al podio de la cámara y pañuelo amarillo al canto. Algunos decían que por qué esto se penaliza y el Lambeau leap no. Pues porque así lo decide la liga. El Lambeau leap no solo se permite en Lambeau Field, aunque de ahí tome su nombre. Se permite en cualquier estadio. Vale saltar a celebrar la anotación con los aficionados. Pero no vale subirse a las cámaras. También vale hacer un mate sobre el travesaño de los goal posts. Y ya. ¿Normas absurdas? Sí, y tanto. Pero evítalas, hombre. El partido de Candlestick no era como para regalar yardas.
Después, otras quince yardas de regalo por meterse en una pelea en la que nadie le había llamado. Salta a la chepa de un contrario, vuela el pañuelo y falta personal. Nuevo regalito. En fin. Para acabar la jornada agridulce, su equipo terminó perdiendo. Con todo, excelentes playoffs de Davis, mucho mejores que su temporada regular.
Más contento con la derrota del Estu que con la victoria del Dépor. Inciso personal y no footballero de la semana. Vaya que si importa el cómo. El Estu palmó este fin de semana contra el Lucentum Alicante y el Dépor ganó al Villarreal B. Uno se acerca peligrosamente al descenso, otro se destaca como líder. Pero me gustó mucho más la derrota del Estu que la victoria del Dépor. El Dépor ganó con una potra de la hostia al filial del Villarreal, gracias a un gol en propia puerta, tras jugar con uno más durante casi toda la segunda parte y en un partido en el que el contrario tira tres veces al palo. Un partido de mierda, con un juego apático, insulso. Así no mola.
El Estu palmó en casa. Pero nos lo pasamos bien. Mejor que en muchas victorias tristes. Prefiero palmar así que ganar asá. Supongo que cuando estemos al borde del abismo no diré lo mismo, pero con esta sensación me fui del Palacio. Parte de la esencia de lo que mola del Estu es la identificación entre equipo y afición. Ver cómo salen chavales de la cantera, cómo debutan, progresan y se convierten en jugadores profesionales. Jugadores que son de los nuestros, no gente que viene de paso a cumplir el expediente. El domingo, en gran parte debido a las muchas bajas, vimos al equipo más canterizado de mucho tiempo. Durante el segundo cuarto, coincidieron muchos minutos cinco canteranos en pista. Canteranos a los que sustituían otros canteranos. Los cinco. Granger o Jaime, Edu Martínez, Carlos Jiménez, Clark y Driesen o Riva. Diez canteranos convocados. Joder, eso es lo que mola. Y encima nos fue relativamente bien. Algunos diréis que esos jugadores tienen poco de canteranos, que se los ficha de fuera para jugar en el filial con vistas al primer equipo. Es verdad. Pero me sigue molando igual. Me la suda que haya nacido en Carabanchel, en Uruguay o en Bélgica. Mola igual. Ya solo nos falta ganar. Poco a poco.
Lo peor
Supongo que al refrán de que el ataque gana partidos y la defensa campeonatos le podemos añadir que los equipos especiales los pierden. Partidos y campeonatos. Jacoby Jones cuenta con dignos sucesores.
Lee Evans y Billy Cundiff. Lee Evans fue fichado por los Ravens este verano como el enésimo intento de consecución de una amenaza profunda para el equipo de Baltimore. No lo fue. Y por suerte para Baltimore, apareció Torrey Smith. La decepcionante temporada de Evans alcanzó su punto culminante este domingo. Evans tuvo el balón para ganar el partido. Un billete a Indianápolis. Pero no lo supo atrapar.
Que conste que creo que la jugada merecía una revisión detenida. Aunque en directo da la sensación de que Evans no es capaz de hacerse con la posesión y posar los dos pies en el suelo, la repetición ofrece dudas. Los árbitros encargados del vídeo no decidieron parar el partido para comprobarlo. Me sorprende. Mike Pereira, el gurú arbitral, dice que está bien señalada la jugada porque no debe verse en cámara lenta, sino en velocidad real, y ahí se ve claramente que Evans no tiene la posesión el tiempo suficiente como para que eso pueda considerarse una recepción. Discutible teoría al margen del reglamento. Evans atrapa inicialmente el balón, posa un pie en el suelo y (posiblemente) el otro. Pero en ese momento, Sterling Moore le da un manotazo y el balón se va al suelo. Gravísimo error del receptor. Ahí le iba la vida a su equipo. Ese balón no se le puede escapar. Que le arranquen los brazos si hace falta, pero no se le puede escapar.
Ahí no terminaron los errores. Luego llegó el de Billy Cundiff. No era ya para ganar, sino para empatar. Igual de grave. El kicker de los Ravens falló un field goal de los que hay que meter. Sencillo. 32 yardas apenas. Buen snap, buena colocación por el holder y pésima patada. A casa. Ni Harbaugh estuvo acertado. ¿Por qué no pidió un tiempo muerto antes de chutar el field goal? La unidad de field goal entra corriendo para evitar el delay of game. Cuando hay tanto en juego, más vale cuidar hasta el mínimo detalle.
Primeros malos de la jornada, Evans y Cundiff. Y primera parodia AceVenturiana.
Kyle Williams. Este supera a Jacoby Jones. Equipos de la NFL: si vuestro retornador de punts la caga, no le dejéis volver a intentarlo. Hay que tener a otro jugador preparado para esto, aunque se limite a recoger el balón sin avanzar con él. Cuando conocimos que Ted Ginn Jr., el retornador titular, era baja, nadie pensó que iba a ser tan decisiva. Kyle Williams se cubrió de gloria.
Su primera cagada de épicas proporciones, con 14-10 a favor de su equipo en el 4.º cuarto.
No cabe duda, Williams toca el balón, por lo que los Giants pueden recuperarlo. Aprovecho para aclarar que la acción está bien señalada por los árbitros y que aquí no hay un "pitido inoportuno antes de tiempo". Aunque el sentido de la decisión arbitral cambia tras la revisión, no hay perjuicio para los Giants. Ese balón, una vez recuperado, no puede ser avanzado. Cuando un equipo "pateador" recupera el balón sin que el receptor haya tenido posesión (como en este caso), no se puede avanzar con él. Se recupera donde se consigue la posesión del balón y punto. Por norma.
De no producirse el error anterior, es probable que los 49ers hubieran ganado el partido. En ese momento iban ganando y estaban jugando mejor que los Giants. Su defensa estaba aplastando al ataque de los de Nueva Jersey, con una presión agobiante a Manning y (por fin) buenas coberturas a los receptores. La diferencia en el marcador era escasa, pero el control del partido era de los Niners.
Peor aún es el error de la prórroga. Un error que cuesta una Super Bowl. Ni más ni menos. En un momento en el que hay que minimizar los riesgos, Kyle Williams descuidó el balón, lo perdió y los Giants lo recuperaron en field goal range. El fin.
Kyle Williams, un jugador que pasará a la historia siniestra de la NFL. Si las miradas matasen...
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En los próximos días comenzaré con las previas de la Super Bowl. Una Super Bowl que, por cierto, no me entusiasma mucho. Ninguno de los dos equipos me cae especialmente bien, puede que sea por eso. Las previas, varias, como la temporada pasada: ahondando en gilipolleces varias y (en alguna) comentando aspectos deportivos.